Poesía dispersa de Rubén Darío (1887-1892)

1887

Febrero 11: “Anagke”. “A Pedro Balmaceda”. La Época. Primer poema de los que integrarán Azul…
Febrero: Darío deja Santiago y vuelve a Valparaíso.
Marzo 16: Abrojos. Imprenta Cervantes. Calle de La Bandera, 73. Santiago de Chile.
Marzo 29: La Época publica en esta fecha información de que Rubén Darío ha sido nombrado ese día guarda-inspector de la Aduana de Valparaíso.
Septiembre 8: Entrega de los premios del certamen Varela en el Orfeón Francés de Santiago. Darío llega a Santiago, pero no asiste al acto. Cobra su premio después.
Octubre 9: La Época publica el “Canto épico a las glorias de Chile”.


 Nuevos Abrojos

 I

Viendo a su madre aterida 
por el frío de la muerte,
el buen Juan lágrimas vierte 
por la que le dio la vida.

Y dice, al verlo llorar,
su novia a su hermana Andrea: 
–¡Mira qué cara tan fea 
pone Juan al gimotear!

Y él las lágrimas secando
con una mueca de risa, 
dice a su novia de prisa:
–¿Quién dice que estoy llorando?

(Enero, 1887)


En el álbum de Pedro Nolasco Préndez

Ante el tribunal divino
de Apolo, el crinado y fuerte, 
poco después de su muerte 
llegó Andrade, el argentino.

  Y entre las Musas y Gracias, 
en aquel supremo día, 
con el néctar y ambrosía, 
sin andar con diplomacias,


  en tan buena proporción 
engulleron y libaron,
que a la postre se alegraron; 
y aquí su conversación:

  –¿Y cómo anda por tu tierra, 
por tu tierra americana, 
mi poesía soberana? 
-Señor, le hacen mucha guerra.

  –¿Quiénes? -Vates en legiones 
a quienes hay que abatirles; 
vates fofos, vates chirles, 
ya simples, o ya llorones.

  –Pero tú entre tantos locos 
cantaste. -Es verdad, canté; 
pero a muchos no gusté, 
cuando me aplaudieron pocos.

  –¿La inspiración de tu musa
a pocos les acomoda?
–Sí. –¿Y mi lira? –No es de moda. 
–¿Y mi plectro? -Ya no se usa.

  –¿Y el ideal? –Ya diré a usted 
lo que hay sobre eso, Señor: 
poco apego, poco amor 
a la divina merced

  que usted nos da: somos blanco 
de la sociedad presente; 
y gusta más a la gente 
un buen billete de banco,

  que todos los hemistiquios 
que usted brinda al bello canto; 
y más que el cantor de Ofanto 
con sus yambos y pirriquios,

  valdría el pobre Olegario 
si, en vez de ensalzar a Hugo, 
hubiera sido un besugo 
con cajas de millonario.

  –Poco a poco. ¿Tú te quejas? 
Fui contigo dulce y blando... 
¡Hasta ganas me están dando 
de tirarte las orejas!

  Te quejas, cuando se inspira 
la nueva edad hoy en ti; 
te quejas, cuando te di 
bien encordada la lira;

  te quejas, cuando de flores 
ofrecen guirnalda hermosa 
a tu Atlántida grandiosa 
y a tu Nido de Condores,

  los pueblos americanos 
que te hacen un semidiós 
que fue de la gloria en pos 
con la lira entre las manos...

  –Y a propósito, ¿dó está 
la lira que te di yo? 
–¿La lira? Se me quedó... 
–¿Pero en dónde? –Por allá.

  Y yo que ahora quería 
que tú me cantaras algo. 
–¿Cómo del apuro salgo? 
–Voy a prestarte la mía.

  »Pero antes, dime tú, ¿a quién 
le dejaste el instrumento 
que acompañaba tu acento, 
que manejabas tan bien?

  Iba a hablar Andrade, pero 
llegó una musa que dijo: 
-Padre, sepa usted de fijo
que muy bien anda el pandero;

  »la lira está, rubio Dios, 
con Préndez; y no me arguya 
que Préndez tiene la suya, 
porque ahora tiene dos.

                    ***

  Ya sabes, Pedro Nolasco:
si crees que tal relación 
es falsa, harás sin razón
que padezca un triste fiasco;

  pues que creo, y creo bien, 
que hoy eres tú propietario 
de la lira de Olegario 
y de la tuya también...

(Santiago, marzo, 1887)


Aviso del porvenir

¡Atención! ¡Atención! Se abre una fábrica 
de buenos sentimientos. ¡Atención! 
¡Acudid! ¡Acudid! La ciencia hipnótica 
le ha tocado las barbas al buen Dios.

Procedimientos de excelentes médicos 
pueden hacer sentir a un corazón, 
en un minuto o dos, a precios módicos, 
lo que guste el feliz consumidor.

Pueden hacerse los bandidos ángeles 
como se hacen tortillas con jamón, 
y se dan pasaportes baratísimos 
para ir al reino celestial, by God!

Se hacen almas virtuosas y magníficas 
de cuarenta caballos de vapor, 
y lecciones se dan teórico-prácticas 
para vencer a Lucifer al box.

Yo, señores, me llamo Peter Humbug 
(obsecuente y seguro servidor), 
y me tienen ustedes a sus órdenes, 
30, Franklin Street, en Nueva York.

(Santiago, marzo, 1887)


A Rosa

¡Mujer-flor!
La mejilla
sonrosada es gemela
del pétalo, do brilla
la gota de rocío que se cuela
entre los rayos de la luz; la boca
fresca es el cáliz donde se halla preso
en tibio nido de perfume, el beso.

   ¡Alba! Tu luz adora
esa rosa aromada y sensitiva.
¡Oh, amor! ¡Tú eres la aurora
que bañará de luz esta flor viva!

(Valparaíso, 1° de abril, 1887)


Dedicatoria del libro Abrojos,
a Manuel Rodríguez Mendoza 

Pocas veces he encontrado 
la lealtad con la expresión, 
la caricia en el saludo 
y el pensamiento en la voz.

Los rostros han sido máscaras, 
el abrazo una ficción, 
y la sonrisa una burla, 
y el compañero un traidor.

En el dueño de este libro
algo muy raro vi yo:
que cuando me tendió la mano 
me ofrecía el corazón.

Y así hay gentes que se admiran, 
con filosófico ardor, 
de cómo Manuel no es víbora, 
y yo no soy camaleón.


A Pedro Balmaceda Toro

Dios, dentro de tu cerebro
puso el sueño y la aurora;
cerró al odio tu alma
y dejó en ella fe, cariño, rosas:

El orne tu cabeza
con el sagrado nimbo de la gloria,
y dé a tu alma amor, el divino astro,
que alza su luz sobre las vastas sombras.

Pedro, Dios que bendice a los reptiles,
también bendice a las palomas.

(Santiago, 29 de junio, 1887)


El zorzal y el pavo real

Fábula

Ve, un zorzal a un pavo real
que se esponja y gallardea;
le mira la pata fea
y exclama: «¡Horrible animal!»,
sin ver la pluma oriental
el pájaro papanatas.
Gentes que llaman sensatas
son otros tantos zorzales:
cuando encuentran pavos reales,
sólo les miran las patas.

(Septiembre, 1887)
              

Numen

¡Pasa «el Dios», se estremece el inspirado
y brota el verso como flor de luz;
y quedan en el fondo del cerebro
un rostro de mujer, un sueño azul!...

(Octubre, 1887)


Un soneto para bebé

A Carlitos Hübner Bezanilla.

Un verso nuevo y gentil
y metálico y sonoro;
un precioso anillo moro
que puliera el esmeril;

   una rosa del Abril
que dentro el pecho atesoro;
una perla en concha de oro
llena de aroma sutil.

   Pues que tu lengua interpreto,
idioma de luz y miel,
te daría, niño inquieto,

   envuelto en este papel,
un diamante hecho soneto
para que juegues con él.

(Santiago, noviembre, 1887)


A Nicanor Plaza

Estatuario

Dedicatoria del poema «El Arte»,* 
en su reproducción en Chile.

Corred, gallardos versos acorazados de oro,
chocad las armaduras en el tropel sonoro,
lucid cascos de plata en brillante escuadrón;
id en caballos blancos libres de espuela y freno,
que hinchando las narices sacuden a sol pleno
la rica pedrería de su caparazón.

   ¡Id! y llevad aqueste tributo de mi parte
a quien guardando en su alma la santa luz del arte,
lleva en su mente un mundo de inspiración y afán;
tendedle vuestros mantos purpúreos y soberbios
a quien, con sus escoplos, dio sangre y vida y nervios
y el bronce de sus carnes al gran Caupolicán.

(Santiago, diciembre, 1887)

*En Nicaragua, febrero de 1884  Darío publicó, en un pequeño folleto este poema pero titulado “Del Arte.” Posteriormente se incluyó con el nombre Al Arte, en libro Epístolas y Poemas.


La copa de las hadas

En el álbum de la señorita Delia Vergara Clark.

¿Fue en las islas de las rosas,
en el país de los sueños,
en donde hay niños risueños
y enjambres de mariposas?

Quizá.
En sus grutas doradas,
con sus diademas de oro.
allí estaban, como un coro
de reinas, todas las hadas.

   Las que tienen prisioneros
a los silfos de la luz
las que andan con un capuz
salpicado de luceros.

   Las que mantos de escarlata
lucen con regio donaire,
y las que hienden el aire
con su varita de plata.

   ¿Era día o noche?
El astro,
de la niebla sobre el tul,
florecía en campo azul
como un lirio de alabastro.

   Su peplo de oro la incierta
alba va había tendido.
Era la hora en que en su nido
toda alondra se despierta.

   Temblaba el limpio cristal
del rocío de la noche,
y estaba entreabierto el broche
de la flor primaveral.

   Y en aquella región que era
de la luz y la fortuna,
cantaban un himno, a una,
ave, aurora y primavera.

   Las hadas –aquella tropa
brillante, Delia, que he dicho– ,
por un extraño capricho
fabricaron una copa

   rara, bella, sin igual,
y tan pura como bella,
pues aún no ha bebido en ella
ninguna boca mortal.

   De una azucena gentil
hicieron el cáliz leve,
que era de polvo de nieve
y palidez de marfil.

   Y la base fue formada
con un trémulo suspiro,
de reflejos de zafiro
y de luz cristalizada.

   La copa hecha, se pensó
en qué se pondría en ella
(que es el todo, niña bella,
de lo que te cuento yo).

   Una dijo: «La ilusión»;
otra dijo: «La belleza»;
otra dijo: «La riqueza»;
y otra más: «El corazón».

   La Reina Mab, que es discreta,
dijo a la espléndida tropa:
«Que se ponga en esa copa
la felicidad completa».

   Y cuando habló Reina tal,
produjo aplausos y asombros.
Llevaba sobre sus hombros
su soberbio manto real.

   Dejó caer, la divina
Reina de acento sonoro,
algo como gotas de oro
de una flauta cristalina.

   Ya la Reina Mab habló;
cesó su olímpico gesto,
y las hadas tanto han puesto
que la copa se llenó.

   Amor, delicia, verdad,
dicha, esplendor y riqueza,
fe, poderío, belleza...
¡toda la felicidad!...

   Y esta copa se guardó
pura, sola, inmaculada.
¿Dónde?
En una isla ignorada.
¿De dónde?
  ¡Se me olvidó!...

¿Fue en las islas de las rosas,
en el país de los sueños,
en donde hay niños risueños
y enjambres de mariposas?

   Esto nada importa aquí,
pues por decirte escribía
que esta copa, niña mía,
la deseo para ti.

(Santiago, diciembre de 1887)


A Ladislao Errazuriz

En la muerte de su esposa

El día de los castos azahares
y el velo virginal, eras dichoso:
¡quién te viera feliz como el esposo
de aquel dulce Cantar de los Cantares!

   Hoy sabes de dolor, llorando a mares,
sin miel, sin luz, sin flores, sin reposo;
sopló sobre ti un viento borrascoso
y has sentido el pesar de los pesares.

   ¡Sombra trágica y negra! El niño llora
de la madre ante el cuerpo mudo y frío,
que deja al compañero que la adora.

   Queda el gemir, queda el hogar vacío;
la noche amarga tras la blanca aurora...
¿Pero por qué, pero por qué, Dios mío?...

(Santiago, diciembre, 1887)


Para el álbum de la señora Rosa Orrego de Antúnez

A las mujeres garridas 
ofrezco mis madrigales 
con sus brillos orientales 
y sus palabras floridas.

Para dueña hermosa y buena 
pongo al verso luz y aroma 
cual si hablase a una paloma 
o adulase a una azucena.

Por eso al dejar aquí 
estos versos, noble dama, 
yo diré lo que la fama 
me ha repetido de ti.

Sé que modestia y pudor 
tu alma concentra y resume 
como el tinte y el perfume 
la corola de la flor.

Sé que juntas por lo hermosa 
el alba y la primavera 
como una mujer que fuera 
una estrella y una rosa.

Que en tu ser irradia un astro 
y guarda su luz sagrada 
como su esencia aromada 
un ánfora de alabastro.

Y que vives al calor 
apacible de tu hogar 
bajo el celeste vibrar
de una atmósfera de amor.

Sé que dejas este suelo 
donde reinas y cautivas, 
donde hay tantas flores vivas 
y donde llueve oro el cielo.

Ve y que admiren en París 
la aristocrática rosa 
que va a ser reina y hermosa 
entre sus flores de lis.

(Santiago, diciembre de 1887)


-----------------------------------------------------------
SIN FECHA EXACTA O LUGAR PRECISO

Nicaragua

Madre, que dar pudiste de tu vientre pequeño 
Tantas rubias bellezas y tropical tesoro, 
Tango lago de azures, tanta rosa de oro, 
Tanta paloma dulce, tanto tigre zahareño.

Yo te ofrezco el acero en que forjé mi empeño,
La caja de armonía que guarda mi tesoro, 
La peaña de diamantes del ídolo que adoro
Y te ofrezco mi esfuerzo, y mi nombre y mi sueño.

(¿Valparaíso? 1887)


Simón el bobito

Aquel nuestro antiguo Simón el Bobito,
perito en pasteles de pollo y jamón,
tenía mofletes y panza el maldito;
y sesos, los sesos que tiene un melón.

   Simón hoy es fama que en todo es perito
aquel joven émulo del iguanodón;
cien cosas ha hecho, mil cosas ha escrito
el Excelentísimo Señor Don Simón.

   Simón poliforme, marcial y civil,
corona su frente de encina y laurel;
si escuela inauguran o ferro-carril.

   en el Continente, Calibán y Ariel,
suspiran por dollars, sapiencia y fusil
Simón el Bobito y el Tío Samuel.


A Alfredo Irarrazaval Z.

Tendrás que ir con tu ilusión
de la vida en el camino,
como pasa el peregrino
apoyado en su bordón.



