Remembranzas desde el Pool • Un paraíso destruido - Francisco López Urbina

Remembranzas desde el Pool, un Paraíso destruido es una obra de carácter ecológico, elaborada con mucho amor y empeño, con el propósito de tener conocimiento de la realidad adversa, que había prevalecido en la época de 1970 al 2000 en el sector del Pool, cuando grandes zonas verdes, rebosantes de bosques, fueron desforestados creando posteriormente uno de los graves y complicados problemas ambientales en el lugar.

La obra contiene una gran variedad de temas relacionados con la biodiversidad biológica: plantas, aves, animales de montaña, etc. que existieron, y que fueron exterminados; también el agua pura y cristalina, que fue fuente de vida, recreación y de un incipiente turismo; las excursiones, las vivencias, los sucesos, los recuerdos y las añoranzas, las meditaciones y los criterios de un grupo de excursionistas; los relatos, las leyendas, los poemas, sucesos reales y trágicos y reseñas históricas.

Se deleitarán con la verde selva y la fauna descritas y a medida que vayan leyendo e interiorizando el relato de la obra, comprenderá la relación que existía entre el hombre, las plantas, las aves, los animales de montaña, otras especies y su ecosistema, que dependían mutuamente el uno del otro, así como del medio físico en que vivían todos los seres vivos. Tendrán una noción cabal de los diferentes ecosistemas terrestres, que había en el Pool: bosques, montañas y selvas; también, los ecosistemas acuáticos: caños, arroyos, y los micro ecosistemas como charcos y pocitas estancadas.Conocerán muchos hábitats donde cada especie de plantas, aves, animal de montaña, etc., podía sobrevivir y hallar lo indispensable: refugio, alimento, espacio vital y agua, que el hombre modificó con la explotación de los Recursos Naturales.

Sabrán el porqué del predominio de los árboles de zopilote, causado históricamente por la explotación de los bosques y el proceso natural de los árboles para subsistir en un terreno estéril. Conocerán sobre la explotación de los Recursos Naturales, que se dio en el pasado siglo XX por empresas extranjeras, nacionales y contratistas locales.

Y observarán el impacto ambiental que se dio a mediados de la década del 70 hasta el 2000 en el Pool por la gran deforestación y la contaminación de las fuentes de agua provocado por la acción humana y la destrucción del Huracán Juana, que produjeronla más grande devastación de la biodiversidad biológica, de los ecosistemas y los hábitats de centenares de árboles, aves, animales de montaña, etc., y la alteración ecológica, negativa, del medio ambiente del Pool.


Entorno Familiar


En el hogar de la familia López Urbina había mucha actividad desde las cuatro de la mañana: en la cocina se dispersaba el humo del carbón prendido en el fogonero, mientras nuestra madrecita Bernarda Urbinacocinaba el “gallopinto”y preparaba el café; Juan de la Cruz aceitaba el rifle Remington 22 de repetición, José se ponía una camisa manga larga, Vicente afilaba los machetes y puñales y yo meponía las botas de hule. La casa estaba llena de preparaciones para la gira hacia el Pool.

Nuestra hermana Carmen y nuestros hermanos menores, Modesto, Mario, Felipe y Luis, ya estaban levantados también sentados en unos taburetes, con los brazos cruzados por el frío mañanero, observaban con atención cada movimiento que dábamos, y luego se juntaban en un rincón para hablar de algo. ¿Qué platicaban?¡Sepa Dios!

Antes de ir hacia el Pool, tomábamos un café caliente, acompañado de un sabroso y un rico pan de coco o de un bon bien aderezado con anís, bañado en mantequilla lavada, hechos por mi mamita. Siempre comíamos algo que nos sustentara, pues estar en ayunas y andar en la selva era muy arriesgado por la picadura de una serpiente venenosa o de insectos como avispas, alacranes,arañas picacaballo, cuyo veneno obra rápidamente sobre la sangre de la persona afectada.

Mientras tanto nuestramadrecita metía en un saco los nacatamales, un pindongo (nacatamal doble sin carne, pero bien condimentado) para Sebastián Jackson, una botella de café y pan, para nuestro almuerzo. Mirábamos el reloj para saber el tiempo. Esperábamos a Sebastián quien llegó un poco más tarde.

Nuestra gentil madrecita era de apariencia elegante,de buena estatura, algo gorda, de cabellera negra, caraovalada y sonrosada, ojos negros y expresivos, nariz regular, boca de hermosos labios y nacarados dientes y orejas grandes.

Algunas Sentencias de Sabiduría de Personajes:


Dichos de Personajesque vivieron en Bluefields, ya fallecidos, que recordamos con respeto y cariño, y que reflejan una sabiduría de la vida.

1- De Juan José López, nuestro difunto padre:

Por las mañanas, se piensa y se escribe mejor.

Tres cabezas piensan mejor que una.

Que cada barco aguante su vela (Cada uno debe asumir las responsabilidades de su oficio y de estado de vida)


2- De Bernarda Urbina, nuestra difunta madre:


No te deshagas de lo que tienes, porque no sabes el mañana.(Muchos se deshacen de sus pertenencias, sin pensar necesitaría luego de ellas en que apoyarse).

Hay que ser prudente, no actuar a la ligera. (Hay que razonar siempre, antes de actuar).

Si te ofrecen algo, no lo rechaces, porque la próxima vez no te ofrecerán nada. (Hay que mostrar gratitud por lo que recibimos).

No le tengas lástima, a quien no te la tiene. (Es el derecho a la autodefensa y el amor propio, de quienes no nos quieren y que nos pueden hacer algún daño).

La indiferencia es el peor de los desprecios.


3- Doña Mercedes Castillo (q.e.p.d.)

Los dedos de la mano son diferentes, pero son de la misma mano.Así son nuestros hijos.Son diferentes, pero pertenecen a un mismo padre y una misma madre.(Es el reconocimiento de las diferencias individuales que hay en los hijos).


4- Don Eduardo Gutiérrez (q.e.p.d.)

Renovar es vivir.(Cuando hay cansancio y fatiga en el vivir, hay que buscar espacios para el sosiego y la distracción.¡ Qué buena medicina para el estrés!

No hay que ponerle espuelas a la vida.(No hay que sobrecargarse de problemas que no sean prioritarios para resolver.)


Cada gobierno escribe la historia de su pueblo, de acuerdo a sus intereses


5- Don Edgardo Robleto(q.e.p.d.)


El hombre debe saber mantener su punto. (Tener criterio propio al tomar una decisión.)

(Información suministrada por el insigne profesor Juan de la Cruz López Urbina.)


DE LA AGUADORA A LA RUTA DE LOS SAÍNOS

Salida a la Aguadora

Este espíritu de sacrificio, de protección a sus hermanos menores, la actitud emprendedora y el testimonio cabal acerca de la fe en Dios, de nuestro hermano mayor, ejerció una fuerza moral sobre nosotros,modificó sustancialmente nuestras vidas, y que determinó también, en esto, nuestro amor a la naturaleza y la afición a las excursiones al campo.Tener un rifle Remington 22, de repetición,tuvo que ver con el inicio de las giras al Pool.

Un grupo de profesores y alumnos que manteníamos una apreciable relación de amistad, íbamos al legendario Pool los sábados o los domingos, donde pasábamos el día recreándonos largo rato en las maravillas de la naturaleza cuya intensidad, armonía, encanto y poder nos llenaba de singulares impresiones y agradables emociones que nos trasladaban a una realidad mágica y asombrosa que entonces podíamos contemplar, sentir, imaginar y palpar personalmente en este sitio.Nuestro interés vehemente por el Pool era parecido a la predilección de los viajeros hacia las peripecias, los riesgos, la diversión y el goce de los bellos paisajes.Entre los excursionistas, los profesoresJuan de la Cruz López, José López, Vicente López, Sebastián Jackson (Tatán) y yo, éramos los que frecuentábamos más el Pool. Personajes como el Hno. Walberto Rignwelski, F.S.C (q.e.p.d.), genio matemático norteamericano, de renombre internacional, el Hno. Luis Franco, gran pedagogo español,director del Instituto Nacional Cristóbal Colón y el Sr. Andrés Loquín, empresario francés yexgerente de la empresa pesquera “Casa Cruz”, nos acompañaban en una o varias ocasiones.También iban a veces, en compañía de nosotros los estudiantes Ernesto Sequeira (q.e.p.d.), Rodolfo García, William Wong y Leonardo Pérez.

Antes de salir mirábamos impacientemente el reloj, pues partiríamos para el Pool a las cinco de la mañana.

A las cinco empezamos la caminata hacia la loma de la Aguadora: pasamos entonces cerca del Hospital San Pablo en donde las bujías alumbraban los pasillos, y el centinela, un guardia nacional que portaba un Garand, resguardaba el hospital; luego descendíamos alegres y optimista por un áspero y pedregoso camino de una pendiente hasta llegar al lugar donde empezaba densamente el bosque abierto,de matorrales, árboles de zopilote y capirote.En este sitio se hallabana la derecha, a unos diez metros la casa de paja, de Manuel Conde, famoso zapatero de profesión, quien hacia calzado por encargo.

Avanzamos nuevamente sobre un terreno húmedo, sombreado por tacotales hasta una pendiente que conduce al caño que venía de la Poza del Diablo.En invierno bajar esta áspera pendiente borrosa, muy lisa, llena de charcos y grandes rocas, era difícil.Teníamos que ver atentamente el camino para dar un paso hacia adelante, asentar muy bien las botas, evadir los charcos de lodo, no perder el equilibrio, asirnos con fuerza a unas piedras para nocaernos. En circunstancias difíciles utilizábamos unas varas cortas, de manga larga, que servían como bastón para apoyarnos.Los más jóvenes y livianos saltaban de una roca a otra hasta llegar al borde del caño.

Mientras cruzábamos el caño sobre rocas, mirábamos las onduladas corrientes de agua, que chocaban violentamente con las rocas.Las ramas de los árboles frondosos y los tacotales cubrían el caño como un toldo de sombras en la que podíamos distinguir apenas las siluetas de unas lavanderas que madrugaron para aprovechar las mejores lavanderos y la mejor agua clarísima. Apoyando sus brazos extendidos en la piedra-lavandero,enjabonaban la ropa, la restregaban con fuerza moviendo sus brazos hacia adelante y hacia atrás, luego la golpeaban contra la piedra, la enjuagaban y enjuagaban y la retorcían finalmente.

Tan pronto como cruzamos el caño, el guía hizo la señal de partida; partimos para la Aguadora, pero esta vez teníamos que subir con dificultad una empinada loma que nos conduciría al puesto de operación de la Aguadora. No pasábamos por alto que ya estábamos en la selva con sus sorpresas inesperadas y los peligros inminentes.Debíamos andar cautelosos en un camino empinado, escabroso y empedrado.Antes de dar un paso hacia adelante debíamos estar ojo alerta,tener fija nuestra atención ante la peligrosidad de las serpientes y boas que a veces permanecían entre el monte o a la orilla del camino engullendo una presa como iguanas, conejos o ratones.Estas estaban siempre enrolladas, inmóviles, pero prontas en atacarante cualquier ruido extraño. Además, tratábamos de no tropezaren un laberinto de piedras salientes, grandes y pequeñas, en el camino, pues perder el equilibrio por un tropezón y caer de bruces sobre las duras e hirientes piedras era muy doloroso y penoso.

Mientras pasábamos cerca de la Poza del Diablo, deseamos con ansia verla rápidamente. Nos detuvimos y luego entramos en un caminito que conduce a un gran declive de una ladera de la poza.En el sitio alto pasábamos un rato ameno observando la más famosa de las pozas de agua clara, bastante amplia, casi circular.Ya había entonces algunas personas que madrugaron para bañarse.La plaza de la poza era espaciosa, cubierta de zacate de gallina y rodeada de tacotales y árboles grandes en donde escuchábamos el alegre y progresivo canto de muchos pajaritos. Durante el día la poza estaba llena de bañistas hasta bien tarde.Era el lugar donde se reunían los bañistas para realizar competencias, entre estas figuraban las luchas cuerpo a cuerpo, de tipo greco-romano, en las que los contrincantes debían tener fuerza física y muchas mañas, vencía el que conseguía que su rival cayera al agua de la poza.Los bañistas también competían en actividades de nado libre, del doble o triple salto, del salto de altura con impulso, de resistencia debajo del agua, de zapatazos. Puedo afirmar que Willie Hooker era el mejor saltador da altura, éste se lanzaba a la poza, desde una altura de nueve metros, aproximadamente.Este salto era muy arriesgado, pues el declive era muy inclinado, y si uno no lograba dar el impulso suficiente al cuerpo, podía caer en el borde rocoso de la poza y provocar un fin trágico, sangriento, mortal.Las actividades realizadas eran de una verdadera distracción, de gran alborozo efectuadas por los mismos bañistas. Para entonces empezaba a clarear el día y no teníamos más tiempo para demorarnos en este lugar.Continuamos nuevamente, paso a paso, la marcha en el áspero y pedregoso camino donde también interrumpían el paso nuestro las colgantes ramas de los arbustos y las hirientes navajuelares que producían molestias y cortaduras en la piel.

En una ocasión, en este mismo sitio del camino el guía se asustó de pronto y retrocedió rápido hacia atrás.En seguida levantó la mano izquierda haciendo el alto del grupo y de inmediato cargó el arma.Ver que algunos se adelantaban imprudentemente, le preocupó; sacó entonces su cutacha de la funda y la entregó al segundo del grupo.

—Vos, permanecé vigilante y atento conmigo— le dijo.

—¿Qué pasa, qué sucede? Preguntaron algunos que otros.

—Shss, shsss— el guía mando que hicieran silencio.

El guía retrocedió de nuevo, nervioso e hizo nuevamente el alto.Mirando al soslayo, señaló la orilla del camino donde estaba el peligro y se puso a la defensiva; mandó que pasáramos silenciosamente detrás de él y que no nos detuviéramos.

Después que el grupo pasó, el guía se alejó sigilosamente del grupo.Y mientras descargaba el arma, vio al grupo y dijo:

—Una boa bastante grande, de unos dos metros y medio, tragaba una iguana.Ella es inofensiva en este momento, pero no podemos ser confiados. Dejémosla en paz.Esto que pasó sirva de advertencia para todos, porque pudo ser una terciopelo, una barba amarilla, un coral o una Toboa, que no la ves.¿Qué sucedería?¡Dios nos proteja!A vos Miguel, Simón, nunca avancen hacia adelante cuando se da el alto al grupo, pues exponen la vida de los demás compañeros.El alto del grupo es alto, pararse todos.¿Estamos claros?

La Aguadora

Después de que atravesamos tan difícil trecho del camino empinado, pedregoso y escabroso, llegamos al sitio más alto de la loma, a una pequeña plaza donde sobresalía la casa en que habitaba el Sr. Marcial Rigby, Chatí, con su familia.

Nos separamos del grupo, buscábamos un lugar donde descansar; uno se acostaron en el suelo, sobre el zacate, otros se acomodaron en el corredor de la casa.Descansar, beber agua, chupar confites, revisar las armas y bromear con los compañeros eran las actividades que efectuábamos generalmente en este momento.Reunidos en la Aguadora, los excursionistas estábamos pendientes de la salida del sol.

En este emplazamiento vivía mi compadre Chatí, un alma y una vida ejemplar, dedicada al buen servicio de la comunidad blufileña.Le decía compadre, porque era padrino de Benito, su primer hijo varón.Su verdadero nombre es Marcial Rigby Bona, nacido en la comunidad de Halouver, el 9 de junio de 1918.

En la década del 60 comenzó a trabajar para la Empresa Aguadora como encargado de encender los motores, y apagarlos diariamente; además repararlos con la ayuda de los técnicos, cuando estos tuvieran desperfectos.

Escuchar su historia laboral impresiona por el esfuerzo sobrehumano, que tenía que hacer para cumplir con el horario de trabajo, que era de 20 horas al día, una desmesurada y descarada explotación, un provecho abusivo de su fuerza de trabajo.


Él nos dice que “el primer trabajador de la Aguadora aquí, en la loma fue mi padreIgnacio RigbyLockwood, quien estuvo acompañado de su esposa Rosita Bona Rigby.Trabajó durante doce años. Él vivía con su esposa dentro de la carrocería de un vehículo.No había entonces casa construida.El servicio de suministro de agua en Bluefields se estableció antes de 1950.


“Yo comencé a trabajaren la Aguadora, en 1968. Construyeron entonces una casa de tambo con madera de pino. En mi trabajo tenía que prender los motoresa las dos de la mañana y apagarlos a las ocho o a las diez de la noche.Eran 18 horas a 20 horas las que tenía que trabajar, ya que tenía que vigilar que los motores funcionaran bien.En este trabajo laboré durante diez años.Renuncié y regresé a Cukra Hill donde había trabajado anteriormente.Me sustituyó HeningstonIngramen el cargo, quien era maquinista, electricista y carpintero.El reparaba los motores y hacía cualquier otro trabajo, pero éste enfermó.El sustituto de Ingram vino después de Managua,le llamaban el maquinista. No tardó mucho tiempo en el cargo, pues se mató por una decepción amorosa, se tiró.Cuando muere HenningstonIngram, me llaman urgentemente, para asumir de nuevo el cargo. Ernesto Chamorro (Chamorrito) y Jorge Ingram que permanecían desde entonces, en la oficina, en Bluefields, eran los responsables de reparar los motores y reemplazar los tubos cuando estos se quebraran”.

Cuénteme, compadre, sobre los primeros trabajos que hicieron en esta loma y ¿en qué año comenzaron estos trabajos?

“Los trabajos comenzaron aproximadamente en 1950: Hicieron primero los pozos.Las perforaciones de los pozos las hacían desde un camión que tenía los instrumentos y la maquinaria de perforación. El camión era la base para hacer el pozo y limpiarlo.Luego metían en el pozo los tubos de acero, de ocho pulgadas; después metían el tubo de acero o de cemento, de cuatro pulgadas.Finalmente introducían una varilla metálica para succionar el agua.Al succionar el agua, ésta iba directo a la ciudad.Los técnicos tardaban de 2 a 3 mesespara hacer un pozo de 350 pies de profundidad, el límite para el bombeo.El tubo de acero de ocho pulgadas servía también para transportar el agua hasta enfrente del Hospital San Pablo, de allí la tubería se ramificaba hacia la ciudad, con tubos de cuatro pulgadas”.

Compadre, ¿tenían entonces muchos problemas con los motores y las tuberías?


“El primer trabajo que yo hacía era prender los motores a las dos de la mañana.Los motores funcionaban con diesel para succionar el agua.Durante todo estetiempo permanecía cerca del motor para vigilar su funcionamiento.A las ocho o diez de la noche paraba los motores.Los motores eran buenos, de 30 caballos de fuerza, que funcionaban muy bien.Cuando, en verdad, se descomponía un motor, arreglábamos el desperfecto en dos días.No había muchos problemas con la tubería”.


¿Cuándo llegó a este lugar, cómo era?¿Hasta dónde llegaban los animales salvajes?


“El bosque rodeaba este lugar, casi no había tacotales. Abundaban las aves como las loras, las palomas, las chachalacas, los picones (tucanes), los felices, los chocoyos, las viudas y muchos pájaros.Había muchas frutas como la piña, el nancite, el marañón, la guayaba,, el caimito de monte, la guaba, el jocote jovo, la manzana de rosa, que comían las aves. Aquí cerca hallábamos el venado muco, el cusuco, la güilla, el culumuco, el zorro cola pelada.No mirábamos fieras como el tigre o el león, no llegaban cerca.El ruido de los motores posiblemente los ahuyentaba.Eso sí, había bastantes serpientes y culebras como la coral, la barbaamarilla, la Toboa, la Boa, la Zopilote, la Chocoya yla Bejuquilla.La boa, la barba—amarilla y la Toboa cazaban siempre las gallinas ylos pollos que criaba mi esposa, Marina”.


¿En qué mes todo el bosque se cubría de color amarillo?


En el mes de mayo, compadre.¡Bien lindo, bien lindo!


Finalmente nos dice: Trabajé aproximadamente 50 años en la empresa Aguadora.Y como un acto de justicia pido a las autoridades de la empresa, me concedan el título de propiedad en el área donde vivo actualmente con mi familia.


En aquel momento veíamos a los campesinos que venían enlodados desde muy lejos, de sus fincas, con sus machos y caballos cargados de racimos de bananos cuadrados y patriotas, de sacos de carbón y de pichingas, y que iban a vender a su clientela estos bienes de consumo.


Causaba admiración el encanto del inmenso silencia del bosque y la calma de una serena mañana despejada.Nos agradaba la amenidad del lugar desde donde se dominaba en contorno una espléndida vista.La inmensidad del paisaje engrandecido por el vasto bosque de muchos kilómetros hacia el sur, el oeste y el norte, se extendía por las inmensas lomas como un amplio manto verde, que nos impresionaba por su belleza indescriptible.


Habíamos llegado a creer que estos bosques se conservaban como una reserva interminable, de valiosos recursos como el agua, los frutos, la madera, las plantas medicinales, los animales, el combustible… No sabíamos entonces que bosques como estos (bosques tropicales húmedos: BTH) cubrían en este momento 900 millones de hectáreasde nuestro planeta, y que estaban deforestando anualmente 7.3 millones de hectáreas, según estudio realizado (vía satélite) en 1981, por la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de las Naciones Unidas.


Jamás de los jamases pensamos entonces que la complicidad, la codicia, el subdesarrollo, el egoísmo, la impotencia, la ignorancia, la apatía y la falta de una visión presente y futura de los dirigentes políticos, líderes y personas irresponsables terminarían con estos bosques que estábamos contemplando desde la loma de la Aguadora.

