Poesía dispersa de Rubén Darío (1908 -1916)



1908 

• Enero 10. Entrevista de los presidentes de Nicaragua y Costa Rica en la frontera de ambos países. Darío en la comitiva de Zelaya. 
• Enero 18. Su cumpleaños es celebrado en Managua. 
• Enero 24. Iniciado aprendiz masón en la Logia Progreso N.° 16, de Managua. 
• Febrero 2. Gran velada en la Escuela Normal de Señoritas, de Managua, en su honor. 
• Marzo. Semana Santa en la Isla del Cardón, Corinto, pasada con las familias Debayle, Castro, etc. Escribe varios poemas. 
• Abril 3. Se embarca en Corinto para Europa vía Panamá. 
• Abril 18. Llega a Nueva York. Mayo ¿2? Llega a París. 
• Mayo 18. Llega a Madrid. 
• Junio 2. Presenta credenciales de Ministro de Nicaragua a Alfonso XIII, rey de España. La Legación queda instalada días después en la Calle Serrano 27, y empieza la lucha dolorosa por el pago de sueldos. 
• Junio 21. Llega Santiago Argüello a Madrid y Darío lo hospeda en la Legación.
• Julio 22. “El viaje a Nicaragua”, envía a La Nación, el primer artículo de esa serie.
• Agosto. Veranea en San Esteban de Pravia, Asturias.


Y cuando en el abismo de mi alma…


Y cuando en el abismo de mi alma me despeño
–Prometeo de mi alma y buitre de un sueño–
muriendo de mi vida, viviendo de mis días.

¿1908?


Trébol Lírico


En honor de la Sra. del Presidente de Costa Rica, 
don Cleto González Víquez.

Trébol lírico decora
esta página, Señora,
que le explica
cómo vemos astro y rosa
en la Dama de la hermosa
Costa Rica.

(Gunacaste, C. R., hacienda de Bruamónd, 
enero, 1908)


Villancicos navideños populares

Navidad, dulce Navidad



Navidad, Navidad,
dulce Navidad
la alegría de este día hay que celebrar.


…se repite….






Los peces en el río


La Virgen está bañando
y tendiendo en el romero,
los pajarillos cantando,
y el romero floreciendo.


Poesía dispersa de Rubén Darío (1893-1907)



1893

• Enero 5 - En el vapor Acapulco llega a Corinto de regreso de España.
• Enero 26 - Muere Rafaela Contreras de Darío en San Salvador, durante una operación quirúrgica, a consecuencia de una dosis excesiva de cloroformo.
• Marzo 8 - Matrimonio de Rubén Darío y Rosario Murillo en Managua, Nicaragua.
• Abril 3 - Llega a Panamá con su esposa, la cual regresa a Nicaragua.
• Abril 17 - Es nombrado Cónsul General de Colombia en Buenos Aires. Ver en el Capítulo XII de "La dramática vida de Rubén Darío (Edelberto Torres Espinosa)" las fechas contradictorias que ofrece este caso.
• Mayo - En Nueva York. Encuentro con José Martí.
• Junio 7 - Se embarca para Francia.
• Junio - Julio - París. Banquete en su honor. Estudia la nueva poesía francesa; el simbolismo y la escuela romana. Conoce a Verlaine y Jean Moréas.
• Agosto 13 - Llega a Buenos Aires.
• Agosto 20 - “La leyenda del águila”. La Nación, Bs. As. Es el primer artículo de los que integrarán Los Raros, donde tiene el título de “Georges d’Esparbés”.
• Septiembre 1 - “Era un aire suave”. Primer poema escrito y publicado en Buenos Aires, de los que formarán Prosas Profanas. Vio la luz en la Revista Nacional, de Carlos Vega Belgrano.


À la petite Isabeau*

Este, sin prólogo o preámbulo,
es un regalo precioso:
un poeta doloroso
te da un pájaro noctámbulo.

   Tienes tres años; la rosa
que está en el tallo tiene ésos;
tus labios florecen besos
y no comprendes la prosa.

   Te doy el pájaro, niña,
mas si lo matas, ¡traviesa!,
que tu madre que te besa
por el pobre, que te riña.

El asesinato de Sandino

Documentos testimoniales recopilados por Eduardo Pérez Valle.

Eduardo Pérez Valle (1924 - 1998). Historiador, abogado y geógrafo nicaragüense. Su formación inicial estaba encaminada hacia la carrera de medicina, estudios que interrumpió cuando el entonces presidente Anastasio Somoza clausuró la Universidad Central para abortar las protestas de la oposición política. Pérez Valle fue editor del primer periódico universitario que se publicó en aquella época y posteriormente, en 1946, participó en la fundación de la Universidad Libre. Además, fue profesor del Instituto Pedagógico y catedrático de la Universidad Centroamericana. Es autor de una prolífica obra sobre la historia de Nicaragua.

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Poesía dispersa de Rubén Darío (1887-1892)

1887

Febrero 11: “Anagke”. “A Pedro Balmaceda”. La Época. Primer poema de los que integrarán Azul…
Febrero: Darío deja Santiago y vuelve a Valparaíso.
Marzo 16: Abrojos. Imprenta Cervantes. Calle de La Bandera, 73. Santiago de Chile.
Marzo 29: La Época publica en esta fecha información de que Rubén Darío ha sido nombrado ese día guarda-inspector de la Aduana de Valparaíso.
Septiembre 8: Entrega de los premios del certamen Varela en el Orfeón Francés de Santiago. Darío llega a Santiago, pero no asiste al acto. Cobra su premio después.
Octubre 9: La Época publica el “Canto épico a las glorias de Chile”.


 Nuevos Abrojos

 I

Viendo a su madre aterida 
por el frío de la muerte,
el buen Juan lágrimas vierte 
por la que le dio la vida.

Y dice, al verlo llorar,
su novia a su hermana Andrea: 
–¡Mira qué cara tan fea 
pone Juan al gimotear!

Y él las lágrimas secando
con una mueca de risa, 
dice a su novia de prisa:
–¿Quién dice que estoy llorando?

(Enero, 1887)


En el álbum de Pedro Nolasco Préndez

Ante el tribunal divino
de Apolo, el crinado y fuerte, 
poco después de su muerte 
llegó Andrade, el argentino.

  Y entre las Musas y Gracias, 
en aquel supremo día, 
con el néctar y ambrosía, 
sin andar con diplomacias,

Confidencias al caimito

PRÓLOGO DEL LIBRO

Desde su título, sencillo pero muy sugerente, este libro de Gilberto Rodolfo, toma distancia de todo afán pretensioso. Sus Confidencias al caimito expresan la necesidad de comunicar al lector una visión del arte poética como instrumento de reflexión sobre la autenticidad del Ser. Su mirada sobre la naturaleza y lo humano pretende llevarnos de la exterioridad material de las cosas a su esencia metafísica. Y lo logra en su poesía como lo ha logrado en sus pinturas y en su música.

Porque cuando hablamos de Gilberto Rodolfo, nos estamos refiriendo a un artista total y a un auténtico revolucionario. Aunque su profesión original es la de publicista creativo o administrador publicitario, su ambición artística lo ha llevado a incursionar con similar fortuna en la música, el dibujo, la pintura y la literatura. De la misma manera, su sensibilidad social y sus inquietudes políticas lo arrastraron tempranamente a la lucha contra la dictadura somocista y a la militancia revolucionaria comprometida.

La historia del viejo


Tomado de Gustavo A. Prado: Leyendas Coloniales.
Título original: La historia del viejo Ahumada.
Ediciones de Club del Libro Nicaragüense, Managua 1962.

Esto ocurrió durante el período colonial en tiempos en que se les llamaba a estas tierras Indias Occidentales.

Santa Teresa de Jesús, a quien crónicas y memorias llaman la doctora de Ávila, tenía un hermano, llamado Francisco de Ahumada, bien entrado en años, a quien dio la santa el encargo de dotar a las tres catedrales más célebres de estas Indias, de tres esculturas de la Virgen Santísima, bajo tres distintos títulos. Así: la del Carmen, a Guatemala; a la de Concepción, a León de Nicaragua; y la de Mercedes, a la llamada ciudad de los Virreyes de Lima.

El varón se dispuso a cumplir el encargo de su hermana la santa, y enderezó proa con otros más, hacia las Indias Occidentales desde España, haciéndose a la mar con buen viento.

