Anécdotas de Jaime Marenco Monterrey - Rivas

HISTORIA DE LA YELBA RUIZ (La Chelín)



Yelba Ruiz, nació en San Rafael, pequeña comarca del municipio de Rivas, carretera a Tola, a pocos kilómetros de la ciudad. Su padre Antonio Ruiz y su madre Ofelia, sus hermanos, Alicia, Ofelia y Wilfredo.
Esta dama transita por todo Rivas a cualquier hora del día o de la noche, con su caminar de pasos cortos pero rápidos, tan rápidos que pareciera no tocar el suelo, camina como si tuviera prisa por llegar a algún lugar donde no hubiera maldad ni egoísmo, camina vestida con cualquier ropa que le regalan, pero es muy común verla desnuda, con una desnudez inocente, con una desnudez de niña, entonces alguna dama le regala alguna prenda para cubrirse, supuestamente para hacer una caridad o a lo mejor para limpiar algún pecado cometido.
A la persona que encuentra le pide un chelín, tal vez por costumbre, porque no se da cuenta de que un chelín no tiene ningún valor.
Camina siempre con una sonrisa a flor de labios. Si llueve ella esta sonriendo y si no, también; si come o no, si duerme o no; para ella da lo mismo, yo siempre la he mirado sonriendo.
En una ocasión la estuve observando, estaba en una gasolinera completamente desnuda, estaba haciendo el amor con un enajenado, ella sonreía (nadie sabe si sonríe de tristeza, nadie sabe si su risa es realidad), pero una cosa es segura: que es feliz como un niño, o como un ave que vuela en las alturas donde todo es puro, sin contaminación ni contradicción, porque es una contradicción regalarle algún dinero o una prenda de vestir y no darle comprensión, o al menos una sonrisa de indulgencia. “(¡Oh, chelín! Aprendiste a vivir como los astros, libre en medio de lo que es sin fin y sin que nadie te alimente)”.
Dice un adagio que el hombre feliz no tenia camisa. La chelín es feliz porque no tiene vestido.
Que estas líneas sirvan para que los rivenses le demos comprensión, cariño, y aliviemos un poco su indigencia, porque todas estas personas que forman parte de nuestro entorno, de nuestra sociedad de una manera u otra, contribuyen a la gloriosa historia rivense.
Un País Increíble
En un dormitorio, acostado se encontraba un niño, de pie junto a la cama, su padre que decía:
—Bueno hijo, póngase la pijama y duérmase.
—Papi contame un cuento. Contestó el niño.
—Ya es tarde hijo, mañana se lo contaré.
—No papi, ahorita para que me dé sueño y después me duermo. Se lo juro.
—Bueno hijo, se lo contaré— dijo el padre sentándose en la cama,— pero prométame que se dormirá después del cuento.
—Te lo prometo papi— dijo el niño acurrucándose en sábanas y almohadas, y con toda atención escuchó al padre que decía:
—Hijo, esta es la historia de un país muy lejano, lo conocí hace mucho tiempo, con una extensión territorial de 121.428 Kilómetros cuadrado de tierra seca y 10,384 Kilómetros cuadrado de ríos, lagos y lagunas, una población de varios millones de habitantes, tiene costas muy bellas en el océano Pacífico y Atlántico. Tiene dos lagos: en el centro de uno de ellos se encuentra una gran isla con dos volcanes, eso hijo, es una maravilla y que contradicción, con tal cantidad de agua, sus habitantes tienen escasez del líquido: se puede imaginar Ud eso?
—Ese país con esas condiciones debe de ser muy próspero, muy rico. Verdad Papi?.
—No hijo, sus habitantes deberían de vivir felices, más no es así, muchos de ellos han emigrado hacia otros países, buscando trabajo y seguridad para su familia.