Paisajes Extraordinarios


Apenas comenzó a resplandecer el sol detrás de la península de El Bluff, empezamos a caminar desde la Aguadora, por la vía principal al Pool.Las entradas a los otros caminos preferidos por los cazadores de animales silvestres se encontraban al oeste de Bluefields, a la derecha del rancho de Doña Pilar y en el costado norte del Cementerio San Juan de Dios, que convergía más adelante a un mismo camino.


Subir desde el camino a la cumbre de una de las lomas más altas desde donde percibiríamos una vista panorámica era entonces nuestro propósito principal.


Ya, en la cumbre de la loma nos quedamos atónitos, de mirar tantos y tantos paisajes bellos, cercanos y alejados, que formaban un conjunto de diferentes escenarios, que manifestaban lo trascendental de la naturaleza.La realidad parecía aquí una fantasía pictórica creada en el universo: las encumbradas lomas que rodeaban el Pool cubiertas de un verde oscuro y frondosos bosques de extraordinaria belleza natural, bajaban y subían las suaves ondulaciones hasta las cercanías de Bluefields.Más allá, en el lejano y dilatado horizonte un sol de oro y de fuego, coronado de áureos y refulgentes rayos, iba surgiendo poco a poco como una crisálida y una solemne y majestuosa gloria de la creación que anunciaba el nacer de una augusta aurora, de un nuevo día.


Contemplábamos cómo se alzaba el soberano sol, y en el azulado y vasto cielo una regia y deslumbrante claridad pronto ascendía lentamentetiñendo de vivos colores dorados el entorno de El Bluff—portentoso puerto de muchas lances históricas y de milenarias cortesías — cuyos flancos y techumbres plateadas y rojizos engalanaban su vetusto y memorable frontis.


Veíamos ahora el paisaje lejano con binoculares: Al este, en la prominente loma de El Bluff se alza el colosal y soberbio faro, atalaya y guía, que señala la entrada del puerto y el rumbo de los barcos en las solitarias noches del navegante.


Y cuando el sol asciende más y más va cubriendo las vegas, las montañas, los cerros y las lejanas selvas de un verdemar rosado, la bahía de un gris plateado y los bosques cercanos de un amarillo verdoso.


El sol iluminaba ahora la bahía reluciendo todo y reflejando su luz como un manto brillante, en la espejada superficie de la bahía.Una maravilla plena, de colores y destellos, una amplia gama de luces fascinantes cubría entonces la aterciopelada superficieque, como un engramado progresivo, de trémulos fulgores, de diamantescos brillos de rosa y plateados, destellaba ráfagas de luces vivas e intermitentes en el acuífero ambiente. En aquel momentola espejada superficie de majestuosa belleza, ¡espléndida y embellecida!, parecía una increíble fantasía de luces, colores y destellos, un prodigio de la naturaleza que figuraba un ideal de belleza y que suscitaba las más variadas emociones.


Don Beltrán Bustamante, compositor y poeta, identificado en sentimientos por nuestros paisajes, se asombró indudablemente, cuando vio en similares circunstancias la magnífica bahía de Bluefields. Y había visto en ella el motivo de su gran inspiración que le llevó a componer la memorable e histórica canción “Bahía de Bluefields”,una de las expresiones poéticas más auténticas y señeras del sentimiento costeño, y que el músico de renombre regional, Mango Gos, la inmortalizó en la memoria de las generaciones presentes y futuras.


Al sur se hallaba la Isla del Venado que se extendía largamente entre los destellos del mar y la bahía, y en su exuberante vegetación las palmas de los cocoteros, dispersos y agolpados, sobresalían en las alturas, batidas por el agitado viento marino.Esta isla muy productiva era un lugar donde cazaban también el venado, el cerdo salvaje —cerdos domésticos, abandonados— y el tigre (depredadorque causaba grandes estragos en las fincas ganaderas.

María Isabel Duarte:


Doña María Isabel Duarte tenía 12 años cuando viajaba a la Isla del Venado para estar una semana con su tíaClorinda Duarte, cocinera en la finca del hermano de Don Plutarco Espinoza quien también tenía una finca con mucho ganado.Don José Galvez, marido de mi tía era el mandador o capataz de la primera finca.


“En el día paseaba por la finca llena de ganado, cocoteros y árboles frondosos y me aventuraba en el interior de la finca.La isla estaba llena de lagunas donde abundaban los pecesde agua dulce.Y, cuando pescaba, tiraba el anzuelo con carnada de pijibay o banano cocido; en menos de un minuto cogía peces no muy grandes.Yo sacaba de las pozas, cada día, más de 50 peces en un momentito, los llevaba al rancho, y mi tía los cocinaba de varias formas y gustos: fritos o en sopa con coco.Me sentía entonces útil, porque contribuía trayendo el alimento para los demás.


“La isla era un jardín que, a pesar de había animales peligrosos como los chanchos de monte, chanchos domésticos que se habían convertido en salvajes por el abandono de algunas fincas, saínos y aún el tigre, nunca estuve en peligro durante mi estadía en la isla.


“A lo largo, casi en la punta norte de la isla observaba a veces a Fabio Brooks que se sumergía en la parte seca de la bahía y sacaba las conchas que contenían los ostiones muy solicitados en el pueblo y los restaurantes para hacer los famosos cocteles de ostiones.


“En la isla abundaban las aves como las garzas, las gaviotas, los pelícanos y los picones.Había serpientes, pero eran pocas.


“Ver un amanecer en la época de verano era algo bellísimo.Los paisajes parecían unas estampas de la naturaleza con los cocoteros como fondo.En ese momento deseaba ser una poetisa o una pintora para crear un poema o una pintura con tantos paisajes que la naturaleza nos daba sobre todo al amanecer o al atardecer en el mes de diciembre.


“El lechero salía muy de mañana de la Isla del Venado para Bluefields, llevando 2 bidones repletos de leche, más de 200 cocos y 5 galones de aceite de coco, también, a veces carne de chancho de monte (warí), saíno y pescado seco, nos dice finalmente doña María Isabel Duarte”.


A lo largo divisábamos las grandes embarcaciones de mucho calado, fondeadas frente al puerto El Bluff, y dispersos en la bahíalos botecitos de vela donde los pescadores recogían o levantaban sus velas blancas.Y luego avistábamos muy temprano el “Expreso”, una histórica embarcación de pasajeros, que surcaba en la bahía y se dirigía a Rama.


El sol iluminaba ahora la ciudad de Bluefields sobre la que resplandecía un cielo azul, radiante; el luminoso astro entonces llenaba de luz y claridades alumbrando con igual esplendidez los muelles,los atracaderos, el mercado, las calles,los edificios de varias plantas y las casas de acomodados y los tugurios, el sombreado parque, el estadio, los terrenos baldíos y las cumbres de los árboles frondosos.


Desde nuestro sitio sólo percibíamos la parte oeste de la vetusta ciudad cosmopolita, que descendía por una pendiente, ondulados altosanos y terrenos planos. Alcanzábamos a ver entonces unos ranchos de paja dispersos y ensombrecidos por la frondosidad del bosque que rodeaba la ciudad de Bluefields; también mirábamos en sombríos grupos casas alineadas,diferentes en contornos y configuración, resaltadas en las laderas, las alturas y los dilatados terrenos planos.El caserío de madera, de tambo bajaba, subía, desparecía y reaparecía en medio del verdor del follaje de los árboles.Las techumbres centelleantes, la gran diversidad de motivos llenos de colorido verde—oscuro, verdemar. amarillo, rosado, plateado y la espesa neblinaque cubría los contornos de algunas casas, producía el efecto de tener un cuadro pintoresco, vivo, de mucha belleza.


Al sur, en una prominente y extensa loma, sobresalía en un conjunto los edificios de asistencia social en salud: El Hospital San Pablo de dos plantas, el Pensionado San Juan donde los pacientes pagaban por el tratamiento médico, la Casa Nueva de dos plantas y el Sanatorio donde permanecían los que padecían de tuberculosis para la curación de esta enfermedad. Son grandes edificaciones de blancas y verdes paredes y techos deslumbrantes.


Y al centro se hallan los perfiles de los grandes edificios dedicados a la educación: el fastuoso Colegio Madre del Divino Pastor de dos plantas, de estilo victoriano y el excepcional Instituto Nacional Cristóbal Colón de dos plantas, de estilo sobrio.Estos prestigiosos centros educativos, destacados en la obra e historia educativa regional, lucían sus magníficas arquitecturas, sus amplias paredes blancas y sus techumbres rojizas, que despedían levemente destellos de luz solar.


Linda con estos edificiosel Parque Reyes, donde figuran los antiguos e históricos árboles de caoba y pino, de amplios ramajes entrelazados y henchidos de espesas capas de una verdosa frondosidad, que despliegan su maravillosa hermosura.


¡Cuántas historias y leyendas—verdaderas o irreales—, cuántas memorias personales, sucesos o experiencias han tenido relación con este grandioso lugar!, escenario y confidente antaño,de las conjuras coyunturales, de los desenfrenados lances amorosos, de los inolvidables conciertos de la banda “La Salle”, de las concentraciones estudiantiles en las fiestas patrias, de los desgastados y cansinos discursos de la política, de los galardones a los estudiantes sobresalientes,de las representaciones dramáticas.


Y más al este, está la Catedral de Nuestra Señora del Rosario apenas perceptible.La grandiosa iglesia católica, apostólica y romana del Vicariato Apostólico de Bluefields, de grandes proporciones y de una concepción arquitectónica maravillosa, que impresiona por su belleza, de muros y pilares consistentes, que soportan la bóveda arqueada y decorada con ventanales cerradas, de vistosos colores que despiden destellos de luces embellecedoras, una verdadera obra maestra, orgullo de nuestra región.Y más al sur, el campanario de la iglesia forrado de zinc, donde las campanas hacían sonar la agradable melodía de los acordes musicales del Ave María que producían una sensación de solemnidad y recogimiento.


Con todo, los gobernantes locales, los dirigentes religiosos y los empresarios privados se habían entregado a dotar a la ciudad de algunas obras destacadas.Entre ellas, figuran el estadio al oeste del Instituto Nacional Cristóbal Colón, donde desarrollaban los gloriosos juegos de beisbol los fines de semana.También, el Colegio Moravo, prestigioso centro educativo, y la iglesia morava; el Teatro Variedades y el Teatro Los Ángeles, y el aeropuerto para el funcionamiento de las líneas aéreas de la Nica y la Taca y un gran sector de comercio que estaba bajo el dominio de los chinos que establecieron grandes centros comerciales en la Calle Central y la Avenida WingSang.


La ciudad se ensancha hacia el este y en los desniveles y bajadas del terreno las casas y los edificios iban desapareciendo poco a poco, dejando sólo vivos destellos en el horizonte.


En las afueras de la ciudad, al norte divisamos el camino flanqueado por matorrales para ir a la cumbre de la loma donde estaba asentado el gigantesco tanque de la Aguadora.En la planicie estaba el camino trillado y barroso, por donde se pasa para ir a La Poza de la Curtiembre y a otras pozas ubicadas al sur, como la Poza Pequeña, Little Creek —en esta poza comencé a nadar—, también la Poza del Ángel, una poza bien profunda, pero que tenía poca importancia, rumoraban que una serpiente enorme,se refugiaba en las aguas de esta poza y la famosa Poza del Diablo donde WillieHooker realizaba los saltos más extraordinarios desde una altura de 9 metros aproximadamente.


En ocasiones, cuando las mañanas estaban tranquilas escuchábamos las canciones rancheras y de Peñaranda de la cantina de Lindo Kynsman, ubicada cerca de la Curtiembre, donde asistían tempranamente muchos bebedores de guaro lijón y cususa refinada para quitarse la goma o continuar la farra del día anterior.´


En la magnificencia del amanecer el sol iba iluminando el extenso bosque del Pool.En verano o en inviernolos amaneceres eranaquí bellísimos.La arboleada de zopilote, dominante en todo el bosque, cubría las bajadas, los recodos y las subidas del lomaje de un entretejido de frondosos árboles. La realidad se asemejaba a una fantasía creada por el encanto del extenso y frondoso bosque de extraordinaria belleza natural, que bajaba y subía en verdosas y suaves ondulaciones por las escabrosidades y las laderas del lomaje.Matizadas de una ampliagama de colores verdosos y verdemar, la frondosidad y las copas de las arboledasmostraban un bello y magnífico paisaje pintoresco.La fronda del boscaje, húmeda de rocío irradiaba destellos plateados, entremezclados con el verdemar amarillento en los resaltos de las lomas y el verde oscuro en las hondonadas.


Pequeños mantos de neblina emergían entonces entre el follaje que se esparcían en los bordes de las frondosidades y las copas del arbolado.Las anchas bandas de neblina lentamente subían, bajaban, se mezclaban y envolvía todo el ámbito arbóreo.


En el bosque cubierto de neblina, el aullido de los congos, mono aullador, resonaba ronco, por lo común,—“pidiendo agua”, un decir del campesino— preludiando un ligero aguacero que caería tal vez, sobre el bosque.


En ocasiones, después de llover, toda la vida imperceptible hasta entonces, la naturaleza empezaba a manifestarse y poblarse lentamente de una animada algarabía de tarareos y cantos de aves. Cerca y en todo el bosque escuchábamos entonces los innumerables y estridentes chillidos de bandadas de loras y chocoyos, el alegre canto de los tucanes (Dios te dé, te dé, te dé, te dé), las palomas posoleras(Yasta el posol, yasta el posol), las felices (Feliz…feliz), las asustadizas urracas (Aquivá, aquivá, aquivá),las chachalacas bullangueras, el alegre gorjeo de innumerables pajaritos, el silboso canto de la gallina de monte y el bellísimo canto del cenzontle. ¡Un concierto de cantos y gritería que anunciaba el nuevodía!


Personas Populares: Montesuma y la Gapita


Después de que contemplamos tanta vista panorámica, tanto colorido, tantos destellos vivos de luces y oímos tanta algarabía de animales alborozados, empezamos a descender lentos de la loma hacia el camino al Pool; entonces pudimos observar desde la bajada el perfilregordete de Montesuma y a su señora, la Gapita, que se encaminaban a Bluefields. Montesuma no tenía su mano izquierda, era manco, y sujetaba con su mano derecha un saco de bramante, repleto de frutas que cargaba sobre su espalda.Debido a su fuerza y a su paso pausado, pero firme, podía caminar desde aquí hasta Bluefields, sin descansar.


Cierto día encontramos a Montesuma en el camino, esperaba a la Gapita, acostumbrada a salir tarde del rancho de paja en que vivían.Él era un campesino paciente; pero esperar, eso sí le enojaba, entonces solía hablar, hablar y hablar en voz baja, miraba hacia el rancho y arrojaba en el suelo salivazos espesos, de los bocados de tabaco que melenqueaba y melenqueaba en su boca.


Al salir la Gapita fuera de su casa, venía jugueteando con su chocoyo, pero cuando vio al guía — le preguntó:


—Y ustedes, ¿a dónde van con tanto chunche?


—Al Pool, señora —le respondió el guía sonriente.


Montezuma parecía un campesino de poco hablar, muy tímido, con muchas arrugas en su frente, que daban a su semblante una expresión dehostilidad y poco sociable, de gestos reposados de una persona adulta, de tamaño igual que la Gapita, de morena piel tostada por el sol y muy musculoso.La Gapita al contrario era locuaz y siempre alegre; regordeta, de redonda cara, de gruesas pestañas yvivarachos ojos, de pequeña nariz y de grandes labios caídos, que reflejaban un sutil menosprecio a las personas, pues solía reírse así como así con un rictus de mofa y desprecio.


—Doncito, usted, ¿qué vende? —preguntó el guía a Montesuma.


Viendo que recogían dinero entre todos los presentes, Montesuma de prisa abrió por arriba el saco de bramante, los miró a todos y dijo:


—Tengo piñas maduras, marañones amarillos y rojos, manzana de rosa, calalas de monte, guabas y caimitos de monte.¿Qué van a llevar? —les preguntó ahora un Montesuma más despabilado.


—¿A cómo tiene las piñas — le preguntó uno del grupo.


—A un chelín — le contestó.


Luego sacó unas enormes piñas maduras del saco; las calalas y las manzanas de rosa las llevaba por separado en un saquito de tela.Sabía por experienciaqué productos compraban más.


—Denos ocho piñas, las más grandes, pero que estén maduritas— le solicito el guía.


Mientras pelábamos condificultad las piñas, Montesuma nos miraba de cerca y en seguida nos dijo:


—¡No, no, muchachos! Así no pele una piña.


Entréguenmelas— les exigió a todos.


Limpió su machete bien afilado con una hoja de platanillo y en un santiamén peló las ocho piñas.Y cada uno agarró su piña.


—Doncito, deme diez manzanas de rosa, quiero regalarlas a mi mamá — le pidió otro del grupo.


—Doncito, ¿qué es un caimito de monte?— preguntó el guía.


Sacó varios caimitos de un saquito de tela y nos dio a todos unos cuantos frutos.


—Coman, son sabrosos.Estos son los caimitos de monte, pero muy pequeños, es tan pequeño y carnoso como un jocote jobo.El árbol es también pequeño, crece sólo unos 4 metros de altura y el color de sus hojas y la corteza del árbol son iguales al árbol del caimito grande.Cuando los árboles empiezan a dar frutos, la producción es abundante y las ramas se doblan de tanto fruto. Entonces centenares y centenares de palomas, pajaritos, picones (tucanes), chachalacas, felices, urracas llegan a este lugar para comer la fruta.Son bandadas de aves.


Ese día comimos de todo: piñas, manzanas de rosa, caimito de monte, guabas..y por nuestros labios y barbilla chorreaba copioso el gelatinoso jugo de las piñas. ¡Qué delicia!.


Montesuma no cabía en sí por la satisfacción de haber vendido casi toda la carga del saco.


—¿Cuándo pasan de nuevo? —preguntó Montesuma.


—Posiblemente, el otro sábado— le contestó el guía.


—Aquí los espero por si acaso — nos dijo Montesuma.


Continuamos nuestra gira.Grandes y medianos árbolesde vegetación continuaencajonaban el barroso caminoresbaladizo, siemprepedregoso, de subidas y subidas.Caminar sobre este terreno no era fácil.


Tan pronto como penetrábamos más en la selva, la flora era más abundante.Los árboles más frondosos en los bordes del camino parecían grutas sombrías donde los rayos solares entraban a ratos entre la frondosidad del follaje, como intermitentes astillas de oro.La humedad y una perenne penumbra predominaba en los bajos de los abismosy las hondonadas.En estas alturas de unos 40 metros sobre el nivel del mar, vientos ligeros, fijos, del noreste balanceaban acompasadamente el ramaje del boscaje, y se colaban por los claros de la fronda, refrescandocon sus brisas suaves el ambiente selvático.


Mirábamos estrechos atajos por donde incursionaban posiblemente cazadores, buscadores de plantas medicinales o frutas comestibles.Nuestro guía solía entonces tomar la delantera del grupo y estar ojo alerta.En este lugar de subidas y bajadas escabrosas teníamos que ser más prudentes, pues algunos excursionistas emocionados por el ambiente selvático, ávidos por tener parteen una aventura que contar, caminábamos muy distraídos sin fijar la vistaen las proximidades del camino donde estaba quizá un peligro cercano.

Don Arturo, AthaFrancisco


Habíamos avanzado unos treinta metros, cuando el guía gritó de nuevo


—¡Hombre a caballo! Háganse a un lado del camino.


Era don Arturo, Atha Francisco, el legendario “Bigote”, de porte quijotesco, que montaba un caballo de trote cadencioso; don Arturo dio entonces el alto al potro barcino,que resollaba fuerte, levantaba y bajaba la testuz, sacudía la cabeza agitando su cuello de largas crines y laceraba punzantemente el lodazal con sus cascos de acero.


Al estar cerca de nosotros, nos saludó efusivamente. Siempre que le encontrábamos casualmente, en el caminohablaba sobre sus proyectos y problemas de su finca y los años de su juventud.A ratos alisabasu largo bigote curvando sus extremos.Desde entonces nos impresionó por su vasta experiencia y cultura.


Según el Sr. Rodney Downs (q.e.p.d.), nieto de don Arturo,su abuelo había sido uno de los pioneros del movimiento del Escultismo en Bluefields, también había construido los primeros tanques de agua de madera de roble, los primeros coches de cuatro ruedas, tirados por caballos, que circularon por las calles de Bluefields y posteriormente, en Granada, León, Chinandega y Masaya. Además construyó la primera casa de cemento armado de la región, de más de 100 años, de la cual existen aún vestigios en su finca.Tenía una visión industrial: En la década del setenta era un agricultor de avanzada, dueño de una finca cerca de la Poza del Pool, donde cultivaba la piña y la caña de azúcar.De la caña extraía el guarapo que hervía en enormes calderos de hierro hasta lograr el atajo de dulce, que utilizaba en la producción de almíbar, confites, leche de burra, etc. Hacía con la piña y la guayaba montera deliciosas jaleas y almíbares que vendían en los establecimientos comerciales.


—Don Arturo, hemos oído sobre su fama, nos impresiona por sus grandes obras realizadas y las que están haciendo en su finca,


Usted es más popular e ilustre que muchos políticos y dirigentes matreros, que pululan en nuestra región, pues ha realizado muchas obras grandesy sigue realizando otros nuevas — le dijo el guía.


No dijo nada, sólo se sonrió levemente.


“Don Arturo es un personaje famoso; lo que había hecho en los años pasados, fue extraordinario”, pensé en este momento.


Sacó de un sacó unas piñas sazonas y desamarróun lío de cañas ya cada uno le regaló una piña y una caña.