Cumpliendo su misión en Lima y Guatemala, quedaba pendiente Santiago de los Caballeros de León y zarparon con hinchadas velas a la mar, embarcándose en el puerto de Iztapa, luego llegaron al Realejo y de allí siguieron su viaje a Chinantlán, en donde hizo alto para continuar al otro día su viaje hacia León.

Muy de mañana, enderezadas las cargas, en una mula y unos caballos partían, mas es fama bien notoria, que la mula, al llegar a cierto punto, se negó a pasar y siendo en vano los ruegos y zurras de don Francisco de Ahumada, éste le dijo tantas palabrotas y maldiciones que la mula se estremeció tanto que hizo exclamar a Francisco:


—¡Santo Dios, Santo Fuerte, Santo Inmortal!

—No sigáis hermano que puede llover fuego —le dijo uno de sus acompañantes.

El animal quedó quieto, le pusieron la carga y éste la tiró del cabestro, le hicieron mil diligencias para que se moviera y el animal todavía estuviera allí si Dios le hubiese dado largos años de vida.

—Hágase tu voluntad, Dios mío —dijo Ahumada—, y retornemos a la posada que mañana será otro día.

Por varios días buscó otra salida, otros caminos, pero regresaba al mismo sitio; el animal iba a buen paso, pero se detenía en ese mismo lugar.

La piedad y la superstición dieron en decir que la Virgen no quería marcharse de Chinantlán y de acuerdo con el cura y el permiso de Ahumada, se acordó que la Virgen quedase en Chinantlán. Procediéndose enseguida a levantar el templo.

Corrieron los años y la Virgen de la Concepción llegó a conocerse como la Virgen del viejo, haciendo referencia así, al viejo Ahumada que la dejó.

“Sólo la Virgen del viejo puede salvar a tu hijo.” “En la tempestad del Realejo, se salvaron todos porque eran devotos de la Virgen del viejo”, decían muchos creyentes.

Un caso muy conocido se refiere a una señora que estaba sola en el momento justo que iba a dar a luz, invocó la misericordia de la Virgen del viejo, apareciendo momentos después una mujer de rara belleza que la asistió con cuidadoso esmero, y al despedirse la señora agradecida le dijo:

—Dígame donde vive usted para ir a verla en cuanto me levante.

—Pregunte por mí en la plaza y cualquiera te dará las señas.

—Y… ¿cómo se llama usted?

—Yo me llamo María de la Concepción.

La señora se levantó, fue a buscar a la divina comadrona; pero nadie le dio razón.

—Sin embargo —decía— ella me asistió, y quiero verla.

Y la pudo ver, la reconoció al notar que se trataba de la mismísima Virgen del viejo Ahumada.

—Ella es —dijo. Y le dejó a sus pies sobre el altar, algunas frutas y flores como muestra de agradecimiento.

Pasó el tiempo y la escultura del viejo Ahumada, fue adquiriendo cada vez más popularidad por sus milagros tan numerosos.

Todo el mundo la conocía como la Virgen del viejo. De esta manera Chinantlán pasó a ser conocido como El Viejo Chinantlán, luego simplemente El Viejo, que se convirtió en un municipio, bastante poblado, del departamento de Chinandega y teniendo como centro la Basílica de la Concepción de María, donde aún se encuentra la Virgen de El Viejo, ahora como referencia al poblado.


Poesía dispersa de Rubén Darío (1884 -1886)

1884

• Enero. Es probable que en este mes se instruyera el proceso de Rubén Darío acusado de vago.
• Febrero. Colabora en la prensa de Managua.
• Marzo. Trabaja en la Biblioteca Nacional que dirige D. Modesto Barrios.
• Mayo 31. Rubén Darío pide al Prefecto de León que sea revocada la sentencia recaída en su persona acusado de vago.
• Junio 21. Es revocada la sentencia que lo condenó por vago.
• Agosto 13. Acompaña al presidente Cárdenas en la gira a San Juan del Sur y Corinto al encuentro del presidente Zaldívar de El Salvador. En el banquete celebrado en Corinto brindó en verso.
• Agosto 26. “Epístola a Juan Montalvo”. El Ferrocarril, Managua.
• Octubre 22.  Crítica a “La ley escrita de Rubén Darío”, por Ricardo Contreras. Es la primera crítica hecha al poeta en Nicaragua.
• Octubre 29. “Epístola a Ricardo Contreras”. El Diario Nicaragüense.


Carta abierta

 A Fidelina Santiago

Amada mía: Lo que escribo ahora
              es súplica que implora,
no palabra que exige; es lo que siente
un alma ingenua: Amor es quien la guía.
              Sabrás, amada mía,
que una alma enamorada nunca miente.

   Pues la cruel decepción un tiempo quiso
              no guiarme al paraíso.
sino a la senda amarga de un infierno;
pues cometí un error, tengo disculpa:
              no fue mía la culpa
para guardar este dolor interno.

   Quien da un paso, olvidado de sí mismo,
              y cae en un abismo
cuya entrada la ocultan bellas flores,
víctima de la suerte y de su engaño,
              no es culpable del daño
si se dejó atraer por sus primores.

Poesía dispersa de Rubén Darío (1882-1883)

1882
Enero 24 - “El libro”; poema en cien décimas leído en una recepción de Palacio.
Enero 30 - Acuerdo de la Cámara de diputados: “El Gobierno de Nicaragua hará colocar por cuenta de la Nación al inteligente Joven pobre Rubén Darío, en el plantel de enseñanza que estime más conveniente para completar su educación.” El agraciado no aceptó.
Agosto - Llega al puerto de La Libertad de El Salvador.
Septiembre 15 - Melopea en verso con Román Mayorga Rivas, en la velada con que la Sociedad La Juventud celebró la Independencia.

               El Libro


Dios creó al hombre a su imagen y semejanza; 
y para que así fuera, lo hizo creador como El. 
La creación del hombre es el Libro; el Libro 
está hecho a imagen y semejanza del hombre; 
el Libro tiene vida; el Libro es un ser.

I. DE CASTRO Y SERRANO

Ven a mí, musa querida;
mi lira dame: levanta
y únete a mi voz y canta
la humanidad redimida.
Redimida con la vida;
no con Gólgota ni Cruz,
ni martirios de Jesús;
sino con la fuerza inmensa...
fuerza que bulle y que piensa.
¡Con el libro, que es la luz!

Las albóndigas del Coronel - Rubén Darío

Lo que va entre corchetes [ ] es para un mejor entendimiento a la lectura.

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Las albóndigas del coronel

Tradición nicaragüense1

Cuando y cuando que se me antoja he de escribir lo que me dé mi real gana; porque a mí nadie me manda, y es muy mía mi cabeza y muy mías mis manos. Y no lo digo porque se me quiera dar de atrevido por meterme a espigar en el fertilísimo campo del maestro Ricardo Palma; ni lo digo tampoco porque espere pullas del maestro Ricardo Contreras.2 Lo digo sólo porque soy seguidor de la Ciencia del buen Ricardo.3 Y el que quiera saber cuál es, busque el libro; que yo no he de irla enseñando así no más, después que me costó trabajillo el aprenderla. Todas estas advertencias se encierran en dos; conviene a saber: que por escribir tradiciones no se paga alcabala; y que el que quiera leerme que me lea; y el que no, no; pues yo no me he de disgustar con nadie porque tome mis escritos y envuelva en ellos un pedazo de salchichón. ¡Conque a Contreras, que me ha dicho hasta loco, no le guardo inquina! Vamos, pues, a que voy a comenzar la narración siguiente:
 
Allá por aquellos años, en que ya estaba para concluir el régimen colonial, era gobernador de León el famoso coronel Arrechavala4, cuyo nombre no hay vieja que no lo sepa, y cuyas riquezas son proverbiales; que cuentan que tenía árboles de oro.

El coronel Arrechavala era apreciado en la capitanía general de la muy noble y muy leal ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala.

Así es que en estas tierras era un reicito sin corona. Aún pueden mis lectores conocer los restos de sus posesiones pasando por la hacienda Los Arcos, cercana a León.

Todas las mañanitas montaba el coronel uno de sus muchos caballos, que eran muy buenos, y como la echaba de magnífico jinete daba una vuelta a la gran ciudad, luciendo los escarceos de su cabalgadura.