—¿Por qué papi, siendo un lugar tan bello y con tantos recursos emigra la gente a otros países?.
—Es porque en ese país hay poco empleo, mucha inestabilidad y ha habido muchas guerras, existen muchas familias pobres, y eso lleva a la delincuencia y otras miserias.
—Papi, cual es la causa de ese mal?
—Fíjese hijo, ese país ha sufrido pérdidas en su territorio, ha tenido guerras, terremotos, sequías, inundaciones, erupciones volcánicas, maremotos, huracanes, plagas, invasiones de piratas, intervenciones y ninguna de esas tragedias ha sido la causa de la pobreza de ese país.
—Papi, entonces cual es la causa?, como perdieron esos territorios.
—Una de las causas es que sus habitantes no se ponían de acuerdo para trabajar juntos, gobernar juntos, sin celos ni envidias, ni prepotencia. Por eso siempre la armonía en las relaciones es fundamental para que funcione cualquier proyecto. Las guerras eran comunes entre ellos. Como consecuencias de esto, países vecinos se aprovecharon e incluso algunos de sus habitantes cooperaron con el país anexionista, para que llevara a cabo sus planes imperialistas. Otra de las causas es que los funcionarios piensan en el estado botín piensan sólo en beneficio propio y esto lo practican a cualquier costo, no importando los medios, no tomando en cuenta la ética ni la moral, esto desgraciadamente carcome a la sociedad en general, va en detrimento de sus principios.
—¿ Papi, que significa estado botín?
—Significa que el dinero del Estado a emplearse en proyectos y obras sociales, es utilizado por funcionarios en beneficio propio.
—Papi, me hubiera contado algo más bonito, porque este cuento me dan ganas de llorar al oír tanta desgracia que sufren esos habitantes.
—Bueno hijo, otro día le relataré un cuento de hadas, de caballeros, de príncipes y castillos. Pero todavía le falta oír algo más y esto le va a gustar menos, pero así es el cuento. Han contaminado ríos y lagos, han destruido bosques, están haciendo todo lo humanamente posible para destruir un lugar tan bello.
—Papi, cual es la forma de ser de esas personas tan raras.
—Esas personas son alegres, sinceras, habladoras, cantadoras, destructores, haraganes, sentimentales, mentirosos, amorosos, autosuficientes, sabelotodo, poetas, dicharacheros, orgullosos, valientes, cariñosos, fachentos, inventores, fantasiosos, viajeros, desordenados, yoquepierdistas, confianzudos, sinvergüenzas, arrogantes, bailarines, descorteces, pendencieros, mal hablados, vulgares, audaces, amistosos, malandrines, guatuceros, viven el momento.
—Papi ¿Qué significa esa palabra guatucero? ¿Cómo es posible que haya personas con tantas cosas al mismo tiempo?
—Esa palabra guatucero se origina de un roedor llamado guatuza, y guatucero le llaman a un rifle antiguo y a la persona que miente o engaña. Hijo, es un país increíble, sus habitantes tienen un dicho:”el corcho se hunde y el plomo flota”.
—Papi, que quiere decir eso?
—Eso quiere decir que las cosas son al revés, lo contrario a como deberían ser.
—Papi ese cuento no me gusta, es muy triste y parece que a Ud. le da nostalgia, lo noto pensativo y triste.
—Hijo, mañana le contaré otra historia más bonita, duérmase ya, que tiene que levantarse temprano para ir al colegio— Buenas noches hijo—dice el padre cerrando la puerta y apagando la luz.
Buenas noches papi—Dice el niño bostezando lloroso,—no se sabe si por el bostezo o por estar pensando en el País Increíble.