—Para que endulcen su gusto— nosdijo.


De pronto se despidió.Movió y jaló la rienda en la boca del caballo, y el jinete y el caballo a rienda suelta desaparecieron por un recodo del camino.


Mientras que íbamos bajando la última pendiente, antes de llegar a la plazuela de la poza, oímos ya, en el fondo oscuro del precipicio, a la izquierda, el ruido sonoroy confuso, del caño del Pool, que fluía como una corriente de saltos descendiendo veloces.

Las Fincas


Entonces había cerca y más allá del Pool numerosas fincas con exuberante bosques, vastos y pequeños potreros con ganado, dedicadas también a las labores agrícolas.


En el norte y noreste del Pool se hallaban: finca de Remigio Montesuma, finca de Jorge Siu (alquilada a Dick Downs), finca de Arturo Frederick, finca del compadre Vinicio, finca de Juan Méndez, finca de Aquilino Vargas, finca de Carlos Kenuckson, finca de Luis Pineda (padre del respetable profesor Antonio Ortiz), finca de José Ana Carmona, finca de Gil Bolaños, finca de Rubén Sandoval, finca de Canuto Ugarte, finca de los Terceros.


En el oeste del Pool encontrábamos: finca de mister Wallace Illice,finca de Bernabé Martínez, finca de Benito y Clara Orozco, finca de Andrés Tenorio (los Tenorios), finca de Victor Espinoza, finca de Tano Montoya finca de Genaro Olivas, finca de Ramón Aguilera, finca de Pedro Pérez (Pedrito), finca de Tomás Morales.


En el sur y sureste del Pool estaban: finca de los Niños Pobres (próxima a Walpatara), finca de Chon Acuña, finca de Francisco Gaitán, finca de Leónidas Peralta, finca de Saturnino Mairena,finca de Horacio Jackson,finca de Octavio Pérez, finca de Damián Ortega, finca de Pedro Ortega. (Información dada por el insigne educador,profesor Antonio Ortiz).

La Ruta de los Sainos


Estábamos llegando a la Ruta de los Saínos bautizada así, posteriormente por nosotros.


Cierto día cuando descendíamos por una lomita localizada a unos cincuenta metros de la plazuela de la poza del Pool, oímos en ese momento, al noreste de la poza los ladridos entrecortados de unos perros.Poco tiempo después, nuevamente percibimos los ladridos continuos de los perros, que ahora eran más intensos y más fuerte, indicio de que iban más cerca de la presa de caza que perseguían.


—Son cazadores, andan monteando, no se hallan lejos. Deben ser Salomón Zafrián o Justo Traña quienes persiguen posiblemente una güilla, un saíno o un venado perseguido por una jauría de perros monteadores; no pueden andar lejos, quizá sea mejor esperar aquí en este lugar— dijo el guía.


Sin embargo, seguimos caminando despacio, pero al llegar en un plano del camino, escuchamos un estrépito como un tropel de caballos que corrían entre un zacatal, y que se dirigían hacia el lugar donde estábamos, a unos cuarenta metros de ellos. El guía se adelantó entonces, rápidamente para ver lo que sucedía y reconocer el lugar en donde se daba la turbulenta agitación; sin embargo había muchos arbustos navajuelares bajo los altos y frondosos árboles del bosque, y el guía no podía ojear bien, pues el monte resaltaba hasta entonces el agitado movimiento de los animales montaraces, que venían abriendo camino, abalanzándose contra el monte, apelmazando arbustos y navajuelares. Sabido que los animales se acercaban, nos movimos hacia la salida del camino a la plazuela de la poza del Pool.


—Guía,¿qué hacemos? —preguntó uno desconcertado en este momento.


—Esperen, no pierdan la paciencia, no sabemos lo que tenemos que enfrentar. Debemos esperar lo que ha de venir, sea lo que sea.Ya sabremos en realidad qué es eso.No se separen del grupo, pónganse en línea recta y dirijan la vista al lugar del ruido que se acerca, pues hay posiblemente un peligro que no conocemos, y que está cerca.


Al escuchar el gran ruido próximo a nosotros, dirigimos la vista al lugar donde saldrían los desconocidos y violentos animales.El guía puso luego bala en boca en su rifle veintidós y hasta entonces mandó que cargáramos nuestras armas.


—Pongan bala en boca en sus armas y apunten.Cuando yo dispare, dispararán todos, antes no —ordenó el guía.


Y diciendo lo anterior colocó sus pies en posición de tiro, inclinó sucabeza sobre la culata del rifle, movió el seguro, puso el dedo en el gatillo y apuntó.Todos en este momento pusimos inmediatamente bala en boca en nuestros rifles.


Y sucedió lo que tenía que suceder: Nos quedamos perplejos, cuando salieron en desbandada al camino tres grandes saínos que, como bestias fieras, salvajes, aterradas, estaban acosadas por ligeros perros cazadores.Los saínos al vernos se detienen, resollan fuerte, erizan elpelo en sus cuellos, encorvan el espinazo, levantan sus colas lisas y patalean violentamente sus patas.


Al verlos, quedamos asombrados, temblaban nuestros piernasy manos.El guía inmóvil, parado en un montículo parecía una estatua que apuntaba a los saínos, pero no disparaba.Luego las fieras huyen a la selva profunda atravesando el camino en grandes saltos en los que las patasapenas parecían rozar el suelo.Eran muy veloces


—Son enormes, enormes; pensé que fueran otra cosa —dijo alguien.


No supimos qué hacer, pues esperábamos el disparo del rifle del guía.Sin embargo alguien corrió apresuradamente tras los saínos.


—No, hombre, no que fueras una guatuza.A esos saínos ni los perros que los siguen, los alcanzan ya.Perseguir a los saínos es perder tiempo y energía. ¿Querés tirar un saíno? Búscalo muy temprano, a las cinco de la mañana, en sus bañaderos.


Poco tiempo después pasaron los perros grandes, uno de pelaje negro, liso y el otro, plomizo husmeando las huellas de los saínos.


—Se quedaron bien atrás, ya no los alcanzan.Tantas bajadas y subidas de lomas escabrosas y abismos de gran profundidad, hicieron perder posiblemente la orientación a estos perros— recalco Leonardo.


En la selva pueden ocurrir tantos incidentes imprevistos, uno tiene que enfrentar el peligro en cualquier momento.Sin embargo, la supervivencia de estos saínos era necesaria en este momento, pues estaban extinguiéndose.Por eso el guía no disparó.


Mientrasseguimos caminando, percibimos el fuerte olor de sajino, una emanación que desprenden los saínos.


Mientras que íbamos bajando la última pendiente, antes de llegar a la plazoleta del Pool, oímos ya, en el fondo oscuro del precipicio, a la izquierda, el rumor sonoro y confuso, del caño del Pool que fluía como una corriente de saltos que descendían veloces.Aceleramos el paso con entusiasmo y de cinco a diez minutos alcanzamos a ver la extensa claridad de la plazoleta de la Poza del Pool.


LA NATURALEZA EN SU EXPRESIÓN NATURAL

La Plazoleta, la Poza y el Caño del Pool. El Caño Agitado.


Cuando entramos en la plazoleta, un clarodel bosque, variaba totalmente el paisajeselvático, que se extendía por las lejanías del lugar. Ahora, sí, estábamos en el Pool: excepcional atalaya de lacosta caribeña, pequeño santuario de la flora y la fauna del trópico húmedo, reserva de las aguas puras y cristalinas, refugio de piratas en tiempo antiguo, paraíso natural en la naturaleza!, situado al noreste de la parte baja de la Cordillera Aberdeen,a cuatro kilómetros al oeste de Bluefields.Es en la década del cincuenta, sesenta y setenta un paraje lleno de vida, belleza y misterio, donde concurrían entusiasmados muchos excursionistas atraídos obsesivamente por la magnificencia de una biodiversidad de plantas silvestres y animales selváticos, los arroyos de limpias y cristalinas aguas, las lomas que rodean el Pool y que se alzan a 40metros sobre el nivel del mar, los exóticos y paradisíacos paisajes y la extraordinaria y enorme roca con su enigmática cueva y foso profundo.

Entonces podíamos ver, sentir, imaginar y palpar en estos momentos los excepcionales paisajes; además, contemplar desde grandes alturas los cercanos contornos del municipio de Bluefields con sus extraordinarias bellezas naturales, pasear asombrados por el bosque, escalar las imponentes y empinadas lomas, nadar en las aguas siempre frescas y claras, coger peces pequeños con anzuelos,en las numerosas pozas, ver, admirados la monumental roca con su gran cueva natural, bajar al foso profundo, y percibir cómo los seres animados e inanimados en la selva dependían uno del otro, interactuando en un ecosistema integral y estable.

En el silencio de la mañana reinaba en este momento una profunda tranquilidad alterada solamente por el canto esporádico, de los picones(tucanes), los felices, las palomas posoleras, que moran aquí, tranquilos y anidan entre el boscaje, donde escuchábamos también el estridente y monótono chirrido de las chicharrasy el difuso y resonante aullido de los monos, que a veces era respondido lejanamentepor otras bandas de monos. Y cuandoun rapaz y bullicioso gavilán chillaba de pronto por el aire, en curvado vuelo, las otras aves, pequeñas y grandes, volaban apresuradas,en seguida y se ocultaban entre la frondosidad del bosque para no ser cazadas.

Los compañeros se sentaron sobre el zacate, en la sombra, debido a la fatiga por el viaje. En este momento, sin embargo, lo que atraía nuestra atención era el gran panorama del paisaje y quedamos asombrados por la variedad de motivos. Observamos al sur de la plazoleta los desiguales perfiles de las altas y voluminosas lomas cubiertas de frondosos bosques, los altozanos que descendían en ondulaciones suaves hasta las sombreadas hondonadas.En la extensión de la selva, en los 4 puntos cardinales, los árboles de zopilote, de un ramaje y una frondosidad exuberante, altos, soberbios, resaltantes en las cumbres, coronados de espesas copas, predominan airosos como un toldo de una verde maravilla, en todo el contorno agreste y montaraz. En las laderas bajas descollan los bosquecitos de zopilote que con las grandes rocas café oscuro insertadas en el verdor forman un bello contraste.El bosque asienta sobre las encumbradas lomasel verdor claro, y más allá, en las cercanías,el vetusto e imponente Cerro Aberdeen, atalaya de la región caribeña, resalta a 41 metros sobre el nivel del mar.

Un sol de oro y de fuego refulge en este momento y abrasa la floresta entera: se derrama en las cumbres y la frondosidad del bosque, en el grandioso cerro Aberdeen, en los bajos del boscaje, en los taludes de la gran Quebrada del Pool y más allá, al sur, en las cuestas ásperas y escarpadas del lomaje, en los pequeños claros del bosque, en los altozanos y los recovecos, avivando y exaltando toda la naturaleza. El bosque asentado en las altas lomas detenta entonces una solemnidad imponente y bella por los maticesque cubren de rosáceos y verdemar el Cerro Aberdeen y las montañas, de amarillo y verdemar la frondosidad de la arboleda, y que se dispersa iluminando al instante el ondulado y escarpado camino al cerro Aberdeen, los bajos espacios, las escarpadas y tortuosas depresiones, los bordes del caño del Pool por los que ondula la verde y sombría selva. Los haces de rayos atraviesan la amplia atmósfera del lugar con radiantes bandas informes, que ponen claridad en los resaltos y sombras en las hondonadas.


Las rachas del viento de nordeste, súbitas y cortas, sacudían violentamente las copas de la fronda boscosa balanceándolas acompasadamente de un lado para otro y arremolinaba a la vez el ramaje superior de la arboleda como en una lid de enramadas entrelazadas. Las corrientes del aire ventoso bajaban de las alturas selváticas hasta las cuestas, las hondonadas y la plazoleta en donde sentíamos una brisa fresca y suave, que amortiguaba el calor sofocante en las sombras del lugar.


El Pool era entonces el lugar más atrayente y el centro recreativo más importante del municipio de Bluefields, que durante la década del 50 al 70 estaba en apogeo de popularidad. Al Pool llegaban en abundancia tantos viajeros blufileños, autóctonos, de otras etnias y también extranjeros.Algunos habían recorrido ciertas distancias para deleitarse en las verdades del lugar.La gente llegaba al Pool, atraída `por las puras y transparentes aguas de la Poza, el Caño del Pool, las milenarias lomas cubiertas de bosques, la enorme roca con su enigmática cueva y el foso profundo, el imponente Cerro Aberdeen, los paradisíacos paisajes y la abundante biodiversidad de plantas silvestres y animales salvajes. El territorio del Pool era entonces un pequeño santuario de la flora y de la fauna, propias del trópico húmedo. ¡Un paraíso magnífico en las entrañas del Pool!Al internarse en la selva los visitantes podían conocer 33 especies de árboles, 20 clases de plantas medicinales y centenares de otras plantas menores; podían observar oportunamentemás de 54 especies de aves, algunas de éstas al borde de la extinción, como el águila del peñón y el gavilán suelero; así como, 33 especies de mamíferos salvajes y unas 30 clases de reptiles: serpientes y animales pequeños, la mayoría de estos venenosos.


Después de que estuvimos descansando un buen rato, contemplamos de lejos la bella poza en medio de grandes rocas formada en la depresión de la gran Quebrada del Pool, en cuya cuenca fluía el caudal del Caño del Pool.


Luego bajamos lentos por una larga grada de cemento que llegaba hasta un gran peñasco, una enorme piedra plana, espaciosa, que detenía el curso del caño y que lo desviaba hacia un estrecho canal rocoso, de la misma roca, por donde fluían las agitadas corrientes del caño, quecaían ruidosas a la poza como un salto de 2 metros y medio.En la roca se congregaban los bañistas para ponerse las calzonetas y arrojarse al agua desde la altura del peñasco.


Estas corrientes del caño son de agua pura y transparente, nacidas en los “ojos de agua” de las montañas de la Cordillera Aberdeen, que bajaban rápidas e impetuosas sobre un lecho de erosionada roca de café oscuras desde una altura de 41 metros sobre el nivel del mar.Las aguas corrientes al bajar, se enroscaban entre las hendiduras de los escollos, daban saltos en los desniveles altos y abruptos, se nivelaban en los remansos. La pureza de estas aguas tiene una proporción de 18 partes por millón, una proporción que emplean habitualmente las fábricas para la creación del suero fisiológico o artificial cuyas inyecciones dan buenos resultados en las hemorragias, el cólera, las diarreas y muchas infecciones ; favorecen las diuresis y desembarazan a la sangre de toxinas.


Las transparentes y desenfrenadas aguas del caño como un cristal reverberabael azulado cielo, el verdor de las altos y frondosos árboles y los resplandecientes rayos del sol, que penetraban esporádicamente en el ramaje y destellaban ráfagas de fulgores trémulos e intermitentes, llenando de claridades las sombras en la baja espesura de la arboleda.El rápido caño flanqueado por elevados y robustos árbolesde zopilote, tacotalesy grandes palmeras, resplandecía en las ligeras, verdosas, borbollantes y sonoras aguas, como una chispeante y rizada franja que dejaba una argentada estela de blanquecina espuma. Pequeñas ramitas de los arbustos venían flotando en las resplandecientes aguas que luego giraban y giraban en sí mismas hasta que fijaban su ligereza en el caño.


En estos días de verano el sol relucía deslumbrante sobre la regia y bella Poza del Pool, que brillaba comoun tallado tachonado de brillantes como de plata bruñida y tersa, que reverberaba resplandecientes luces blanquecinas. Un ideal de belleza increíble. ¡Una majestuosa hermosura! Las transparentes aguas de la poza permitían ver los guapotitos,las guabinas, las abundantes sardinas y los carates, que vivían en el fondo de la poza donde estos tenían su hábitat y sus nichos. A la poza rodeada de bordes rocosos se llegaba por una grada rocosa y donde helechos de aspecto maravilloso crecían en las rocas.

El Arco Iris


Una exuberante vegetación diferenciada, esparcida más allá, detrás de la represa de la poza, predominaba en los declives de la gran Quebrada del Pool.Matas de platanillo de flores rojizas, bellas palmeras grandes y pequeñas, fascinantes orquídeas de exóticas, enigmáticas y hermosas floresse desarrollan sobre las ramas y los troncos de los árboles, árboles de gruesos troncos y bajos ramajes entrelazados por enredaderas llenas de flores lilas, verde tierno, azul, amarillo, rojo salmón, engalanan el lugar como un jardín prodigioso, engastado en el verdor de la vegetación espesa.Abundantes y preciosas flores de heliotroposexhalaban además un agradable aromo silvestre.


Sin embargo sentados en el peñasco, aguadábamos ansiosamente que el sol despidiera su fulgor sobre la selva, y sus haces de luz penetraran en el verdor de la vegetación floreciente para observar la hermosura de un fenómeno de la naturaleza en este lugar.Poco a poco los rayos solares rozaban la flora increíble, y una tenue y suave neblina como un velo fino, transparente y sedoso iba encubriendo levemente los parajes de los altos y bajos de toda la vegetación, y luego alargados destellos multicolores empezaron a chispear y desparramarse en el fondo del verdor silvestre; los bellos destellos se transformaban prontamente en siete uniformes franjas de colores del arco iris: violeta, azul turqueza, azul, verde, amarillo, anaranjado y rojo, colores que aparecían y desaparecían rápidamente.Una gama de coloridos e intermitentes luces fascinantes daba entonces una percepción y un resplandor de polícromos matices en el verdor, lleno de flores vivas y bellas plantas. ¡Oh, qué colores frescos! ¡Qué fulgores misteriosos! Todo relucía delicado, tierno y frágil, dando una sensación de armonía gloriosa, de un trozo de paraíso de numen genesiaco, que rememoraba también nuestras fantasías pintorescas que deambulaban ahora en esta mañana maravillosa y mágica.Ahora la naturaleza manifiesta todo su significado esencial, trascendente y superior a otras cosas.

Pero, ¿qué ha originado este bello fenómeno de la naturaleza?¿Cómo se produce?

Elarco iris se origina por la acción de los rayos solares.Durante la noche el rocío, un conjunto de gotitas menudas, se depositan sobre las plantas y la tierra.Al recorrer la luz solar en el aire, todos sus colores se dirigen a la misma velocidad.Sin embargo, cuando atraviesan un cuerpo cristalino como el agua o el rocío, la luz solar cambia levemente su velocidad en forma inclinada, lo que provoca una modificación en su rumbo.La forma de las gotas de rocío hace que, al desviarse la luz solar, produzca la configuración de un arco.Esta alteración de dirección de los rayos de luz solar produce además la división de la luz blanca en luces de colores, transformándose en siete lindas franjas de colores violeta, azul turqueza, azul, verde, amarillo, anaranjado y rojo.Este bello fenómeno natural lo podemos mirar asimismo, de cerca en el salto de agua de la poza, ya que estos producen gotas menudasen sus alrededores. Creer que existen riquezas ocultas al final de un arco iris es un error, pues éste es un fenómeno natural que causa sorpresa y admiración.
Un Atardecer y la Puesta del Sol en el Pool.


En los alrededores del Pool hay muchos parajes amenos, de interés general y recreativos, como la poza y el caño, la selva y el Cerro Averdeen,la piedra, la cueva y el foso, del Pool.El recorrido para ir de un lugar atractivo a otro, puede hacerse aproximadamente en ocho horas.


Cierta tarde calurosa decidimos subir a la cúspide del Cerro Averdeen para contemplar el atardecer desde este elevado lugar.Elimponente Cerro Averdeen es una maravilla de la región, la cumbre más alta de nuestra zona —de 41 metros sobre el nivel del mar—, desde donde podemos ver las naturales paisajes más bellos y una panorámica impresionante del cosmos.


Ascender el cerro desde su cima, no resulta fácil, pues constituye una elevación grande, empinada e integrada al conjunto de montañas de la Cordillera Averdeen.Hay que andar un kilómetro y mediohacia el suroeste por un camino pedregoso, barroso y deslizante en todo el trayecto para ir al cerro.


A la mitad del camino, a la ladera sur de éste, hay un precipicio escarpado que desciende hasta el caño del Pool, de aguas limpias y transparentes. Luego pasamos sobre unos “hilos de diente de perro yde óxido de hierro”, que descienden por el precipicio.Don Vicente Quintero que es una persona conocedora sobre el arte de buscar oro, nos dice: “Estos dos elementos indican la existencia de oro en estos lugares”. El frescor del atardecer sombreado por árboles de zopilote que flanquean el camino, alientan nuestro empeño en llegar pronto al cerro.


Ya cerca del cerro avanzábamos subiendo una cuesta escabrosa, entre un laberinto de enormes rocas esparcidas en todas las direcciones; tal como están dispuestas tienen el aspecto de restos de un antiguo cataclismo. En tanto llegamos más cerca del cerro cubierto también de colosales peñas, quedamos asombrados al ver la espléndido cima del cerro, que sobresale llena de grandeza y quietud como en un soberano y eterno descanso.En ese momento, en el cerro un fuerte viento húmedo, que al chocar con las alturas de los bosques, ocasionan copiosas lluvias durante todo el invierno.


Ahora podemos observar desde la cima del cerro una vista panorámica de la ciudad de Bluefields, el puerto de el Bluff, la extensa isla del Venado, la Isla de Rama Kay, las montañas de la Cordillera Averdeen, y más allá, la loma de Kukra Hill y la Isla de Corn Island,“cuando hay ausencia de vientos y oleaje en el Mar Caribe”, nos dice Betty Argüello.


Luego esperamos pacientes para presenciar el atardecer, pues no deseamos perder uno de los momentos más bellos, visto desde esta gran altura.


En este momento refulge ya en toda la selva un sol de verano.