El coronel no tenía nada de campechano; al contrario, era hombre seco y duro; pero así y todo tenía sus preferencias y distinguía con su confianza a algunas gentes de la metrópoli.

Una de ellas era doña María de..., viuda de un capitán español que había muerto en San Miguel de la Frontera.

Pues, señor, vamos a que todas las mañanitas a hora de paseo se acercaba a la casa de doña María el coronel Arrechavala, y la buena señora le ofrecía dádivas, que, a decir verdad, él recompensaba con largueza. Dijéralo, si no, la buena ración de onzas españolas del tiempo de nuestro rey don Carlos IV que la viuda tenía amontonaditas en el fondo de su baúl.

El coronel, como dije, llegaba a la puerta, y de allí le daba su morralito doña María; morralito repleto de bizcoletas, rosquillas y exquisitos bollos con bastante yema de huevo. Y con todo lo cual se iba el coronel a tomar su chocolate. Ahora va lo bueno de la tradición.


Se chupaba los dedos el coronel cuando comía albóndigas, y, a las vegadas, la buena doña María le hacía sus platos del consabido manjar, cosa que él le agradecía con alma, vida y estómago.

Y vaya que por cada plato de albóndigas una saya de buriel, unas ajorcas de fino taraceo, una sortija, o un rollito de relumbrantes peluconas, con lo cual ella era para él afable y contentadiza.

He pecado al olvidarme de decir que doña María era una de esas viuditas de linda cara y de decir ¡Rey Dios! Sin embargo, aunque digo esto, no diré que el coronel anduviese en trapicheos con ella. Hecha esta salvedad, prosigo mi narración, que nada tiene de amorosa aunque tiene mucho de culinaria.

Una mañana llegó el coronel a la casa de la viudita.

—Buenos días le dé Dios, mi doña María.

—¡El señor coronel! Dios lo trae. Aquí tiene unos marquesotes que se deshacen en la boca; y para el almuerzo le mandaré... ¿qué le parece?

—¿Qué, mi doña María?

—Albóndigas de excelente picadillo, con tomate y chile y buen caldo, señor coronel.

—¡Bravísimo! —dijo riendo el rico militar—. No deje usted de remitírmelas a la hora del almuerzo.

Amarró el morralito de marquesotes en el pretal de la silla, se despidió de la viuda, dio un espolonazo a su caballería y ésta tomó el camino de la casa con el zangoloteo de un rápido pasitrote.

Doña María buscó la mejor de sus soperas, la rellenó de albóndigas en caldillo y la cubrió con la más limpia de sus servilletas, enviando en seguida a un muchacho, hijo suyo, de edad de diez años, con el regalo, a la morada del coronel Arrechavala.

Al día siguiente, el trap trap del caballo del coronel se oía en la calle en que vivía doña María, y ésta con cara de risa asomada a la puerta en espera de su regalado visitador.

Llegóse él cerca y así le dijo con un airecillo de seriedad rayano de la burla:

—Mi señora doña María: para en otra, no se olvide de poner las albóndigas en el caldo.

La señora, sin entender ni gota, se puso en jarras y le respondió:

—Vamos a ver, ¿por qué me dice usted eso y me habla con ese modo y me mira con tanta sorna?

El coronel le contó el caso; éste era que cuando iba con tamaño apetito a regodearse comiéndose las albóndigas, se encontró con que en la sopera ¡sólo había caldo!

—¡Blas! Ve que malhaya el al...

—Cálmese usted —le dijo Arrechavala—; no es para tanto.

Blas, el hijo de la viuda, apareció todo cariacontecido y gimoteando, con el dedo en la boca y rozándose al andar despaciosamente contra la pared.

—Ven acá —le dijo la madre—. Dice el señor coronel que ayer llevaste sólo el caldo en la sopera de las albóndigas. ¿Es cierto?

El coronel contenía la risa al ver la aflicción del rapazuelo.

—Es —dijo éste— que... que... en el camino un hombre... que se me cayó la sopera en la calle... y entonces... me puse a recoger lo que sé había caído... y no llevé las albóndigas porque solamente pude recoger el caldo...

—Ah, tunante —rugió doña María—, ya verás la paliza que te voy a dar...

El coronel, echando todo su buen humor fuera, se puso a reír de manera tan desacompasada que por poco revienta.

—No le pegue usted, mi doña María —dijo—. Esto merece premio.

Y al decir así se sacaba una amarilla y se la tiraba al perillán.

—Hágame usted albóndigas para mañana, y no sacuda usted los lomos del pobre Blas.

El generoso militar tomó la calle, y fuese, y tuvo para reír por mucho tiempo. Tanto, que poco antes de morir refería el cuento entre carcajada y carcajada.

Y a fe que desde entonces se hicieron famosas las albóndigas del coronel Arrechavala.

1 Darío no oculta la influencia de las Tradiciones de Ricardo Palma (1833-1919); la declara en las primeras líneas de su Tradición nicaragüense. En 1885 la Biblioteca Nacional de Managua, donde Rubén tenía un empleo, recibió en canje algunas obras de don Ricardo; entre ellas, seguramente la segunda edición de las Tradiciones peruanas (1883), que alcanzaba hasta la sexta serie.

2 Ricardo Contreras, profesor mexicano de gran información literaria, fue el primer crítico de la poesía de Darío. El Diario Nicaragüense de Granada, 16 y 22 de octubre de 1884, nums. 85 y 90, respectivamente, publicó su comentario a la ley escrita, en la que Contreras, no obstante echarle en cara incorrecciones gramaticales, le hacía magníficos augurios Darío contestó con una extensísima Epístola en tercetos, publicada en el mismo diario, 29 de octubre de 1884, núm. 96, con que luego el poeta encabezó sus "Primeras notas" [Epístola y poemas], Managua, 1888.

3 En la Biblioteca Nacional de Managua, Darío debió conocer el Poor Richard's Almanac (1733-1758) de Benjamín Franklin (1706-1790) en traducciones españolas como la Ciencia del buen Ricardo, Madrid, 1844: Caracas, 1858, y Guayaquil, 1879.

4 El coronel Joaquín Arrechavala ocupó interinamente la Gobernación de la Provincia de Nicaragua (1813-1819). Su figura se ha vuelto legendaria en ese país: aparece, siempre a caballo, como protagonista de anécdotas amorosas y cuentos de aparecidos.

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¿Quiénes somos? libro

 ¿Quiénes somos? Ensayo Biosocial sobre nuestra Cultura

Simeón Rizo Castellón

El curioso lector se preguntará ¿de qué trata este libro? Intentaré explicarlo.

Simeón Rizo, en su tercer libro sobre neurociencia y antropología social, se propone guiarnos por el largo recorrido de la evolución para inducirnos a responder preguntas trascendentales, verbigracia ¿qué es el hombre? partiendo del análisis que hace a lo largo de más de cien páginas, auxiliado por la Genética y la Neurociencia, acercarnos a una caracterización de quién y cómo es el nicaragüense.

No es casual que para abordar los diferentes temas y problemas que constituyen la esencia del libro, se haya valido del poema “Lo fatal” de Rubén Darío. El bardo grita en su desosegado verso que no hay mayor pesadumbre que la vida consciente y abatido por el pesimismo de su angustia vital, afirma que, no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, envidiando la suerte del árbol, que es apenas sensitivo y más la piedra dura porque esa ya no siente…

Mientras Rubén se queja de la pesadumbre de la vida consciente, Simeón, más científico que poeta, nos define y explica la evolución de la consciencia humana. “Está demostrado que la consciencia es un producto del cerebro y este a su vez es un producto de la evolución de la neurona, iniciada hace mil millones de años”.

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Poesía dispersa de Rubén Darío (1879)

La presente selección incluye poemas, versos y otras manifestaciones poéticas de Rubén Darío publicadas por periódicos y revistas de la época, o bien encontradas por investigadores nacionales y extranjeros, los cuales no llegaron a formar parte algunos de los libros de poesía del gran panida.

En 1877 hace versos sin equivocarse en el ritmo y la medida. “De mí sé decir que a los diez años ya componía versos, y que no cometí nunca una sola falta de ritmo”.