LA LEYENDA DE LOS DOS VOLCANES

(Dedicado al Dr. Jaime Incer Barquero).

Me encontraba en una casa de la Isla de Ometepe, si acaso se le puede llamar casa, muy humilde, con una cocina y un cuarto donde dormían 6 personas, entre ellas un anciano de edad indefinida, su cara llena de arrugas y en su boca la ausencia de dos piezas dentales en la parte superior y dos piezas dentales en la parte inferior, se veía un anciano de experiencia, hablaba mucho y al hacerlo expulsaba saliva por la ventana que formaba la ausencia de los cuatro dientes.

Me había dirigido a esa casa por recomendaciones de que ese anciano, era un hombre que conocía mucho de tradiciones y leyendas. Estuvo platicándome de su familia, de sus antepasados y de los indios que habitaron la Isla de Ometepe.
Me decía que los volcanes eran sus dioses y que la isla, era un santuario que tenía que ser visitado por todos los indígenas, nadie debía morir sin haber estado por lo menos una vez acompañando a los dos volcanes.
Le pregunté al anciano la creencia del porqué, a los dos cerros los tomaban como dioses.
—Ah —me contesto— esa historia es larga y muy antigua, uuuuh antiquísima, tal vez en otra ocasión se la cuente.
—Sabe —le dije— me gustaría escucharla ahora, pues tengo tiempo porque me quedaré a dormir en la isla.
—Bueno, vamos a ver.
El anciano se levantó de la pata de gallina donde se sentaba y de un pocillo enlozado blanco descascarado, que estaba en la mesa, extrajo un puro que ya tenía consumida la mitad, después el anciano se metió a la cocina y tomando un tizón que lo acercaba para hacer contacto con el puro y encenderlo, haciendo mucho esfuerzo por la falta de las piezas dentales, pero después de varios intentos el puro se encendió y el anciano se sentó de nuevo en la pata de gallina.
Con su frente arrugada y sus ojos casi cerrados dijo:
—Vera, es una leyenda muy hermosa y triste, que trata de la formación del lago y los dos volcanes.
Yo me acomodé lo mejor que pude en un tronco, porque esperaba oír algo novedoso, porque nunca había escuchado algo de la formación del lago y los volcanes.
El anciano después de exhalar el humo del puro en dos ocasiones y con el dedo índice sacudiendo el puro para tirar las cenizas me dijo:
—Hace mucho, muchísimo tiempo, no existía el lago ni los dos volcanes, esto era un paraje extenso, un valle propicio para la caza y la agricultura, estas tierras eran habitadas por agrupaciones dispersas, que una vez estaban en un sitio y otra vez en otro, posando en cada lugar de dos a cuatro años, luego emigraban, pero siempre en los parajes de este valle.
Su alimentación básica era: hierbas, frutas, raíces y carne, no conocían el fuego. Tenían un jefe o dirigente muy joven, que había heredado el cargo de su padre, muerto repentinamente. El joven era ágil, fuerte, hermoso y como su padre, había aprendido hablar con los dioses, estos le recomendaban hacia donde podía moverse o emigrar, pero siempre dentro del perímetro del Istmo, porque este sitio era sagrado, este sitio era la morada de los dioses.
Este joven jefe, tenía el nombre de karmakirra (El poderoso) y a pesar de su juventud, era apreciado y respetado por su pueblo.
Un día de tantos decidió casarse, escogiendo para esto a una joven con un cuerpo bien formado, con su pelo negro, y cosa rara, el color de su piel era blanca y sus ojos celestes, por estas condiciones sobresalía entre todos los de su raza.’
Llegó el día de la boda, hay gran festividad y todo fue alegría, porque la pareja de recién casados trasmitían dicha y felicidad.
Pasaron los días y meses, los jóvenes no cabían de gozo, y este se aumentó cuando la joven empezó a engordar, producto del embarazo que naturalmente tenía que llegar a los 9 meses.
La joven dio a luz, una pareja de niños; uno era de sexo masculino y el otro de sexo femenino; los del pueblo comentaban que este caso raro sería de buen agüero decían unos y otros traerían desgracias, pero con el tiempo, al ver lo lindo de los niños se olvidaron de los agüeros y se dedicaron a querer a estos niños y por supuesto, los mas orgullosos y felices eran los padres por la llegada de estos lindos retoños.
Los habían bautizados;—al niño como Waiknawanki, que significa:—hombre grande y a la niña como Yamnienjal, que significa: EL ángel hermoso.
El padre fue a consultar a los dioses y preguntarles cual sería el futuro de estos niños.
El Dios le contestó que sus hijos serian felices, porque iban a ser adorados como dioses.
Con estas predicciones fue contento a darle cuenta a su esposa del futuro de sus hijos.
Pero va un día aciago, de lluvia, relámpagos, truenos, temblores y terremotos, el aullar del viento, que esa noche parecía que el mundo se extinguía, pero pasó la noche y apareció el día y con este, la calma.