*************************

1888

Febrero De febrero a junio colabora en El Heraldo, de Valparaíso, con una crónica semanal.
Abril 7 Catulle Mendés. Parnasianos y decadentes. La Libertad Electoral. Es el primer manifi esto sobre su estética.
Julio 30 Azul… I - Cuentos en prosa. II - El año lírico. Prólogo de Eduardo de la Barra. “Al Sr. Federico Varela”. Imprenta y litografía Excelsior, Valparaíso 1888.
Septiembre Empiezan los amigos de Darío las gestiones para arbitrar fondos a fin costearle el regreso a Nicaragua.
Noviembre 5 Muere Manuel García Darío, padre de Rubén Darío.
Noviembre 11 “Sonetos Americanos”. La Época. Santiago, Chile.

La lira de siete cuerdas

En el álbum de Elisa Balmaceda Toro

Un Príncipe ha dicho antes
sus palabras más sinceras;
justo es que un poeta pulse
su lira de siete cuerdas.

1a

¿Cantar a la dama? Bien
está, por belleza y fama,
y es muy justo que a la dama
galanterías se den.

    ¿Cantar a la niña? Es cosa
que más mi lira prefiere.
Soy un loco que se muere
por los botones de rosa.

   Tú, ni dama ni niña eres,
porque estás en el divino
crepúsculo matutino
en que nacen las mujeres.

   Luz y gloria son tus galas,
ángel eres y en Dios sueñas:
tú debes tener las señas
donde tuviste las alas.

2a

Has de saber Elisa,
que este mundo y el cielo valen nada
ante el mundo que forma tu mirada
y ante el cielo que crea tu sonrisa.

3a

(MELOPEA)

Yo me voy a mi tierra, lejos, muy lejos
donde hay bosques de encinas y robles viejos
y lagos muy azules, y rudos montes,
atalayas que atisban los horizontes,
y de arrebol
coronan su cabeza,
cuando la diana empieza
que anuncia el sol.

   Es la floresta indiana con sus rumores,
sus pájaros y fieras, nidos y flores;
con el himno salvaje que el viento toca
en su harpa, que es d pino sobre la roca.
Luego, el azul,
los frescos platanales,
los verdes cafetales y el abedul.

   Y cuando ya esté allí,
en medio de las selvas, me acordaré de ti.

4a

Cantar a una paloma es dulce, es suave.
¿No es cierto, Anacreón, y tú, Virgilio,
que lleva la tierna ave
himno en el ala y en el buche idilio?

5a

¡Ve qué dicha, corazón:
tiene de la madre el beso,
del hermano la caricia
y de su padre el consejo!
¡Y nota, bardo, qué oro
para cincelar el verso!

6a

La cuerda del madrigal
quise pulsar en la lira;
mas no pulso cuerda tal,
que siempre dice mentira
la cuerda del madrigal.

Con fibras del corazón
quiero dejar, al partir,
en este álbum mi canción,
y la canción vas a oír
con fibras del corazón:

7a

¡Oh niña, niña gentil,
que siempre estés de amor llena!
¡Oh, dulce y blanca azucena,
que siempre estés en abril!

(Santiago, enero, 1888)


Escrita en sedas y espumas…

Escrita en sedas y espumas 
es esta historia de amores 
con períodos de flores 
y con adornos de plumas. 
Son tus frases como brumas, 
erizadas, luminosas
y hacen picantes y hermosas, 
los haces de pensamientos 
con manojos de pimientos 
un ramillete de rosas.

(Valparaíso, febrero, 1888)


Himno de los bomberos de Chile

¡Suena alarma, valiente bombero!
Va la bomba una hoguera a vencer.
Ponte el casco y camina ligero
donde vibra el clarín del deber.
–Vamos, vamos, con paso ligero,
donde vibra el clarín del deber.
¡Marchad!
¡Volad!
¡Fuerza, ardor y voluntad!

   Oro y sangre semeja la llama
que voraz en el aire se eleva;
sopla el viento que aviva y renueva
del incendio el poder destructor.
Al hogar amenaza la ruina
y con eco de angustia infinito
sobre el ruido fatal se oye un grito
que demanda ¡socorro y favor!

   Voluntarios, ¡corred hacha en mano!
Brilla el fuego furioso y devasta.
La humareda y el rayo que aplasta
venceréis con constancia y valor.
Héroes bellos, rodeados de chispas
y de llamas terribles, vibrantes:
os saludan las bombas humeantes
con su fuerte y soberbio clamor.

   ¡Gloria a aquel que sucumba en la lucha,
valeroso, sublime, esforzado;
gloria a aquél que al deber consagrado
salva vidas, riquezas, hogar!
Bronces hay que sus cuerpos encarnen;
y el recuerdo del fiel compañero,
en el alma viril del bombero,
¡nunca, nunca se puede borrar!

(Santiago, julio, 1888)

Cuando llegues a amar…

Cuando llegues a amar, si no has amado, 
sabrás que en este mundo 
es el dolor más grande y más profundo 
ser a un tiempo feliz y desgraciado.

Corolario: el amor es un abismo
de luz y sombra, poesía y prosa,
y en donde se hace la más cara cosa 
que es reír y llorar a un tiempo mismo.

Lo peor, lo más terrible,
es que vivir sin él es imposible.

(Valparaíso, 8 de agosto, 1888)


Lo que son los poetas

Un sacerdote antiguo
rodeado de canéforas,
explicaba con cláusulas gallardas
lo que eran los poetas.

   «Los dioses aman –dijo–
a los hombres que sueñan
en cosas misteriosas y profundas
y cantan. Rubia y bella
se les ofrece Venus. Les da Apolo
su lira musical de siete cuerdas.
Lo formidable y lo pequeño admiran.
Comprenden las secretas
sublimidades. Athos
y un nido de oropéndolas,
iguales son ante su vista. Adoran
la gran Naturaleza;
en la selva les cantan las cigarras,
y en el azul les miran las estrellas.
Dicen que en el Olimpo
les brindan ambrosía y les dan néctar,
y que Júpiter mismo les saluda
inclinando realmente la cabeza.
He aquí, pues, que son dioses
y humanos; y en la tierra
todas las dichas suyas son, y todos
los dolores les huyen. Y las tercas
miradas nunca ven de los infaustos
hados».

   A la asombrada concurrencia
que oía y meditaba
se acercó un viejo. Era
hermoso, y su gran barba refulgente
de plateadas hebras,
hacía recordar la del gran Néstor,
flotando al aire ante las huestes griegas.
A los hombros caía
la espesa cabellera.
No veía, y miraba el infinito
con su pupila ciega.

   «Sacerdote –exclamó–, cuando concluyas,
si quieres que de Troya la gran guerra
te cante, dame el rumbo de tu casa
y bríndame las migas de tu mesa,
pues en todo este día no he comido
y se me pega al paladar la lengua».

(Valparaíso, agosto, 1888)


Sonetos americanos

I.– CHINAMPA

Al entreabrir los ojos, flotando ve la aurora
la mágica chinampa del lago en el cristal.
Rosas, mosquetas, dalias..., ¿es el bajel de Flora?
Emerge de las ondas olor primaveral.

   En la chinampa una india gallarda, encantadora,
suspira. Hay un guerrero magnífico y triunfal
que la idolatra ciego de amor. Ella le adora.
¡Un beso! La luz baña la tierra tropical.

   ¿Qué alumbra esa apoteosis? La amada y el amado.
Ella ardorosa y tímida, y él trémulo a su lado.
Brazos morenos, túnica blanca. Y el vencedor

   con un corazón de oro, su gran manto de pluma,
el casco en la cabeza –las fauces de una puma–;
y encima tiembla un grueso penacho de color.

II.– EL SUEÑO DEL INCA

Después del holocausto, el Inca va y reposa.
Sueña. Ve al dios que pasa. Camina junto a él
la luna enamorada, gentil, pálida esposa.
Él es ardiente y rubio, es ella triste y fiel.

   El soberano lleva manto de fuego y rosa,
y va detrás un paje tan bello como Ariel:
es el lucero amado de la mañana hermosa
y del azul profundo magnífico joyel.

   El Inca se estremece cuando el cortejo mira.
Al padre Sol bendice, su majestad admira,
y ve un fugaz relámpago del cielo en el confín.

   Un eco ronco rueda por el inmenso espacio:
el padre Sol retorna soberbio a su palacio;
Illapa va adelante, sonando su clarín.

(Noviembre, 1888)


 Nuevos Abrojos

I

En las horas amargas que he sufrido 
en una soledad que es un destierro, 
con profunda tristeza he comprendido 
el cariño de Byron a su perro.

II

Un día estaba de broma
en su palacio el buen Dios. 
La tierra ante Él daba vueltas, 
redonda como un melón. 
Fijó su vista en la tierra 
y allí miró a un buen señor 
que tenía muchos fondos 
y que se llamaba Job; 
sujeto de buenas prendas 
que vivía como un lord, 
daba dinero a interés 
y jugaba al rocambor. 
Tenía mujer e hijos 
y, dada su posición, 
amigos muy cariñosos, 
tres de ellos de lo mejor. 
¡Vaya que vivía alegre, 
como alegre Pascua, Job!

El Padre Eterno de un golpe 
su alegría le quitó, 
y le puso en todo el cuerpo 
una enfermedad atroz, 
y de todas las riquezas 
quedaron duelo y dolor. 
Él era hombre pacienzudo
y dijo: «¡Vaya por Dios!, 
con mi familia y amigos 
quedo satisfecho yo». 
Entonces llegó su esposa 
y le pegó un coscorrón
y en vez de darle consuelos 
insultos le prodigó. 
Los tres amigos mejores 
se acercaron donde Job,
le echaron tierra en los ojos 
y le dijeron: «¡Bribón!». 
Un criado le atizó un palo, 
una criada le arañó: 
y el Diablo, muerto de risa, 
sentía un gozo feroz.

«¡Basta! –dijo el Padre Eterno–
Vuelve a ser feliz, mi Job». 
Y Job volvió a ser feliz 
como uno y uno son dos. 
Y se compró trajes nuevos, 
y tornó a ser anfitrión, 
y dio un baile famosísimo 
en el que el ponche sobró. 
Día, Cassia y Cornustibia, 
las tres hijas del señor, 
lucieron joyas muy ricas 
y vestidos comme il faut. 
Los tres amigos bailaban 
en las cuadrillas de honor 
y la dueña de la casa 
dirigía el cotillón. 
Y así pasaron las cosas 
en paz y en gracia de Dios.

(Diciembre, 1888)


Respuesta a un madrigal

Si es que el alba amorosa en los cristales
sueña azul sobre gotas de rocío,
y dan tinte azulado al cristal frío
los líquidos efluvios matinales,

   es que el alba, copiando en vivo anhelo
la luz azul que tu mirada vierte,
por ver algo mejor que el mismo cielo
se asoma a tus cristales para verte.

(¿Valparaíso, 1888?)


Raras veces he encontrado…

Raras veces he encontrado 
la lealtad con la expresión, 
la caricia en el saludo
y el pensamiento en la voz.

Los rostros han sido máscaras, 
el abrazo una ficción 
y la sonrisa una burla 
y el compañero un traidor.

En el dueño de este libro
algo muy raro vi yo: 
cuando me tendió la mano
me ofrecía el corazón.

Y así hay gentes que se admiran, 
con filosófico ardor, 
de cómo Manuel no es víbora 
y yo no soy camaleón.

(Santiago, 1988)


 A bebe

(En el álbum de Ruperto Murillo Caete)

Si Préndez, que es gran poeta,
te hiciera ahora, hijo mío,
un verso que el murmurio
fingiera de la onda inquieta,
o si quisiera pensar
una estrofa nacarada,
de esas que recita un hada
sobre la espuma del mar,
no te diera lo que ya
he pensado y que te cuadre:
un abrazo de tu madre
y un beso de tu papá.
(28 de enero de 1888)


Escrita en sedas y espumas…*

Escrita en sedas y espumas
es esta historia de amores,
con períodos de flores
y con adornos de plumas.
Son sus frases como brumas,
erizadas, luminosas,
y hacen picantes y hermosas,
los haces de pensamientos
con manojos de pimientos
un ramillete de rosas.

(«La Patria», Valparaíso, 22 de febrero, 1888)

*Apareció en el espacio destinado a anunciar la publicación de la novela Teodora, de César Ruiz Galdós. Darío escribió como enhorabuena y propaganda de la obra de su amigo, cuyo nombre verdadero era Carlos A. Rodríguez. Según Silva Castro esa décima estaba destinada a servir de prólogo a esa novela.

Bouquet


I.–EN EL ÁLBUM DE C. P.

Ante todo diré, gallarda niña,
que entre mil te vi hermosa
como una reina-flor en la campiña.

   Cerca de ti exclamé: «¡qué olor a rosa!»
Y en seguida pensé: «¡qué linda estrella!»
Y estuviste en mi mente por lo bella,
como estrella aromada y luminosa.

   Yo soy así. ¿Qué quieres?
Soñadores, ardientes, inspirados,
los poetas son locos rematados
que se mueren e amor por las mujeres.

   Y es esto tan notorio,
que aún ya viejos, persiste su manía.
Y esto mejor que yo te lo diría
Don Ramón Campoamor y Campo-Osorio.

   ¡Y qué te diré yo, que si ti he bebido
la hiel de los más crueles desengaños,
tengo a la vista el puerto apetecido
que divisa un marino de veinte años!

   Y si ese barco ilustre, amigo mío,
es un volcán nevado por las canas,
arde en el alma de Rubén Darío
el luego tropical de sus sabanas.

   ¡Oh niña encantadora,
juventud es sinónimo de aurora!
juventud es lo que arde, lo que anhela
lo que la puerta de los cielos toca,
lo que convierte en rosas los abrojos.
Es la hermosura de tu faz, Carmela,
el carmín animado de tu boca
y las luces divinas de tus ojos.

   ¡Y bien! Tú eres un ave tempranera,
lucero de la aurora,
lirio de primavera,
y la joya primera
del joyero magnífico de Flora.

   ¡Y yo! Yo soy pagano.
Soy sacerdote del amor humano
en el altar de la mujer hermosa.
Y el vino de lo ideal y soberano,
con la lira en la mano
lo consumo en el cáliz de una rosa.

   Tú tienes la ternura
en el rayo de sol de tu mirada.
Te vi de blanco y te creía un hada
que fuera una azucena en su blancura.
Y que de hebras de luz fuera formada
su leve y luminosa vestidura.

   ¡Oh, qué más te diría!
Fuera el verso torrente de armonía
si te dijera todo lo que callo,
porque las cuerdas, al pulsarlas, hallo
que son tus siervas en la lira mía.

   Y has de saber, en suma,
que por mi inspiración galante y loca,
si te digo aquí mucho con la pluma,
mucho más te diría con la boca.

II.–A BERTA

Por mis muchos y tristes desengaños,
te lo confieso ahora:
soy un loco de amor que se enamora
de las lindas mujeres de cinco años.

   ¡Ay, la blanca inocencia
sólo muestra su lumbre bendecida
en el orto del sol de la existencia!
¡Y tú, niña, trasciendes a la esencia
de las rosas del alba de la vida!

¡Adiós, adiós! Y que recuerdes quiero,
cuando yo haga el retorno a mis hogares,
a aqueste trovador y caballero
que ha cantado en tu reja sus cantares,
porque el amor en sus entrañas lleva
a ramo virgen y a corola nueva.

III.–PARA EL ÁLBUM DE LA SRA. L. V. DE M.