Enero 1879. Primer soneto conocido de Rubén Darío: “La Fe”, publicado en el periódico leonés “El Ensayo.” Por ser su primer poema publicado incluimos una facsimilar de su original. El mismo formaba parte de una libro non nato, que en el manuscrito Darío tituló “Poesías y Artículos en Prosa, tomo I” y que con motivo del centenario de su nacimiento (1967) se publicara por la UNAN, en León, Nicaragua. Se publicó así mismo un segundo tomo que contiene la poesía ya editada y con prolijas notas del profesor Fidel Coloma.



Muchachos, sin vacilar…

Muchachos, sin vacilar
corramos a los limones,
y vean estos panzones
que nos sabemos vengar.

León, Nicaragua.

La Radio en Nicaragua: Sus protagonistas

Entrevista a Fabio Gadea Mantilla

Esta entrevista está incluida en muchas otras más que Miriam Palacio Sevilla hiciera a los protagonistas de la radio en Nicaragua en su libro próximo a publicarse por "Segovia Ediciones Latinoamericanas, cuyo título es: "La Radio en Nicaragua: Sus protagonistas".

A continuación una porción de esa entrevista que tiene que ver con el inicio del programa radial de cuentos "Pancho Madrigal" que "lanzó al estrellato" al señor Favio Gadea Mantilla y a Otto de la Rocha.


90. MIRIAM: ¿Su llegada a Radio Mundial cambia su vida?

91. FABIO: Sí, mucho.

92. MIRIAM: ¿Cuándo sale Pancho Madrigal no tuvo problemas con sus colegas?

93. FABIO: No, porque nadie tenía los conocimientos de tradición como los tenía yo. Cosas campesinas. Ninguno de ellos la tenía. Ni Mc-Connell, ni Ortega Chamorro ni Sidar, todos eran de Managua. Eran los reyes de las cosas de Managua.

Estábamos haciendo un cuento de Rodolfo Calero Orozco en la radio que se llamaba Catín, criatura inolvidable, haciendo ese cuento, que yo narraba, se me ocurrió y me dije: «Las novelas que son tan bonitas y tienen tanto éxito, porque no podría tener éxito un cuento de La Carreta nahua o de La Cegua, narrado por un campesino y con personajes como el campesino, con música de fondo especial. Y le digo a Tío Popo:

— ¿Ve, vos podés narrar como un personaje campesino?

— ¡Claro! –me dijo Tío Popo.

Me fui a la máquina de escribir y escribí el primer Pancho Madrigal.

Títulos de libros de Rubén Darío

LIBROS DE RUBÉN DARÍO PUBLICADOS EN VIDA:  

  • 1885 Epístolas y Poemas. (Versos)
  • 1887 Abrojos. (Versos) Santiago de Chile, Imprenta Cervantes.
  • 1887 Emelina. (Novela) Valparaíso. Imprenta y Litografía Universal de Chaigeau y Castro. (Novela en colaboración con Eduardo Poirier).
  • 1887 Canto Épico a las glorias de Chile. (Versos) (Certamen Varela T.I.; Anto­logía. , Santiago de Chile. Imprenta Cervantes).
  • 1887 Rimas. (Versos) (Certamen Varela Ti.; Antología. Imprenta Cervantes).
  • 1888 Primeras Notas. (Versos) Managua. Tipografía Nacional. Calle Zavala No. 61.
  • 1888 Azul... (Prosa y Versos) Valparaíso. Imprenta y Litografía Excelsior.
  • 1890 A. de Gilbert. (Prosa) San Salvador. Imprenta Nacional Calle de la Aurora.
  • 1896 Los Raros. (Prosa) Buenos Aires. Ta­lleres de La Vasconia.
  • 1896 Prosas Profanas y otros poemas. (Ver­sos) Buenos Aires. Imprenta Pablo E. Coni e Hijos.
  • 1899 Castelar. (Prosa) Madrid. B. Rodrí­guez Serra.
  • 1901 España Contemporánea. (Prosa) París. Garnier Hermanos, Libreros Editores.
  • 1901 Peregrinaciones. (Prosa) Librería de la viuda de Ch. Bouret. París.
  • 1902 La Caravana Pasa. (Prosa) París. Garnier Libreros Editores.
  • 1904 Tierras Solares. (Prosa) Madrid. Biblio­teca Nacional y Extranjera. Leonardo William. Editor.
  • 1905 Cantos de Vida y Esperanza. Los Cisnes y otros poemas. (Versos) Madrid. Ti­pografía de la Revista Archivo, Biblio­tecas y Museos.
  • 1906 Oda a Mitre. Eyméoud. 2 Place du Caire.
  • 1906 Opiniones. (Prosa) Madrid. Librería de Fernando Fe.
  • 1907 Parisiana. (Prosa) Madrid. Librería de Fernando Fe.
  • 1907 El Canto Errante. (Versos) Madrid. Biblioteca Nueva de Escritores Espa­ñoles. M. Pérez Villavicencio Editor.
  • 1909 Alfonso XIII. (Prosa) Madrid: Biblio­teca "Ateneo". Rodríguez, Barquillo, 8-Madrid.
  • 1909 El Viaje a Nicaragua e Intermezzo Tropical. (Prosa y Verso) Madrid, Biblioteca "Ateneo".
  • 1910 Poema del Otoño y otros Poemas. (Versos) Madrid. Biblioteca "Ateneo".
  • 1911 Letras. (Prosas) París. Garnier Herma­nos. Libreros Editores.
  • 1912 Todo al Vuelo. (Prosa) Madrid. Rena­cimiento Sociedad Anónima Editorial.
  • 1914 Canto a la Argentina. (Versos) Biblio­teca Corona. Madrid.
  • 1914 Muy Siglo XVIII. Biblioteca Corona. Madrid.
  • 1915 Muy Antiguo y muy Moderno. Biblio­teca Corona. Madrid.
  • 1915 La Vida de Rubén Darío, escrita por él mismo. (Prosa) Barcelona. Casa Editorial Maucci.
Mucha poesía la escribió sin incorporarla en algún libro, a estas la hemos llamado "Poesía dispersa de Rubén Darío" comenzando en 1877. Vea Poesía dispersa de Rubén Darío


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No puedo ni quiero callar

Carlos Alberto Ampié Loría

NO PUEDO NI QUIERO CALLAR

Selección de artículos y discursos 
2001-2015

Prólogo
“La verdad es lo que es,
y sigue siendo verdad
aunque se piense al revés”.
Antonio Machado: Proverbios

Para mí él es “los hermanos Grimm” de Nicaragua: Cuando Carlos Ampié Loría en el año 2000 –después de muchos años de vivir en Alemania– regresó a su país, dedicó mucho tiempo a la recopilación y redacción de las leyendas y cuentos populares nicaragüenses más importantes. Eso significa un trabajo de conservación del bien cultural, que mi país Alemania agradece a los hermanos Jacob y Wilhelm Grimm. Como filóloga germanista Carlos Ampié Loría conoce esta obra de la mejor manera y por supuesto también el idioma y la cultura alemana. Por todo eso le fue posible publicar las leyendas y cuentos populares de Nicaragua en 2003 en un tomo bilingüe.

Como traductor trajo al público nicaragüense “Doce cuentos” del premio Nobel alemán Heinrich Böll y a los niños de Nicaragua les regaló los cuentos populares de tío coyote y tío conejo en forma de baladas –una forma particularmente típica de la lírica alemana.

He querido mencionar estas publicaciones porque reflejan la competencia intercultural de este autor, resultado de su biografía entre dos mundos y sus estudios durante toda la vida. Estudios sobre todo de lenguas y literatura. Algunos de los artículos de esta colección son muestra de ello.

Desde 2005 vive de nuevo en Alemania. Sin embargo, nunca ha perdido de vista Nicaragua: Lee con regularidad los diarios nacionales, se informa sobre el acontecer actual. Mantiene correspondencia con intelectuales y amigos nicaragüenses. A través de ese constante intercambio le es posible acercar a otros a Nicaragua –a gente que en Europa pregunta: “¿Nicaragua? Y eso ¿dónde queda?” Estos por lo general pertenecen a la nueva generación. A los mayores que han perdido de vista Nicaragua porque ya no está en los titulares de los medios– ojos que no ven, corazón que no siente: “Allí hubo una revolución ¿no? ¿Qué ha sido de los sandinistas?” Y mientras entusiasma a los primeros, hablándoles de su “proyecto de juventud”, especialmente de la Cruzada de Alfabetización y de la solidaridad que Nicaragua recibió en los años 80 y que lo llevó a él mismo como becario a la RDA, les cuenta a sus coetáneos en Europa qué ha sido de los ideales de la revolución de entonces.