La joven madre al despertarse se da cuenta que sus dos criaturas, sus dos lindos hijos, no se encontraban junto a ella. Con sorpresa y angustia le cuenta al marido de la desaparición de los niños para que inicien la búsqueda. Inmediatamente, ponen en movimiento a todo el pueblo, para dar con el paradero de los niños.
Pasan días sin encontrar una señal de ellos y tan afanados estaban en la búsqueda que no habían notado el surgimiento de dos volcanes en el centro del valle.
El cacique en su infructuosa búsqueda, consultó a los dioses y les preguntó:
—¿Dónde están los niños? ¿Están vivos o muertos? Ustedes habían pronosticado que serian venerados por su pueblo. ¿porque no los encontramos?
Los dioses contestaron:
—Los niños están entre ustedes y serán la gloria de su raza y las razas venideras.
¿Pero por qué no los hemos visto?—Dice el jefe— si están entre nosotros ¿dónde están? ¿Será necesario recorrer mas distancia para abarcar más espacio?, mi esposa está dispuesta a hacer cualquier sacrificio.
—Si quiere tu esposa buena vista, yo se la doy, si quiere alas para abarcar distancias, yo se la doy, pero tus hijos están entre ustedes.
—Mi esposa tan desesperada que está dispuesta a mejorar su vista y tener alas para buscar mejor.
—Bien karmakirra, regresa a tu casa que tus deseos son cumplidos.
El joven regresa al encuentro de su esposa, la busca en su casa sin resultado, sorprendido por la ausencia empezó a dar voces para hacerse oír pero sólo recibía silencio, escuchaba el gorjeo de un ave, de colores muy bellos que lo observaba taciturna, los colores del ave eran: blanco que significa pureza, negro que significa sufrimiento, celeste que es el color del alma, en el cuello un hermoso collar negro coralino y rematando su cabeza un penacho largo, negro, que era distintivo de dignidad. El joven se queda extasiado mirando aquella ave que le recuerda a alguien, que le inspira cariño, hasta darse cuenta que esa ave, era su esposa como se la habían descrito los dioses.
El ave lo miraba con ojos de angustia, de amor y dolor. El joven acercándose le dice:
—Tú eres mi esposa adorada y has hecho el mayor de los sacrificios con tal de encontrar a nuestros hijos. Tu bien sabes que te amo que siempre te amaré, te deseo la mejor de las suertes para encontrar a nuestros hijos y tu nombre será Urrakat que significa lo más bello.
El ave con un gorjeo remonta las alturas y se elevó tan alto que llegó hasta la cúspide de los volcanes que para ella eran cosa nueva, pero desde el primer momento los volcanes le inspiraron confianza y por eso siempre revoloteaba en la cúspide de ellos, en busca de sus hijos, suspirando; ¿Dónde están? y Urrakat, lloraba y lloraba inconsolable.
En aquel paraje de los dos volcanes, era continua la llovizna, que eran las lágrimas de Urrakat.
Pasaron años de esta búsqueda y fueron tantas las lagrimas derramadas por Urrakat que se formó un gran lago y en el centro sobresalía una pareja de hermosos volcanes, estos eran los hijos de Urrakat, se comunicaban entre ellos y se dolían del sufrimiento de su madre, pero al mismo tiempo se consolaban por el destino que tenían, que era proteger a su pueblo desde las alturas. Y Colorín Colorado, este cuento se ha acabado.
El anciano guardó silencio, el puro hacia tiempo se había apagado, el anciano lo quedó mirando, sacudió la ceniza y poniéndose de pie, se dispuso a guardar en el pocillo lo que quedaba del puro, regresando a sentarse esperando que yo le comentara algo.
Yo presentía que este relato estaba inconcluso, algo le faltaba para rematar como todas las leyendas. Sentía gran desasosiego porque no estaba satisfecho, y le pregunté al anciano:
—Bueno ¿y qué pasó con Urrakat?, con el lago y los volcanes?
Por primera vez, vi. al anciano sonreír, con su ventana en la boca por la falta de sus piezas dentales y me dijo con una voz doctoral que me sorprendió:
—Hay cosas que tienen principio y no tienen fin. Está de ejemplo: el lago y los dos volcanes…
—¿Y Urrakat? —Insistí.
—Urrakat? —me contestó el anciano— ella anda por toda la isla preguntando: ¿Dónde están? Usted debe observar las Urracas de esta isla que son las más lindas y hermosas de Nicaragua por su gran colas y su largo penacho y si escucha con atención va oír como un eco que se pierde en el bosque: ¿Dónde están?, ¿Dónde están?
Me levanté del tronco y me despedí de aquella gente que me había relatado una leyenda muy hermosa.
Tomé el sendero para llegar a la carretera y abordar el bus que me condujera a Moyogalpa, de pronto escuché un ruido de ramas que venía de un piñuelar, observando con atención descubrí un gran pájaro blanco y celeste con su gran cola y su penacho negro y me pareció escuchar una voz que salía del piñuelar diciendo: ¿Dónde están?, ¿Dónde están?
Miré un rato para convencerme de la realidad y decidí emprender el camino, pero antes eché un vistazo a la humilde casa que había dejado atrás, y en la entrada de ella, el anciano me observaba con su cara llena de arrugas, sus ojos entrecerrados y una sonrisa llena de burla, de sabiduría o de misterio.