Cada palabra de lo que hoy yo pienso
para escribir aquí, se me figura
que es un grano de incienso
quemado en el altar de tu hermosura.

(Santiago, enero, 1888)

----------------------------------------------
ÁLBUMES Y ABANICOS

En el álbum de Delfina Pinto

Si yo te conociera te diría
que sé que eres un ángel, niña mía.
Y como trovador y caballero
de las damas que adoran la poesía,
un cantar lisonjero
al pie de tu ventana cantaría.

¡Mas yo, poeta errante,
que de almas escogidas soy amante,
como no te conozco ni te veo,
te mando el corazón con el deseo!

(Santiago, 15 de enero, 1888)


En el álbum de Delfina Pinto

Si yo te conociera te diría
que sé que eres un ángel, niña mía. 
Y como trovador y caballero 
de las damas que adoran la poesía, 
un cantar lisonjero 
al pie de tu ventana cantaría.

Mas yo, poeta errante,
que de almas escogidas soy amante, 
como no te conozco ni te veo, 
te mando el corazón con el deseo.

(Santiago, 15 de enero, 1888)

En un álbum

Las almas sensitivas
y todos los poetas soñadores,
proclaman como rey de los olores
el olor virginal de flores vivas.

------------------------------------------
HOMENAJES

             José López

Ha muerto un hombre honrado,
un corazón leal, un buen amigo.
¡Y qué esposo perdió la pobre esposa,
y qué padre sus hijos!...
¡Qué solo está ese hogar! ¡Cómo volaron
las alas que cubrían ese nido!
Ayer, días de gozo;
hoy, la tumba siniestra, el cuerpo frío.

   ¡Oh, amigo! Aquella mano
que estrechaste en un tiempo con cariño,
hoy escribe estos versos
segura de que tú ya has de sentirlos,
pues la palabra que del alma brota
debe ser escuchada en lo Infinito...
Hasta la vista, en la ciudad eterna...
¡Adiós, mi buen amigo!

(Santiago, enero, 1888)


Lastarria

«Lumen, Gloria...»

   El vasto y misterioso y huracanado viento
que sopla del abismo del hondo firmamento
con ala formidable, con ímpetu violento,
como lanzado al mundo por el poder de Dios,

   ha roto una columna que el pensamiento humano
tenía en este suelo del mundo americano,
donde a los cuatro vientos gigante y soberano
enviaba al alto genio del porvenir su voz.

   Mas no cantos de duelo debéis alzar, poetas.
Vibrantes y triunfantes los coros de trompetas
saludan al que cae cubierto de laurel.

   La gloria es del Maestro: su luz vierte fulgores.
¡Preséntense las armas, soldados pensadores,
que pasa el carro negro con el cadáver de él!

(Valparaíso, junio, 1888)


Junto al monumento del obispo Vicuña

¡Dio el Arte vida al bloque, ¡oh Ministro Sagrado!
¡Que dé ánima a la piedra el soplo de Jesús,
y que descienda sobre la gran Ciudad bullente
de la mano de mármol la bendición de luz!

(Cerro Santa Lucía, Santiago, 1888)



********************************

1889

Febrero 3. Escribe la crónica “Almirante Barroso” primera que envía a La Nación, de Buenos Aires, ya como corresponsal.
Febrero 9. Se embarca en el vapor Cachapoal, de Valparaíso a Corinto. Desembarca en El Callao y va a Lima donde visita brevemente a don Ricardo Palma y al General Eloy Alfaro.
Marzo 6 Llega a Corinto, Nicaragua. Permanece en León y Managua hasta principios de mayo.
Mayo. Llega a El Salvador por el puerto La Unión.
Julio 1. Fallecimiento de Pedro Balmaceda Toro en Santiago de Chile.
Sep. 15. Los delegados centroamericanos fi rman en San Salvador el Pacto de Unión Centroamericana.
Octubre 3. Pic-nic a los delegados centroamericanos en la fi nca Guadalupe; brindaron en verso Calixto Velado, Vicente Acosta y Rubén Darío.
Octubre 20. Rubén lee el poema “Unión Centroamericana” en el banquete que los delegados centroamericanos ofrecieron al general Francisco Menéndez, presidente de El Salvador.
Noviembre 7. Aparece el diario La Unión, dirigido por Rubén Darío.

Humoradas

A Rosa Teodolinda Cepeda.

I

Amiga mía, creo
que si fuese el poder como el deseo,
este libro a su dueña llegaría
hecho un cesto de rosas virginales,
o un ánfora de miel y de ambrosía,
o una concha de perlas orientales.

II

Yo tengo un filtro mágico
que me suele alejar del dolor trágico
y quitarme el esplín, y darme el verso
melifluo, húmedo, terso,
que me hace comprender, como en delirio.
el ansia que a una tórtola consume,
o el desmayo de un lirio
en un divino ensueño de perfume.
Y hay varios pareceres
de que ese filtro es hecho por mujeres...
Y lo creo: el eterno femenino
puede tornar humano lo divino.

III

Hay que tomar a la palabra el peso:
la «humorada» es mujer. Basta con eso.

IV

Alba. Olor a azucena;
un mar azul diviso,
y una barca serena,
y un ángel timonel. ¡Qué hora tan buena
para tomar pasaje al paraíso!...

V

Cuando las margaritas centelleantes
del azul estremecen sus corolas,
se ve un relampagueo de diamantes
que enciende la locura de las olas.
Y algo baja del cielo y del mar sube,
que envidia es de la roca y de la nube.

VI

Ya yo no estoy sirviendo
–joven y todo– para ser galante:
el mundanal estruendo
me ha vuelto medio loco y delirante,
con la locura negra
que todo lo ve gris y nada alegra.

   Hay en el verso conmovido y cálido
que mi musa decora
y que yo amo con creces,
toda la vaguedad de un hombre pálido
que mira muchas veces
más sangre que oro y perlas en la Aurora.

(–La página se llena,
y en esto hace usted mal, señor Darío.
–Quise empezar una «humorada» ajena
y resultó que hice un «abrojo» mío.)

VII

   Hay cosas en nosotros tan inmensas,
que no podemos ver nosotros mismos.
¡Vaya! ¿A que no me dices en qué piensas
cuando están tus miradas tan suspensas
que parecen tus ojos dos abismos?

VIII

   El maestro Campoamor, que es viejo y sabio,
te pudiera decir que una «humorada»
puede nacer en el coral de un labio
o en la explosión de luz de una mirada.

IX

   Hay cuestiones muy graves:
¿Perdonan la ilusión flores y aves?

X

   Si la poesía es del amor idioma,
de tina selva salvaje a los murmullos
¿qué estrofas compondría una paloma
que rimara sus versos con arrullos?

XI

   Tú puedes infundir hondas pasiones,
pues de tus ojos negros como abismos
brota un mariposeo de ilusiones
que pueblan la cabeza de espejismos.

XII

   Dios te bendiga, Rosa,
y te guarde gentil, pura y amable,
como rosa celeste y adorable
que tiene la fragancia luminosa.

XIII

   Al cantor pasajero
no lo arrojes ausente en el olvido.
La flor recuerda al pájaro viajero
que un ritornelo moduló a su oído.

(¿Valparaíso, enero?, 1889)


NUEVOS «ABROJOS»

IV

Cuando tus negras fauces,
¡oh, tumba!, 
me libren de mis penas
profundas;

cuando del hondo río
las turbias
aguas lleven mi barca 
obscura;

cuando, pupilas ciegas, 
voz muda,
sienta yo la infinita 
angustia;

cuando una mano amiga 
descubra
mi faz, que cuatro cirios 
alumbran;

cuando ningunos duelos
ya sufra,
y mis nervios se calmen, 
y esté mi lengua muda,

¡entonces voy a ser un buen muchacho 
y va a llorar mi muerte la fortuna!

(Febrero, 1889)


Al obrero

En la Celebración del Aniversario 
de la «Liga Obrera de Valparaíso»

Canto al obrero: su afán
y su brazo y su tesoro;
trabajando gana el oro, el oro,
padre del pan.

   Canto al que es al deber fiel,
del mundo ante el crudo soplo,
con su azuela, con su escoplo,
con su lima y su cincel.

   A quien es en su labor,
donde el pensamiento espacia,
de la augusta aristocracia
del deber y del honor.

   Mujer y hombre, ambos a dos,
hacen que el trabajo irradie;
ellos cumplen como nadie
los mandamientos de Dios.

   Diadema resplandeciente
que debe ser bendecida,
la del que gana su vida
con el sudor de su frente.

   Y hace el buen trabajador
que, donde va, dicha deja;
sus mieles, como la abeja;
su casa, como el castor.

   El brazo es del corazón,
el poderoso instrumento,
y es trabajo el pensamiento
y es trabajo la oración.

   Dios, que hizo todas las cosas,
es un gran trabajador:
es el divino pintor
que pintó todas las rosas.

   Y juntando su poder
una estatua y una estrella,
hizo la cosa más bella
de este mundo: la mujer

   Diera Dios por tal trabajo
todo lo que se conciba:
las estrellas de allá arriba
y las flores de aquí abajo.

   En dos cosas que yo anhelo
la felicidad se encierra:
trabajar aquí en la tierra
y adorar allá en el cielo.

   Concluyo. Tened valor.
Os habla el vate que os deja:
¡obrera, imita a la abeja;
obrero, imita al castor!

(Valparaíso, febrero, 1889)



El salmo de la pluma*

A España, Madre Patria.

Aleph

Lanza divina, bella. Cantémosla, ¡oh hermanos!
Tiene la cara dura del hacha. En nuestras manos
es arma, vida y ser.
Ella nació del vientre fecundo de la tierra.
Es el augusto acero de la sublime guerra
en que hemos de vencer.

   ¡Hermanos! Nuestra lucha mantiene la esperanza.
Si somos elegidos nuestra divina lanza
traspasará el dolor.
Entonces, la corneta sonante y vencedora
hará vibrar sus dianas, al sonreír la aurora
del infinito amor.

    Cantémosla; es la reina suprema de las armas.
Ella desgarra vendas, ella promueve alarmas
sobre la humanidad.
Ella es lo que construye, lo que alza, lo que crea.
La tinta, sangre negra del cuerpo de la idea,
riega con ansiedad.

   Y luego forma el verbo que conmoviendo al mundo
despierta todo germen con su vigor fecundo
de la verdad en pos.
Y su potencia vasta levanta del guijarro
con vida al pensamiento, cual levantó del barro
al primer hombre, Dios.

Beth

Lanceros soberanos, celestes flechadores,
venced. Hay manos blancas que están regando flores
delante el escuadrón.
Y muchas bocas rojas se juntarán en coro
para cantar en ritmo magnífico y sonoro
la triunfante canción.

   ¡Lanceros, adelante! La gran caballería
tiende las crespas crines bajo la luz del día.
Haya terrible afán.
Haya eco de rugidos, relámpagos de gloria.
Y encima de los cascos, banderas de victoria
que sople el huracán.

   ¿Quién es el que se rinde? ¿Quién es aquel cobarde
que apaga con su lloro la llama viva que arde?
¿Quién es el débil, quién?
Ninguno. Somos todos soldados escogidos.
Los cóndores nos dicen en dónde están sus nidos.
Somos hombres de bien.

   Y el bien nunca traiciona. La aurora nunca engaña.
Nosotros vamos todos cantando a la montaña
nuestro himno al porvenir.
Cada estremecimiento del roble es una nota.
Cada corola, tiene una brillante gota
del místico elixir.

Ghimel

Hermana del alfanje corvado y damasquino,
hermana de la aguja, sibila del marino,
hermana de la hoz.
Tú vibras en las manos de regios paladines;
tú tienes los acentos de todos los clarines
y es enorme tu voz.

   Eres alada y vuelas. La escasa tierra es poca
a contener el cuerpo de tu carrera loca
pues pudieras surcar,
do tus victorias bajo el profundo cielo,
con tus empujes mágicos un infinito suelo
y un infinito mar.

   Pequeña, aguda, fina, tienes virtud suprema.
Tú eres el relámpago fatal del anatema
y el iris de la paz.
Por ti el siniestro infierno su amarga sed restringe.
A tu fulgor sonríe la formidable esfinge
de misteriosa faz.

   Un vasto sursum corda bajo el azul resuena.
Se oye un fervor de vida y un ruido de faena.
Prisioneros están,
heridos los costados por la divina lanza,
ante el clamor augusto de un alba de bonanza
Behemot y Leviatán.

Daleth

Cantemos las cabezas serenas, altas, canas,
los viejos pensadores de ideas soberanas,
la faz sacerdotal
del que enseñando al mundo nevó su cabellera.
Cantemos, anunciándoles la eterna primavera,
la apoteosis triunfal.

   Soplad, soplad los cobres, falange triunfadora,
y vese por Oriente del Carro de la Aurora
brotar la irradiación.
En el peñón más alto del misterioso monte,
contempla su llegada, mirando el horizonte,
el sagrado león.

   Como tropeles de águilas los cánticos al viento.
Cual clarinada sea cada lanzado acento.
Los muros que elevó
la noche en las tinieblas, caerán con ruido a tierra
cuando tremendo escuche nuestro clarín de guerra
la negra Jericó.

   ¡Hosanna! ¡Hosanna! El grito resonará doquiera.
Saludará gozosa nuestra sin par bandera
la nueva humanidad.
Empezará la era del bien y la armonía,
y tú serás el astro que alumbre el nuevo día
¡oh, Santa Libertad!

He

Cantemos los hermosos y bravos caballeros,
audaces luchadores y jóvenes guerreros
llenos de fe y virtud.
Vanguardia del progreso, sus brazos son robustos,
pues hinche con su savia sus corazados bustos
la ardiente juventud.

   Bien hayan los que empiezan ganando la victoria;
bien hayan los que sienten el beso de la gloria
al alba del vivir.
El viejo laurel verde coronará su frente;
que son en la grandiosa batalla del presente
hijos del porvenir.

   ¿Quién pasa en carro de oro de ruedas deslumbrantes,
tirado por soberbia cuadriga de elefantes?
Es el conquistador
sublime. Por la tierra camina. Tras su carro
va en marcha el regimiento magnífico y bizarro
joven y vencedor.

   ¿A dónde va? Va en busca de la era prometida.
La nube ardiente y roja delante está encendida
y de ella sigue en pos.
Los hierros de sus potros quebrantan los peñascos
y agita los penachos heroicos de sus cascos
un huracán de Dios.

Vau

Lanza divina y bella. Tu majestad es vasta.
Tu bote reconstruye lo que el dolor devasta.
¿Cuál es tu majestad?
Ante ella los sombríos y helados aquilones
huyen, y luminosas y raras eclosiones
llenan la inmensidad.

   No es la de los aceros de las batallas cruentas
que dejan las campiñas taladas y sangrientas;
no es la del retumbar
de los cañones roncos que con sus balas crueles
derruecan los palacios, destrozan los bajeles
sobre el inmenso mar.

   No es la de la pujante y audaz locomotora
que del pulmón de hierro lanza su voz sonora,
volando sobre el riel;
ni la de la gran fábrica que su alta cumbre eleva
al seno de las nubes, siendo de la edad nueva
la torre de Babel.