Si al hacerlo su posición es crítica, a menudo demasiado crítica respecto a sus otrora compañeros, ello no es sino un testimonio más de su amor a Nicaragua. Tal y como un padre verdaderamente amoroso acompaña a sus hijos con mirada crítica, en vez de verlos con impasibles ojos arrojarse a la desgracia, así sigue Carlos Ampié Loría las sendas que hoy toman los compañeros. También de todo eso dan testimonio algunos de los artículos seleccionados para este tomo, los cuales junto a otros en lengua alemana han sido escritos en los últimos quince años.

“Si pequeña es la patria, uno grande la sueña,” quizá pero en ningún caso nacionalista en demasía. Carlos Ampié Loría da seguimiento con igual interés a los acontecimientos mundiales y comparte sus preocupaciones y análisis, sus conocimientos, percepciones e ideas con sus lectores. Al hacerlo alza, él que por lo general es más bien calladito, conscientemente su voz, y no puede ni quiere callar –¡ni debería hacerlo!

Katja Ullmann 
13 de febrero de 2016



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Los Cuentos del General y Otros Relatos

Enrique Alvarado Martínez

Ensayista y narrador. Nació en la ciudad de Granada en 1935. Hizo estudios de Ciencias Políticas en Costa Rica y Estados Unidos. Planificación e Investigación de la Comunicación en Quito, Ecuador. Se licenció de psicólogo en la Universidad Centroamericana (UCA) y obtuvo una Maestría en Comunicación Social, en la Universidad de Texas, EUA.

Ha sido docente, Director de la Escuela de Ciencias de la Comunicación de la UCA.Vicerrector de la Universidad Centroamericana y Diplomático de Nicaragua ante los Países Nórdicos.


Ha publicado: El Pensamiento Político Nicaragüense (1968) Cuentos de Calle y Camino (1970) ¿Ha Muerto el Partido Conservador de Nicaragua? (1994), Las Increibles Aventuras de Johnny White y Billy Black  (1997), Anécdotas Granadinas (1998), la novela histórica: Doña Damiana (1998), La UCA: Una historia a través de la Historia (2000), Esa Insólita Suecia: vista por un nicaragüense (2003)  La Verdadera Historia de Johnny White y Billy Black (2004) y La UCA; Una historia a través de la Historia (2010).




LOS CUENTOS DEL GENERAL

LA MUERTE DEL GENERAL

La muerte del General se escondió por unos días para preparar las honras fúnebres con los honores de merecimiento pero también para asegurar a los amigos del General que su obra perduraría aún después de su muerte.

Por su parte los obispos que habían sido generosamente protegidos por el General, no encontraban maneras de demostrar su agradecimiento. Se hicieron misa y en ellas se repartieron hasta 500 Indulgencias Plenarias que según los sacerdotes serían efectivas por la intercesión del General.

El más ardoroso de estos clérigos era un sacerdote elevado en rango, de capelo y caperuza, que toda la vida había llevado una conducta ejemplar aún al riesgo de ofender al General, como muchas veces lo hizo, sufriendo privaciones e insultos de parte de los turiferarios. Su valentía frente al tirano lo hizo respetable y ante los ojos de la oposición como el más confiable mediador en cuanta crisis cierta o artificial había provocado el General. A él acudían los perseguidos para implorar su bendición y su amparo. Todos predecían que moriría en olor de santidad por las mortificaciones que había padecido por amor a la verdad y a la tranquilidad de su pueblo.

Pero a los ochenta años, cuando la vejez debía haber morigerado sus pasiones y atemperado sus ambiciones, una jugosa capellanía que dio abundante riqueza y poder a él y sus familiares, hizo cambiar completamente su personalidad y su conducta. Él lo explicó como una revelación divina que le hizo ver las virtudes incomprendidas de un gobernante dedicado a su pueblo, aunque siempre escondía su perfidia en un lenguaje sibilino.

En todo caso repetía incansables oraciones al altísimo al bien común y al perdón, pero por mucho esfuerzo que hiciera no podía esconder esa metamorfosis de ser humano a animal rastrero que la mayoría observaba con asombro y tristeza.

Ni aun cuando dejaron de llegar las romerías de suplicantes solicitando su bendición entendió su tragedia, más se fue hundiendo en el pantanal de su con ciencia. Cuando alguien se atrevía a criticar su nueva forma de pensar él terminaba diciendo que Cristo había profetizado que los pastores serían perseguidos y vilipendiados por defender la verdad y que la iglesia siempre se sentaba en la esquina para ver pasar el cadáver de sus enemigos.

A la muerte del General se hicieron rogatorios, vigilias y procesiones, y fueron tantas las oraciones a Dios por el alma del General que alguien llegó a decir que ni las misas, ni las Indulgencias Plenarias, ni los rosarios ajustaban para que el General subiera al purgatorio y mucho menos al cielo. Entonces el obispo “renacido” propuso que lo nombraran Cardenal de la Santa Iglesia. Todos aprobaron la idea porque hasta se pensó que bajo el título de Cardenal se facilitaría en un futuro próximo pedir la canonización del General. El telegrama que fue a Roma exaltaba las virtudes y la nobleza del General y hasta le atribuía hechos que podrían considerarse milagrosos en su ejemplar vida.

Roma, prudentes en estas cosas, mandó a recordar que la Santa Sede era la única institución a la que le correspondía el nombramiento de los cardenales. Que los cardenales en el presente debían de ser religiosos no casados. Que, aunque en el pasado hubo cierta liberalidad en eso de papas con mujeres, como el caso de Alejandro VI, esa era historia antigua y finalmente, que nunca se había nombrado a una persona Cardenal después de muerto.

Los obispos locales entendieron el mensaje del Vaticano, pero no quedó satisfecho su afán de agradar a la familia del General con una especial distinción. Por lo tanto, desistieron del cardenalato y le nombraron Príncipe de la Iglesia, con lo cual, no desobedecían al Santo Padre, pero aseguraron que ser Príncipe de la Iglesia era prácticamente lo mismo, con la única diferencia que el General no podría votar en un Cónclave de la iglesia. Explicaron con abundancia que en tiempo pasado cuando los papas tenían tanto poder como los reyes, se usaba indistintamente la palabra Cardenal o Príncipe de la Iglesia.

Por su parte los militares que miraban al General como su propio padre organizaron maratónicas sesiones de llanto colectivo, acompañados de sus mujeres. Muchas de ellas habían compartido la cama del General, de tal manera que el llanto auténtico que sus esposos observaron, no era la solidaridad con el marido huérfano de padre, sino el llanto de la mujer huérfana de amante, abatida por la pérdida de su objeto de placer.



EL GENERAL EN SU  LECHO DE MUERTE

Ya en su lecho de muerte el General recordaría como fue que pasó todo, hasta perderse en los meandros del poder. Regresó paso a paso por su vida. Su juventud estremecida por una pasión sin freno con aquella empleada doméstica, mulata de duras carnes y sexo salvaje. La aflicción de sus padres para desprenderlo de esa insania amorosa. Su viaje a Estados Unidos donde trató de olvidarse de Olivia, metiéndose en la cama de la esposa de su profesor de inglés hasta que el teacher ofendido le ofreciera doce perdigones de su escopeta con que cazaba patos en las riberas del Potomac.

Unos meses en la escuela de los marines, de donde desertó por falta de disciplina y una excesiva prisa para saltar etapas y llegar a lo más alto. Su regreso a un país en guerra, contra un guerrillero desafiante y peligroso. Sus ojos puestos en la oportunidad precisa para saltar de la insignificancia al poder.

Su país ocupado por marines y su inglés facilitándole entrar en la confianza de los interventores. Sus pantalones bombachos, sus botas de charol y una fusta de mando que le regaló el Capitán Lake, y así se miraba marcial y decidido para seguir su destino. Dio la orden de muerte para el “bandido” sin que le temblara la voz y sin que le remordiera la conciencia, porque todo lo había hecho por la patria como se lo dijeron sus oficiales y los del ejército de ocupación. Y así llegó al poder total, aclamado por rojos y verdes porque él era el símbolo de la paz y el progreso. Porque habría de dirimir los antagonismos partidarios y redimir las pesadas cadenas del atraso.