POBRECITA NICARAGUA

Corría el año 1982, por más señas el mes de marzo, me encontraba frente a la farmacia Los Ángeles del doctor Guillermo Jiménez (El Bull), en un solar vacío que antes fue la casa de habitación de don Felipe Salinas, esposos de doña Amelia Martínez, que se mantenía en una miscelánea donde vendía frutas y productos de la finca.
Un grupo de personas estacionadas en el solar observábamos una manifestación con un poco de temor e inquietud. La marcha venia del lado del mercado, en esa época se acostumbraba que las manifestaciones pasaron por el mercado para engrosar las filas con las sufridas mujeres de delantal. Los manifestantes venían entonando consignas: “patria libre o morir”, “patria o muerte, venceremos”, “en la montaña enterraremos el corazón del enemigo”, “el que se cruce de la raya le rompemos la papaya”, “un solo ejercito. Un solo ejercito”, “pueblo únete”, “si Nicaragua venció, el salvador vencerá”, y tantas consignas más que se usaban en la en esa época. Una de las personas presentes en el grupo de observadores eran don Eloy Canales Rodríguez, que se notaba con una gran tristeza y movía pausadamente la cabeza de derecha a izquierda, repitiendo: “pobrecita Nicaragua”, “pobrecita Nicaragua”.
A partir de la revolución, se enfermo de tristeza. La tristeza es una enfermedad no diagnosticada y con un mal pronóstico. En esa época don Eloy padecía esa enfermedad: la tristeza; y al poco tiempo murió. Don Eloy Canales fue mi maestro en primaria en el instituto Rosendo López, también en secundaria, en Managua, en el Instituto Nacional Central Ramírez Goyena (colegio destruido en el terremoto de 1972), también fue maestro en las calles, no necesitaba un aula para enseñar, no importaba el lugar ni el momento, el siempre enseñaba, incluso su forma y proceder eran una enseñanza.
A don Eloy siempre lo tenemos presente cuando nos decía: “hola Monsieur; ¿Cómo esta su mamita y su papito?” Siempre al referirse a los padres lo hacía con respeto, con cariño, y después del saludo de rigor hablaba de historia, de cultura y de otras cosas más.
 En ocasiones lo encontraba en el parque contemplando extasiado la iglesia san Pedro en Rivas, me contaba que era una de las iglesias mas armónicas, que era mejor que la catedral de León, que a pesar de ser mucho más grande, no tenía relación lo alto con lo ancho, en cambio la de San Pedro era bien proporcionada, bien armónica y guardaba una simetría correcta. También don Eloy me contaba sus viajes alrededor del mundo, y me decía que mi apellido era italiano, porque en una lápida del cementerio de Venecia había visto el apellido Marceno, también me decía que