   Ni la del metal regio de la imperial corona,
ni la del férreo alambre que pueblos eslabona;
y no es la del buril
o el afinado escoplo que labra el mármol duro;
ni la de la herramienta con que levanta el muro
el fornido albañil.

Zayin

Tu majestad es otra. Es la que da la idea,
es la del trueno bíblico, la del fíat que crea,
la de la eterna luz;
la que levanta el alma y el corazón alienta;
la que a Arihmán rechaza y en el abismo avienta
y hace triunfar a Ormuz.

   El Cáucaso. Algo enorme. Quién ruge? Prometeo.
Sobre el antiguo Olimpo, Júpiter gigante,
el águila a sus pies.
Jove es omnipotente. El trueno es su voz rara.
Abisma... Con sus rayos los montes derrocara
como quien siega mies.

   De pronto Prometeo libre se ve. El augusto
Jove del trono rueda. Sucede al Dios vetusto
la sagrada Verdad.
Lanza divina, bella, tú fuiste hecha aquel día,
del hierro que la mano titánica rompía;
¡esa es tu majestad!

   Y el libro por ti escrito, de páginas extrañas,
llenas de profecía, desciende a las entrañas
del pálido Ezequiel,
quien con la faz sañuda la gran visión evoca
y siente que el volumen que traga, es en su boca
dulce como la miel.

Heth

   ¡Ave, flecha de Arcángel!... Detrás de ti se extiende
el infinito espacio donde la luz enciende
su llama y su arrebol,
Tú tienes, a los ojos sedientos del poeta,
por arco el iris bello, por mágica saeta,
un rayo del gran sol.

   Rejuvenecimiento de la mirada tuya.
Por ti suben al éter hosanna y aleluya;
por ti temblando están
las cuerdas que el gallardo David pulsa y requiere,
después que arroja su honda la piedra con que hiere
la frente del titán.

   ¡Ave, flechero Arcángel! En la nocturna sombra 
tu vuelo nos alienta, tu vista nos asombra...
Vense, a través del tul
de tu flotante veste, las rosas argentinas
que sienten, todas trémulas, las ráfagas divinas
en el jardín azul.

   Huyen a tu presencia, sobre los altos montes,
los aquilones bruscos, cual tropa de bisontes
que huyendo al fuego va.
Tu formidable brazo hiere el aire sonoro,
la ira de tus dardos, en tu carcaj de oro
relampagueando está.

Teth

El tiempo viene, el tiempo feliz a los humanos;
verán la edad que llega, con gozo, los ancianos
de venerable faz.
Ensueños y visiones de ayer serán reales,
y las generaciones robustas y triunfales
proclamarán la paz.

   Dios, el gran todo, el alma revestirá de gloria.
Consagrará recuerdos la universal memoria
al sabio, al pensador;
a quien con el acero bendito de la pluma,
ha perpetuado un cántico, rasgado alguna bruma,
calmado algún dolor.

   Pasó la edad de piedra, la edad de hierro, dura,
y tras la edad de oro viene la edad futura;
viene la edad feliz;
la edad en que el santo árbol del Bien brotará flores,
su copa en sol bañada, vivíficos ardores
sintiendo en su raíz.

   Volando en el vacío, huirá la musa escéptica,
musa de rostro lívido, sombría y epiléptica,
de inspiración fatal;
y espléndida y desnuda, divinidad reinante,
saldrá de las espumas del mar ronco y fragante
la Venus ideal.

Jod

Glorificada sea la gran Naturaleza,
glorificada sea la fuerza y la belleza,
la mujer y el varón;
las testas que meditan, los labios que himnos cantan,
los brazos que laboran, los pechos que amamantan,
matriz y corazón.

   Bendita la flor viva de carnes olorosas,
divina entre los hombres, estrella entre las rosas,
vaso de mirra y miel.
Porque hay en sus cabellos oro que al alba amengua,
licor paradisíaco debajo de su lengua
roja como clavel.

   Emperatriz amable, toda ella es hermosura,
su bello cuerpo rítmico, su aliento es la dulzura
y su alma la ilusión.
Para ella las canciones de amor, las dulces odas,
la rima que es el beso y el himno de las bodas
en la sexual unión.

   Garrida como Venus, cual Démeter fecunda
ánfora siempre llena que nuestra vida inunda
del inmortal placer.
Cantemos la adorable mujer, sponsa, dea,
madre y hermana, amante que ansiosa nos desea,
¡cantemos la mujer!

Caph

A la senil Europa saluda ahora América,
la que nació al abrigo de la gran patria ibérica,
la del anglosajón.
América contempla su espléndido destino.
Si el Norte es fuerte brazo, agregará el latino
a un brazo un corazón.

   Humea, ancha caldera; cilindro, mueve el bronce,
aprieta el engranaje, da movimiento al gonce,
vuela, nuevo bajel.
Vosotros, marineros, tended la lona al viento
y el fuego de las máquinas, con el terral violento,
sirvan al timonel.

   Pendiente de la cuerda desciende al mar la sonda
y sabe los profundos arcanos de la onda.
Blanca, en fondo de azur,
revela la gaviota, cuando en el aire sube,
el íntimo secreto del agua y de la nube,
y del Norte y del Sur.

   ¡Marinos, adelante! Si en brusco paroxismo
en su gigante tímpano redobla en el abismo
la negra tempestad;
la prora irá venciendo la lúgubre fiereza;
llevamos como insignias sagradas la Belleza,
el Bien y la Verdad.

Lamed

Temblad, temblad tiranos, en vuestras reales sillas.
Ni piedra sobre piedra de todas las Bastillas
mañana quedará.
Tu hoguera en todas partes, ¡oh Democracia!, inflamas;
tus anchos pabellones son nuestras oriflamas,
y al viento flotan ya.

No encorvaráse el siervo, no gemirá el esclavo;
no dictará sus leyes el dueño altivo y bravo,
no habrá látigo el rey.
Verá campos abiertos la multitud obrera
y quebrantando el yugo la nuca prisionera,
será búfalo el buey.

   Cuando se desentense el arco puesto en comba,
traerá en el pico al mundo la mística colomba,
la oliva de la Paz.
Y el hombre, como el cóndor de poderosos vuelos,
navegará en los aires, camino de los cielos,
en su navío audaz.

   Vino oloroso y nuevo de viña virgen; vino
que bulles y fermentas en el lagar latino,
danos calor y luz,
al ir al sacrificio llevando en triunfo al toro
que consagrado al numen, lleve ceñido de oro
y rosas el testuz.

Mem

Palabras del arúspice, visiones del profeta,
idealidades vagas y sueños del poeta
forma real tendrán,
cuando en silencio quede la voz del falso oráculo
y en la postrera lucha delante el tabernáculo
Ariel venza a Satán

   ¡Oh Pueblo!... De esa lucha serás el gran testigo.
Llena tu troje, en tanto, con el dorado trigo;
y aguarda el día en que
suene en el aire libre son de bocina y cuerno,
y traiga entre sus filas el escuadrón moderno
la insignia de la Fe.

   Después serás coloso de larga cabellera;
verás, sonriente, el ojo de la feroz pantera
y el del tigre real.
Y cuando desjarretes al león de crin dorada,
verás que Dios te ha puesto dentro de su quijada
dulzura de panal.

   Sí; tus hinchados músculos tendrán vigor terrible;
serás el soberano, serás el invencible 
y fuerte paladín;
mas sin coraza y yelmo y sin rencor ni enojos,
sin destructoras armas y sin escudos rojos
de sangriento carmín.

Nun

Amor, amor inmenso de la creación hermosa;
amor para la estrella y amor para la rosa,
deliquio universal;
beso, inefable cópula de todo lo existente;
átomo, forma, vida, calor vivo y potente
y espíritu inmortal.

   ¡Oh fiesta! ¡Oh gozo enorme del Universo! El gozo
de la onda que palpita con cantos de alborozo;
el gozo de la flor
casta que ve los cielos; el gozo de la encina
que siente en sus ramajes un pájaro que trina
una canción de amor.

   Tu gozo, ¡oh madre Tierra!; el gozo en que descubres
a los sedientos labios tus inexhaustas ubres,
tu gloria y brillantez;
en tus eternos partos, Madre amorosa y tierna,
sin manchas en tu sacra virginidad eterna
y en tu eterna preñez.

   ¡Reina morena! Te ama desde su azul el astro,
el pensamiento de oro, y el tirso de alabastro
de la eterna región;
y como la de Saba, por tu beldad suprema,
a Febo, el rey pomposo de espléndida diadema,
tienes por Salomón.

Samech

Pan vive, nunca ha muerto. Las selvas primitivas
dan cañas a sus manos velludas, siempre activas,
siempre llenas de ardor.
¿Dónde no se oye mágico su armónico instrumento,
del árbol regocijo, delectación del viento,
delicia de la flor?

   El Bosque, órgano rudo de gigantescas pautas,
sus tubos resonantes y sus eólicas flautas
que entre el ramaje están,
hace sonar; los himnos solemnes acompaña
que da a los cuatro vientos la voz de la montaña
en loor del gran Pan...

   Y cuando Primavera viene con sus vagidos
a reventar las yemas y a conmover los nidos,
del monte en el confín,
en un recinto oculto de pámpanos y lauros,
el dios entre sus ninfas, rodeado de centauros,
celebra su festín.

   Por su salvaje Alcázar discurre Filomela;
cantándole sus trinos, a su redor revuela;
hay luz, sangre, calor;
la tierra siente el soplo fecundador de vida
que Pan lanza sobre ella, con la cabeza erguida,
como un emperador.

Háyin

Nada hay más grande, nada, que tu destino, ¡oh Vate!...
Tú vistes la armadura del inmortal combate;
tú vas en tu corcel
bien caparazonado de pedrería y plata;
como los reyes llevas tu armiño y tu escarlata
y en tu frente el laurel.

   Por ti tiende sus áureas plumas el ditirambo,
por ti suenan los yunques en que sé forja el yambo;
por ti suelta su crin
Pegaso a la tormenta que en el abismo brama,
y bajo el firmamento, por ti sopla la Fama
su sonoro clarín.

   ¡Poder de la armonía! Lo que a Hércules abona
para poder quitarle su cría a la leona,
su maza: lo real,
lo tienes tú en el campo divino de la idea;
sus fieras a Erimanto domara y a Nemea
tu lira: lo ideal.

   Arriba en las profundas inmensidades vagas,
a las estrellas trémulas como un amante halagas;
despierta tu canción
a las pálidas Pléyades sobre su lecho obscuro;
y como a un dios olímpico te ven el rubio Arturo
y el cándido Orión.

Phe

Mas no del pesimismo te arrojes en el piélago.
No escuches el espíritu con alas de murciélago
y garras de chacal,
que lleva a lo más hondo del corazón la anemia,
la noche a la cabeza, y al labio la blasfemia
por ley cruda y fatal.

   Tres musas hay que pasan ante ti, ¡oh Poeta!...
Es la primera hermosa, lasciva, blanca, inquieta
y libre en el mirar
Provocativa ríe como bacante loca;
serpiente es si te abraza y te herirá en la boca
mordiéndote al besar.

Es la segunda lúgubre, cubierta en negro velo,
se te cuaja la sangre como se cuaja el hielo,
si oyes su amarga voz;
[su rostro] está arrugado por contracción terrible
y toda está animada por hálito invisible
de un demonio feroz.

   Es la tercera tierna, lírica, regia y pálida;
es mariposa etérea que deja su crisálida
cuando despierta Abril.
Nimbada en una gloria de sol su corta frente
destácase, en un suave fulgor resplandeciente
de roca y de marfil.

Tsade

¡Santa, celeste musa de luminosa frente!
Da tus divinos rayos a la inspirada mente
do duerme la canción.
Y que ésta como un ave suba al azul inmenso
entre la gran plegaria y el perfumado incienso
de toda la creación.

   Ven, comparece, impone tus manos adorables
al visionario triste de anhelos insaciables,
tócale el corazón.
Dale esperanza, vida, remedio a la congoja,
y haz que se torne fresca como una rosa roja
la marchita ilusión.

   ¡Santa, celeste Virgen! Ven, bríndale tu ayuda.
Los mil abrojos quítale que le lanzó la duda,
inspiradora cruel.
Y llévale en tu falda de tu perfume llena,
la margarita blanca, la mística azucena
que nace en tu vergel.

   Dile en tu lengua rítmica que desarrugue el ceño;
pon dentro de su cráneo la bruma del ensueño
y apártale del mal;
haz que sonría al astro, al lirio, a la paloma.
y que embalsame su alma con su divino aroma
tu seno virginal.

Cof

Todas las grandes cosas serán escritas. Presto
el carcomido infolio y el viejo palimpsesto
florecerán. Ahí
en lo pasado el vate sabe encontrar doctrina,
pan del futuro, savia de inspiración divina
cual la que lleva en sí.

   Y la dará a la ardiente generación sedienta,
cuando aparezca el iris de paz en la tormenta
y calmará la sed.
Y el odio, araña informe, descenderá a la nada,
mientras la santa flecha avienta destrozada
la venenosa red.

   ¿Quién llega? Es la alegría. El labrador ha hallado
que la simiente el huerto de espigas ha colmado;
que el pensativo buey
descansa bajo el árbol rumiando su pastura,
que, en fin, él a su casa podrá llevar la hartura,
soberbio como un rey.

   En el hogar la abuela sonríe alegre, ufana.
La adolescente hermosa dice a la flor: ¡Hermana!
Y ensaya la canción
que ha de cantar muy pronto cuando la nueva aurora
muestre sus yelmos y armas, su música sonora,
la sacra procesión.

Resch

Ababnón, Exterminans, Apollyon: Todo es uno,
la envidia, la matanza, el ser de amor ayuno,
harto de destrucción.
Ríos de sangre y lágrimas en sus profundos cauces
van a llenar veloces las siempre abiertas fauces
del sediento dragón.

   Mas las corrientes turbias se detendrán. La raza 
cuyo costado espanta fatídica ataraza,
la raza de Caín,
lavada de sus culpas, pondrá a sus duelos coto, 
tendrá radiosos astros en su destino ignoto
y su miseria fin.

(14 de marzo, 1889)

*Este un verso con una estructura similar al poema La colonne de Víctor Hugo, es decir en sextetos alejandrinos. R. D. no logró terminar las dos letras hebreas Sin y Thof. Aunque fechado el 14 de marzo -ya Rubén en Nicaragua-,  tuvo indefectiblemente que ser iniciado en Valparaiso Chile, y concluido mientras navegaba en su viaje de regreso a bordo de El Cachapoal. 


Claro de luna

Góndola de alabastro,
bogando en el azul, la luna avanza;
y hay en la dulce palidez del astro
como mezcla de ensueño y de esperanza.

   En el fondo sombrío,
con la adorable luz de su aureola,
halaga al triste pensamiento mío
como una virgen pensativa y sola.

   Divina y desolada,
envuelta en vago y luminoso velo,
al contemplar su mística mirada,
creo ver una lágrima en el cielo.

   Alma que sueña, aduna
a veces lo que cante y lo que llora:
la lágrima argentina de la luna
con las lágrimas de oro de la aurora.

   ¡Oh pálida princesa!
Yo envidio la delicia
de la nube dorada que te besa
y del rayo de sol que te acaricia.