Descollan en el noreste las verdes siluetas del lomaje del Pool, cubierto de altos y frondosos bosques; los altozanos inflan sus cumbres moviéndose al vaivén del viento.Sobresalen en el sur las montañas verdes oscuras de la Cordillera Averdeen; resaltan en el oeste, en el azul del cielo, la abundante flora de frondosos bosques de zopilote, dominantes en los vastos bosques que extienden sus galas de gran belleza y fijan sobre sus cumbres el verdoso manto de sus copas airosas.


El sol blanquece los costados de las quebradas que descienden hasta las hondonadas cenagosas donde aparecen las palmas reales que extienden su tapiz de un verde oscuro en amplias franjas que cubren la cuenca; a las palmas reales suceden los amplios yolillales, los altos bambusales, los palmitos, los maquengues y los copudos guarumales en una confusión de tonos verdosos.


Las luces de rayos solares envuelven con su manto blanquecino las cumbres de la selva, visten de vivo claror las cimas de las montañas y los resaltos, atraviesan los aires con onduladas franjas luminosas y descienden por los declives donde las depresiones están ensombra.


Sobresalen solitarios en las lomas y los llanos los altos almendros de recios troncos; sus redondeadas copas de un amarillento verde limón se mueven ligeramente con la delicada brisa del noreste, y los colgantes nidos de las oropéndulas de un plumaje amarillo con alas y colas negras, adorna las gruesas ramas de los almendros.


Y en la lejanía una extensa pradera cubierta de abundante pasto verde tierno, llega hasta el borde del bosque y los tacotales, y el extenso potrero de pasto verde contrasta ahora con la gran verdura de los bosques. Un serpenteado camino atraviesa el espacioso potrero; la senda desaparece de pronto por las bajadas deláspero terreno encarnado, aparece en las empinadas subidas, se pierde nuevamente en los descensos, reaparece de nuevo y se oculta en el tacotal.Tapado entre cocoteros se ve un gran rancho de color café, de donde sale humo blanco, casi imperceptible, del techo de palma, negruzco.


En el horizonte del oesteel cielo se cubre de nubes rosadas, de las que salen rayos por sus estrechas aberturas. Y más allá, en el horizonte este suspenden nubes rosáceas sobre la gran ciudad de Bluefields.


Y en las proximidades se eleva el Cerro Averdeen de amarillentos y cafecinos tonos, coronado de grandes y elevadas torres que dominan las alturas del lugar.


Ya va cayendo la tarde.


Y el sol como una joya de oro bruñido reluce con brillos en el horizonte, coronando su halo con refulgentes rayos que ascienden hasta el firmamento infinito; su resplandor fuerte eclipsa el cielo azul; esparce su luz reluciente y calor sobre toda la tierra y la flora entera salpica de belleza las altas cumbres.


Cambia la coloración del panorama, luce como un lienzo de bellas pinturas desplegadas en el medio montaraz, dando una gran sensación armónica entre los matices rojizos, dorados, amarillentos y verde limón fresco.


El llameante sol bate el celeste cielo y las lejanías en el horizonte coloreándolas con una gama rojiza, hiere con su radiación la tierra entera, tiñe la flora con verde limón, embellece la gran Cordillera Averdeen con matices de un verdor manzana fresco, reluce las cimas y las altas lomas, sacude el bosque en el lomaje del Pool, formando una estela amarillenta en las cumbres, y más allá, en el granesplendor del horizonte tiñe de color rosáceo las campiñas.Y enlas tranquilas y sombreadas hondonadas reviste con franjas de verde grama el verdor oscuro de los yolillales, las palmas reales, los palmitos, los maquengues, los bambusales y los bellos guarumos asentados en el suampo y tiesos (tierra sólida).


En el celeste cielo copiosas nubes con tonos de rojo de sangre y de rosa fulguran en el horizonteoeste, cubiertas a lo largo de su ancho centro de nubes de color marrón y café que brillan en su amplitud como ardientes masas que parecen reposar sobre las cimas. El sol despide rayos de luz punzante por entre las hendiduras de las nubes. Y allende en el alejado horizonteeste las nubes se tiñen de tonos rosados sobre la vetusta ciudad blufileña.


Y el Cerro Averdeen, vetusto centinela, atalaya singular, grandiosa y augusta, envuelto en tono rojos teja claro, se alza entre las colosales maravillas selváticas, campestres y celestiales.


La observación fiel y espontánea se impone pese a la emotividad tan diferente, de los sentimientos y las emociones. La existencia visible y las sensaciones, los traslados de nuestra imaginación fluyen como un efluvio de fantasías ante la visión y la psiquis extasiada. ¡Qué admirables maravillas, fantasías! ¡Qué imágenes alegóricas del cosmos! ¡Oh, cómo olvidar estos bellos portentos! ¿Cuántos líricos, narradores se inspiran hoy en estos atardeceres o se maravillan ante sus paisajes?


La fauna comienza su algarabía: oímos cerca del cerro y a gran distancia el alborozado y confuso bullicio de centenas de verdes loras y loros que revolotean rápido de un bosque a otro, penetrando en la frondosidad del bosque, saliendo y entrando de nuevo en la arboleda, buscando un sitio donde pasar la noche; se oían también, ya los aúllos de los monos, un aullar resonante en la inmensa selva; lospijules movidos por fuertes vientos vuelan sobre las amplias faldas del cerro, entre el peñascal, en las ásperas laderas buscando insectos, su alimento selecto; las mariposas aletean entre el pasto poniendo sus huevos en el pastizal, asegurando el futuro de su especie.


Desde el cerro escuchamos lejanamente el grave resonar de la hueca concha (caracol grande en hélice horadada) llamando a alguien retrasado en sus labores.


En la lejanía, en el oeste el atardecer ya se va extinguiendo en vivas tonalidades escarlatas; el pulido fondo de brillos rojizos reviste suavemente el próximo ocaso.


Y tras el lejano horizontese acerca la esperada puesta del sol.Una súbita luz radiante se refracta en el ocaso, y en aquel momento, en el gran horizonte siguen estando sólo destellos leves, que van desapareciendo poco a poco.


Anochece.


Y las oscuridades suben de los bajíos a las cumbres, empañan las montañas, los bosques y los montes de formas sombrías y confusas, encubren la flora en los ribazos, desaparecen los potreros, los ranchos, envuelven loa abismos y las lomas del Pool, se despliegan sobre la extensa selva en el este y por los costados y la cima del cerro.


Las luciérnagas hembras despiden entonces la luz fosforescente verdosa; y a gran distancia del cerro, al reflejo de la luna vuelan los murciélagos de grandes alas que se elevan en el aire,giran rápido a los lados, bajan a ocultarse luego en la oscura extensidad del bosque.Y los grandes grillos machos entonan ya su rítmica tonadilla de sonidos agudos y monótonos.


De acá para allá, a la intemperie encienden en el poniente una gran fogata que alumbra los alrededores de un rancho, y del lejano confín del campo oímos el grito de un campesino que resuena en todo el oscuro ámbito selvático, que parece descansar en silencio.


El cielo está estrellado; brillan muy relucientes e invariables la Estrella Polar y la Cruz del Sur. De pronto cae del cielo una estrega fugaz que, como un rayo de plata, desgarra la oscura extensión de la noche.


En el este se alza la ciudad de Bluefields, y lucen luminosos los perfiles de sus grandes casas donde rebotan luces amarillentas, blanquecinas y rojizas de las ventanas y puertas vidrieras; las relucientes luces tapizan las calles de brillantes fulgores. El gran resplandor vence a la noche y cubre completamentea la ciudad con una convexa aureola luminosa.De pronto oímos una lejana canción que baja, sube el tono, baja de nuevo y luego seguimos escuchando en la gran quietud del momento.


¡Oh, cómo olvidar los bellos portentos!


Las narraciones, las poesías, las pinturas y otras obras artísticas de nuestra región deben plasmar nuestra realidad precisa, entendida estética e históricamente y consolidar nuestra cultura costeña mediante la divulgación de las recreaciones, las valoraciones y la crítica literaria y artística, desde Lizandro Chávez Alfaro, Santos Cermeño, David McField, Carlos Rigby, AlíAlah, Víctor Obando, Carlos Castro Jo, Anthony Campbell, Eddy Alemán, Ronald Brooks, Vicente López, Franklin Brooks, Arnoldo Lanuza; desde June Beer, René Hodgson, Michael Hammond y otros, desde Julio López, Frank López, Alex Omier, creando con arte en nuestra región.


LA NATURALEZA HISTORICA DEL POOL Y EXPERIENCIAS VIVIDAS

La Piedra, la Cueva y el Foso del Pool.


La Gigantesca Roca sobresalía en la Selva como un Gigante y una Obra Arquitectónica Enorme, Destinada a Reseñar y Recordar Acontecimientos Históricos.


La Poza del Pool, por su situación geográfica, deba la impresión de ser el eje de la ubicación de los lugares más importantes del sector, ya que todos los caminos convergían en la poza.


El Sr. Ronald Patterson, quien vive actualmente en el Barrio Nueva York cuenta que su papá le refirió que su abuelo narraba que las aguas de la Bahía de Bluefields llegaban hasta la Poza del Pool, y que las lanchas entraban hasta este lugar.El Sr. RodneyDowns (q.e.p.d.) refirió tambiénque su abuelo Atha Francisco contaba que las lanchasen ese tiempo remotoingresaban hasta la Poza del Pool.


Algunos caminos no existían posiblemente en esa época remota, pero sí, las vías del Caño del Pool y de la Gran Piedra del Pool.


El Sr. Ronald Patterson sigue narrando que “los piratas penetraron en lanchas por el Caño hasta la Poza del Pool es una posibilidad, puesto queestos eran matreros y desconfiados, cuando transportaban riquezas en cofres para ser enterrados en lugares ocultos.Nunca ingresarían con cofres por la aldea de Bluefields,un lugar poblado”. Hay que considerar también que en ese tiempo los bosques eran posiblemente primarios o secundarios, y las aguas freáticas permanecían conservando un nivel de humedad muy grande, y que el caño era alimentadotambién por las copiosas lluvias y los ojos de agua de las montañas.Algunos campesinos señalan actualmente que el Cerro Averdeen y las montañas de la Cordillerason de agua para describir el gran volumen de agua que fluye de éstas, y que en aquel tiempo remoto hacían también al caño navegable.


Esta es una hipótesis si tenemos en cuenta:


—Que para poder comprender lo anterior, hay que comparar la penetración del agua de la bahía en la ciudad de Bluefields, en aquellos tiempos remotos.


El Prof. José López U. relata que laspersonas blufileñas ancestrales narraban que la zanja que atraviesa el Barrio Central, el Barrio Tres Cruces y el Barrio de Nueva York había sido en un tiempo pasado un caño por donde subían los campesinos en sus “botes de canalete” a vender carbón. El caño llegaba frente a la casa de Doña Justa Traña, (q.e.p.d.), nuestra tía por parte de nuestro padre.


La inmensa Piedra, la Cueva y el Foso del Pool están ubicados en una loma, al sureste, a unos 100 metros de la Poza del Pool. Llegar hasta este sitio es fatigoso e incómodo, pero muy emocionante por lo que allí hay en un solo lugar.Tenemos que subir muy lentamente por un angosto y pedregoso camino flanqueado por un frondoso bosque y una espesura de plantas enmarañadas en los bordes del estrecho camino.


Avanzábamos recelosos y precavidamente, ya que en los alrededores de la loma hay una gran afloración de enormes rocas esparcidas en las partes bajas de la loma,, donde las cavidades de estas peñas son los refugios y las madrigueras de peligrosas serpientes y animales pequeños, venenosos como la mataguey, la terciopelo, la barba amarilla, la Toboa, el coral, los alacranes, el escorpión toboa, los perros zompopos y la enorme araña picacaballo, cuyo veneno es muy doloroso.Además un permanente manto de hojarasca de guarumo y capirote cubre todo el suelo ocultando cualquier peligro inminente.

La Piedra del Pool


Tan pronto llegamos a la cumbre de la loma rodeada de un claro del bosque, resaltaba grandiosa e imponente en la parte delantera la monumental y extraordinaria Roca.Tal es su atrayente magnitud que nos quedamos abstraídos, cautivados por su encanto, observando su gran tamaño y forma.


En los alrededores de La Roca una aglomeración de peñas dispersas despertaba el curioseo sobre el origen de La Roca.Ninguna persona pensaba en este momento que esta gran roca que descolla como una corona en la cumbre de esta loma — a 40 metros sobre el nivel del mar— había sido dispuesta por un excepcional y raro arquitecto, sino formada y fusionada por los violentos y poderosos cataclismos que dieron también origen a las abundantes lomas del Pool, la Cordillera Averdeen y el Cerro Averdeen en una era antiquísima. Podemos decir que este gigantesco peñasco había sido una obra de la naturaleza, pues la roca principal, de fondo, está yuxtapuesta a tres grandes rocas menores, que sobresalen del sub—suelo; este acoplamiento da forma a una cueva y. en la parte de enfrente, a una entrada de la cueva.La gran Roca cubierta de plantas parásitas medía aproximadamente 7.5 metros de largo por 5.5 metros de grosor y 7.5 metros de altura.


Trepar a lo alto de la Roca no era fácil hacerlo, y los que se decidían a subir, ascendían lentamente: asían fuertemente los bordes de la roca y las plantas parásitas, nacidas entrelas pequeñas grietas, hasta llegar a la cumbre de la gran roca.Algunos escaladores llegaban a lo alto y eso era motivopara ovaciones ygritos de los demás compañeros; los abucheos a los que no pudieron llegar a la cumbre, eran entonces algo frecuente.Sin embargo, esto no los desalentaba, pues siempre había otra oportunidad y lograrían su objetivo, ya que eran tenaces.Llegué a pensar con el tiempo que el peligro era como un acicate para estos.

La Cueva


Pero lo que más movía verdaderamente a la curiosidad y al conocimiento de lo misterioso, era la inmensa cueva formada en el seno de la gran Roca.Nos sorprendía el gran tamaño de la cueva.


Para llegar a la cueva teníamos que avanzar siempre por un camino angosto, cubierto dehojarasca.Cuando entramos en la cueva, percibimos en seguida un ambiente y un silencio sombrío y abismal; en ella reinaba la calma de una mañana enigmática, perturbada solamente por las rachas de los vientos del noreste.Sus paredes semicóncavas, de un color gris apagado nos impresionaba tanto, al ver cómo la naturaleza había moldeado una obra tan perfecta.Podíamos caminar adentro. Esta es la cueva formada por una roca madre y otras tres rocas superpuestas,llamada la Cueva del Pool.

El Foso


Veíamos también, a la derecha de la cueva una profunda excavación circular, de casi 3 metros de diámetro con paredes labradas y con rocas salientes, usadas habitualmente para bajar, escalar o descansar.Esta excavación que producía una sensación de mucho misterio la habían hecho los “buscatesoros” en el área derecha de la cueva. Este entorno misterioso causaba además una conmoción fuerte en nuestro ánimo. Acercarse al foso era muy peligroso, pues podía suceder la contingencia de caer de bruces en el foso profundo por la humedad de sus bordes quebradizos. Al lado izquierdo del foso una protuberancia plana servía de asiento para inclinarse y estar bien.


Atados con gruesos mecates los colegas descendían por las paredes del foso donde centenas de murciélagos se adherían. Llevaban espuelas de acero ajustadas a las negras botas de hule, guantes de cuero y linternas.Mientras que iban bajando, permanecíamos atentos tensando y aflojando el mecate que pasaba por el eje de una polea. Mientras bajaban estábamos alertas, muy inquietos, y en cuanto halaban desde abajo una segunda cuerda delgada, los subíamos rápidamente a la superficie del foso. Salían exhaustos y sin aliento, aturdidos por el chillido y el tufo de la caca de los murciélagos, y asustados por el desafiante vuelo del salvaje animalaje que sobrevolaban cerca de ellos. Este foso era la gran madriguera de centenares de murciélagos los únicos mamíferos de pequeñas y membranosas alas, que vuelan durante la noche.


En ciertas ocasiones arrojábamos piedras grandes desde la superficie del foso que dilataban aproximadamente unos 25 segundos en su trayectoria de descenso.Al tocar el fondo del foso, inundado de mucha agua, percibíamos primeramente un sonido de rebote y luego un chapoteo de agua. En este momento grandes bandadas de murciélagos salían espantados del foso buscando un sitio donde refugiarse. Teníamos que correr entonces, estar fuera de la cueva para librarnos de la agresión delanimalaje. Luego que terminaban de volar en el interior de la cueva, regresaban presurosos a la oscura y honda cavidad.

Antecedentes Históricos de La Cueva del Pool


El Sr. Enoc Avilés Walker, agrónomo, zootecnista y especialista en sistemas agroforestales y silvopastoriles señala que“la realidad e historia de esta cueva se remonta hasta lo más remotos tiempos. Según el Prof. OrisonGart (q.e.p.d.), historiador costeño, la cueva se remonta hasta los años 1800, siglo de las invasiones de los bucaneros ingleses, llamados piratas años más tarde. Se remonta además al devenir de sucesos históricos, durante la colonización inglesa de la Costa Atlántica, era de la industria comercial, que se da en el siglo antepasado.


“La cueva seguirá figurando como un misterio, sigue siendo un gran enigma, porque hasta hoy nadie había investigado ni profundizado sobre su desconocido origen”.


“Esta cueva es prehistórica, anterior a los tiempos que no alcanza la historia escrita por el hombre en nuestro continente”.


“Por su posición geográfica esta cueva sirvió para el refugio y el escondite de piratas. Fue un lugar predilecto para el escondite. Según RodneyDowns, nieto del Sr. Atha Francisco, a este lugar le llamaban “El Escondite”. El Profesor e historiador OrissonGarth en sus relatos históricos sobre la Costa Atlántica, refiere que el ilustre y temido bucanero Sir Henry Morgan estuvo en esta cueva, pero de pasada”.


“¿Quién era realmente Sir Henry Morgan?”.


“Sir Henry Morgan era uncorsario inglés que nació en Llanrhymney Gales, h. en ¿1635? Y murió en Port Royal, Jamaica en 1688. Tenía patente de corso, es decir, contrato o autorización de sus monarcas, para atacar los puertos y los barcos españoles que transportaban el oro americano.Lugarteniente de Edward Mansfields, intervino con élen la toma de la isla de Providencia (actual Santa Catalina) en 1666, y lo sustituyó como jefe de bucaneros; los bucaneros eran asaltantes en el mar, radicados en las islas del Mar Caribe.En 1671 Morgan destruyó, saqueó la ciudad de Panamá, violando un tratado de paz con España, por lo que fue arrestado.Carlos II, restaurador de la monarquía inglesa, lo rehabilitó nombrándolo lugarteniente, gobernador de Jamaica (1674—1683).


“El historiador OrissonGarth refiere que el pirata Morgan y sus bucaneros reposaron varios meses en la cueva, como refugio, durante la época del intenso invierno, y sólo bajaban a buscar víveres al pequeño poblado (Bluefields), en aquel entonces una pequeña aldea de pocos habitantes.


“Tuve vínculos muy amistosos con el Prof. OrissonGarth, y él cuenta en sus legados históricos que el tesoro había sido llevado temporalmente a la cueva, que nunca fue enterrado y que había muchos bucaneros que lo custodiaban siempre. Luego desaparecieron sin dejar rastros en el lugar, llevándose el tesoro por el año 1860.


“Hubo otro pirata de origen irlandés, cruel y asesino, apellidado Mandraque”.

Excavaciones en la Cueva y Otros Lugares


“En el siglo pasado muchos buscatesoros” habían hecho grandes excavaciones en el foso de la cueva y otros lugares buscando un supuesto tesoro enterrado por los piratas.Sobre algunas exploraciones y excavaciones grandes, que realizaron en la cueva y otros lugares cercanos buscando un tesoro, se dan en el año 1968: El Sr. Juan Rubio Castellón, de 65 años, originario de la ciudad de Granada, acompañado del Sr. José Luis Valverde,de 50 años, chontaleño, y el Sr. SpordyRibly, de Puerto Cabezas, costeño, convencieron a un muchacho adolescente para quelos acompañara hasta la cueva.Ya en el sitio vieron asombrados la Roca grande, exploraron la cueva y observaron el hueco grande (lengua mayanga).


“Entonces, en la cueva tuvieron un susto muy grande, pues pensaron que la Piedra Grande se les venía encima; esa era la impresión que causaba esta monumental obra de la naturaleza.


“La anterior exploración duró una semana: buscaban indicios de entierros de tesoros y oro.


“En el mes de abril de 1968 el Sr. Juan Rubio Castellón regresa nuevamente y realiza una gran excavación que dura un mes entero. Para el trabajo tenían una organización muy buena, en la que desempeñaban funciones para cada cargo: El Sr. Juan Rubio Castellón era el jefe de esta expedición, un experimentado güirisero; el Sr. José Luis Valverde era el guía de montaña; el Sr. SpordyRibly, costeño, creole, era el segundo mayor y explorador; el Sr. Ismael Avilés, el gran mandadero. El Sr. Alfredo Castañeda, güirisero y profesor en la zona de Río Maíz, financia económicamente esta expedición.


“En los primeros días el trabajador más joven del grupo cuenta que todos estaban nerviosos, pues oían ruidos raros en la cueva. Los ruidos y los ecos raros que salían de la cueva son un misterio que queda en la historia de los tesoros y que algunos que trataron de descubrirlo se volvieron para atrás por razones desconocidas.


“Utilizaban varios recursos materiales para realizar las excavaciones:palas, picos y explosivos, baldes, mecates gruesos y panas, lámparas, machetes y linternas.Alumbraban con lámparas de carburo, cuando bajaban al foso profundo, porque el olor despedido por el carburo ahuyentaba a los murciélagos vampiros.