las pirámides de Egipto no le habían impresionado ni había sentido ninguna emoción, y donde él se sintió identificado fue en Atenas, Grecia. Decía que en una vida anterior había vivido ahí. Me contaba que había recorrido en México la avenida de insurgentes de 52 kilómetros, y dormía en los parques, y me hablaba de la laboriosidad de los japoneses, de los metódicos alemanes, de los fríos ingleses, me relataba la vida en el altiplano peruano y boliviano, y de los “ches” de las pampas argentinas, y tantas cosas que están en mi recuerdo, que son imborrables, inolvidables, inconmensurables.
Don Eloy era ferviente, católico, mariano, rosacruz, masón, pertenecía al club rotario, a la cruz roja, sindicalista, vegetariano, y a cualquier institución que lo invitara a cooperar, allí estaba don Eloy Canales Rodríguez, dispuesto a ello. Con su miserable salario ayudaba económicamente a gran número de personas, y ahorraba para hacer sus viajes alrededor del mundo, porque decía que era malo tener dinero, aferrarse a bienes materiales, de esa manera era universal.
En una ocasión, mientras don Eloy estaba en San Juan del Sur, bañándose, estaba intranquilo pues debía estarse fijando en su ropa, que la tenía en la costa, y tenía miedo que le robaran cien córdobas que andaba en a bolsa de su pantalón. Entonces tomó la decisión de salirse del mar, se fue a su pantalón, tomo los cien córdobas y los repartió entre unos transeúntes, volvió al agua y comenzó a bañarse feliz y sin preocupación. No tenía dinero, no tenia mujeres, creía en la reencarnación. Decía que él era sastre de abolengo, porque cinco generaciones de familia habían sido sastres. Para él todos los animales eran sus hermanos, y por eso sus habitaciones estaban llena de gatos y cucarachas. Decía que era ciudadano del mundo, era gran pacifista y gran propulsor de la unión centroamericana.
Los dos maestros más grandes que ha tenido Nicaragua nacieron en Rivas: don Emmanuel Mongalo y Rubio, don Eloy Canales Rodríguez
Don Emmanuel Mongalo y Rubio, el héroe nacional, muere en Granada, el primero de febrero de 1872, de tuberculosis. Don Eloy Canales muere en Rivas el 13 de agosto de 1982, de tristeza.
“Caramba, cuanta insolencia”. En la actualidad, el maestro siempre sigue mal pagado, con la diferencia de que antes, el maestro y el ministro eran mal pagados, ahora la diferencia de salario es desproporcionada. En recuerdo a los insignes maestros, Emmanuel Mongalo y Rubio y don Eloy Canales, hay que repetir la frase: “Pobrecita Nicaragua”, “Pobrecita Nicaragua”.


Jaime Marenco Monterrey 

Ciudad de Rivas, 2008

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