   En la bruma de plata
que en tu beldad admira el universo,
tiende su ala de amor la serenata,
sus cadencias y músicas el verso.

   La armonía en tu alcázar tiembla y vuela;
y a tus luces divinas
esparce, melodiosa, Filomela
sus cascadas de perlas cristalinas.

(Sonsonate, El Salvador, 25 de mayo, 1889)


¡Ave Antonia! Eres Gallarda…

                    I

¡Ave Antonia! Eres gallarda. 
Ama, ríe, danza, sueña. 
Están en ti el fuego, el ritmo, 
y la musa, y la canéfora.

Sonríes como una esfinge, 
andas como una princesa, 
y miras, como nos miran 
los ojos de las estrellas.

De una tórtola enigmática
sé que habrá nido en su selva; 
habrá alegría en el bosque, 
la luz estará de fiesta.

La púrpura de tus labios 
codicia la primavera 
para sus claveles rojos 
y para sus rosas frescas.

Entre un ambiente aromado 
caminas, oh rosa-reina,
y entre una gloria de aurora 
se levanta tu cabeza.

En vez de corona de oro 
un casco de ébano llevas 
con tu obscura, recogida 
y pomposa cabellera.

Tu gracia es derrochadora, 
tu hermosura es opulenta, 
dulce amiga de las flores 
y envidiada de las perlas.

                  II

Tal pensé. Vi el cielo azul. 
El ángel de tu pureza 
Está haciendo una corona 
Para un día que se acerca.

(San Salvador, junio de 1889)


    La Revolución Francesa

I

El Minue

De raso azul vestidas están las bellas damas,
entre tapices llenos de asuntos de Watteau;
la reina danza alegre, sus ojos son dos llamas;
habrá lirios como ella, pero más blancos, no.

   Para ella el mirto brota las hojas de sus ramas;
para ella el padre Apolo las rimas inventó;
para ella son hermosos los regios oriflamas,
Versalles y el Elíseo, Louvre y Fontainebleau.

   Gentil el paso mide, su cuello real erguido,
sonriente y desdeñosa su linda boca en flor;
paloma de alabastro que tiene de oro el nido,

   por solo afán, el gozo y el triunfo y el amor.
El gran reino de Francia posee a sus pies rendido:
el pueblo está allá abajo y arriba está el Señor.

II

El León

Un trueno formidable París inmenso llena.
¿Qué tempestad avanza? ¿Qué nube, qué volcán
sobre la faz del orbe y el alto abismo truena?
¿Qué ráfaga se agita, qué soplo, qué huracán?

   El pueblo, al fin, ha roto su secular cadena,
con fuerza de torrente, con brazos de titán;
derroca la Bastilla y el ronco clarín suena
que anuncia los incendios que al mundo salvarán.

   Del trono fracasado se oye el crujir violento.
el hombre es libre y canta del libre la canción,
haciendo conmoverse la Francia en su cimiento.

   Rugiente abre sus fauces el león Revolución,
y baja de la altura como un sagrado viento
que hace temblar y encrespa las crines del león.

III

El Cuello Blanco

La dulce y real paloma subió a la guillotina:
es cabellera cana la que opulenta fue;
el cuello de azucena, feroz verdugo inclina
delante el pueblo todo, que el sacrificio ve.

   ¡Oh María Antonieta! ¡Cuán otra tu divina
figura en los graciosos compases del minué,
cuando eras una diosa de mano alabastrina,
de labios encendidos y de ligero pie!

   El misterioso sino la majestad humilla,
¡oh Clovis, oh gran Carlos, oh huesos de San Luis!
La tempestad del mundo brotó de la Bastilla;

   como un tropel de truenos se despertó en París.
Dios deja que ese cuello lo siegue la cuchilla
y que callosas manos ajen la flor de lis.

IV

«Suprema Lex»

   Sí, Dios lo quiere a veces. La sangre, las matanzas,
vienen como una triste y aterradora ley;
señala lo Infinito momentos de venganzas,
rompe la jaula el águila, quebranta el yugo el buey.

   Terrible es la tormenta que trae las asechanzas,
la rabia del rebaño, las iras de la grey;
que pone las cabezas sangrientas en las lanzas
y arranca, con la vida, la púrpura del rey.

   Sí, Dios lo quiere a veces, y envía el cataclismo:
hace brotar del fondo siniestro del abismo
las lívidas borrascas, la negra tempestad;

   para que surja en medio de la ardua noche trágica,
como divina enseña, como corona mágica,
tu nimbo constelado de luz, ¡oh Libertad!

(San Salvador, 14 de Julio, 1889)


Del trópico

¡Qué alegre y fresca la mañanita!
Me agarra el aire por la nariz;
los perros ladran, un chico grita
y una muchacha gorda y bonita,
junto a una piedra, muele maíz.

   Un mozo trae por un sendero
sus herramientas y su morral;
otro, con caites y sin sombrero,
busca una vaca con su ternero
para ordeñarla junto al corral.

   Sonriendo a veces a la muchacha,
que de la piedra pasa al fogón,
un sabanero de buena facha
casi en cuclillas afila el hacha
sobre una orilla del mollejón.

   Por las colinas la luz se pierde
bajo del cielo claro y sin fin;
ahí el ganado las hojas muerde,
y hay en los tallos del pasto verde
escarabajos de oro y carmín.

  Sonando un cuerno corvo y sonoro,
pasa un vaquero, y a plena luz
vienen las vacas y un blanco toro,
con unas manchas color de oro
por la barriga y en el testuz.

  Y la patrona, bate que bate,
me regocija con la ilusión
de una gran taza de chocolate,
que ha de pasarme por el gaznate
con las tostadas, y el requesón.

(Hacienda «La Fortuna», El Salvador, agosto, 1889)

Unión Centro-Americana

Cuando de las descargas los roncos sones
suenan estremeciendo los pabellones;
cuando con los tambores y los clarines
sienten sangre de leones los paladines;
cuando avientan las cimas de los peñascos
como águilas que vuelan sobre los cascos;
entonces, de los altos espíritus en pos,
es cuando baja y truena la voluntad de Dios.

   Cuando la hormiga crece como un atlante
y los miembros adquiere de un elefante;
cuando se torna el ramo soberbio cedro,
y el pescador, Pontífice, como en San Pedro;
cuando la luz la sombra vasta subyuga,
y el alba brota, espléndida, la noche oruga;
entonces, de los altos espíritus en pos,
es cuando baja y truena la voluntad de Dios.

   Cuando las plumas juntas forman un ala;
cuando la Patria, espléndida, viste de gala;
cuando el pueblo contempla nubes espesas,
rasgadas con relámpagos y Marsellesas;
cuando en una bandera cinco naciones
juntan sus esperanzas y pabellones;
entonces, de los altos espíritus en pos,
es cuando baja y truena la voluntad de Dios.

   Cuando por los guerreros se agitan palmas,
y hay una Patria grande para las almas;
cuando los luchadores bravos y fieles
adoran la frescura de los laureles;
y cuando las espadas y bayonetas
escuchan las canciones de los poetas;
entonces, de los altos espíritus en pos,
es cuando baja y truena la voluntad de Dios.

   Unión, para que cesen las tempestades;
para que venga el tiempo de las verdades;
para que en paz coloquen los vencedores
sus espadas brillantes sobre las flores;
para que todos seamos francos amigos,
y florezcan sus oros los rubios trigos;
entonces, de los altos espíritus en pos,
será como arco-iris la voluntad de Dios.

  Águilas bienvenidas, gloriosas y bizarras,
hosanna a vuestros picos, hosanna a vuestras garras;
vais siempre de los altos espíritus en pos;
lanzaos al abismo del porvenir sagrado
y avienten vuestras salas las sombras del pasado,
para que baje y truene la voluntad de Dios.

(San Salvador, 20 de octubre, 1889)

El ánfora

Yo tengo una bella ánfora, llena de regio vino,
que para hacer mis cantos me da fuerza y calor.
En ella encuentra sangre mi corazón latino
para beber la vida, pura latir de amor.

   Grabó en ella un artífice con su buril divino,
junto a una niña virgen, a Baco y (su) esplendor.
Y a Pan, que enseña danzas, el rostro purpurino.
A cabras y pastores, bajo un cítiso en flor.

   E1 ánfora gallarda contiene la alegría:
Dionisio su carquesio sobre ella derramó;
el sátiro gallardo su aliento, su armonía.

   Y Venus, una perla que en sus cabellos vio.
El vino rojo tiene mi luz, mi poesía:
quien lo hace son los dioses y quien se embriaga, yo.

(5 de diciembre, 1889)

SIN FECHA EXACTA O LUGAR PRECISO

Las tres

A Belisario Calderón.
I

La primera es la hurí del paraíso
que en sus sueños contempló Mahoma;
el fuego de los trópicos ardientes,
el brillo animador de las auroras;
el espíritu vivo que palpita
en la sin par americana hermosa;
la rosa de esta selva que cautiva
con el perfume
de su corola.
¡Y es tan ardiente!
¡Y es tan graciosa!
¡Y es tan amable
y encantadora!

II

La segunda es la tímida violeta
que tiembla al beso del callado aliso;
celaje misterioso de la tarde,
melancólico ensueño de Murillo.
Es la tórtola dulce de estos valles;
la cristalina gota de rocío;
es idealización tan bella y pura
como un querube,
como un suspiro,
¡Y es tan sensible
su casto espíritu!
¡Y es tan modesta
su alma de niño!

III

La tercera es ardor y al par ternura
hurí del musulmán, virgen hebrea;
el fulgurar del alba, cuando nace,
y el rayo de la luna, que se quiebra;
luz, armonías, y pudor, y gracia,
y encantos, y sonrisas... Tal es ella:
ardores del estío, y vida y lumbre
de las mañanas
de primavera
¡Y ella es tan cálida!
¡Y es tan poética!
¡Y es tan sublime!
¡Tan hechicera!

IV

   ¿Quién no abandona
gloria y creencia
por las sonrisas
de la primera?...

   ¿Quién no suspira,
con honda pena,
de la segunda
por las ternezas?...

   ¿Y qué alma joven,
y qué poeta, 
qué peregrino,
que ansía y sueña,
no canta amores
y llora quejas
si ve las gracias
de la tercera?

(El Salvador, 1889)


Risas*

Ríe que ríe; la rosa
en el capullo plegada,
se asoma leve, riendo
por el botón de esmeralda.

Ríe que ríe; en el lirio
vierte la risa sus gracias,
y de la flor las despliega
sobre la capa morada.

Ríe que ríe; en el vivo
clavel de encendidas llamas,
revienta alegre la risa
en explosiones de grana.

Ríe que ríe; mirando
bogar a dos por las aguas,
suelta su risa a torrentes
la boca de la granada.

(San Salvador, ¿1889?)

*Hacemos una acepción en este poema ya que normalmente lo incluimos en el año en que está firmado o publicado. Y aunque el mismo apareció en La República, Guatemala 10 de febrero 1897. Lo incluimos en el año de estancia de Rubén en El Salvador, donde más álbumes y madrigales produjo.


Ya Dionisio...

¡Ya Dionisio en su pollino
no visita templos fálicos,
al son de sistros metálicos
y entre los cantos del vino!

¡Ya los crótalos sonantes
no se entrechocan al viento
ni hay el impudor violento
y augusto de las bacantes!

¡Ya no hay Anacreón que ciña
en su frente silenesca
la corona alegre y fresca
de pámpanos de la viña!

¡Ya no es la ninfa Alegría
quien trisca bajo las parras
donde cantan las cigarras
y racimos dora el día!

Hoy, Dionisio, es la Tristeza,
el Dolor amargo y sumo,
quienes apuran tu zumo
para alumbrar la cabeza.

Es el que es propio testigo
de su pesar o su afrenta;
es la prostituta hambrienta
y es el pálido mendigo.

De tu vida que ama el sol,
innúmeros desdichados
descienden desesperados
a un Cocito de alcohol,

en cuyo fondo de lodo
se echa el que infeliz existe
y quien, por no morir triste,
prefiere morir beodo.

¡Tu carquesio está vacío!
¡Hoy, si tu copa se llena,
es porque alguien se envenena
por su dolor o su hastío!

Y en vez de la bacanal
y las voces de tus ritos,
se escuchan los roncos gritos
del que rueda al lodazal.

Resucita, pues, ¡oh, Baco!,
tu brillante comitiva,
la alegría primitiva
y el carquesio dionisiaco;

que, así, los que del destino
no gozamos la bonanza
cobraremos esperanza
bebiendo tu viejo vino;

y, sin sentir esta cruz
y estas horas negras, frías,
nos creeremos en los días
del Olimpo y de la luz.

¡Evohé!, porción humana
que pensáis al padecer,
¡bebed el licor de ayer
a la gloria de mañana!

(Chile, 1889)


Fidelidad

Muda estaba la lira, el bardo ausente,
cuando pasó errabundo trovador
que la quiso pulsar irreverente...
¡Aún gime doliente
la profanada cuerda que estalló!

Del ausente poeta-caballero
las noches armas envidió el juglar:
llevó su espada a la cintura; pero
al tirar de ella se enrolló el acero,
¡e hirió la mano audaz!

Vino a curar al huésped una dama
a quien llorosa el paladín dejó;
y, ambos ardiendo en abrasante llama,
cuentan que corta fue su noche, ¡y fama
es que la dama entonces no lloró!...


Tres horas en el cielo

(Crónica Rimada)

I

He pasado unas horas exquisitas
ayer, que mi colega Barberena
me ha hecho mirar la más preciosa escena
en la Escuela Normal de Señoritas.

   Llegamos a las seis. La tarde, bella;
en el cielo, profundo e insondable,
comenzaba a entreabrir la flor-estrella
su broche luminoso y adorable...
En el recinto de la escuela había
un loco y femenil mariposeo;
barbas, casi ninguna se veía:
brillaba por su ausencia el sexo feo.
Llegué; puse el sombrero en un piano;
Barberena me dice que le espere;
alguien me da la mano
diciéndome con tono campechano:
–All right!
¿Quién ha de ser?... ¡Manuel Barrière!
Charla; más charla: –¿A qué hora empieza esto?
–¡Hombre!... (Encogióse de hombros e hizo un gesto)
–Parece que la Banda... –¿Y quién la manda?
–El maestro Drews. –¿Y el maestro habrá venido?...
–Vino, pero parece que la Banda 
no la habían pedido.
¡Así es que, mientras no haya filarmónica,
no empezará la fiesta!
–¡Pues mañana lo digo yo en mi crónica,
a ver el maestro Drews qué me contesta!

   –Y hay mucha concurrencia. –Y mucha hermosa:
la mujer es la flor del Universo.
–Sin la mujer la vida es pura prosa.
–¡Mira tú en ese patio cuánto verso!
–¿Ves aquella morena? –¿Cuál? –Aquella
que viste el traje gris. –Sí que la miro.
 –¿Qué te parece? ¡Vamos, que es muy bella!
–A mí me tiene loco. –Yo la admiro.
–¿Y ves aquella rubia? –¿Cuál? –La rubia,
que tiene tanto chic, tanto decoro.
–Sí; la que tiene sus cabellos de oro
como espigas mojadas por la lluvia.
–¡Pues es un ángel! –¿Sí? ¡Pues su vecina!...
–Es una chica guapa, algo morena.
–Sobrehumana, Manuel; digo, divina.
(En esto se aparece Barberena
y a seguirle al tablado nos conmina,
en donde el Tribunal salva o condena.)