“Cuando sacaban la broza del foso, la iban echando en unas panas grandes, plateadas, y los güiriseros la lavaban con agua removiéndola de un lado a otro.Luego iban sacando de la pana la broza bien lavada, y con el azogue retenían lo que había en el fondo de la pana.Y mantenían en secreto, si había algún hallazgo.


“Tenían provisiones de comida para un mes, caminaban con sus meriendas. Los trabajadores laboraban hasta el anochecer, no contaban con el tiempo. Pagaban a cada trabajador 15 córdobas el día, es decir, 540 córdobas al mes.El pago a todos era parejo


“En el mes de abril de este mismo año (1968), en un inicio de la exploración una terciopelo, una serpiente muy venenosa, mordió al Sr. José Luis Valverde, pero éste se curó. Otro suceso imprevisto se produjo cuando el adolescente Ismael Avilés bajaba al foso.Al llegar a la mitad del hueco negro (foso) fue atacado por muchísimos murciélagos vampiros. Mientras duró el ataque del animalaje, pidió auxilio. Le subieron rápido, no pasó a más, sólo arañazos en su espalda y sus piernas.


“Según los relatos de algunos trabajadores, en esta expedición, tenían sensaciones rarastal como que alguien los vigilaba; a veces oían voces, gritos y risas. Se les erizaban los pelos de las manos por el miedo; por eso nadie se apartaba uno del otro.Cargaban con licor y bebían un trago para no sentir miedo.


“Finalmente encontraron una piedra brillante, de diversos colores, que entregaron al Sr. Alfredo Castañeda, pariente allegado del Sr. Bayardo Avilés Vargas, a quien tomaron una fotografía con la piedra. El Sr. Ismael Avilés posee esta fotografía contenida en su álbum, allá en California.La piedra la enviaron a la ciudad de Granada.


“Este mismo grupo realizó varias excavaciones en otros lugares: a 150 metros, al norte de la Poza del Pool; a 250 metros, al noreste de la Cueva,y en la propiedad del Sr. Atha Francisco.


En 1960 los hermanos Brown realizaron excavaciones, financiados por el sector privado. En media selva observaronun salto como una cascada contiguo a una ladera del Cerro Averdeen. Allí excavaron los hermanos Brown.Este lugar que antes era una zona fresca, hoy se halla despalada. Sin embargo llaman a este sitio el pequeño “Cam-cum” por sus pasajes bellos.


“”Cuentan que el Sr. Walter Brown en una de sus exploraciones se perdió enla selva durante una semana, en el mismo sitio. Cuando le hallaron divagaba y alucinaba, hablaba cosas incoherentes, raras, como: —“Me llevan, ahí vienen; me llevan, ahí vienen. Son muchos hombres, vienen cargando, etc.

Destrucciónde la Piedra del Pool.


“Hasta el día de hoy la cueva es un escondite ideal, aunque la mano del hombre haya querido borrar la historia causando estragos tanto en la colosal Piedra,como a lo interno de la Cueva, el Foso oscuro y el entorno boscoso. Es importante mencionar que en los años 80, yo, Enoc Avilés Walker,pasaba continuamente por el camino sureste del Pool, pues era la ruta para llegar hasta la finca de mi abuelo. Entonces podíamos contemplar aún la gran Roca, la Cueva, el Foso, muchos bosques, inmensos árboles y abundantes aves. Digo esto porque llegué hasta la piedra de la cueva y subí a su cumbre por un estrecho sendero. Al estar allí, arriba de la gran Roca, divisaba toda la ciudad de Bluefields y más allá, en el horizonte. En este momento me hallaba en compañía de una joven llamada Consuelo Solano Slone, con quien me fotografió su hermano Miguel quien nos acompañaba. En esos días brigadas cubanas permanecían en Bluefields y éstos obedecían órdenes de buscar material selectode un ingeniero apellidado Valdez, jefe de la brigada. Y por mandato secreto, según los cubanos, dinamitaron la gran Piedra de la Cueva, del Pool, pero sólo lograron explotar un gran pedazo de la roca; ya que alguien denunció a tiempo el gran atropello, y mandaron a parar las fuertes explosiones que los blufileños oían en todo el ámbito de la ciudad. Gracias a esta denuncia, noble y muy valiente, de algún desconocido, pero leal y verdadero costeño, aún se conserva sólo parte de esta reliquia histórica, Patrimonio Histórico de la Costa Atlántica”.


Se han escrito pocos relatos escritossobre la Roca, la Cueva y el Foso del Pool. Entre estas pocas narraciones existe una leyenda titulada “el Tesoro del Pool”, que es una versión realizada por la respetable Sra. Emily Edwards.


La leyenda es una obra anónima, antiquísima, que perduró oralmente durante muchos decenios o siglos transmitiendo su contenido de generación a generación hasta nuestros días.


Su antiguo autor se basó posiblemente para transmitir este interesante relato en mitos, sucesos reales de cierta época, vivencias o creencias mágico-religiosas.


De seguida transcribimos literalmente la versión de esta leyenda

Relato sobre “El Tesoro de El Pool”

Versión de la Señora Emily Edwards.


“Muy cerca de la ciudad de Bluefields, todavía existe un lugar conocido como “El Pool”.A este lugar vienen los blufileños a bañarse en los días calurosos, en una poza profunda de aguas frías y claras.


“Cuentan que en este lugar se encuentra enterrado un tesoro de un pirata. La siguiente historia ésta basada en ese rumor.


“Una vez un hombre vio en sus sueños a un pirata que tenía uno de sus ojos cubierto con un parche y la cabeza amarrada con un pañuelo.


“El pirata le dijo: “Estoy cansado de estar protegiendo este tesoro que me dieron a guardar. Como he observado que tú eres un hombre honesto, he decidido entregártelo y así poder descansar.


“Elpersonaje misterioso le explicó al hombre, que tenía que llegar al Pool a la media noche de un día viernes y decir unas palabras mágicas. El pirata le dijo al hombre todo lo que tenía que hacer al llegar al Pool.


“El hombre se despertó lleno de temor. Pero luego se le olvidó el sueño.


“Después de algunas semanas, el hombre tuvo el mismo sueño.Esta vez, el pirata le suplicóque escuchara con atención lo que tenía que hacer, y así poder descansar, él, ya que eran muchos años los que había pasado protegiendo el tesoro.


“Esta vez, el hombre escuchó con atención.Luego, al despertar corrió a narrarles el sueño a varios amigos.


“Invitó a nueve de ellos y juntos decidieron ir al Pool a buscar el famoso tesoro.


“Los amigos iniciaron su camino hacia el Pool. Al llegar, se sentaron alrededor de la piedra que guardaba el tesoro y se pusieron a esperar.


“El hombre, entonces repitió las palabras mágicas que el pirata le había dicho en sueños.


“De repente, oyeron un gran ruido, como el de un objeto bien pesado al caer.


“La gran roca se abrió. Los hombres no podían creer lo que estaban viendo. Apareció ante sus ojos una gigantesca olla, tan reluciente, que casi no podía verse de frente.En ella se encontraban anillos, cadenas, diamantes y joyas nunca antes vistas por ellos. Lo que un rey pudiera desear, ellos lo tenían delante de sus ojos. Se sorprendieron tanto que entraron en trance. No tenían capacidad de pensar.


“Uno de los hombres quiso tocar el tesoro, pero éste desapareció delante de sus ojos.


“En ese momento se escuchó una voz de trueno que los paralizó. ´”Eres un tonto; si hubieras venido solo, el tesoro sería tuyo, pero ahora lo has perdido para siempre.


“El hombre trató de hacer aparecer el tesoro nuevamente mediante las palabras mágicas, pero todo fue en vano.


“El espíritu del pirata nunca regresó, ni siquiera en sueños.Cuentan que el tesoro todavía está allí, hasta que el pirata decida regalarlo a otra persona”.


Transcribo también el relato “La Piedra del Pool”, escrito posteriormente en 1900 por el licenciado Francisco Alejandro López Martínez, abogado, notario y escritor, basado en los decires y rumores, relacionados con sucesos y fenómenos supranormales que se dan supuestamente en el Pool.


Relato sobre la “Piedra del Pool”

Francisco Alejandro López M.


“En la Costa del Caribe de Nicaragua existe una ciudad llamada Bluefields. En las afueras de esta ciudad se ubica el Cerro Averdeen, y cerca de allí se encuentra un misterioso lugar, conocido ante los ojos del pueblo, como el Pool en el que según las personas ancestrales era el lugar predilecto por los piratas del Caribe para esconder sus tesoros.


“Dicen que debajo de una inmensa roca en forma de un gran sapo, se encuentran monedas de oro, plata, gemas preciosas y secretos milenarios, utilizados por los piratas para vencer a sus enemigos.


“Dichos tesoros son resguardados día y noche por almas de personas que fueron sacrificadas con ese único fin.Estas almas son ayudadas por duendes que gustan morar en estos parajes montañosos, jugando en los contornos de la gran Roca.


“Dicen que han sido muchos los hombres ambiciosos que han tratado de arrebatar estos tesoros a estas almas errantes, pero nadie ha podido lograrlo hasta ahora, y los pocos que lo han intentado, hoy deambulan locos por las calles de Bluefields, la pequeña ciudad tropical.


“Algunos aseguran escuchar gritos espeluznantes, que salen de las entrañas de la Piedra del Pool, y que se pierden en la lejanía del bosque. Relata un antepasado ancestral que en las noches de luna llena un inmenso can de color negro se posaba solemnemente sobre la inmensa roca. Muchos aseguran haber visto a un espectro con apariencia de un niño que tristemente pide lo alejen de ese lugar.


“Cuentan las personas ancestrales que los piratas tenían la costumbre de sacrificar a un hombre o a un niño con un ritual pagano al enterrar un valioso tesoro con la persona sacrificada, confinando a esa alma a permanecer en ese lugar y cuidar el tesoro hasta encontrar a una persona humilde, despojada de toda ambición material y a quien pudiera entregar esas riquezas; sólo así esa alma podría alcanzar la paz en su mundo espiritual.


“¡Pobres almas errantes! ¡Qué difícil misión, qué larga esperanza, que triste desconsuelo!”


Sobre la antigüedad de la gran roca, la cueva y el foso no existen referencias históricas, y los pocos relatos que hay, son cortas narraciones orales, mezcladas con motivos de carácter legendario.


Cuando estábamos en la Cueva, los relatos sobre el Pool daban motivo para que conversáramos incansables y escépticos, acerca de algunas decíres relacionados con fenómenos supranormales, que se daban de cuando en cuando, en la Roca, la plaza de la Poza y el norte del Cerro Averdeen: voces inusitadas, risas estridentes, ruidos producidos por objetos metálicos, sucesos a los que ahondaron la fosa de la cueva, etc. etc, etc.


¿Realidad de los hechos relatados?


En ninguna ocasión oímos, ni vimos rarezas de esta naturaleza; sin embargo estos lugares conservan historias y misterios que aún no se han pretendido indagar y si existen tampoco los conocemos.


La leyenda sobre “El Tesoro del Pool” y otros relatos nos recordaban los cuentos de nuestra niñez, que personas adultas nos contaban entonces sobre aparecidos y un tesoro enterrado en el Pool.


La Mataguey

Amanecía en Bluefields, y en este momento salimos de nuestra vivienda en el Barrio Tres Cruces, hasta llegar cerca del rancho de paja de Doña Pilar, la última choza al oeste de Bluefields, rodeada de un gran bosque y tupidos tacotales. Dejando a espaldas la ciudad penetramos en la selva, por un camino bastante ancho donde incursionaban también los cazadores de animales y fieras de la montaña.Esta gira habitual era una excursión placentera al Pool, que hacíamos Juan de la Cruz López, José López y yo en los períodos de vacaciones escolares.


El tiempo transcurría normal, y queríamos llegar pronto a la Poza del Pool, pero teníamos que pasar primeramente cerca de la gran Piedra del Pool.


Caminábamos a paso ligero y de 30 a 35 minutos llegamos al claro del bosque donde está la gran Piedra y la Cueva del Pool.Detrás de la gran Piedra subimos una senda que se nivelaba antes de llegar al bosque.Íbamos platicando muy animados, charlábamossobre el próximo viaje a “Las Victorias” acompañados de José Gaitán, Ramón Gaitán y Esteban Gaitán en plan de una cacería mayor.


No pensábamos en algo imprevisible, en este momento, pero Juan de la Cruz se detuvo de pronto y como un autómata rígido dio dos pasos hacia atrás y cargó rápidamente el rifle 22 con una bala explosiva.


¡Qué sucede —le pregunté.


—Shs, shss, shss— pidió silencio y mientras retrocedía más, ladeó su cara hacia nosotros, y con un dedo sobre sus labios nos indicaba que guardáramos silencio—. Una enorme serpiente está atravesada de punta a punta en el camino con la cabeza y la cola ocultas.Está impidiendo la pasada.


Pudimos ver entonces la parte visible de la serpiente en el sitio limpio del camino, ya que la mayor parte de su cuerpo permanecía oculta en el monte, a los lados del camino; sólo mostraba aproximadamenteun metro de su cuerpo y tenía unas 5 pulgadas de grosor.


—Es café oscura, es unazopilota— dijo José.


—No, hermano, es una gran ma-ta-buey, una gran matabuey, la mera matabuey.La zopilota es negruzca, clara y ya hubiera huido. La mataguey no, se cruza en los caminos para cazar—les dije entonces, muy preocupado—. ¡Dios nos ampare! Cuidado. Tengamos mucho cuidado, pues la mordedura de esta serpiente es mortífera, por algo le dicen matabuey.


Nunca pensamos que esta gran serpiente nos agrediera sin mediar una provocaciónSin embargo intuimos que ¡sí! la habíamos provocado: la percepción agitada de nuestros pasos al caminar, que se dirigían hacia ella, y de que pasarían sobre ella pisoteándola repetidamente, era una provocación.Platicamos además un rato en el sitio.Ante esta circunstancia más valía estar prevenidos por si acaso.


Juan nos mandó que retrocediéramos ordenadamente y que no nos detuviéramos.Entonces tuvimos la intención de dar un rodeo a la derecha, pero era una imprudencia ya que la gran Piedra imposibilitaba esto.En ese intervalo de tiempo, cuando retrocedimos unos dos metros dirigiendo siempre nuestra mirada a la serpiente, vimos que ésta empezó a moverse y a “tercear” (curvar) rápidamente su cuerpo hacia atrás. Ya estaba alterada.Esperábamosque se moviera hacia adelante y no hacia atrás, y que no se terciara, pues terciar el cuerpo era un indicio probable de que la serpiente comenzaba a prepararse para un ataque.No transcurrió mucho tiempo, cuando la serpiente comenzó a enroscar raudamente su largo cuerpo, pero no mostraba su cabeza.Esta movilidad indicaba que atacaría posiblemente, pronto.


No podíamos esperar el ataque de la serpiente, ni movernos hacia atrás por la senda en que venimos, eso era ya imposible, pues uno no debe disparar nunca a una serpiente o pelear con ella en un terreno en pendiente.Había que disparar desde el sitio donde estábamos retenidos, pero la serpiente aún no enseñaba la cabeza. Esto desalentaba a Juan, porque el impacto de la bala explosiva no dañaría una parte vital como la cabeza, y la mataguey mal herida era más peligrosa y todavía podría moverse agresivamente. Había que esperar el momento propicio, pero tampoco había tiempo para aguardar más.Había que disparar ya, costara lo que costara. José y yo desenfundamos entonces nuestros machetesy cortamos unos arbustoscomo “sombra” con los que enfrentaríamos las arremetidas de la serpiente,deteniéndola y desviándola y así poder asestar machetazos al cuerpo del gran ofidio por si acaso la bala explosiva no la detuviera.


Juan no pensó entonces dos veces qué hacer: asentó firmemente su pie derecho hacia adelante, acomodó rápidamente la culata del rifle Remington 22 en su fornido e izquierdo hombro y apuntó el cañón del rifle a la parte delantera de la serpiente, retuvo la respiración y después de unos tres segundos se oyó el estampido de la bala que resonó en todo el bosque.


Al chocar de lleno el proyectil en el cuerpo de la serpiente, ésta encogió de pronto su cuerpo, se embrolló veloz majando el monte y la hojarasca y se hizo un molote; entonces pudimos ver su enorme cabeza del tamaño de un sapo grande, que lanzaba tarascazos a diestra y siniestra, mordiendo a veces su mismo cuerpo.Juan cargó de nuevo y rápidamente el rifle, y José y yo nos aprestamos para enfrentar un ataque posible, de la serpiente.


En este momento los segundos parecían interminables, como si de estos dependiera un desenlace definitivo, y esperamos tensos y vigilantemente.Y de pronto sucedió lo imprevisto: la serpiente aùnviva extendió todo su cuerpo y con un serpenteo muy violento bajó la cuesta del Caño del Pool entre una hojarasca de guarumo y capirote, que cubría la ladera izquierda de la loma.La fuerte bulla producida por el rápido serpenteo de la serpiente era tremendo, como el veloz corretear de un cerdo entre montones de hojas secas.Nos quedamos asombrados oyendo la violenta agitación de la bajada.


Después de permanecer un rato en el mismo sitio, nos miramosunos a otro entre serios, sonrientes y en seguida nos abrazamos dando gracias a Dios.


La seguridad de Juan de la Cruz nos preocupó mucho, pues supimos que estaba ante un gran peligro.Entonces pensaba: “¡Qué pasaría si Juan no viera a tiempo la serpiente, y la confundiera con una gran rama gruesa, atravesada en el camino. Ni pensarlo, pues la serpiente se yerguería sostenida por su parte trasera y atacaría a diestra y siniestra a nuestro hermano. ¡Qué desgracia adversa habríamos sufrido!


A Cinco Centímetros de la Muerte.


Antes de Semana Santa invitamos a Ricardo Arce, muestro primo hermano, a un paseo al Pool.Iríamos también Juan de la Cruz López, José López y yo.


Al día siguiente salimos alas seis de la mañana, de nuestra casa.En esta ocasión penetramos en la selva, por el camino cuya entrada está en el costado norte del Cementerio San Juan de Dios, cerca del portón del mismo cementerio.


Después de caminar a toda prisa, durante 35 minutos llegamos al “claro del bosque” que rodea a la Piedra del Pool.Juan, Ricardo y yo entramos primero al claro; en ese momento no nos enteramos a tiempo que una serpiente barba amarilla estaba en la orilla del camino, y que movimos posiblemente el monte donde ésta estaba dormida o enrollada.Además, íbamos hablando de la gran Roca del Pool.No cabe duda que todo esto agitó a la serpiente y así fue como, accidentalmente, la serpiente fue alterada.


José iba atrás, y sucedió loque tenía que suceder; la serpiente de unos dos metros se paró rápida y ágil, sostenida por su cola, moviendo violentamente su cabeza y su lengua viperina hacia atrás y hacia adelante, a escasos 5 centímetros de la altura del peroné derecho, de nuestro hermano José.


Una sensación horrible, de sorpresa y de pánico repercutió en nuestras psiquis, pues la conmoción violenta era mucha, que nos inmovilizó; la serpiente siempre estaba como una alimaña inquieta y perturbada, “encrestando” (formar una cresta) su cabeza, entre José y nosotros.La cabeza de la serpiente vibraba constantemente moviendo siempre su lengua viperina, lista para dar a pocos centímetros la mortal mordida.


Supimos en este momento que José se hallaba ante un gran peligro de muerte, y que en cualquier momento podía ser atacado por el reptil.Era una circunstancia difícil, gravey peligrosísima, porque para José era muy arriesgado tener que hacer algo a sabiendas de que la serpiente estaba lista para asestar la letal mordida en su rodilla derecha. No teníamos más opción que disparar a la serpiente, pero teníamos que escoger el momento oportuno ya que la cabeza del ofidio se hallaba rectamente con la rodilla de nuestro hermano José.


¡Qué hacer entonces, y cómo? Estábamos observando asombrados mirando a José. ¡Qué momento tan horrible! Querer hacer algo y no poder. Nunca habíamos pensado que este incidente le sucedería a José, nadie más que a él, y deseábamos que se diera lo imposible, librarle de este peligro.


Al verlo paralizado, nos preocupó mucho, pues él tuvo que estar como un maniquí inmóvil, en silencio: no hablaba ni podía dar un salto hacia atrás, porque la barbaamarillale atacaría inmediatamente, ésta ya se encontraba “terciada” por añadidura para atacar.


Y de pronto surgió lo inesperado: la serpiente encogió rápidamente su largo cuerpo como de dos metros y se lanzó cuesta abajo del guindo de la derecha huyendo del lugar.Tras la serpiente una larga andanada de tiros 22 explosivos sonó de lleno, ininterrumpidamente con el fin de ahuyentarla más en la oscura y pedregosa ladera del guindo. ¡Oh, qué alivio! José se hallaba finalmente, a salvo!


—Primo, ¿qué sintió en ese momento—le preguntó Ricardo—. Yo pensé que ocurriría una desgracia, pero gracias a Dios no fue así.


—Bueno, un gran escalofrío me recorría por todo el cuerpo.— nos dijo José, acomodándose su gorra—. Los oídos me zumbaban, sentía que, de la emoción, todos mis sentidos estaban muy paralizados, con una hielación en todo el cuerpo.Pero, creo que lo que me salvó del peligro fue la inmovilidad de mi cuerpo y la respiración que la retuve lentamente todo el tiempo.Sólo pensaba que me fuera a pasar lo peor.Imagínate, fueron como unos 30 segundos de zozobra.