¿Qué hizo? Se preguntaba para que lo llamaran dictador, cuando todo cuanto procuró fue para aliviar a los pobres de la pobreza, a las viudas de la tristeza y a los niños de la orfandad. Consiguió la paz precisamente para que hubiese bienestar y progreso.

En principio su corazón estaba con los trabajadores y su lema: Primero el Obrero, era legítimo, porque él había sido un obrerista de corazón. Les había dado a los obreros, a pesar de los capitalistas vende—patria, un Código del Trabajo, uno de los más avanzados en el mundo. Les había creado un Seguro Social para que los obreros al momento de llegar a la ancianidad no murieran en el desamparo.

Todos los Primeros de Mayo, él había marchado a la cabeza con sus obreros reclamando justicia social y cantado con ellos La Internacional. Se abrazó con Lombardo Toledano el líder de los sindicalistas mejicanos y ambos levantaron los puños como símbolo de la victoria del proletariado. Les había regalado casas para convertirlas en Club de Obreros y por eso no debían sorprenderse que los obreros, por su propia voluntad, le hubiesen erigido bustos o estatuas en el frente de estos clubes. Que más pruebas del amor a su pueblo se podía esperar. Y si es cierto que en algunas ocasiones tuvo que usar la mano fuerte y el puño firme, fue porque como todo padre amoroso, amante del orden y el bien común, tenía que castigar a quienes atentaban contra el pueblo.

El pueblo, su amado pueblo, lo llevó a donde quiso y si en algún momento el pueblo le hubiese pedido dejar el mando, él inmediatamente lo hubiera hecho. Y si se tuvo que reelegir fue porque el pueblo se lo pidió y nadie más.

Pero también reflexionaba: los políticos me embrocaron con sus cantos de sirenas: General usted es el único. General con usted hoy y siempre. General que no haya receso, siga hasta terminar su obra. General si usted nos deja quien va a continuar el progreso. Los vende patria y la oligarquía lo quieren ver fuera del poder para vender de nuevo el país a los inversionistas extranjeros.

Que sin usted somos huérfanos de padre y madre. Que hasta la Santa Iglesia Católica ruega a Dios por su salud eterna. Y ¿porque dios o demonio estoy aquí muriendo a fuego lento en este infierno de intestinos ardientes? ¿A quién hice tanto mal para que se alegraran con mi muerte? No es la bala que me quema sino el poder que me consume y que me hace maldecir a todos los generales que me sucederán en el mando y que sufrirán de igual desgracia. ¿Qué mal hice para que me hicieran tanto mal?

En otro momento de lucidez, el General llamó a su hijo, que le sucedería en el mando y tuvo una larga conversación. Su sabiduría de moribundo profetizó sobre el futuro de los generales y los hombres fuertes que quieren creer en su inmortalidad. Algo que recordaría siempre que el fantasma de la muerte lo asediaba. Una de las advertencias que le dio era que el poder era mortal, porque el que tiene poder quiere más y es un vagón sin freno bordeando el precipicio. Le aconsejó saber cuándo debía bajarse del poder ya que él no estaba muriendo por los estropicios de la bala certera sino por los excesos del poder.

Le profetizó que todos los generales de su siglo y del siguiente terminarán cuando el poder los vuelva insensibles y ciegos. Cuando no acierten a ver de lejos la bala que le pondrá una condecoración de sangre en su pecho estrellado. Le advirtió que el oficio del poder era trabajo de 20 horas y 4 para dormir con los ojos abiertos. Que en este país se sube y se baja por la fuerza, nunca por la razón. Que para conservar la vida por más tiempo hay que tener el poder por menos tiempo. Y finalmente que los que le adulan y sugieren retener el poder por siempre no lo hacen para la salud del general, sino para el beneficio del soldado. Y que eso, como a él se lo hicieron, se lo harán al siguiente.
___________________________

CONTENIDO DEL LIBRO

  • LA MUERTE DEL GENERAL
  • EL GENERAL EN SU LECHO DE MUERTE
  • EL PADRE DE LA PATRIA
  • CUAUTH-OCELOTL
  • LA ESTATUA DEL GENERAL
  • LA CARRETERA DEL GENERAL
  • EL REPORTERO Y LA POLICIA DEL GENERAL
  • LA HIJA DEL GENERAL
  • EL BÉISBOL Y EL GENERAL
  • LAS ELECCIONES
  • COMO BURLAR AL TIRANO
  • LOS POBRES Y EL GENERAL
  • EL CORONEL BRAGUETA
  • LA PISCINA DE CACA
  • ASENCIO
  • LAS TURBAS CELESTIALES
  • EL GENERAL Y LA GUERRA MUNDIAL
  • EL ABOGADO DEL GENERAL
  • EL POETA Y LA AMANTE DEL GENERAL

OTROS RELATOS

  • ¡ULTIMAS NOTICIAS!
  • EL QUE JUGO A SU ESPOSA
  • EL MUERTO DEL ADRIATICO
  • ELISA
  • LA MALACRIANZA
  • LA ESCALA
  • MANU UMBILICAL
  • NO TODOS LOS ÁNGELES NACEN EN EL CIELO
  • PANCHO, CHICO, FRANCISCO, FRANK
  • ¡TEA, TEA!
  • CUPERTINA


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Aventuras de Juan Parado - Cuentos

Carlos Alemán Ocampo

Esta colección de relatos es el libro más entrañable del narrador Carlos Alemán Ocampo (El Diriá, Granada, 1941), maestro de oralidad e inventor de historias. Pero aquí reinventa —a partir de una admirable contextualización y recreación— la fantasía popular, centrada en un personaje: Juan Parado (cuyo apellido era Mena), émulo de Pedro Urdemales, Machón Gago, Juan Ventura y otros célebres "mentirosos". Aquí se plasman los sueños y las aspiraciones de la gente que en su entorno vital el autor conoció, recurriendo a un sentido mágico de la vida.

Alemán Ocampo, lingüista formado en España, obtuvo el “Premio Nacional Rubén Darío” en 1995 con su novela Vida y amores de Alonso Palomino y es miembro de número, desde 1998, de la Academia Nicaragüense de la Lengua. Entre sus obras figuran las novelas "En esos días" (1972) y "Bardmg House San Antonio" (1985); el cuentario "Tiempo de llegada" (1973), la crónica "Y también enséñenles a leer" (1984) y el libro de ensayos culturales "Entre el fuego y el agua" (1986).

Aventuras de Juan Parado. Segunda edición

—1—

EL AYOTAL DEL CABALLO

UN HOMBRE recién casado debe ser cumplidor. Cumplirle con el gasto a la mujer y nunca dejarla sola. No es por la desconfianza, es por la ilusión del cariño con que se casa y porque en los primeros años se le van haciendo las costumbres. El otro asunto es con la mantenencia, el hombre que no mantiene su casa mejor que ni busque mujer, así decía Juan Parado y así lo cumplía.

Publica tus cuentos


Si has escrito uno o más cuentos ya sea infantiles, de suspenso o terror, sobre mitos o de cualquier otro tema y deseas compartirlo al mundo entero, te invitamos a publicarlos en la página de Casa del libro AQUÍ.

Tus cuentos serán leídos por miles de personas alrededor del mundo. Si quieres que tus obras sean leídas y comentadas, Casa del libro te brinda esa oportunidad y aún más

La posibilidad de que tu cuento o cuentos sean seleccionados y formen parte de un bonito libro (los mejores cuentos seleccionados) o de un libro completo impreso bajo el sello editorial de EDITORIAL AMERRISQUE (en este caso se tendría que verificar que los escritos son de tu autoría y no están bajo ninguna otra propiedad intelectual, luego te contactarán).

La página de Casa del libro es visitada por muchos editores, y existe la posibilidad que conozcan tus obras y se muestren interesados en publicarte también.



Los cuentos de Tío Coyote y Tío Conejo

Los cuentos de Tío Conejo y Tío Coyote forman parte del folclore nicaragüense y centroamericano. Estas historias representan una serie de enfrentamientos cómicos entre dos personajes que simbolizan características opuestas.