   El tablado, es decir, el escenario,
donde se iba a premiar a las alumnas,
no tenía un adorno extraordinario:
cariátides, estatuas y columnas.
Pero estaba bonito, iluminado,
con guirnalda de flores,
y de la patria el pabellón sagrado
dondequiera ostentaba sus colores...
De las patrias, diré, que ambos miramos,
del local adornado los extremos:
el de la patria chica que tenemos
y el de la patria grande que aguardamos.
En el tablado había muchas sillas
para que se sentaran las chiquillas.
Bajo la presidencia del Ministro,
el Tribunal se instala
con los certificados y el registro.
Las chicas están ya, todas de gala,
del Tribunal enfrente,
creyendo que saldrán, naturalmente,
todas muy buenas y ninguna mala.

   Por las chiquillas empezó la Escuela
a enseñar su adelanto,
comenzando las bichas con un canto
en que se distinguió cada chicuela.
Pero antes, con maestría,
salió a leer el discurso de apertura
una dulce María,
digna del nombre por lo bella y pura...
Otra María fue en seguida al piano
y tocó un vals doliente,
obra inspirada de un autor germano
que en asuntos de vals es excelente.

   ¡Ah! Olvidaba decir que las pequeñas
eran una monada, unos primores,
y que estaban alegres y risueñas,
con vestidos de pétalos de flores;
es decir, de manera
estaban fabricados los vestidos,
que imitaban los pétalos unidos,
gracias a una graciosa costurera.
Las chiquillas tenían en la cara
una oleada rosada de alegría;
la que más, vara y media mediría,
y algunas, poco más de media vara.
Yo conozco una bicha, una Teresa,
que nadie se la gana en lo traviesa
y que, siendo en tamaño una paloma,
se sacó su diploma.

   Pues, señor, los momentos son llegados
para distribuir certificados...
Todas contentas y hechas unas mieles,
las chicas agarraban sus papeles.

   Luego, Teresa –aquélla, la ladina–
recitó con Delfina
un diálogo de Acosta hecho en cuartetas:
Rosa de la mañana se titula.
Como en los buenos versos de poetas,
las rimas suenan y la estrofa ondula.
Y Mercedes Rosales
se distinguió al piano en una polca.

   Merceditas: ¡tú vales
Potosí, California y Prinzapolka!

   Pues, señor, los momentos son llegados
para distribuir certificados...
La Banda, que ha llegado hace un momento,
lanza con brío su fanfarria al viento.

II

Abilia Flores, niña suave,
lanzó una ráfaga de melodía,
cual si muriendo cantara un ave
cuando desmaya la luz del día.

   Elena, un alma y una azucena,
recitó versos. ¡Vaya una niña,
a quien envidian, gallarda y buena,
las azucenas de la campiña!

   Pues, señor, los momentos son llegados
para distribuir certificados...
(Y, cosas que conmigo no son raras,
me he metido en camisa de once varas
al hacer esta crónica;
que me dice el cajista
debe ser breve, breve y muy lacónica,
y no llevar de gran facundia alarde,
si ha de insertarla el diario de esta tarde...)

   Trinidad Gómez y María Rivas;
rosas que alumbran del sol un rayo;
dos frescas flores, dos flores vivas,
dieron al viento Flores de mayo.

   Pues, señor, los momentos, etc.

III

   Entró una turba de lirios,
una insurrección de rosas,
un gran batallón de hermosas
y un diluvio de delirios.

   (Francamente, estos loores,
el estar echando flores,
no es propio en estos momentos.)
Pues... que entraron los mayores
a sentarse en sus asientos.

   Cantaron al comenzar
un himno, o mejor, un canto,
cuyo nombre es El hogar,
y cantaron con encanto...
Pero mejor es callar.

   Joaquina Olmedo, una perla,
toca una Polka brillante,
brillantemente, y al verla
no hay alma que no se encante;

   rama de un verde laurel,
es flor a más de ser rama,
y el arte es la sacra llama
que envuelve a ella y a él.

   Pues, señor, etc., etc.

   Josefina Orellana,
casta paloma,
lirio de la mañana
lleno de aroma,
voz clara y buena,
y con aire apropiado
para la escena.

Il faut partir!, romanza por Burty, ejecutada
por Emilia Espinosa, no dejó que desear:
era un enjambre de aves canoras en un prado,
ondas de melodía, sueño crepuscular.

   Pues, señor, etc., etc.

   El coro El cazador, por las alumnas,
fue una cosa soberbia, comm’il faut.
Noté que preferían el falsete
en vez de darle riendas a la voz;
pero era una armonía tan graciosa;
que ponía en peligro el corazón.
Esto lo dicen todos los que oyeron,
no solamente yo.

   La danza de las sílfides, ¡magnífica!...
Las sílfides estaban sin danzar;
y aunque Trinidad Gómez se lucía,
cien sílfides había, quietecitas,
en tablado y en patio, aquí y allá,
entre los blandos soplos de la brisa,
bajo el cálido cielo tropical.

   Llegó María Zimmermann
dio al viento una sonata;
y era la ejecutante,
por lo fresca y gallarda,
como una encantadora
rosa de la mañana.

   De Concepción Durán –que fue en seguida–
diré que, al comenzar una galopa,
nos llevó en el miraje de la vida
en la nave deseada y bendecida
que se llama Ilusión, ¡con viento en popa!

   Pues, señor, los momentos son llegados
para concluir con los certificados...

   Dieron los profesores sus dictámenes,
resultaron espléndidos exámenes,
las hermosas premiadas
se muestran orgullosas y rosadas,
y yo pienso, a mi vez, de buena gana,
en la crónica que he de hacer mañana.

   Después del Arpa eolia, melodía
que Elisa y Concepción dieron al aire,
con mucha gallardía,
con mucho, con muchísimo donaire,
llegó Joaquina Olmedo, y, conmovida,
pronunció las palabras de clausura,
quedando en esa noche bendecida
triunfantes su talento y donosura.

   Aunque no tan completa y tan lacónica,
he concluido mi crónica.

(San Salvador, 1889)
---------------------------------
ALBÚMES Y ABANICOS

A Sara Neuhaus de Ledgard

Por lo buena y hermosa,
coronaste tu frente de azahares:
debes ser tan dichosa
como la tierna Esposa
del divino Cantar de los Cantares.

   ¡Sé feliz! ¡Que tu dicha no termine,
y vivas de manera
que ese rayo de luz siempre ilumine
una eterna y florida primavera!

(Argentina, 1889)


En el álbum de Catalina Medisola de Murillo…

Siento un calor a nido
que me pone inspirado y conmovido. 
Al querer ofrecerte mis loores: 
¡Aquí hay felicidad!, dije al momento, 
porque sentí que me traía el viento 
un perfume sutil de frescas flores.

Del amor de un esposo y una esposa, 
supe que un día floreció una rosa. 
Y pensé de improviso 
que tener un hogar de amores lleno, 
es estar en el seno 
de un dulce y encantado paraíso.

Nada, nada, señora, en esta vida
es igual a querer y ser querida. 
Yo que adoro los bellos ideales,
que canto a la mujer garrida y buena, 
de este hogar venturoso en los umbrales 
coloco, al despedirme, una azucena.

(Santiago, ¿1889?)


A La Señorita Teresa Méndez

Yo saludo a la aurora, al ave, al astro,
de dicha un cielo y de esperanza un mar,
la rosa de inefable resplandor;
al lirio cincelado en alabastro,
cuya corola es nido del amor.

   Saludo al ángel de alas sonrosadas,
que crea un universo con mirar,
pues tienen, por divinas, sus miradas
de dicha un cielo y de esperanza un mar.

   Gloria del sol, estrella bendecida,
dulce princesa, corazón triunfal:
tú estás en la alegría de la vida
como una perla en vaso de cristal.

   Perla oriental, espíritu de fuego,
que vas volando de la dicha en pos:
¡Dios llenará con su bondad tu ruego,
porque eres digna del amor de Dios!

(San Salvador, 1889)


En el abanico de Mercedes Velázquez

Alma blanca, pura, suave, 
Rosa, brisa, lumen, ave. 
Beso vivo, casta flor.

De perfume 
que consume 
Da una ola 
La corola 
de tu amor.

(Sonsonate, 8 de septiembre de 1889)


En el abanico de Teresa Menéndez

Niña bella entre las bellas 
Tu alma pura de Dios es. 
Bien quedarán las estrellas 
Para alfombra de tus pies.

(San salvador, octubre de 1889)


A Teresa Menéndez

¡Princesa luminosa! Dios te brindó tus galas 
Dos almas siervas tuyas saludan tu beldad 
Y adoran la blancura suprema de tus alas
¡Oh dulce ángel que dejas huellas de caridad!

(San Salvador, Noviembre, 10 de 1889)


Amada, espera, espera…

Amada, espera, espera
que florezca la luz en los altares, 
y al llegar la amorosa primavera 
te hallarás coronada de azahares.

¡Eres buena, eres casta!
y Dios belleza y gracia darte quiso: 
para hacer de un hogar un paraíso
Oh, mi gloria y mi luz, con eso basta!

Yo creía que todo era una noche,
que todo era ya negro para mi alma sin luz. 
¡He visto una visión de amor inmenso!
Mi alma ya estaba muerta:
la has revivido tú.
¡Ay! Yo quería hallar un ángel blanco
para mi sueño azul.

----------------------
HOMENAJES

Brindis al Dr. Francisco Lainfiesta
Plenipotenciario de Guatemala

En el banquete que le ofreció el doctor Galindo, 
gobernador de Sonsonate (El Salvador).

Por el Huésped, campeón
del bien centro-americano:
¡por el que trae en la mano
la bandera de la Unión!

Por el que echa rosas de oro
cuando dice sus palabras:
¡por ti, Galindo, que labras
tu pensamiento sonoro!

¡Por el soberbio clarín
que toque la primer diana
de Unión Centro-Americana
del uno al otro confín!

Por los que vamos en pos
de ideales tan bendecidos;
¡por los que estamos unidos
por la voluntad de Dios!


Queridísimo Abraham…

Queridísimo Abraham: 
Hoy vi a la del mandolín 
y en ella junto están
una hurí de un musulmán 
y un cristiano serafín.

(Sonsonate, 28 de agosto 1889)


Chiripa

Casi casi me quisiste;
casi casi te he querido:
si no es por el casi casi,
casi me caso contigo.


****************************

1890

Enero 1 Termina de escribir A. de Gilbert, biografía de su amigo Pedro Balmaceda Toro.
Enero 18 Cumpleaños de Rubén Darío, festejado con gran banquete en el Hotel Siglo XX.
Marzo 5 A. de Gilbert. Imprenta Nacional. Prólogo de Juan José Cañas.
Junio 21 Matrimonio civil con Rafaela Contreras Cañas.
Junio 22 Cuartelazo de Carlos Ezeta contra el Gral. Menéndez.
Junio 28 Se embarca en el puerto La Libertad con destino a Guatemala.
Junio 30 “Hoy ha llegado a esta capital procedente de El Salvador el distinguido poeta y literato Rubén Darío”. Diario de Centro América. Nº 2596. Guatemala. Pocos días después empieza a colaborar en este diario.
Julio 2 “Historia negra” aparece en El Imparcial, Guatemala, en tres números sucesivos.
Agosto 4 Entra a formar parte de la redacción de Diario de Centro América.
Agosto 14 Cuentos nuevos: “El buen Dios”. Diario de Centro América. Primero de esa serie con intención social.
Octubre 20 Azul… Segunda edición, dedicada “Al Sr. Dr. D. Francisco Lainfi esta, con afecto y gratitud”. Edición aumentada con poemas en castellano y en francés. Imprenta La Unión, Guatemala.
Diciembre 8 Aparece el primer número de El Correo de la Tarde. Director y propietario: Rubén Darío. Administrador: Julio C. Fortín. 4ta Avenida Norte. Guatemala.

Yo creía…

Yo creía que todo era noche.
Que todo era negro para mi alma sin luz.
¡He visto una visión de amor inmenso!
Mi alma ya estaba muerta; la has revivido tú.
¡Ay! Yo quería hallar un ángel blanco
para mi sueño azul!

(San Salvador, 4 enero de 1890)


Lieder

He visto una visión con áureo nimbo
y con dos alas blancas;
tengo en mi corazón la primavera
y en mi cerebro el alba;
amo la luz, el pico de la tórtola,
la rosa y la campánula,
 el labio de la virgen
y el cuello de la garza.
Oh, Dios mío, Dios mío;
sé que me ama!

Cae sobre mi espíritu
la sombra, negra y trágica;
busco el seno profundo de la noche
para verter mis lágrimas.
Sé que a la aurora, puede haber tristezas,
tormentas en el alma
y arrugas misteriosas
sobre las frentes pálidas...;
Oh, Dios mío, Dios mío;
sé que me engaña!

(El Salvador, enero, 1890)


Latigazo

Los que escriben con decoro,
con pluma excelsa y no sierva,
¡ésos tienen de Minerva
el casco de oro!

   Los escritores cazurros
que insultan y causan ascos,
¡ésos... tienen cuatro cascos
como los burros!

(El Salvador 17 de febrero, 1890)


Tres pensamientos

Siempre que tú me ves, ángel que adoro,
brota en mi cielo azul un lirio de oro.

   Si tú no me quisieras, vida mía,
en mi duelo de amor me moriría.

   Yo idolatro a mi bella,
que es rosa, perla, luz, ave y estrella.

(San Salvador, 11 de mayo, 1890)


«Lætitia»

En el álbum de Leticia Menéndez.

¡Alegría, alegría! El sol, rey rubio,
cruza el azul con su diadema de oro,
y va en el aire el ritmo y el efluvio;
canta el bosque sonoro.

   ¡Alegría! La alondra sube al cielo,
y las almas también. ¡Todo se alegra!
Brota la flor su seda y terciopelo
sobre la tierra negra.

   ¡Alegría! Sus arpas pulsa el viento.
Dice un ave en un árbol: «¡Soy dichosa!»,
y, rojos, dejan escapar su aliento
los labios de la rosa.

   ¡Alegría! La sangre se acelera,
la savia corre por el tronco henchido;
y saluda a la reina Primavera
la música del nido.

   ¡Alegría! Los pájaros cantores
sobre el fresco rosal lanzan el trino,
y arrulla en los eglógicos verdores
el buche columbino.

   ¡Alegría, alegría! Un soplo yerra
que las almas levanta con su ardor,
y se enciende la vida de la tierra
con la llama invisible del amor.

(San Salvador, Mayo, 1890)


Para una desposada

A Mercedes Velázquez de Rivera.

Eres paloma y reina de tu nido,
y esclavo y rey a un tiempo tu marido.

   Al veros tan dichosos, he pensado
en que es la vida hermosa
para un amante amado,
que sufre enamorado
la dulce tiranía de una esposa.