En la Selva

La selva alberga una riqueza biológica diversa: maderade construcción, nutrientes en plantas y animales de valor para los humanos,y juegan un papel ecológico vital al controlar las inundaciones y la erosión en los suelos.


Antes que nos internáramos en la selva desconocida, elaborábamos un croquis del recorrido que haríamos, sirviéndonos de todos los medios y conocimientos posibles: la experiencia personal de algunos compañeros, la brújula,el sol como punto de orientación, el ladeo de las ramas de los árboles, las corrientes de agua de caños y cañitos, el viento del noreste, eran los medios que por lo común nos servían para orientarnos.


No olvidábamos también proveernos de todo lo necesario: mochilas, rifles, balas explosivas, botas de cuero, confites y un botiquín.


Desde que penetramos en la selva, sentimos una inmensa conmoción producida por la tranquilidad en la selva, que notamos en todo el ambiente silvestre.Cuando nos internamos más en la selva, encontramos allí una realidad deslumbrante, diferente de los demás lugares del Pool.


Seguimos los pasos del guía que habíamos escogido en esta ocasión.El guía tenía que ser una persona muy hábil y prudente, pues era el que dirigía a todo el grupo mostrando el camino que seguiríamos,y que con su segundo acompañante iban delante de todos; debía tener un caudal de conocimientos adquiridos en la selva, ser capaz, diestro para maniobrar ante una circunstancia adversa, tener resistencia física al cansancio, hacer siempre frente al peligro, dar las instrucciones necesarias y las órdenes de cumplimiento para todos.El grupo se dejaba guiar, sin duda, por una persona muy diestra.


Entre los guías de diferentes grupos se hallaban el Prof. Juan de la Cruz López, el Prof. José López, el Prof. Sebastián Jackson, el Prof. Marvin Talyor, el Prof. Vicente López, el Prof. Ljuis López, así como los jóvenes Ernesto Sequeira, Rodolfo García, William Wong, Leonardo Pérez,TheogeneDowns, Miguel Martínez, Simón Manzanarez, y don Bernabé Martínez.Leonardo Perez y Don Bernabé Martínez eran los mejores guías.


En cuanto el guía avanzaba, caminábamos por donde nos iba señalando con su mano derecha. Si se paraba, nos deteníamos; si reanudaba el paso, seguíamos avanzando.Atravesar la selva no era muy fácil.Teníamos que vencer obstáculos y trances peligrosos: Comenzamos a bajar por sombríos abismos agrestes, montosos y escarpados, luego subíamos senderos muy empinados y resbaladizos, pasábamos con dificultad por debajo o por arriba de árboles caídos, botados por fuertes vendavales, abríamos caminos en lugares tupidos de maleza, hasta perdernos momentáneamente en la selva.


Caminábamos con lentitud, tratando inútilmente de distinguir y retener las impresiones de este silvestre mundo diferente, las motivaciones en ese conglomerado de la naturaleza: el gran bosque frondoso, las enormes lomas,las hondonadas profundas y una fauna que ya comenzaba a manifestarse.Para algunos estas impresiones eran una novedad, pues a los dos lados del camino, al frente, a lo lejos había una vista espectacular, increíble, un lugar especial, asombroso, donde todas las cosas vivas, como los inanimadas tenían una propiedad particular, y donde percibíamos una completa armonía con la naturaleza.


En el momento de la partida hacia el centro de la selva, Leonardo Pérez, el primer guía, ladeó la cabeza hacia nosotros y nos miró atento y seriamente.¡Acaso presentía la gran responsabilidad que tenía entonces y de lo que podía suceder adversamente en estos parajes?Volvió la espalda hacia nosotros y dio en este momento la señal de partida levantando la mano derecha y dejándola caer hacia delante.Empezó a caminar con la cutacha en su mano derecha y el rifle sobre su espalda.


Luego le siguió el guía segundo, Rodolfo García (Pichín).


—Adelante— dijo el guía segundo ordenando con firmeza el avance del grupo—.Esta selva no se manda sola. Caminen a paso corto y en momentos a paso redoblado.


Posteriormente comenzamos a caminar resueltos y confiados ahora en nuestros guías.Veníamos avanzando siempre, cautelosamente hacia el centro de la selva.Sin embargo, íbamos caminando sosegados sobre la cumbrera dilatada de una loma y debíamos mantener nuestra mente fija en el suelo, teníamos que agudizar nuestros sentidos sobre todo la vista y el olfato, cuando pasábamos de un lugar a otro: no tropezar con una piedra, con una raíz saliente o sentir el chicuije (olor nauseabundo) de una serpiente enrollada, que salía “ a tomar el sol” de la mañana para calentarse.Ellugar donde nos movíamos además no era el mejor sitio para una caída; el menor tropiezo o un paso falso sería fatal, pues estábamos al borde de un abismo de gran profundidad donde los costados de éste son muy empinados y pedregosos con arbustos tupidos.Caer en un abismo por accidente, podría causar lesiones gravísimas o la muerte.Todo esto era muy impresionante, pero a la vez, muy peligroso.La seguridad aquí era primordial.


Un sol maravilloso iluminaba en este momento la selva poniendo un vivo fulgor en las alturas, destacando a los lados de las lomas sus escabrosos rebordes cubiertos de hierbas enmarañadas, los abruptos declives que descienden hasta las hondonadas, en las penumbras, donde los rayos solares penetran en los pequeños claros y en el ramaje de los árboles llenando el aire brumoso y el entorno silvestre de doradas luces que clareaban temporalmente el extenso bosque.


En la inmensidad del bosque los árboles de zopilote llenos de un ramaje exuberante, altos, robustos y dominantes en todo el bosque, coronados de copas frondosas, lucían sus cumbres auroras como toldos de una verde maravilla cuyas sombras nos envolvían como un oscuro manto impalpable.


En todos los lados, en cada paraje y recodo alcanzábamos a ver una vista increíble y fascinante, un lugar único, extraordinario, un pedazo de paraíso, inalterado en este momento por el hombre destructor, donde todas las cosas vivas, como las inanimadas, tenía su propia razón de ser, donde percibíamos una tranquilidad, una armonía integra con la naturaleza.La selva extendía su belleza en las hondonadas del lomaje en donde había una flora diferenciada, que se extendía bajo los árboles del boscaje mostrando la grandeza de su silvestre belleza.


Causaba admiración el intenso verdor del ramaje de los árboles de zopilote, resaltados, solitarios en las cumbres de las lomas, amontonados abundantemente en las laderas, esparcidos y agrupados en las hondonadas.


Más allá grandes desfiladeros, entre las lomas se ensanchaban formando vastos despeñaderos cuyas tierras barrosas lucían encarnadas, contrastando con el verdor de la vegetación.


Nos extasiaba el albor de la neblina tempranera, que ascendía lenta, esplendorosa de la tierra húmeda en silenciosa calma, encubriendo la exuberante y verde vegetación bajo los árboles, esparciéndose luego en el ramaje semioscuro del bosque. Esporádicas rachas de un vientodel noreste de pronto se desparraman en todo el silvestre ámbito de las depresiones y arremolinan en círculos centrífugos las grandes y blanquecinas masas de neblina, formando ligeros y violentos torbellinos blancuzcos, que luego se esparcían ondulando en la espesura baja y el oscuro ramaje del bosque, bullendo en las elevaciones y escabrosidades del lomaje, agitando el denso follaje del bajo monte, donde la blanquecina piel de la neblina se deshacía cubriendo a trechos, poco a poco,como un manto blanquecino todo el contorno silvestre.Y más allá, lentamente escalaba las laderas y los recovecos de las quebradas y los grandes desfiladeros.


Nos quedamos admirados cuando veíamos la estupenda vegetación que se extendía por dondequiera, bajo los árboles del bosque mostrando la grandeza de su belleza silvestre, de un encanto imponderable.La selva desplegaba sobre todo su belleza en las partes más bajas, de las laderas del lomaje en donde predominaba particularmente una vegetación diferenciada: bellas palmeras grandes, medianas y pequeñas, de maquengue y palmito, árboles de grandes y altos troncos entrelazados por bejucos y enredaderas, fascinantes orquídeas de vistosos colores, tupidas matas de caña agria, platanillo, heliotropos y matorrales enmarañados, poblados de abundantes plantas propias del ambiente silvestre.


A medida que nos internamos más en la selva, la configuración del terreno altamente ondulado y escabroso daba forma entre las innumerables bajadas y subidas del abrupto lomaje a una red de vertientes por donde había siempre corrientes de agua pura, nacidas en los “ojos de agua”, que descienden hasta la cuenca, el Caño del Pool y otros cañitos del lugar.


Bajamos lentos una pendiente poco empinada entrando entonces a la vorágine de la selva donde comenzamos a machetearlas navajuelares y los espinosos arbustos de una vegetación tupida en los bordes del camino semiabierto por los guías.Nos impresionaba en este momento la belleza del frondoso arbolado de altos y gruesos tallos que predominaba en todo el bosque, por encima de la montaraz vegetación impenetrable, en la que pronto estaríamos atascados.


Mientras que descendíamos. el suelo era cada vez más escabroso y arcilloso y el monte más enmarañado, que casi cubría nuestros cuerpos. En los “vergueros” (monte cerrado) nuestros pies y nuestras piernas se enredaban con el monte ocasionando las caídas súbitas de algunos compañeros en el suelo, que luego se levantaban apenados y aturdidamente.Apenas podíamos mantenernos bien parados y nos sosteníamos de las bajas ramas de los árboles pequeños y de los tallos de los árboles grandes para dar un paso hacia delante.A veces nos enlazábamos de las manos unos a otros ayudando a algunos compañeros que se hallaban atascados en la escabrosidad de la bajada o en el monte enmarañado.Todo esto parecía un acoso silvestre, fastidioso, más de lo que esperábamos.


Seguimos avanzando hasta llegar a otra pendiente más empinada, que descendía abrupta y resbaladiza.Aquí la selva era más densa, con una vegetación diferente de los demás lugares.Al bajar, la selva nos cubría totalmente, desde ahora en adelante; había una semioscuridad permanente, una característica de las partes bajas de algunas lomas.Apenas podíamos ver a los guías que iban caminando delante de nosotros, sin embargo no pasábamos por alto la estrecha senda que iban abriendolos guías. Bajamos jadeantes la pendiente donde percibimos hasta entonces un gran frescor agradable, y donde sentimos el olor enrarecido de la hojarasca podrida diseminada en el suelo, que nos causabas bastante fastidio.


Mientras dábamos poco a poco los primeros pasos en este lugar, llegamos entonces a un terreno llano y cenagoso; aquí la vegetación era diferente: abundantes bejucos y enredaderas trepadoras que se enlazaban y se enrollaban, ascendían a los árboles pequeños y los árboles más altos formando un entretejido enmarañado, que cerraba el paso. Tropezábamos a cada rato al pie de los bejucos y la raigambre superficial de los árboles y teníamos que caminar con “paso de caballo” para poder avanzar.Nos asíamos fuertemente a los bejucos y a los árboles inmediatos tratando de no caer en el humedal y poder andar sin dificultad en estos parajes desconocidos y semioscuros. Teníamos que seguir el paso apenas visible del compañero que iba delante para encaminarnos hacia el rumbo correcto. Nos orientábamos tambiéncon el golpe de las cutachas de los guías, que abrían el camino en el breñal lleno de maleza tupida.


Había que vencer múltiples obstáculos hasta que el guía segundo nos detuvo.


—¡Qué pasa Pich?— preguntó uno del grupo al guía.


Nada por ahora— contestó el guía—. Hay que detenerse.Parece que Leonardo vio una sombre sospechosa como un comal; esperemos, que nada se pierde.


El segundo guía regresó al lugar donde Leonardo se había quedado estacionado, parado.


—¡Qué es Leo?— le preguntó Rodolfo a Leonardo.


—Parece que es una piuta (serpiente) enrollada, lista para dar el piquete (mordedura)— le contestó Leonardo—. Nos tiraremos por la derecha, “por si las moscas”.


Después de unos minutos Rodolfo volvió nuevamente y al momento nos dijo severamente:


—Caminaremos esta vez hacia la derecha.Nada de preguntas, por favor.A la salida de este verguero les explicaré algo.


Caminamos entonces nerviosos e inquietos, pues suponíamos que había peligro. De pronto distinguimos a Leonardo y Rodolfo que iban macheteando y avanzando, macheteando y avanzando.Al acercarnos, empezamos a distinguir una gran diversidad de plantas que se interponían entre nosotros y la salida del montarascal: grandes y pequeñas palmeras de maquengue y palmito, abudantes matas de caña agria y de platanillo, navajuelares y piñauelares densos y muy espinosos, que eran indudablemente nichos de garrobos, iguanas y lagartijas.


Al fin podíamos ver la gran claridad que relucía más allá de la salida.Mientras los guías abrían camino entre los navajuelares y piñauelares tupidos permanecimos quietos y estuvimos ya tranquilos y alegres. Diez minutos después, de una espera, y a una segunda señal del segundo guía seguimos caminando hasta entrar en el camino que nos conducía a la salida.


—Cuidado con las espinas de los piñauelares, avancen por el centro— gritaba el segundo guía.


Al fin salimos del monterascal silvestre y descansamos ya calmados en un terreno limpio y espacioso entre dos lomas.


Los barrancos en este lugar se ensanchaban formando grandes concavidades cuya tierra borrosa, rojiza contrastaba con el verdor de la vegetación y las largas y oscuras manchas de las veredas.


En invierno ráfagas de viento del noreste y del mar Caribe, saturadas de humedad llegaban hasta estos frondosos bosques que cubrían las altas lomas del Pool, desencadenando las abundantesy constantes lluvias locales en la década del 50 y del 60. Elvolumen de agua que caía en la selva del Pooly la ciudad de Bluefields era cuantioso.Los blufileños no tenían reparo al decir que en la Costa Atlántica llovía a cántaros durante 13 meses, una ponderación para expresar la abundancia de lluvias que caían sobre nuestro territorio.


Dada la situación geográfica de nuestra región, de bajo relieve accidentado, teníamos un invierno que prevalecía nublado, ventoso, borrascoso y riguroso durante 9 meses (mayo hasta enero). Reinaba en general un clima bastante húmedo, frío, rudo, y a veces suave.No siendo así el verano que, merced a la influencia de los vientos del mar Caribe y del noreste, gozábamos relativamente de un clima cálido, bochornoso, refrescante y saludable, un auténtico clima del trópico húmedo, en las alturas de las lomas del Pool.


En estos parajes los suelos eran arcillosos (barrosos) y estériles. Cuando observábamos con atención, cómo los árboles crecían frondosos, altos y fuertes, considerábamos esto como un contrasentido.Sin embargo estos bosques tropicales húmedos(BTH) habían desarrollado dispositivos eficaces para tener los elementos nutritivos para su crecimiento.


Cuando llovía en el bosque, la gran frondosidad del follaje protegía el suelo forestal; tres cuartas partes de esta lluvia, aproximadamente, llegaban ya pulverizadas (atomizadas) a la tierra, y el remanente de la lluvia se escurría por los árboles enriqueciéndolos con los elementos nutritivos que emitían las hojas y la corteza de los árboles; el follaje impedía además la erosión del terreno, las avenidas grandes de agua (las inundaciones) y el escurrimiento de tierra.


La frondosidad del follaje impedía también el arrastre de las partículas del suelo vegetal, donde estaba el mantillo, la materia orgánica o humus que es un constituyente orgánico del suelo, muy rico en componentes nutritivos, formado por los detritus vegetales en descomposición y en fermentación de las materias orgánicas: hojas, raíces y tallos de los mismos árboles.


De esta manera, gracias a la lluvia que se escurría por los árboles, y que era captada por entre las hojas, a los despojos ricos en elementos nutritivos sobre el suelo forestal, a la materia orgánica que constituye el humus y a la masa de raíces que en varios árboles están superficiales, introducidas en los despojos y el mantillo o tierra vegetal, el bosque tenía los elementos nutritivos para su crecimiento y desarrollo.


Entre el follaje los árboles de zopilote resaltantes en las alturas, apelotonados en las bajadas, recogidos en las hondonadas, dispersos en los barrancos, sobresalían siempre con sus copas rotundas. Aparecían también, aquí y allá, desperdigados, solitarios árboles de cedro real, nancitón, níspero real, lecha maría, santa maría y almendro. Ver los grandes nidos de las oropéndolas, que colgaban de las ramas de los almendros y oír el especial canto de estas aves, era muy común y agradable.


Nadie sabe exactamente el porqué de la abundancia de árboles de zopilote en estos bosques del Pool, sin embargo hay que historiar y recordar sobre la explotación forestal que había sucedido en la Costa Atlántica para relacionar y tener una idea de lo que ocurrió realmente en el siglo pasado, en estos parajes selváticos.

La Explotación Forestal

Antes que se diera la colonización de la Costa Atlántica, los bosques de la región eran vírgenes, primarios, permanecían intactos, en un estado casi primitivo.


En aquel tiempo los indígenas ancestrales habían sido en parte como los pobladores de los bosques que eran parte de su hábitat, un área donde estos hallaban lo indispensable para poder subsistir: alimentos, agua, espacio vital y refugio.


Entonces había en estos parajes boscosos una comunidad biológica, centenares de especies de plantas y animales silvestres, que los indígenas no destruyeron ni modificaron los hábitats; los indígenas vivían entonces en armonía con la naturaleza.


Tan pronto como los primeros colonizadores ingleses llegaron a la Costa Atlántica, comenzaron a explotar los recursos naturales en la región costeña.A partir de entonces tuvo lugar la explotación de los bosques para la extracción de las maderas preciosas.El aprovechamiento fue persistente yprogresivo durante ese siglo y el subsiguiente siglo.


Al final del siglo XIX y comienzos del siglo XX las compañías extranjeras (norteamericanas) y nacionales afluyen a la Costa Atlántica para seguir explotando nuestros recursos forestales.En este género de actividad participan también contratistas locales.Es una época floreciente, en que estuvo en auge la industria maderera para la explotación.En la Costa Atlántica aún había grandes zonas forestalespara ser explotadas.Un rasgo peculiar de la explotación forestal fue entonces la desforestación masiva de los bosques.El ritmo de la tala persistente y progresivaaumentaba, a medida que las compañías madereras y los contratistas penetraban más en los bosques. La extracción de las maderas preciosas era al parecer una explotación interminable en la Costa Atlántica, como región productora de maderas preciosas. Sin embargo esta explotación continua suponía tambiénmucho en el tiempo, pues los bosques los iban reduciendo, desapareciendo cada día, cada mes, cada año cuando las hachas y las grandes sierras tumbaban más y más árboles.


A mediados del siglo pasado la demanda de maderas duras, tropicales acrecienta desmedidamente, la desforestación de las zonas boscosas, que aún quedaban en el interior de la región. Se dio entonces, la corta selectiva en los bosques; talaban sólo los árboles de las especies requeridas en el mercado que sólo admitían unas pocas especies de árboles conocidasEsta modalidad de desforestación causó graves daños al bosque, ya que más de la mitad de los árboles eran destruidos o dañados seriamente, por la caída de los árboles cortados o por lasacudida y tirones de los bejucos y enredaderas que enlazaban unos árboles con otros. La zona de árboles había sido estropeada de tal manera que el proceso regenerativo de las especies se estancaba. En este corte selectivo iban dejando muchos árboles dañados de algún o poco valor comercial.


Además las empresas madereras y los contratistas no dejaron árboles de semilla, o de reproducción vegetal, que posibilitara la regeneración de las especies en el bosque talado.Quedaron sólo especies de árboles de algún, poco o ningún valor comercial en los bosques que había todavía en la región. La deforestación masiva tuvo además consecuencias perjudiciales en el sistema ecológico costeño.


Conozcamos el testimonio cabal hecho por el Sr. Juan Ramón López, un benquero que vivió en el ambiente selvático durante diez años, derribando árboles de maderas preciosas bajo la dirección de un contratista local, que reafirma lo anterior:


“El 26 de diciembre de 1950, 40 benqueros bajo la dirección de un contratista, salimos de Bluefields para la Boca de Parajatini, un tablazo del Río Can Can ubicado arriba de El Trapiche. Entramos a un caño llamado Wawalatini y más adelante acampamos.


“Levantamos un enorme rancho de paja o benque donde colgamos de los horcones del rancho las hamacas y los mosquiterosNos llamaban los benqueros, porque vivíamos en un benque (rancho).


“Cuatro mandamás, José Castro, Prefecto Molinares, Salvador Briceño (tico) y Rosendo Bravo, enviados por el contratista ordenaban hacer los carriles en el bosque para tirar posteriormentelas medidas de las tareas que teníamos que realizar cada benquero. Las medidas de las tareas eran de 50 metros de largo por 8 metros de ancho. Pagaban 5 pesos por cada tarea.


“Antes de ir al trabajo, desayunaba. Tomaba solamente una taza de café y dos rodajas de pan.A las cinco de la mañana comenzaba a tumbar árboles de caoba. Teníamos que obedecer una orden: derribar solamente árboles de caoba, que debían tener 30, 40,50,60,70,80 pulgadas a la redonda.Los árboles de menos de 30 pulgadas no eran derribados.


“Mientras duraba el trabajo, tenía la costumbre de no tomar agua.En aquel lugar tuve la fama de ser el mejor “hachero” de la cuadrilla, pues tumbaba diariamente entre18 a 22 árboles de caoba “a punta de hacha”. Algunos compañeros me preguntaban:


“—Juan Ramos, ¿qué haces para resistir tanto?


—Púrguense, pendejos, y no tomen agua, cuando trabajen para no cansarse —les contestaba.


“Yo me purgaba cada 15 días y eso me mantenía sanamente.