Tío Conejo, a menudo es astuto, ingenioso y siempre encuentra maneras de salir airoso de las situaciones más complicadas. En contraste, Tío Coyote es fuerte pero ingenuo, cayendo frecuentemente en las trampas de Tío Conejo.

Análisis temático

  1. Astucia frente a la fuerza: Los cuentos de Tío Conejo y Tío Coyote exploran cómo la inteligencia y el ingenio prevalecen sobre la fuerza bruta. Tío Conejo representa la sabiduría popular, mientras que Tío Coyote encarna la torpeza y la falta de previsión.

  2. Desigualdad social: Estos cuentos también reflejan las diferencias de poder en la sociedad, donde los más débiles (representados por Tío Conejo) deben usar la astucia para sobrevivir frente a los más poderosos (Tío Coyote).

  3. Humor y moraleja: La estructura de los cuentos es humorística, con episodios llenos de bromas y engaños que siempre terminan con una enseñanza moral sobre la importancia de la astucia.

_________________




Un día, Tío Conejo estaba comiendo zapotes arriba de un árbol, y Tío Coyote, como siempre, lo andaba persiguiendo. Cuando Tío Conejo lo vio pasar, le gritó:

Tres cuentos sobre duendes

Por Mauricio Valdez

1. LOS DUENDE DEL CAMINO


En una comarca no muy lejos de la ciudad capital, Managua, vivía una humilde familia formada por un padre, una madre y dos niños (niña y niño). Todos los días los dos hermanos iban a la escuela en sus bicicletas, pues la escuelita no quedaba tan cerca de su hogar, iban por veredas y caminos polvorientos, los mismos que en invierno se volvían fangosos con las lluvias, es por eso que aunque trataran de llegar limpios a su escuela, siempre llegaban sucios, polvorientos en verano y con lodo en invierno, muchos llegaban así, pero nadie se burlaba de nadie.

Ya hace días, los niños comenzaron a escuchar unas risitas burlescas cuando pasaban por un cruce de caminos, nunca miraron a nadie y al comienzo no le prestaron mucha atención, pero como era asunto de todos los días, comenzaron a preguntarse de donde provenían esas risas y quién era el que las provocaba.

–Estefanía, ¿escuchaste? – siempre le preguntaba Ángel a su hermana.

–Sí –contestaba ella– deben ser los duendes.

Y continuaban su camino hasta llegar a la escuela, pero a nadie, ni a su maestra ni a sus compañeros de clases, le comentaban algo sobre ese asunto.

Al otro día lo mismo:

–Estefanía, ¿escuchaste?

–Sí –volvía a contestarle ella– ya te dije que son esos duendes.

–¡Cuales duendes! –por fin reaccionó Ángel con cierta ira y asombro.

–¿Pues cuales más? ¿A caso no sabes que aquí existen duendes y les gusta burlarse de las personas?

–¿Pero de nosotros por qué se burlan?

–Pues, porque siempre pasamos todos sucios, creo.

–¡Ah! Mañana procuraremos no ensuciarnos y pasaremos limpios para ver si ya no se burlan de nosotros.

Y así fue, los hermanos procuraron no ensuciarse demasiado, conduciendo sus bicicletas con más cuidado, no pasando por la tierra muy blanda ni jugando a revolcarse a la hora de recreo y cuando pasaron por el lugar, iban limpios y ni una risa se escuchó.

–Ves que tenía razón –le dijo Estefanía a su hermano.

–Ajá, sí. Pero ahora me quedó la curiosidad por saber cómo son esos duendes que tanto se burlaron de nosotros, mañana volvamos a pasar sucios y seguiremos las risas hasta dar con esos traviesos.

–¡No Ángel! ¿No sabes que si los molestas o tratas de averiguar su identidad o querer saber dónde viven, ellos se vuelven agresivos contra uno?

–¿A caso solo ellos pueden molestarnos? Nosotros también los molestaremos –dijo Ángel.

Al día siguiente los dos pasaron sucios y una risita se hizo escuchar, Ángel rápidamente se bajó de su bicicleta dejándola tirada a la orilla del camino: –Por aquí se escucha –decía mientras seguía el sonido de la risa tras unas piedras, Estefanía también dejó la bicicleta aparcada y fue detrás de su hermano. El sonido de la risa cambiaba de lugar y los niños la seguían adentrándose a un bosquecillo, un riachuelo sonoro y cristalino corría por el lugar y a la orilla se podía ver unas medianas piedras que formaban una diminuta cueva.

–¡Con que aquí es donde viven esos traviesos! –dijo Ángel dirigiéndose a la pequeña cueva.

–Vámonos de aquí, no es buena idea seguirlos, ni mucho menos descubrir dónde viven –decía Estefanía con miedo.

Ángel que era muy curioso y travieso, metió la mano en la pequeña cueva y tras un grito la sacó rápidamente trayendo consigo pegado a sus dedos un pequeño cangrejo.

–¡Hay! Esta es la cueva de un cangrejo –dijo tirando por los aires al animalito que fue a parar al agua, sumergiéndose en ella y desapareciendo de la vista.

Enojado, el travieso niño desbarató la cueva quitando las piedras y ambos se fueron del lugar siguiendo el sendero por donde habían venido, al llegar a la orilla del camino las bicicletas ya no estaban, tuvieron que irse caminado hasta llegar a casa.

–¿Y las bicicletas? –les preguntaron sus padres cuando los vieron llegar sin ellas.

–Nos la robaron por dejarlas solas en el camino por ir tras unos duendes –le dijeron muy tranquilamente y se fueron a hacer sus tareas escolares.

El día siguiente era sábado, por los que los hermanos se levantaron un poco más tarde y se fueron a jugar con su perro llamado Sarnos, cerca de un montón de leña, unos pequeños ojos se asomaron entre esa leña:

–¡Un ratón!– dijo Ángel con sorpresa.

–¿En dónde? –preguntó Estefanía.

–Ahí, entre la leña.

Su perro Sarnos comenzó a ladrarle y el supuesto ratón se escondió aún más. Los niños rápidamente comenzaron a quitar una por una la rajas de madera, de pronto salió corriendo con una extraordinaria rapidez el supuesto animalucho, que para mayor sorpresa de los hermanos, notaron que no se trataba de ningún ratón ni de otro animal, sino, de un extraño ser verdoso y orejas puntiagudas, era un duende.

–¿Viste eso Ángel?

–Sí, uno de esos duendes del camino nos siguió hasta aquí, atrapémoslo –dijo el valiente niño y con una de las rajas de leña en su mano se dispuso a acabar con el intruso, Sarnos no dejaba de ladrar y con el escándalo los demás miembros de la familia se acercaron a ver qué es lo que estaba pasando.

–Ahí va, que no se escape –gritaban los hermanos.

–¿Qué animal están queriendo atrapar? –preguntó la mamá.

–No es ningún animal –respondió Estefanía– es un duende.

–¿Un qué? –dijo con extrañeza la mamá creyendo no haber escuchado bien.

–Un duende –le repitió Ángel mientras le atinaba al escurridizo ser un buen palazo en mitad de su pequeña cabecita, matándolo al instante.

–Ahí está, vengan a verlo.

Y todos corrieron a ver a la extraña y pequeña creatura que yacía muerta con su cabeza aplastada.

Sarnos iba de un lado a otro todavía eufórico por la cacería recién hecha, hasta que agarró a la inerte creatura entre su hocico y corrió con ella perdiéndose entre unos matorrales a lo lejos, por más que sus amos lo llamaron éste no hizo caso. Lo fueron a buscar pero no lo encontraron, el día pasó y Sarnos no regresaba, pasó otro día y el perro sin aparecer, pero la peor de las noticias es que a los siete días después de pasar el hecho, también había desaparecido la niña Estefanía, se hizo una búsqueda intensa día y noche sin descanso, pero nada de encontrarla, hasta que con el tiempo, la familia y los demás se dieron por vencidos seguros que ya nunca volverían a verla, muchos aseguraban que eso había sido obra de los duendes en venganza por la muerte de uno de los suyos.

Ángel creció solo sin la compañía de su querida hermana, llegó a ser un adulto con su corazón entristecido y arrepentido por lo que había hecho, muy dolido por ser el culpable de la desaparición de su querida hermanita.

**************
Moraleja: No hay que hacer cosas malas, pueden traer consecuencias no deseadas con arrepentimiento de toda la vida.