   Convéncete, Mercedes:
la dicha en este mundo
la encierran para ti cuatro paredes,
donde con un amor grande y profundo,
como Dios, con querer, todo lo puedes.

   Aprisiona a tu esposo en tu cariño...
Dios bendiga tu suerte:
en un cielo una casa se convierte
con la sonrisa mágica de un niño.

(El Salvador, 1 de Junio, 1890)


Máximo Soto-Hall

Te he visto en algún cuadro florentino:
has sido tú escultor, pintor, poeta;
espíritu que canta o que interpreta;
bohemio humano, pensador divino.

   Nos hemos encontrado en el camino,
y hoy te pinta mi pluma, harto indiscreta,
sin poner más color en su paleta
que el que a la gloria tuya ha dado el sino.

   La gloria tuya, con sus alas de oro,
empieza en tu florida primavera
a ofrecerte de aplausos bello coro;

   y tú, batallador en tu trinchera,
triunfante suenas tu clarín sonoro
con mengua de la envidia torpe, artera.

(Guatemala, ¿agosto?, 1890)


Reencarnaciones

Yo fui coral primero,
después hermosa piedra,
después fui de los bosques verde y colgante hiedra;
después yo fui manzana,
lirio de la campiña,
labio de niña,
una alondra cantando en la mañana;
y ahora soy un alma
que canta como canta una palma
de luz de Dios al viento.

(Guatemala, noviembre, 1890)


Al aire de la charla

I

Ahora que hace tanto frío
y que estamos en vivac,
que nos traiga el comandante
una copa de coñac.

II

Cuando de plata se trata,
desde el hidalgo al pechero
mueve, estira, alza la pata,
porque hablándose de plata
ella es todo..., ¡es lo primero!

(Guatemala, diciembre, 1890)

--------------------------------------------------------
SIN FECHA EXACTA O LUGAR PRECISO


En esta tarde de ópalo…

En esta tarde de ópalo hay un divino aroma,
Y el agua dulce y fina me dice que he de volver
A mirar esta costa con su magia marina
Y las piedras que cantan en el castillo de Bellver


Lied

Mirad ¡qué delicia!...
La aurora triunfal,
su pelo de oro
y el cesto de rosas que riega en la tierra y el mar.

   ¡Y luego, una estrella
y el rayo de luz
por donde camina, volando a la estrella que adora,
un pájaro azul!

A un poeta

¡Poeta! Nunca improvises.
Improvisando, los vates
cometen muchos deslices.
¡Por un buen verso que dices,
hablas diez mil disparates!


Los tres astros

El primero me dijo:
«Soy el astro que brilla sobre el cielo rosado.
Soy de los venturosos; brillo en el alba y riega
una lluvia de dichas el oro de mis rayos.
Soy la Alegría y hace una fiesta de rosas
y de perlas autora, por mi luz. Soy el sacro
diamante que Dios lanza –Dux eterno y supremo–
de su altura invisible, a su infinito Adriático».
Silencio. Vi el desmayo del temblor luminoso;
se ocultó en el abismo y quedé solitario.

   El segundo me dijo: «Yo me llamo Esperanza.
yo ilumino el ensueño; brillo en el cielo azul.
Y doy ansia y aliento;
se salva el alma que ase un hilo de mi luz.
Yo abrillanto el rocío que luce en gotas frescas
en el lírico cáliz de la flor juventud.
Yo te daré la amada de tu alma, la princesa.
Ella tendrá diadema y tendrás laurel tú».
Medité.

   Y el tercero exclamó: «¡Soy el astro
que brilla sobre el cielo negro: guardo el tesoro
divino del consuelo; soy el Amor, el lirio
del ideal, Poeta! Yo soy tu ensueño hermoso,
una ilusión eterna
y un bello nimbo de oro.
Vengo triunfal en medio de tus visiones vagas;
resucite tu espíritu al contemplar mi orto;
levanta, soy tu reina.
Ven a mí, besa mis labios luminosos;
ven a mí».

   Yo sentía como que a mí bajaba
fuerza de un dios... Y dije: «¡Oh astro, yo te adoro!»


Colombia

Colombia es una tierra de leones;
el esplendor del cielo es su oriflama;
tiene un trueno perenne: el Tequendama,
y un Olimpo divino: sus canciones.

   Siempre serán soberbios tus pendones,
bajo la aureola que a la gloria inflama;
siempre será la tierra que derrama
la savia de los grandes corazones.

   En sus historias nobles y triunfales
resplandecen egregios paladines,
coronados de lauros fraternales.

   Y se oyen en sus campos y confines
Boyacá y sus tambores inmortales,
y el Santuario y sus épicos clarines.

               Aum

¡Aum! es el sol luminoso
es la inmensa pirámide, el coloso,
el corazón, el mar.
Yo sé todas las Biblias, y me llamo Takoa:
soy el padre del tigre, soy el padre del boa,
soy el todo Soar.

HOMENAJES

A la Maestra Natalia Gorriz

Hablan las niñas

Hay en tu mente el resplandor de un astro
que con su luz sagrada te ennoblece,
y tu alma, como lirio de alabastro,
perfumado y divino, resplandece.

   Cultivadora fiel de rosas vivas,
tu brillo de las sombras las preserva;
tú levantas, sorprendes y cautivas
con algo de Diana y de Minerva.

   Las hijas de tu espíritu sentimos
tu aliento en nuestra fresca juventud,
y siguiendo tu huella, bendecimos
la torre de marfil de tu virtud.

(Guatemala, 1890)


Al distinguido actor mejicano
López Ochoa


La gloria sus puertas te abra,
pues tienes, aunque modesto,
el relámpago del gesto
y el trueno de la palabra.

   En la escena te encamina
inspiración soberana,
pues das con tu carne humana
cuerpo a la idea divina.

   Sé artista siempre. Sé artista,
caballero bravo y fiel;
es la idea tu corcel
y el aplauso tu conquista.

   Lucha, piensa; que, en verdad,
do tu pensamiento vuela,
tu inteligencia es tu vela
y el teatro tu tempestad.

   Ten valor; nunca halles mengua;
nadie hay que tu arte no apruebe,
cuando tu brazo se mueve
o cuando vibra tu lengua.

   Tú comprendes cuál se anhela,
cómo la mente se inflama,
viendo el águila del drama
enjaulada en la zarzuela.

   Pero, artista y caballero,
tu situación no me extraña:
yo he visto de zarzuelero
al mismo José Valero,
sol de la escena de España.

   Y esto no es canto ni loa;
ni más quiero, amigo mío,
sino que López Ochoa
no olvide a
Rubén Darío.


************************************

1891

Enero 12 Manuela Cañas v. de Contreras y Rafaela Contreras llegan a Guatemala acompañadas de Rubén, quien fue a su encuentro al puerto de San José.
Febrero 11 Matrimonio religioso celebrado en el Sagrario de la Catedral de Guatemala, de Rubén Darío y Rafaela Contreras.
Febrero 12 Celebración de la boda en la ciudad de Escuintla, Guatemala.
Junio 5 “Hasta luego”, editorial del último número –141– de El Correo de la Tarde.
Agosto 15 Se embarca en el puerto de San José en el vapor Colima para Puntarenas, Costa Rica. Va en compañía de su esposa y de su suegra doña Manuela Cañas v. de Contreras.
Agosto 24 Desembarca en Puntarenas, Costa Rica.
Septiembre 4 Primera colaboración en La Prensa Libre, de San José, Costa Rica. Director: Francisco Gavidia.
Noviembre 12 Nace en San José de Costa Rica, Rubén Darío Contreras, primogénito del poeta.

Menéndez

Los que vieron la patria bandera
empapada en la sangre de Junio;
los que oyeron vibrar los clarines
en la diana del lívido triunfo;

   los que al vivo relámpago trágico
que recorre la historia del mundo,
vieron lleno de horror a Espartaco
y del duelo al espectro de Bruto;

   los que miran tu límpido nombre
como enseña de honor y de orgullo,
hoy presentan las armas al paso

   del arcángel vestido de luto
que es guardián del laurel de tu gloria
en la tierra en que está tu sepulcro.

(Guatemala, 1891)


A María Lowenthal

Yo vi una cándida azucena
sobre un jarrón de porcelana,
donde, magnífica y serena,
un gran pintor pintó a Diana.

   Es entre flores blancas, bellas,
novia con velo de albo tul;
la flor de lis de las estrellas
en el profundo cielo azul.

   Es la divina cazadora
que abre en las sombras claras brechas
y que en el oro de la aurora
dora la punta de sus flechas.

   Es la hermosura pudorosa,
la vencedora angelical:
a ella, la rima olor de rosa,
versos de plata y de cristal.

   Va por la selva visionaria,
va con la mano en el tahalí,
y en la montaña solitaria
ahuyenta al fosco jabalí.

ENVÍO

Sobre una hoja de rosa,
Diana-María,
llega la mariposa
de la armonía,
donde la hermana
del amor y del alba:
María-Diana.

(Guatemala, 1º de abril, 1891)


En Guatemala la Antigua,
D. Pedro de Alvarado

En Guatemala la Antigua, D. Pedro de Alvarado
Un día entró a una iglesia solemne y silenciosa.
A su talón de hierro dio la marmórea losa
Un eco que era un eco de un eco del pasado.

Su mujer hecha mármol es hoy estatua a un lado
En cuyas manos vemos una inmarchita rosa
Fingida de recuerdo y de piedra preciosa
Para la que esperara un caballero alado.

El corazón del sol que tengo en este instante
Se fija el pensamiento, dardo, rayo o centella
Buscando lo que es concreción de diamante,
Cola de pavo real, anca de mujer bella...

(Guatemala, ¿1891?)


En una velada
a beneficio de los pobres

Organizada por la Sociedad de
San Vicente de Paúl,
en San José de Costa Rica.

Dulce niña!, ¡dulce niña!
¡Con el pobre se encariña,
con la viuda y el anciano!
Por llevar alivio al lecho,
se quita el ramo del pecho
y el anillo de la mano.

   ¡Dulce niña! ¡Canta, canta!
Bendito ese tierno afán,
que nos anima y encanta.
La amable voz se levanta
porque el pobre tenga pan.

   Bella, la blanca paloma
da como óbolo un arrullo,
y da la rosa en capullo
la limosna de su aroma.

   Suave flor de caridad
que con perfume divino
embalsamas el camino
de la pobre humanidad;

   sublime urna de cariño,
celeste arcángel sagrado
que tiendes al desgraciado
tus blancas alas de armiño;

   ¡lirio de blancos consuelos,
lleno de supremo hechizo!
¡Estrella del paraíso,
margarita de los cielos!

   La virtud está contigo.
Tu palabra es una rima
que canta un querube encima
de la choza del mendigo.

   ¡Oh damas de este país
sensibles y soñadoras,
oh gallardas triunfadoras
como las flores de lis;

   ojos negros, rizos de oro;
bocas rojas, talles breves;
luces, astros, fuegos, nieves,
voz de miel, canto sonoro;

   las que vais del bien en pos
y calmáis extrañas penas,
sed siempre dulces y buenas
para que os bendiga Dios!

(18 de septiembre, 1891)


Los regalos de Puck

Versos de año nuevo

   Puck se despierta. Y se encanta
y se retuerce de risa,
porque el Alba se levanta
en camisa...,

   y muestra, al salir del lecho,
descuidada y perezosa,
en la pierna y en el pecho,
nieve y rosa.

   Como un mirlo lechuguino
mira a Puck que se divierte;
le reprende de esta suerte:
–¡Libertino!

   Puck no chista; disimula,
y se lanza a la pradera
cual si fuese una ligera
libélula.

   Como duende alegre y rico,
los regalos de Año Nuevo
va a buscar Robín, buen chico.
Del renuevo

de un rosal donde se posa,
va a una rama verde y fresca
donde está una mariposa
pintoresca,

o a los ámbares y granas
de las rosas soñolientas;
se detiene en las gencianas
y en las mentas;

y estremece, cuando vuela,
los retoños de una caña,
o da un salto por la tela
de una araña;

   o en la copa de un clavel
se mece y hace en seguida
de una hoja recién nacida
su escabel.

   Y después el duende vuela
con sus alas sonrosadas
a vaciar donde las hadas
su escarcela.

   Compra un collar de coral,
que sobre una hortensia brilla,
y compra una gargantilla
de cristal,

   que cuenta a cuenta se enreda
al borde de una hoja fina;
y compra a un gusano, seda
de la China.

   Adquiere, de un moscardón,
un ala limpia y hermosa,
flabel que dará a la esposa
de Oberón.

   Para tapiz compra el buche
de un ligero colibrí,
y a una granada un estuche
de rubí;

   a un rosal una guirnalda
que aromó la primavera;
a una juncia una pulsera
de esmeralda.

   De una paloma pretende
los zapaticos Luis-Quince;
pero la paloma es lince:
no los vende.

   Una azucena gentil
le ofrece un áureo alfiler,
y una abeja un necessaire
de marfil.

   Y entre amapolas sangrientas.
y entre pájaros vibrantes,
Puck va con joyas y cuentas
y diamantes,

   de tal modo y con tal bulla,
que de un árbol de limón
le lanza, al paso, una pulla,
un gorrión.

   Fue de vuelo Puck. De pronto
la Colombina encontró,
y junto a ella, hecho un tonto,
a Pierrot.

   Colombina sonreía:
y la cara de Pierrot
decía tristeza, no
picardía.

   Dice a Puck: –¡Merezco un palo!
¡Al nido de ella no llevo,
la mañana de Año Nuevo
ni un regalo!

   Perlas le dará Arlequín,
oropeles Pantalón,
y le dará una canción
Querubín.

   (Cerca están unas violetas
que oyen a los tarambanas...
¡Como se ríen con ganas
las coquetas!)

   Puck dice: –Ten tú presente:
en amores, ¡paso a paso!
Y no hay que hacer mucho caso
de la gente.

Si perlas le da Arlequín,
hoy tú, cuando nace el día,
repítele «¡linda!», sin
cortesía.

   Si oropeles Pantalón,
lánzale tú una mirada
que lleve encendida, alada,
tu pasión.

    Y si Querubín travieso
le canta dulces amores,
tú llévala entre las flores,
¡dale un beso!

   Vuela Puck. Mil besos hay
en las brisas indiscretas.
Y se quejan las violetas
estrujadas: -¡Ay, ay, ay!...

Escrito en diciembre de 1891 y publicado en San José C.R., en el “Diario del Comercio” el 1º de enero del año siguiente.



SIN FECHA EXACTA O LUGAR PRECISO

Al General y Doctor
Don Luciano Hernández


Al patriota en que se entraña
valor al par que nobleza,
a quien ciñó su cabeza
con lauros que le dio España;
a quien hoy en tierra extraña
come el pan del extranjero;
al Orador y al Guerrero
que ofreció a su patria una,
en batalla y en tribuna
la palabra y el acero.

(Guatemala, 1891)


Me invitan a improvisar…

Me invitan a improvisar
en selecta reunioncita,
en ocasión tan bonita
no debo yo rehusar.

Y con esta copa de agua,
agua, tan fría, y tan rica,
en nombre de Nicaragua
brindo yo por Costa Rica.

Con esto vengo a probar
a los que mal me han juzgado,
que no sólo alcoholizado
soy capaz de improvisar.