“Cuando caía un árbol, otro benquero limpiaba el lugar alrededor del árbol caído, y con otro compañero descornaba con sierra el árbol: cortaban las ramasy los cogollos; si tenía un hueco hecho por los comejenes que roían la madera, cortaban hasta donde llegada el final del hueco.


“”La caída de los árboles cortados ocasionaban mucho daño al bosque, ya que más de la mitad de los otros árboles,eran destruidos o estropeados en el área de cada tarea. Al caer el árbol caído, tronchaban árboles de guayacán, níspero real, caoba, pansubá y otros árboles de buenas maderas.


“Después de descornado el árbol, halaban la tuca con dos bueyes hasta la chinga, un carretón de cuatro ruedas con un madero de largo donde se sujetaba el yugo que se colocaba en la cabeza de los bueyes. La tuca era montada entonces en la chinga que, con una yunta de 10 bueyes, la halaba hasta el patio (área limpia) cerca del Rio Escondido.


En cuanto teníamos unas 60 tucas en el patio (área limpia), las echábamos en el caño y esperábamos que lloviera. Apenas llovía, aumentaba el caudal del caño.Entonces penetrábamos en el agua para arribarlas tucas hasta la salida al Río Escondido.Este trabajo duraba 22 días.


En el Río Escondido un enorme barco de gran calado ya estaba anclado esperando para transportar las tucas.Subían al barco por medio de cables las grandes tucas de primera, que eran transportadas a los EEUU. Las pocas tucas de segunda eran remolcadas por una lancha hasta el aserrío ubicado cerca de Santa Matilde,al norte de Bluefields. Anualmente sacábamos de 850 a 900 tucas.Este mismo barco transportaba también las tucas de otro contratista cuyas cuadrillas de benqueros tumbaban árboles de buenas especiesen Bella Vista y San Juan. También trasladaban las tucas de un tercer contratista cuyas cuadrillas de benqueros tumbaban árboles en el Tortuguero y Karawala.Las cuadrillas de benqueros de este último contratistaestaban formadas por habitantes de Rama Cay.


“Al cabo del año regresábamos a Bluefields para cobrar nuestro sueldo que nos debían; el pago era anual. Llegábamos a Bluefields un 22 de diciembre. En el Hotel Hong Kong nos pagaban el sueldo a los benqueros de las cuadrillas de los tres contratistas. Yo recibía de vez en cuando C$ 1,200 pesos; otras veces C$ 1,400. Salía chineado (mucho dinero).


“Pagados en el hotel los banqueros, unos se iban para estar con sus familias, otros se hospedaban en Hotel Hong Kong donde había un bar, una comidería y un hospedaje; los ramas se iban a su isla. Las peleas, debido a las borracheras y al revanchismo entre las diferentes cuadrillas, eran tales que las resolvían a vergazo limpio (golpes) en la calle.Pasábamos el 23, 24, 25 y a veces, el 26 de diciembre en Bluefields.Era la época de Navidad, muy alegre.


“Regresábamos el 26 ó 27 de diciembrea la misma zona donde habíamos trabajado.Y seguíamos tumbando árboles de caoba.En esta zona trabajé durante diez años.En Kuringuas calculo que sacamos más de 10,000 tucas para los EEUU en diez años; los otros contratistas sacaron para los EEUU igual o mayor cantidad de tucas, sin meter a los otros contratistas que operaban al sur de Bluefields.


En el Pool ya había transcurrido esta explotación forestal antes de la década del 50, posiblemente en los primeros años del siglo pasado.Las grandes trochas abiertas por tractores, más allá de Sconfran, hoy están montosas, pero todavía muestran los grandes carriles por donde extraían las tucas de árboles de maderas preciosas.


La Flora En El Pool


En la década del 60 se encuentra aún en el Pool un bosque del trópico húmedo(BTH) donde abundaban los árboles de zopilote, de gruesos y altos troncos, que resaltaban con sus frondosas copas amontonados en las alturas y las bajadas del lomaje y agrupados en las hondonadas. Desperdigados por el bosque se hallaban también, escasamente otras especies de árboles útiles, algunos maderables y frutales.


El Sr. Enoc Avilés Walker, agrónomo,zootecnista, especialista en sistemas agroforestales y silvopastoril refiere que en “la década del 60, en la selva del Pool se encuentran el cedro real, el cedro blanco, el cedro macho, el laurel negro, el laurel amarillo, el nancitón, el madero negro, el falso negro, la leche maría, la yema de huevo, el gavilán, el almendro, el madroño, el níspero montañero, el zapotillo de montaña, el aceituno, el guapinol, el ceibón botija, laceiba blanca, la ceiba colorada, el zopilote, la majagua, el guayabo, el frijolillo, el cafetillo, el sardinillo, el gallinazo, el palo de agua, el jaca de mono, el escobón, el jobo, la jabilla, la papaya montañosa, la piñuela, elmarañon, la guaba, la manzana de rosa, el nancite.


El Despale

En los primeros años de la década del 70 la mayoría de las anteriores especiesde árboles aún permanecían virtualmente intactas, pero algunos taladores de árboles, insensatos pensaron sin duda, que este bosque del Pool era como una reserva inagotable de madera. No reflexionaron ni tomaron en cuenta que algunas especies de estos árboles ya estaban al borde de la extinción, y los taladores siguieron cortando sobre todo árboles maderables.


En la década del 70 se hallaban sólo el cedro blanco, el cedro macho, el madero negro, el falso cedro, la yema de huevo, el almendro, el níspero montañero, el zapotillo de montaña, el aceituno, la ceiba blanca, la ceiba colorada, el zopilote, el cafetillo, el guayabo, el frijolillo, el jobo, la jabilla, la papaya montañosa, la piñuela, el escobón, el gallinazo, el gavilán, el palo de agua, la jaca de mono, la majagua., el nancitón, el madroño, el sardinillo, el nancite, el marañón, la manzana de rosa. A mediados de la década del70 jamás de los jamases volveríamos a ver en todo el bosque del Pool árboles como el cedro real, el laurel negro, la lecha maría, el níspero montañero,el ceibón botija, el guapinol.


Y los taladores ambiciosos seguían despalando más, pues la venta de madera les había dado mucho dinero.


En la década del 80 hallábamos aúnel madero negro, el nancitón, el gavilán, el almendro, el madroño, el zopilote, la majagua, el gallinazo, el palo de agua, el escobón, el jobo,. el jaca de mono, el sardinillo, la pañuela, la papaya montañera, el marañón.


En la década del 90 sólo encontrábamos el madroño, el nancitón, el almendro, el madero negro, el zopilote, el sardinillo, el jobo.


Entre el 2008 y el 2010 el bosque en el Pool estaba desapareciendo, pues en el 2008 hallábamos todavía pocos árboles de zopilote, almendro, madero negro y el jobo; en el 2009 sólo encontrábamos el zopilote, el madero negro y el jobo; en el 2010 sólo mirábamos escasos y aislados árboles de madero y zopilote, que los taladores tumbaban y queapenas crecían en el terreno. El bosque había desaparecido y el hombre destructor de bosques había concluido su trabajo maligno.


Pero, ¡qué había sucedido realmente?


El Sr. Cesario Vega Mena, experto constructor en la rama de construcción y dirigente político de relevancia, refiere: En la década del 40 nadie le ponía interés a la madera del zopilote, sin embargo había carpinteros que desde entonces venían usando ya la madera del zopilote, pues esta madera es suave, pero curada y cepillada era de excelente calidad.La usaban para hacer divisiones en las casas que construían en Bluefields.Además los ebanistas la empleaban para hacer muebles, y los albañiles la utilizaban en la construcción para formaletear. Los campesinos la empleaban también para construir sus viviendas: levantaban las paredes y construían eternos tambos con esta madera, pero el agua de la lluvia no debía humedecerlas, porque la madera comenzaba a podrirse entonces.


“Cuando los explotadores forestales en elPool terminaron los árboles maderables, comenzaron entonces a tumbar árboles de zopilote para abastecer a los carpinteros, ebanistas y albañiles, y el bosque tenía cada día menos árboles hasta que los desaparecieron.También el Huracán Joan terminó de tumbar los pocos árboles que iban quedando en el Pool”.

Don Felix Mora (q.e.p.d.)


La riqueza de la flora era cuantiosa en el Pool.Conversábamos quedon Felix Mora hallaba posiblemente en la selva del Pool los ingredientes necesarios como la piña montera, la caña agriael ataho de dulce extraído del guarapo de la caña de azúcar, fabricado en la finca de don Atha Francisco, cerca de la poza del Pool para preparar una singular bebida deliciosa y nutritiva.


Pero, ¡quién era este señor muy respetado en la comunidad blufileña? Don Felix Mora era propietario de una sala grande donde jugaban el billar,un juego en que los contrincantes provistos de tacos impulsaban bolas de marfil hacía seis orificios, sobre una mesa rectangular cubierta de un tapete verde.


Además era dueño de un establecimiento donde vendía una bebida muyexquisita, de muy buen gusto, cuya fórmula don Felix Mora la había traído de Chile, de América del Sur.Hacer esta bebida no era un quehacer fácil, ya que la preparaba con la fermentación del jugo de la piña y la caña agria desmenuzada.En una amplia bodega de su casa destinada para guardar los insumos de esta bebida, tenía cuatro toneles (barriles) de madera curada, importados de EEUU.Don Felix Mora echaba en un tonel la pulpa de la piña pedaceada y además agua; en otro tonel, la caña agria dividida en pequeños trozos machaqueados e igualmente, agua para la fermentación de estos ingredientes.Luego había que dejar pasar cierto tiempo hasta conseguir el buen punto de fermentación.


Según Doña Socorro Castillo deLópez, esposa del Prof. Juan de la Cruz López Urbina, le contaba su madre, doña Mercedes Castillo, (q.e.p.d.) que cuando don Felix Mora iba a preparar la bebida, entraba a la bodega sin que nadie le siguiera y trancaba la puerta. Nadie podía ver, mientras preparaba la bebida: era un secreto de fabricación.En este momento él debía tener un sentido muy particular, del gusto, el olfato y también la vista, para percibir y distinguir el buen sabor, los olores aromatizantes y el color de la bebida. Mientras combinaba los ingredientes, endulzaba la bebida con el ataho de dulce, hasta lograr la exquisitez de la bebida y una buena calidad deseada para satisfacer el gusto del cliente más exigente.La preparación de la bebida requería tener exactitud en la cantidad de los líquidos de los líquidos fermentados que entraban en la combinación, es decir, había que mezclar con precisión, ni más, ni menos ingredientes en cada preparación.


Muy temprano abría el establecimiento donde comenzaba a vender la deliciosa bebida.Enlas primeras horas del día, al mediodía y atardecer, don Felix Mora siempre estaba despachando la bebida: de un tonel de madera, repleto del líquido refrescante, vertía la bebida en un vaso de vidrio por medio de una llave adheridaen la parte inferior del tonel; luego agregaba un raspado de hielo y una pajilla.


Llegaban a la expendeduría de esta bebida una variedad de clientes:niños, niñas, estudiantes, profesionales, jóvenes, adultos, ancianos … que ya sabían de la fama de esta bebida, y que ciertamente era buena.¡Buenísima! Esta era la causa del porqué de la popularidad de esta bebida.El precio de la bebida era entonces de veinticinco centavos, un chelín.


Avanzábamos inexorablemente, a paso corto, hacia el noreste siguiendo el curso de un estrecho camino, por donde cruzaban varios senderos abiertos posiblemente por cazadores fortuitos, buscadores de plantas medicinales o animales silvestres. En estos senderos encontrábamos casi siempre las huellas frescas de saínos, cusucos, güillas, venados y hasta del tigrey el león que bajaban cerca de la ciudad del Bluefields. En estos parajes el camino serpenteaba entre las grandes rocas, se perdía tras los árboles, surgía de nuevo entre el montarascal y desaparecía en las hondonadas.

Plantas Medicinales


La Medicina Indígena, hoy crecientemente apoyada por la OMS y muchos gobiernos comparte del cuidado primario de la salud, dependiendo en medida importante de las hierbas y plantas medicinales.


Enlas partes bajas de las hondonadas una vegetación de plantas pequeñas, unas rastreras, se extendía bajo los árboles del boscaje. La riqueza de la flora medicinal era aquí prolífica.Estos lugares eran verdaderos herbarios de plantas de la medicina natural. Gran cantidad de estas plantas tenían particulares propiedades curativas.EddyFrederick Saker (hijo de Lagrimán), Miguel Jota, Remigio Montesuma, personas muy populares, hallaron aquí, posiblemente el bejuco de la quina, la cuculmeca, la uña de gato, el guapinol, el indio desnudo, la caña agria, el hombre grande, el bejuco de agua, la cáscara de marañón rojo, la piña montera, el hombre contra hombre, la hoja de guarumo, el cogollo del guarumo rojo, Juan del Monte (John Short), la hoja de mozote, lahoja de Rachel, la chilindrina, la herida nueva, Juan León, Brenda del Monte— plantas medicinales que comerciaban en el pueblo —que abundaban en estos parajes.


Estos lugares eran un área de la selva, de mucho peligro, y debíamos movernos hacia adelante con mucho cuidado, pues abundaban también las serpientes.


Fauna Avícola y de Animales de Montaña


Seguimos caminando hacia el centro de la selva y a ratos comenzamos a escuchar muchos sonidos y ruidos en los sombríos ramajes de la arboleda; el movimiento imperceptible de aves silvestres agitaban las hojas de las ramas externas de los árboles, pero el camuflaje de sus colores las hacían casi invisibles. Comían frutas de los árboles.


En este momento bandadas de loras y chocoyos volaban veloces y ruidosamente encima del bosque y de pronto descendieron en picada hasta los árboles frutales. Entonces se produjo una confusa y gran algarabía, un jaleo tremendo, de chillidos y gritería entre todas las aves. Pero pronto volvía la calma y todas las aves y otros animales seguían comiendo las exquisitas aceitunas.


Sin embargo hacer el menor ruido desde abajo o acercarse a los árboles frutales donde comían, bastaba para que se produjera una desbandada en desorden de loras, chocoyos, tucanes, felices, viudas, palomas, siclás, pilis, güises, barrigas blancas y ardillas. Entonces saltaban y revoloteaban de un árbol a otro haciendo sobre todo un ensordecedor bullicio de las loras y los chocoyos.Finalmente una gran cantidad de loras empezaron a volar con rapidez hacia otros lugares.


Aparecían dos, tres, cuatro ardillas, ágiles e inquietas, de pelaje amarillo apagado, que saltaban de una rama a otra huyendo del bullicio de las aves o de nosotros. Andaban rápidamente lanzándose siempre de un lugar a otro.


Se detenían haciendo su ruido pausado, alzaban sus colas muy pulidas con gracejo, que meneaban nerviosamente.Se erguían con firmeza descansando en sus patitas traseras, sentándose en sus posaderas.


Agarraban con sus patitas delanteras las frutas maduras que comían apresuradamente girando la fruta. Finalmente se iban alejando por el sombrío ramaje de los árboles.


Luego de haber observado tantas aves y ardillas en una gran comilona de frutas, más adelante, en un “claro de bosque” pudimos presenciar el vuelo de un gavilán serpentero que volaba circularmente.


—Ese gavilán está por cazar algo — dijo el guía.


El gavilán de pronto se detuvo en su vuelo raudo y comenzó a aletear en el aire y después de unos segundos dio un giro lanzándose en picada al suelo.


Luego al alzar vuelo, vimos que llevaba su presa, una pequeña serpiente atenazada por las filosas garras del gavilán.


En seguida voló, voló y voló desapareciendo en medio de los árboles donde sin duda descuartizaría su presa con su encorvado pico y la comería en pedazos.


Las Aves en el Pool


El Sr. Enoc Avilés Walker, agrónomo, zootecnista, especialista en sistemas agroforestales y silvopastoriles, cuenta que la fauna avícola, silvestre era abundante en el Pool, en la década del 60 y 70. Entre las aves de rapiña encontrábamos entonces el águila de peñón, el gavilán suelero, el gavilán playero, el gavilán serpentero, el gavilancillo, el feliz.


Hallábamos también una gran variedad de aves de vistosos colores: la lapa (roja y verde), la pava, la pava loca, la lora, el carpintero, la urraca del Caribe, la chachalaca, el tucán real (picón), la cotorra blanca, el loro, el loro cancán, el chocoyo zapoyol, el chocoyo llanero, el chocoyo pico rojo, la paloma posolera, la paloma tora, la paloma real, la paloma San Nicolás, la paloma rodadora, la paloma patocona, la viuda negra, la viuda pecho rojo, la chorcha, el barrigablanca (White belly), el alma de perro, el guas, el pájaro azul, el baranquero, la oropéndula, la gallina de monte, la perdiz, la codorniz, el alma perdida, el sargento, el sensontle, el gorrión, el pilí, el siclás, el cucarachero, el arrocero, el zanate, el pijul.


Veíamos aquí aves soberanas como el águila depeñón, el pavón negro y el gavilán pavón, que ya estaban al borde de la extinción en nuestra región. Podíamos ver estas magníficas aves en la selva profunda, que era el refugio de estas aves.


Hallábamos además aves nocturnas como la cocoroca, el pocoyo, el búho, la corea, el macua, el esquirín, el murciélago.


En la década del 70 hallábamos la lora, el tucán real (picón), el loro, el loro cancán, la paloma posolera, la paloma San Nicolás, la oropéndula, la urraca del Caribe, el carpintero, la chachalaca, el guas, la viuda negra, la viuda pico rojo, el alma perdida, el barriga blanca, la chorcha, el alma de perro, la gallina de monte, la perdiz, la codorniz, el pájaro azul, el sargento, el sensontle, el güis, el siclás, el pilí, el gorrión, el pijul, el zanate, el cucarachero, el arrocero. En la década del 70 el águila de peñón y el gavilán suelero habían desaparecido en la selva del Pool.


En la década del 80 hallábamos aún la lora, el carpintero, la urraca del Caribe, la chachalaca, el guas, la paloma posolera, la paloma San Nicolás, el loro, el loro cancán, la perdiz, la viuda negra, la viuda pecho rojo, la chorcha, el barriga blanca, el alma de perro, el pájaro azul, el sargento, el sensontle, el güis, el siclás, el pilí, el gorrión, el pijul, el zanate, el cucarachero, el arrocero.


En la década del 85 encontrábamos todavía la paloma posolera, la paloma San Nicolás, el guas, la viuda negra, la viuda pecho rojo, el sargento, el sensontle, el gorrión, el pilí, el pijul, el zanate, el arrocero, el cucarachero, el güis, el siclás,, el pájaro azul.


En la década del 90 sólo se hallan la paloma posolera, la paloma San Nicolás, el guas, la viuda negra, la viuda pico rojo, el sargento, el sensontle, el gorrión, el pilí, el pijul, el zanate, el arrocero, el cucarchero.


En la década del 2010 sólo hallamos la paloma posolera, la paloma San Nicolás,el sargento, el sensontle, el gorrión, el arrocero, el cucarachero el zanate.


¡Cuáles fueron las causas de la extinción de las aves en el Pool?


La razón de la extinción de las aves siempre estuvo relacionado con la tala continua de los árboles del bosque en el Pool.En 1985, 35 especies de aves habían desaparecido, es decir, más del 50% de las aves.


Las aves dependían de todo el bosque, de todo lo que allí había: alimentos, refugio, etc.El bosque era su hábitat natural, donde vivían tranquilos, reposadas, engendrando sus crías hasta que el hombre insensato y ambicioso interrumpió su existencia y tranquilidad destruyendo bosques, las casas de los animales; además la mayor parte de la fauna en la selva del Pool, era también objeto de su caza para el consumo de la carne y a veces, la desecación de las aves para la ornamentación y la conservación.


Entonces, ¡cuál fue el destino final de las aves?


Muchísimas aves fueron matadas por los cazadores.Durante los primeros años de la década del 80, emigraron posiblemente a mejores bosques, tierra adentro, o hacia el sur o el norte.El Huracán Juana produjo después, en 1988 la mayor mortandad de aves y otros animales que aún quedaban en el Pool.



Animales de Montaña


En ocasiones nos deteníamos, al oír cercanamente los poderosos aullidos de los congos. Dejaban de aullar a medida que nos acercábamos a los árboles donde permanecía toda la manada: cuatro, cinco, seis, siete, ocho y más congos; unos estaban agrupados, sombreados tras las ramas; otros, comiendo o haciendo piruetas de rama en rama. También,unas hembras con sus crías abrazadas a su panza. El congo, líder de la manada, desafiante y altanero por nuestra presencia, se paseaba entre las ramas yendo y viniendo sin cesar.


Al caer la tarde también veíamos al pizote solo en los árboles más altos.El pizote solo, de pelaje café y cola larga saltaba rápidamente, por las ramas de un árbol a otro, con una agilidad asombrosa.Cuando se detenía, olfateaba en las inmediaciones y en seguida buscaba y rebuscaba a prisa,entre las hojas hasta que atrapaba algo que lo masticaba y lo tragaba al instante.


En ocasiones cuando bajaba al suelo, rasgaba la tierra con sus encorvadas y filosas garras de sus patas delanteras, buscando insectos o mazamorras, su alimento preferido.Este animal tenía un olfato muy desarrollado, pues hallaba inmediatamente, aún bajo la tierra, lo que le servía para su alimentación.


El Sr. Enoc AvilesWalker,agrónomo y zootecnista narra que en la década del 60 hallábamos aquí, en el Pool el mono cara blanca, el mono amarillo gritón, el mono colorado (comestible), el mono cuyú, el mono cúcala, el congo negro, el tigre rayado, el tigrillo, la pantera negra, el león, el leoncillo colorado, el tigre mano gateada, el gato negro culmuco o culumuco, el oso hormiguero, el venado puco, el venado blanco, el pizote de manada, el pizote solo, la ardilla negra, la ardilla amarilla, el zorro cola pelada, el zorro espín, la guatuza, el zaíno, el cusuco, la guardatinaja, la ceiba, el lince negro, el mapachín, el perico lerdo.