********************


2. EL DUENDE ALUX


Una mañana Carolina despertó riéndose, sentía que algo le hacía cosquillas en sus pies, levantó sus sábanas, pero no vio nada, en eso escuchó una ricita que prevenía por debajo de la cama, de una salto se puso de pie y agachándose levantó el cobertor de su cama buscando con su mirada el causante de tan singular risa, preguntó con curiosidad: 

—¿Quién está ahí? 

¡jijiji! Otra vez la ricita, y saliendo de su escondite, delante de sus ojos, se dejó ver un pequeño ser vestido de rojo, su piel era verdosa y sus orejas puntiagudas, pero tal apariencia no le hizo temer a la pequeña, éste le sonrió y le dijo: —¡Hola Carolina! Vine a hacerte compañía.

— ¿Y tú quién eres? —preguntó la niña retrocediendo ante la fea figura del pequeño y raro ser.

—Mi nombre es Alux, —dijo con una voz ñaja— soy un duende amistoso al que le gusta hacer reír a los niños, por eso les hago cosquillas mientras duermen y magia cuando despiertan. 

Entonces sacó de su bolsillo un polvo mágico y lo lanzó al aire, muchas mariposas de múltiples colores revolotearon por toda la habitación, Carolina se reía y brincaba queriendo atraparlas, estaba maravillada de la magia de Alux.

Las mariposas se desvanecieron y niña buscó al duende, lo buscó entre sus sabanas, por debajo de la cama, por todos los rincones de la habitación y de pronto vio que una de sus muñecas caminaba sola. Ella se sorprendió, pero luego pudo ver que era Alux la que la sostenía.

— ¿Estabas invisible? —le preguntó Carolina.

—Sí —le dijo Alux —, nosotros los duendes podemos desaparecer a nuestro antojo, nos dejamos ver por los niños pero nunca por los adultos, pues éstos siempre nos quieren hacer daño.

Carolina agarró su muñeca, la puso en su lugar y dijo:

—Pero voy a decirle a mi mamá que tú eres mi nuevo amiguito.

—¡No! —Gritó Alux —, guardemos el secreto, que esto quede sólo entre tú y yo. 

Pero Carolina no le hizo caso y le fue a contarle a su mamá, pero por supuesto que su mamá no le creyó y esa noche acostada ya se disponía a dormir y de nuevo le apareció Alux, se subió a su pecho y viéndola a su los ojos le dijo:

—¡No guardaste nuestro secreto!

Alux estaba enojado, se puso mucho más feo de lo que era; los dientes se le salieron y sus uñas crecieron, sacó otra vez polvo mágico y lo sopló al rostro de Carolina, ella estornudó botando a Alux, la pobre niña jadeaba, se esforzaba por respirar mientras el duende se reía a carcajadas, de pronto, de la nada, aparecieron cuatro duendes más vestidos de azul que rodearon a Alux, lo agarraron con fuerza y desaparecieron junto con él, sólo se escuchaba a Alux gritar: ¡Déjenme, no me lleveeeeeen!.

Carolina pudo respirar con normalidad y se puso a llorar, en eso su mamá entró corriendo a la habitación y la abrazó calmándola y diciéndole que solo había tenido una pesadilla.

—No mamá, no fue una pesadilla, era Alux el duende de quien te hablé.

Las dos quedaron abrazadas por un largo rato hasta que la niña se durmió. 

Con el tiempo Carolina casi olvidó lo sucedido y hasta llegó a creer que realmente se trataba tan sólo de una pesadilla, lo bueno era que; ya sea en sueños o en la realidad, nunca más volvió a ver a Alux, el duende malo.

Y es que por generaciones se ha creído que si un niño o niña lo desea, puede llegar a conocer a los duendes, sólo tienes que desearlo de verdad y preguntar entre sus sábanas en voz baja antes de dormir: ¿Quién está ahí? Pregunta todas las noches y una de tantas, en cualquier momento, aparecerá un duende jugando y haciéndote cosquillas, pero ten cuidado si te aparece un duende cuando tú no lo has llamado y dice ser tu amigo, ese puede ser Alux, no le creas nada de lo que te diga y mándalo a la porra.
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Moraleja: No todas las personas que dicen ser tus amigos, tienen buenas intenciones, pueden ser lobos vestidos de ovejas. Consejo: Cuídate de los extraños y no creas todo lo que te digan.
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3. LOS DUENDES DEL CHONCO


Allaaaaa.... de vez en cuando se aparecía un amigo de mi abuela Cesaria, llegaba y le decía:

— ¡Ideay Cesaria! ¿Cómo estás?

— ¡Eh! ¡Ideay Chicoyo!

Se llamaba Francisco, pero le decían Chicoyo, quien sabe por qué.

—Aquí te traigo —le decía él. Eran unas frutas hermosas, grandotas, unos grandes plátanos que nunca se habían visto por estos lados, unos zapotes con bastante comida grandotes también.

—Hombre, Chicoyo y vos ¿de dónde sacás todo esto, estas frutas tan grandes? —le preguntaba mi abuela.

— ¡Ah! es que por ahí tengo unas tierritas muy buenas, siempre tengo de todo, por hay te traigo más otro día que pase —le decía.

Por allá a los días se aparece: Adiós Cesaria hay paso de regreso dejándote frutas —le dijo.

Pero bueno, nunca faltan los curiosos, uno de los hermanos de mi abuela, mi tío Isidoro, se va detrás del tal Chicoyo.

Tengo que saber donde tiene éste esas tierras —decía— y lo va siguiendo de larguito cuidando que no lo mirara, él en sus caballo y mi tío a pies, luego ve que Chicoyo se mete en la selva, ahí en El Chonco y se le pierde de vista, él quiere entrar también, pero le sale un hombrecito, así la mierdita, bien chiquito, si parecía un cipotito pero con cara de viejo. Apues, se le aparece y todo odioso le dice:

—De aquí no pasás, devolvete.

—Cómo que devolvete ¿por qué no puedo pasar? —le pregunta mi tío.

—Que no vas a pasar te digo y haceme caso.

Arrecho el hombrecito. Entonces le hace caso mi tío y se regresa.

—Y éste jodidito ¿por qué no regresó a Chicoyo? ¿por qué sólo a mí?

Bueno, y llegó a la casa, al rato llega Chicoyo:

—Cesaria ya voy de regreso tomá estas frutas, no traje muchas pero aquí te dejo.

Cuando ya va de salida le dice mi tío:

— ¡Ajá Chicoyo! Ya sé que tenés un arreglo con esos duendes del Chonco, andá hombre no seas malo y deciles que me ayuden a mí también, no ves que tengo que darles de comer a una marimba de chavalos, con esas frutas suficiente para todos, hasta podría sembrar las semillas.

—Está bien, vamos pues, te voy a llevar —le dijo y se van.

Allá al rato llegan a una quebrada donde estaba, del otro lado, un gran palo de jocote, entonces Chicoyo le dice:

—Mirá Isidoro, yo me voy a ir al otro lado de la quebrada, detrás de esa loma y vos quedate a este lado, no te crucés —y se fue.

Mi tío se puso a recoger jocotes de unos palitos que estaban allí. Como a la hora los recoge todos y dice:

—¡Eh! voy a recoger más del otro lado de la quebrada, de ese gran palo que está allá, a mí nadie me va a decir que es lo que tengo que hacer —y se cruzó, él que pone un pies al otro lado de la quebrada y lo palmean, escucha unas palmadas como cuando llaman la atención a un niño.

— ¿Y eso? —dice él asombrado, pero no miraba a nadie y sigue caminando, lo vuelven a palmear. Ya la cagaron estos enanos —dijo y en ese momento aparece Chicoyo con el caballo cargado de frutas, repletas las alforjas, hasta que venía cansado y sudado el pobre animalito.

—¡Ideay! no te dije que no te cruzaras, vámonos que aquí llevo bastante frutas para vos y tu familia —y se fueron del lugar.

Así era Chicoyo ayudaba al que podía pero nunca supo nadie que es lo que había hecho, qué trato tenía con los duendes, dice la gente que esos duendecillos se robaban a las muchachas cuando se enamoraban de ellas, pero tenían que ser bonitas para que se la llevaran y la familia recibía favores a cambio. Decían que Chicoyo tenía una hija joven muy bonita y que ya hace tiempo no la veían.





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