(San José, ¿1891?)


¿Dónde estás?...

Odita

Estrella, ¿te has ido al cielo?
Paloma, ¿te vas de vuelo?
¿Dónde estás?
Ha tiempo que no te miro:
¿te fuiste como un suspiro
y para siempre jamás?

   Vivaracha muchachita,
¿es que Puck te ha dado cita
en recóndito jardín?
¿Es que partes al llamado
de algún tierno enamorado
Serafín?

   Primorosa musa mía,
mensajera de alegría,
dulce flor;
¿por qué ocultad el semblante
a los ojos de tu amante
soñador?

   ¿Es que tienes un palacio
de diamante, de topacio,
en un mágico país?
¿Es que algún genio te manda
a Bagdad, a Samarcanda
o a París?

   ¿O en el carro de algún mago,
o en un cisne, sobre un lago,
como un ramo de jazmín,
vas brindando tu delicia
mientras suave te acaricia
un hermoso Lohengrín?

   Deliciosa chiquitina,
que en tu risa cristalina
das la gama del amor;
mariposa pintoresca,
siempreviva siempre fresca
de perfume embriagador;
Yo sabía

   que por ti la luz del día
recelosa estaba y fiera;
que por ti sufre y se irrita
la envidiosa señorita
Primavera.

   Pero, ¿dónde estás, mi vida?
Si en un bosque estás perdida,
o en un negro torreón,
donde el vivo amor te prende
de algún genio, de algún duende
de la corte de Oberón;

   si un osado caballero,
como a un ángel prisionero,
te llevó,
mi Zoraida, mi Fátima,
quien te busque y te redima
seré yo.

   Pero mándame un mensaje
con tu enano, con tu paje,
con el viento, con el sol,
o, aromado con tu aroma,
que lo traiga una paloma
tornasol.

   ¿Vuelves? ¿Vienes? ¡Estoy triste!
Más cruel dolor no existe
que el no verte nunca más.
Dime, perla, margarita,
primorosa muchachita,
¿dónde estás?


Versos Negros

¿La danza macabra?
¡No hay baile mejor!
La luz es la luna:
bastarda de Dios.

   Los sones los tocan
orquestas de horror.
El búho es el chantre,
y el sapo el trombón.

   Se canta el ocaso,
la muerte del sol;
las tristes miserias
que da al soñador

   la cuna, la dicha,
la amable ilusión,
laureles y mirtos,
incienso, alcohol.

   La danza macabra
la vemos en pos
del alma y del sueño,
como una visión.

   Bendita la bruja
que al sábado envió
la blanca doncella
de tímida voz.

   ¿La zambra nocturna?
¡Soberbio Behemot!
¿La danza macabra?
¡No hay baile mejor!


Flores Lívidas

Las sonrisas sin encías
y las miradas sin ojos,
las visiones de los sueños,
de los pálidos neuróticos,
invisibles enemigos,
implacables odios póstumos,
hacen que dé su flor lívida
el rosal del manicomio,
que crece y que tiene savia
con la sangre de los locos.



************************************

1892

Enero 1 “Los regalos de Puck”. Diario del Comercio, San José, Costa Rica.
Enero “Tutecotzimí”. Revista de Costa Rica.
Mayo 11 Se embarca en Puntarenas para San José de Guatemala en el vapor Barracouta.
Mayo 21 “Hoy a las 5 p. m. fondeó el vapor inglés Barracouta trayendo a los pasajeros siguientes... Rubén Darío”. Diario de Centro América.
Mayo 25 Diario de Centro América informa que Rubén Darío ha sido nombrado secretario de la delegación de Nicaragua a las fiestas del 40 centenario del descubrimiento de América.
Junio 21 “Sinfonía” El Heraldo de Costa Rica. (Es la tarde gris y triste...), firmado el 16 de mayo en Amapala, Honduras. Único poema escrito en Centro América que aparece en Cantos de Vida y Esperanza.
Junio 24 Darío se embarca en el puerto guatemalteco de San José en el vapor Barracouta para Corinto.
Julio 11 Llegan a Panamá Fulgencio Mayorga y Darío.
Julio 21 Se embarca en el vapor México, que zarpa de Colón para La Habana.
Julio 27 El vapor México atraca en La Habana, donde desembarcan los delegados Mayorga y Darío.
Julio 27, 28, 29 y 30. La Habana. Encuentro con Julián del Casal. Banquete de los intelectuales en honor de Darío.
Julio 30 El vapor Veracruz zarpa de La Habana, llevando a los delegados nicaragüenses, hacia España.
Agosto 14 Mayorga y Darío llegan en el Veracruz a La Coruña, España.
Agosto 15 Llegan a Santander.
Agosto 16 Darío y Mayorga llegan a Madrid.
Septiembre, octubre y noviembre Participa en los diversos actos en honor a Cristobal Colón. Recepción en casa de Juan Valera en honor de Darío. Conoce a los grandes intelectuales españoles. Escribe los poemas “A Colón,” “Pórtico”, “Elogio de la seguidilla” y “Blasón”. Ilustración Española publica “Friso”.
Octubre 7 La reina Cristina, gobierno y delegados parten a Huelva. Darío toma parte en la comitiva.
Octubre 12 Gran festival popular en Madrid, celebrando el 4to centenario del descubrimiento de América.
Diciembre 4 De regreso de España pasa por La Habana, pero no desembarca.
Diciembre 11? Desembarca en Cartagena de Indias, Colombia, y visita al Dr. Rafael Núñez.

Regalito de Boda

A Alejandro Jiménez.

Corona de olor balsámico
tu novia lleva al altar,
corona de epitalámico
azahar.

   Bendigo a la buena estrella
que te convierte en casado.
¡Y qué bien que la has cazado!
¡Y qué bien te cazó ella!

  Al darte su linda mano
te estrecha un nudo hechicero,
que es, amigo, un verdadero
nudo gordiano.

   Yo, que soy del gremio, te hablo
con verdad plena:
¡suele ser cosa muy buena
la Epístola de San Pablo!

   Tus bodas ejemplo son
que ha de tornar en marido
a más de un empedernido
solterón.

   Dios bendiga el santo lazo
que hoy te da delicias nuevas.
¡Qué joya la que te llevas,
picaronazo!

   Al amigo abrazo ahora,
que feliz merece ser;
y saludo a la señora
que era señorita ayer.

(San José, Costa Rica, mayo, 1892)


A Francisco Valiente

Artista de la luz que bien dominas
y por la luz el pensamiento abarcas
y siguen en las ondas argentinas
las góndolas de amor, las dulces barcas.

Nada se oculta a tu fulgor supremo,
la linda ama a quien amores canto,
diría del bajel en que yo remo
cuando da al aire su cerúleo manto.

Su manto en que las perlas abrillantan
las ilusiones del amor dormidas,
el peplo de armonía en donde cantan
las estrellas del cielo desprendidas.

Ante el poder de la belleza ingente
que como lumbre de los dioses arde,
dichoso tú que firmas hoy Valiente,
porque yo siempre firmaré Cobarde.

(San José, Costa Rica, 1892)


La negra Dominga

Fragmento

¿Conocéis a la negra Dominga?
El retoño de cafre y mandinga,
es flor de ébano henchida de sol.
Ama el ocre y el rojo y el verde,
y en su boca, que besa y que muerde,
tiene el ansia del beso español.

   Serpentina, fogosa y violenta,
con caricias de miel y pimienta
vibra y muestra su loca pasión:
fuegos tiene que Venus alaba
y envidiara la reina de Saba
para el lecho del rey Salomón.

   Vencedora, magnífica y fiera,
con halagos de gata y pantera
tiende al blanco su abrazo febril,
y en su boca, do el beso está loco,
muestra dientes de carne de coco
con reflejos de lácteo marfil.

(La Habana, 30 de julio, 1892)

--------------------------------------------
ÁLBUMES Y ABANICOS


En el álbum de Delfina Icaza

Duermes feliz cual cisne en la laguna,
en éxtasis sublime, arrobador,
lánguida cual un rayo de la luna,
fresca cual el perfume de la flor.

Imagen celestial, blanca azucena,
nítida rosa que perfuma el sol,
abre tu cáliz de rocío llena,
y esparce tu perfume en el amor.

Cándida hurí de los harem del Asia,
alma de pura y virginal beldad.
Zafir brillante, sonrosada acacia
acoge este suspiro de amistad.

(Este acróstico fue escrito en León, junio, 1892)


En un álbum

Las almas sensitivas
y todos los petas soñadores,
proclaman como rey de los olores
el olor virginal de las flores vivas.

-----------------------------------------------
SIN FECHA EXACTA O LUGAR PRECISO

Chi-Chá

De tus labios, vivas rosas
en que Amor su sed no sacia,
vi volar las mariposas
de la gracia.

   ¡Ve que tema!
¡Tu picante gracia criolla!
¿Qué poeta desarrolla,
sin temblar, ese poema?

   «Chi-Chá» suena como un beso,
mejor dicho, como dos.
Di: ¿no es eso
toda la gracia de Dios?

   Venus te enseñó el reclamo
de tu risa cristalina;
y a tus pies deshoja un ramo
Colombina.

   Florido en la tierra indiana
ves el árbol del limón,
primorosa prima hermana
de Mignon.

Una gota
de tu miel y tu canela,
inspiró a España su jota
y a Italia su tarantela;

   que en la linda aristocracia
de las damas y las rosas,
tuyas son las mariposas
de la gracia.

Eres, niña,
ramillete de uvas fresco
que ve en la fragante viña
más de un gorrión picaresco.

   Pero, ¡ah!, justo es que recuerdes
que, aunque ellos arman camorra,
yo digo, como la zorra,
¡que están verdes!

(¿Diciembre?, 1892)


Respuesta a un madrigal

Si es que el alba amorosa en los cristales
sueña azul sobre gotas de rocío,
y dan tinté azulado al cristal frío
los líquidos efluvios matinales,

es que el alba, copiando en vivo anhelo
la luz azul que tu mirada vierte,
por ver algo mejor que el mismo cielo
se asoma a tus cristales para verte.


Canción de España

Existe en el salón de porcelana
del Palacio Real una Diana
labrada en alabastro. Es blanca y bella.
La divina doncella

   decora el borde fino de una mesa.
Al mirarla he pensado
en la dulce princesa
que allí la joven frente ha reclinado.

   Y en los gallardos pajes,
imberbes Endimiones,
que llevaban, antaño, en los salones,
las largas colas de los regios trajes...


Mensajero Sublime

Bajo un límpido azur, cuyo rayo
flordelisan los astros de fuego,
como un dios en su carro marino
que arrastraran cuadrigas del viento;
fue Colón, el Mesías del indio,
que llegó al misterioso hemisferio
a elevar el pendón de Castilla
del gran sol en el cálido reino,
y a llevar la palabra de Cristo
con la insignia de brazos abiertos.


Canción a Angélica Palma

Tu rostro de joven diosa
una linda estrofa alegra:
tus ojos, con rima negra;
tus labios, con rima rosa.

   Tu bella alma solitaria,
como una esencia ideal,
halló en tu forma carnal
femenina urna estatuaria.

   Mas con el alba naciente
que en tu pura frente está,
eres, Angélica, la
Bella del Bosque durmiente.

   Aún no ha entreabierto la flor
su tesoro de carmín
en el divino jardín
del palacio del Amor.

   ¡Que llegue el Príncipe azul,
te dé el beso del encanto,
ponga en tus ojos el manto
y te lleve a su Estambul!

   Saluda, niña gentil,
a Broncelianda, mi amiga,
cuando en los aires de abril
rijas la alada cuadriga
de tu carro de marfil.

(Madrid, 1892)


Cabecita Rubia

Tus cabellos de oro son del siglo de oro.
Sólo tus cabellos valen un tesoro,
oro que a la tierra nos envía el sol.
Y eres tan graciosa y eres tan bonita,
que tu blonda imagen en mí resucita
toda una leyenda del suelo español.

   Tu cabeza es oro de veinte naciones,
oro que llevaron todos los galeones
y que nunca pudo tener el inglés.
Y aunque te la ciñas o te la desates,
tu cabeza es oro de veintiún quilates
que trae homenajes de amor a tus pies.

   Tus coqueterías son de la Giralda,
y si tus pupilas no son de esmeralda,
tienen el misterio del Guadalquivir;
una vez América las ve y no se engaña;
en ellas se encienden los soles de España,
ojos que nos dicen: ¡amar... y morir!

   Tal mi fantasía sueña Andalucía,
ojos que parecen de la luz del día,
ojos que han nacido de la obscuridad:
que son de igual modo como dos luceros,
como dos caricias, como dos aceros
que en los corazones se hunden sin piedad.

   Boca soñadora de rosa y de mora,
estuche que guarda perlas de Basora,
dichas de un ausente, sueños de un Don Juan.
¡Oh gentil gitana, con ese salero,
pareces la amada rubia de un torero
que fuese poeta, guerrero o sultán!

   Mas mi fantasía –indiana o moruna–
quisiera mirarte, con luz de la luna,
asomada al marco de altivo ajimez;
y al cantarte muchas cosas pasionales,
besar con mis labios tus labios sensuales,
mientras que la escala se llega a mis pies.


Balada del Rebaño de Hugo

Claudicante, viejo, solo,
viene del Polo el invierno;
Eolo sopla en su cuerno
saludando al rey del Polo;
al son del cuerno de Eolo
junta el gran mar su clamor;
sobre el oceánico hervor
da el tritón su canto extraño,
y con su crespo rebaño
pasa el terrible pastor.

   En la granítica punta
de un escarpe, el faro brilla;
la gaviota blanca chilla
a la nube cejijunta;
la luna, virgen difunta,
lanza un espectral fulgor;
con su gongo aterrador
el trueno golpea el risco,
y camino del aprisco
pasa el terrible pastor.

   Arriba, un negro cochero
que lleva un siniestro coche,
corre y agita en la noche
el relámpago de acero.

   Al sentir el golpe fiero,
la cuadriga del terror,
relinchando de dolor,
sobre el mundo se despeña...
La onda su toisón desgreña.
Pasa el terrible pastor…

ENVÍO

   ¡Burgrave Hugo! ¡Emperador!
De tu clarín visionario
se oye el inmenso clamor,
cuando en el mar solitario
pasa el terrible pastor.

¿1892?

----------------------------
ÁLBUNES Y ABANICOS


En el álbum de la Señorita
Cristina Díaz Granados

¡Cristina! Las pálidas mujeres antiguas
que oían de Cristo la mística voz,
morían sonriendo, regaban su sangre
cual rosas llevadas de un viento de horror,
que vieran la eterna feliz Primavera
de un mundo en que ardiese la llama de Dios.
¡Cristina! Contigo yo fuera a la arena,
vería sin miedo venir al león,
pues fueras el ángel que diera a mis ansias
la gloria del alba de un cielo de amor.

(La Habana, diciembre, 1892)

----------------------------

SIGUIENTE : Poesía dispersa de Rubén Darío (1893-1907)

ANTERIOR: Poesía dispersa de Rubén Darío (1884-1886)

-----------------------------


No hay comentarios.:

Publicar un comentario

Gracias por sus comentarios. Recuerde ante todo ser cortés y educado.

Entradas populares