En la década del 70 podíamos ver aún el tigrillo, el venado puco, el mono cara blanca, el mono amarillo gritón, el mono colorado, el mono cuyú, el mono cúcala, el zaíno, el zorroespín, la guardatinaja, la guatuza, el cusuco, el mapachín, la pantera negra, el gato negro (calmuco), el pizote solo, el zorro cola pelada, la ardilla negra, la ardilla amarilla,el perico lerdo, el zorrillo.


En la década del 80 todavía encontramos la pantera negra, el gato negro (calmuco), el zaíno, el zorrillo, la guatuza, el cusuco, el mapachín, el pizote solo, el zorro cola pelada, la ardilla amarilla, la ceiba, el mono cuyú, el mono cúcala.


En la década del 90 aún hallábamos la pantera negra, el gato negro, el zaino, el pizote solo, la ceiba, el zorro cola pelada, el mono cuyú, el mono cúcala, la ardilla amarilla.


En el 2010 la fauna de animales de montaña había desaparecido.Sólo se hallaba la pantera negra.


Muchos excursionistas deseaban ver un tigre sin tener una idea sobre la gran peligrosidad de esta fierasuprema, difícil de hallar. Encontrarle en su madriguera era sólo posible con un buen perro monteador.


Sólo sabíamos que cazaba al atardecer, al anochecer y en la madrugada, usando su fino olfato para encontrar sus presas.Cuando tenía mucha hambre bajaba a veces, hasta las cercanías de Bluefields: en los terrenos del Seminario Pío X, frente al Colegio Madre del Divino Pastor, detrás del Instituto Nacional Cristóbal Colón, en los contornos del barrio Nueva York, en los contornos de los actuales barrios 19 de Julio y Pancasán, donde devoraba el ganado, los perros, los cerdos, las gallinas en las fincas y los ranchos que rodeaban entonces la ciudad de Bluefields.Sus víctimas eran parte de la cadena alimentaria.


Ya al final de la madrugada se dirigía a la selva, tierra adentro, buscando un refugio seguro. Que nos estuvieran observando cuando nos internábamos en la selva profunda, era posible, ya que sabían exactamente como camuflarse detrás de las gruesas ramas de un árbol o en las cuevas naturales, formadas en las grandes rocas del lugar.


Cazadores profesionales como Salomón Zafrián, Edgardo Robleto, Juan Niño, tiraron varios tigres y leones que mantenían atemorizados a los finqueros y las lavanderas de la zona.Salomón Zafrián tiró un tigre y un león entre la finca de Jorge Siú y la Poza del Cirilo.


Es todo lo que supimos sobre el tigre, pero que nunca lo pudimos ver. Sólo el rastro de sus huellas frescas permanecían impresas, inalterables, cada mañana, en las partes bajas del Pool.


María Elsa Chávez López


En la década del 70 la selva llegaba hasta los contornos del Seminario Pío X donde había potreros con ganado vacuno y caballar. Por las noches bajaban feroces animales de montaña como el tigre, el león y el tigre pantera hasta este lugar donde deambulaban para conseguir sus presas. Cuando estos animales estaban hambrientos eran muy peligrosos, ya que atacaban y devoraban tanto animales como personas.En la década del 60 un tigre panterahabía atacado y devorado a un niño de 6 años y a una niña de 12 años en la salida del Caño de la Curtiembre, hacia el norte, exactamente enuna punta del terreno donde es actualmente el dique del Sr. Frank Zeledón, en la zona de lo que fuera otrora MiconBlunco-Comar Blusa, un centro maderero en las décadas del 70 y 8.


Estos animales feroces también decendían frente a las cercanías del actual Colegio Madre del Divino Pastor.En ocasiones les disparaban desde el Seminario Pio X, pues ya habían devorado una ternera.


Una noche doña María Elsa Chávez López, madre del legendario Juan Carlos Sanarrusia Chávez quien tenía 5 años, jamás se imaginó que tendría un susto mayúsculo, cuando salió al servicio que estaba en el patio. Muy confiada en que no había ningún peligro, entró al servicio.


Transcurridos unos minutos, de pronto oyó como que se rascaba un animal en un árbol de guayaba, detrás de la caseta del servicio. Ella pensó que era alguna vaca del Seminario Pío X y no pensó en otra cosa.Pero, en seguida oyó un gruñido leve y luego un resoplido y un gruñido más fuerte.


—En ese momento sentí que la vista se me nubló, y que las piernas me temblaban.Sólo pensé en mi pequeño hijo que estaba solito, y que la puerta de la casa se encontraba abierta.Estaba echa un manojo de nervios.Abrí la puerta del servicio y miré la puerta de la casa que estaba abierta a unos 15 metros.Me encomendé a Dios y empecé a caminar y oraba repitiendo “La Sangre de Cristo me proteja”. Al llegar a la casa, oí otro rugido muy fuerte y cerré la puerta.Apagué todas las luces y me encerré en mi cuarto con mi hijito.Al llegar mi compañero comencé a llorar.


—¿Qué te pasa, María Elsa? —preguntó su marido.—¡El tigre, el tigre!Está detrás del servicio—le dijo—.Ella le contó todo sobre el suceso y siguió llorando.


—Vos ves qué haces, o pones el inodoro dentro de la casa o que me acompañe una persona mayor, mientras vos llegás.


—Está bien, está bien, no sigás llorando. Mañana comienzo a trabajar para poner el servicio dentro de la casa.


Algunos Insectos En El Pool


En cierta ocasión mientras avanzábamos en un terreno plano, el guía se quitó velozmente la gorra de la cabeza, corre hacia nosotros.


—Corran, corran para atrás— el guía mandó a retroceder—. Son abejas no avispas “corre coyotes”.


Tiene la cara y el pelo lleno de abejas.Se sacude las orejas, la cabeza, se restriega la frente, los cabellos, encoge y desencoge los brazos quitando las abejas de estos y su camisa.


Todos los demás corrían en direcciones opuestas sacudiendo sus ropas.


—Son abejas soncuán, menos mal —dijo el guía—. Ahí está la trompa de la colmena, alguien del grupo pasó cerca agitándolas sin fijarse.Bonito susto nos dieron.


—Saquemos la miel, Pich— pidió uno del grupo.


—No, no es la temporada— le dijo el guía.


En una pocita cercana nos lavamos lasmanos, la cara y el pelo, pues estaban pegajosos.Después el guía echó un vistazo al grupo.


—Aseguren todas las armas.Si no están tan entusiasmados, como veo.— les pregunto.¿Quién está desanimado?¡Theogene,el profe, Neñuz?


—Nadie —contestamos fuertemente.


—Adelante, pues, que esta selva no se manda sola.


Los insectos eran abundantes: había una gran variedad de abejas como la tamagás, lasoncuán, la mariola y el jicote, que producían una exquisita miel de calidad, y que jugaban una importante funciónen el medio ambiente contribuyendo al equilibrio ecológico en el Pool, mediante la polinización.


La existencia de las abejas era primordial para la preservación de la mayoría de plantas en el Pool, pues el 80% de las especies de plantas con flores dependían de las abejas para su fecundación.Las abejas eran un soporte de los ecosistemas.


Había otros agentes polinizadores, como el viento, el agua, las aves, algunos moluscos, diversos insectos, pero la abeja era el agente polinizador ideal.


La medicina natural ha tenido interés últimamente en las cualidades curativas de la miel, el polen, la cera, la jalea real, el veneno y otros derivados, que produce este útil y beneficioso insecto para la salud humana.


Había una variedad de avispas como la corre coyote, la ahogadora (de color amarillo), la catala y el guitarrón; éstas dos últimas eran muy temidas por su picadura,El guitarrón siempre producía una gran inflamación en el lugar donde picaba.


En la maraña del bosque encontrábamos muchos animales pequeños y peligrosos, que deambulaban por el suelo y los troncos huecos de los árboles, como el escorpión toboa, el escorpión coral, la araña picacaballo, la hormiga bala, el alacrán.


La arañapicacaballo es un enorme arácnido peludo, de color café oscuro, de picadura muy dolorosa, que se movía rápida y ágilmente cuando cazaba las presas. La hormiga balaes un insecto himenóptero, muy grande y voraz, que vive bajo tierra en hormigueros o en los troncos huecos. Esta usa su aguijón para matar a sus presas. Su picadura es muy dolorosa.El alacrán vive debajo de la corteza de los árboles podridos.


La picadura de la araña picacaballo, la hormiga bala y el alacrántumbaban a uno al suelo, produciéndole fuertes dolores de cabeza, fiebre, mareos y vómitos. Las personas afectadas por estos animalitos dañinos tenían que ir al Hospital San Pablo o ser atendidos en una clínica privada para poder sanar de los malestares.


Algunos excursionistas nunca habían visto a estos nocivos animalitos que encontrábamos ocasionalmente en la selva del Pool.


La Comunicación en los Animales.


Los animales de la selva tienen un modo de comunicación propio, que gracias a éste pueden comunicarse con los de su especie.


Las aves como el tucán real (picón), las palomas, el sensontle, la gallina de monte, el guairón, la chachalaca, la lechuza, etc. se comunican con sus congéneros mediante cantos, silbidos, gritos, graznidos….Asimismo usan su plumaje multicolor para atraer y obtener pareja, como el gorrión, la lapa, el sargento macho y otros.


Los animales de montaña como el tigre y el león emiten rugidos y gruñidos; los monos producen chillidos o rugidos.Las serpientes y los saínos dejan emanaciones de olores para que otros de su especie los puedan seguir o localizar.


Los insectos se valen de muchos medios para comunicarse.Las luciérnagas o quiebraplatas despiden una luz fosforescente verdosa para que sus congéneres las puedan hallar, los grillos machos entonan sonidos agudos y monótonos para atraer a las hembras.Los zompopos, las hormigas dejan emanaciones de olor en sus caminos para que otros los puedan seguir o localizar.Las abejas revolotean sobre la trompa de la colmena para señalar en donde se halla la miel.Los animales se comunican de diferentes formas.


A todos nos agrada el canto del sensontle, pero no sabemos lo que dicen con su bello canturreo.

Encuentro Con Personajes Cazadores


Justo Traña (q.e.p.d.)


El guía de pronto hizo el alto al grupo, mientras caminábamos,


—shss, shss, shss,cállense — ordenó al grupo.


Carga el rifle 22, se agacha y avanza sombreado en la maleza, pero luego se endereza y saluda a alguien.


Es Justo Traña, primo hermano nuestro,quien sube por el sendero. Le acompaña un perro gris, pichón.Al llegar donde estábamospone en el suelo la pesada carga que trae, una güilla y una gallina de monte.


—Ideay, Francisco, ¡andancazando? —me dijo—Con la bulla que hacen ni un cusuco agarran.


Después que conversamos un rato, me entrega la gallina de monte.


—Toma, llévate esta gallina para que hagás una rica sopa con albóndigas.Me saludas a la Bernarda.


Después de cargar la güilla sobre su hombroizquierdo, nos advirtió sobre los peligros en estos parajes.


—Tengan cuidado cuando bajen por la pendiente en que vine —nos dijo seriamente—


Al final de la pendiente hay un cañito como a unos 30 metros. Yo caminaba en el cañito, en el agua, cuando casi me paro sobre una toboa, y a escasos 3 metros avanzaba también una coral grande.Las dosserpientes medían como 2 metros. Extraño, ¡verdad? Parece que estaban peleando, porque no estaban embramadas, en celos; estas dos especies no pueden procrear crías, son incompatibles.


El Sr. Justo Traña era un respetable profesional, contador y administrador en la Alcaldía de Bluefields, en este tiempo.


Después de saludar a todos, pasó entre el grupo y se internó en la selva por el mismo sendero en que viniera.


Early Hodgson


En esta ocasión encontramos también a EarlyHodgson y GladstonChow que venían por el mismo caminodonde nos topamos casualmente con Justo Traña.Innumerables senderos hechos por los cazadores o los animalesde montaña,convergían en el camino donde íbamos en ese momento.


—¡Ydeay, hermano!, ¿para dónde se la llevan?— me preguntó Lunkù.


—Vamos rumbo al norestepara salir cerca de la finca de Jorge Siú— le contesté.


—¿Y ustededes que hacen? — le pregunté


—De todo, de todo: cazar, cortar leña y recoger frutas— me dijo poniendo en el suelo la pesada carga que traían: un pequeño venado muco, dos líos de leña yun baldecito llena de frutas.


—¡Un venado!, ¿ dónde lo tiraron?— le preguntó uno de los nuestros.


—Al frente del rancho de Montesuma (hoy terreno donde está el Colegio Cristiano Verbo).


—Y, ¿esa leña, Lunkú? — le pregunte nuevamente.


—Cortamos leña para venderla a las panaderías.Hoy el corte estuvo fácil. A unos 220 varas hay una carbonera donde los campesinos queman los trozos del árbol de almendro para hacer carbón, pero no utilizan las ramas delgadas, de las que cortamos 200 rajas de leña de almendro.La leña de almendro es buena, buenísima, la pagan bien.


—¿Cuánto les pagan por cada lío de leña?— le pregunté.


—Bueno, nos pagan 2.50 por cada 100 rajas— nos dijo, restregándose el sudor de la frente con la mano derecha.En estos dos líos de leña llevamos 200 rajas y pensamos pedir más por esta leña que es de almendro, que arde más, dura más para quemarse, pero también pesa más.


—¿Dónde consiguieron frutas de zapotillo?— le preguntó uno.


—Caminen en dirección al norte ya unas 50 varas hay varios árboles de zapotillo de montaña.Cuando vean muchas aves que vuelan entre los árboles, allí están los zapotillos. Nosotros recogimos en el suelo estas frutas que están enteras, porque los árboles son muy altos.


—¿Han pasado tranquilos, no han tenido problemas, Lunkú?— le pregunté.


—¡Qué va, hermano, qué va! Pasamos un susto, un gran susto hace poco— nos decía agachando la cabeza.—Descansábamos más abajo para buscar la salida y regresar a Bluefields, cuando oímos un gran ruido de un animal grande, que avanzaba apartando el monte. Nosotros nos tiramos al suelo y cargamos los rifles.El animal al salir al limpio, comenzó a correr y subió por la loma. Para mí que era una vaca muca, pues no tenía cachos.


—Lunkú, el animal los sintió por eso corrió, y una vaca nunca camina en la selva, porque no tardaría muchotiempo viva, porque el tigre o el león la atacaría para devorarla en seguida.Yel animal que vieron era un danto.


—Y el danto, ¿es peligroso?— preguntó un poco nervioso.


—No, Lunkú, pero si fuera una danta con cría, sí, es muy peligrosa, pues los atacaría.


—Te fijas, Lunkú, yo me canso de decirte que estos lugares donde estamos, son muy peligrosos, necesitamos armas más potentes.—le dijo Glastón.


—Glastón tiene razón, Lunkú, conseguí una escopeta y así estan más seguros.


—Sí, hermano, en la casa hay una escopeta que fue de mi abuelo, y que está colgada como adorno en la sala, está un poco sarrosa.


—Bueno, hermano, no los atrasamos, que les vaya bien—nos dijo Lunkú.


—Bueno, Lunkú, limpia pronto esa escopeta 12 y que les vaya bien.

Peligros en la Selva


Teníamos que conducirnos con prudencia, cuando estábamos en la selva pues en estos parajes podíamos enfrentar muchos peligros: depredadores como el tigre, el león hasta enormes serpientes venenosas y otros pequeños animales dañinos.


Aquí, a veces, el verdadero peligro es el que no podemos ver, pero está allí, oculto en un hoyo de la tierra, en un árbol hueco, en las bajadas de las lomas, en los lados de los caños, en la oscuridad, en las sombras.Por eso hay que andar con tiento en estos lugares; pues es esencial, tener cuidado donde pisas, donde tocas, donde miras con sumo cuidado.


La selva es un lugar muy impresionante por su belleza, pero a la vez, muy peligrosa.Sobrevivir a los peligros que hay en ésta, es sobrevivir en la selva.Cualquier persona debe adaptarse a la realidad adversa que halla en la selva, tiene que aprender a coexistir inteligentemente con el peligro, ya que la selva es un paraíso salvaje, de belleza, peligro y sosiego.


Las Serpientes


Cuando descendíamos por los declives se producían a veces las hondonadas especiales, donde no pegaba el viento ni penetraba la luz solar.Allí, en estas depresiones oscuras encontrábamos casi siempre las grandes serpientes enrolladas, que descansaban durante el día.Estos lugares eran parte del hábitat natural donde yacían ocultas en la penumbra.


El Sr. Enoc Avilés, zootecnista, refiere que en la zona del Pool hay una gran variedad de reptiles.Entre estos se hallanel coral amarillo, el coral rojo, el coral negro, el siete lenguas, la tamagás, la majagüera, la mano de piedra, la víbora de sangre, la terciopelo, la barba amarilla, la matabuey, la Toboa, la boa, la mica, la pestañuela (castaña), la zopilote, la cola blanca, la chocoya, el gallego, el cherepo, el camaleón, el perro zompopo, el escorpión, la iguana, la bejuquilla.

Experiencia Peligrosa



Veníamos del Pool donde habíamos recogido varias piñas sazonas que la madre de Francisco Aníbal, doña Emperatriz Martínez, nos había encargado para prepararel almíbar de Semana Santa.Me acompañaba mi hijo, Francisco Aníbal López.Sólo faltaba una piña para completar el encargo de 10 piñas grandes sazonas, no maduras.


Pasando frente a la finca de Montesuma me dijo mi hijo:


—Papá, en la lomita de la izquierda yo siempre he hallado piñas grandes.Espéreme aquí, en el camino, voy a buscar en ese lugar.


Me senté entonces en el suelo, bajo la sombra de unos árboles de un tacotal, ya que en ese momento el calor era insoportable. Estábamos en el mes de abril, en el pleno verano, cuando las chicharras comienzan a chirriar.Después de unos 15 minutos, Aníbal salió al camino y traía dos enormes piñas.Noté que venía alterado, con la respiración entrecortada.


—¡Qué pasa, Aníbal? — le pregunté.


—Papá, acabo de ver la serpiente más grande, que jamás haya visto. Un coral enorme, enorme.Yo calculé que tiene aproximadamente unas cuatro pulgadas y medio de grosor,y la cabeza parecía la punta de unpilón de esos queusan los campesinos para pilar arroz— me dijo siempre alterado.— Después de cortar la última piña levanté la vista y vi como a unas 8 yardas una mancha rojiza en el suelo.El zacatal alto me impedía ver.Avancé entonces para mirar qué era y me detuve cuando observé que era un coral que se calentaba, y que tenía como una yarda de su cuerpo fuera de un hoyo. Está encuevado. —¿Qué hacemos, papá?


—Nada, nada, nos vamos— le dije.


—Pero, papá, al menos mírala. Te vas a sorprender— me dijo.


—Está bien, está bien, pero tengamos mucho cuidado.El coral es una de las serpientes más venenosas. Algunos afirman que es siete veces más venenosa que otras serpientes. Imagínate, una mordida de esa serpiente que viste, sería fatal, sería la misma muerte. No nos daría tiempo de llegar al hospital.Decime, ¡hay bastante monte para ocultarnos?


—Sí, papá, hay un zacatal alto, arbustos, alrededor de la serpiente — me dijo.


Comenzamos a dar pasos cortos, apartando lentamente los arbustos para ver hacia adelante,Luego nos detuvimos.


—Agáchate, papá y mira hacia la cumbre de esta lomita y luego baja la vista— me dijo Aníbal.


Al bajar la vista pude ver la parte delantera de la enorme coral.


¡Qué enorme serpiente!! — le dije calladamente.


No pensé disparar, porque una bala 22 no la mataría ni detendría una arremetida de la serpiente.En ese momento parece que nos sintió y terciando la parte visible de su cuerpo, se metió rápidamente en el hoyo.Entonces pensé que no era bueno que una serpiente estuviera en estos lugares donde llegaban muchos buscadores de piñas.


—Aníbal, salgamos al camino y en el saco vacío que traía lo llenamos de hojas secas — le dije—. También recogeremos ramitas secas y unas ramitas de cola de burro.


Después de unos minutos volvimos al lugar donde estaba la serpiente encuevada.


—Aníbal, esta es una operación rápida, que haremos.Yotaponearéel hoyo con las ramitas secas.Vos vas a regar después sobre el hoyo las hojas secas y prendé fuego rápido con las ramitas de cola de burro.Con el arbusto seco y el zacatal que hay alrededor del hoyo tendremos un fuego grande.


Llegamos cerca del hoyo y entonces lo atasqué con las ramitas secas, seguidamente se cubrió el hoyo de hojas secas, y Aníbal prendió fuego.


—Nos vamos rápido,Aníbal, que ese animal al sentir el humo y el fuego saldrá sin duda, endemoniado.


Llegamos a la Aguadora y desde allí pudimos observar las lenguas de humo que se elevaban sobre el tacotal.


—Mirá, Aníbal, el fuego está quemando el arbusto y el zacatal; sí, hijo una quemancina grande.


Claro Del Bosque


En nuestro recorrido por la selva salíamos en ocasiones a los “claros del bosque” por las partes altas, que presentaban una enmarañada vegetación de matorrales bajos, arbustos espinosos, plantas de hojas cortantes, hierba y pastizales tupidos y piñas monteras, que formaban una muralla verde, impenetrable. Se encontraban árboles de marañón rojo y amarillo, de nancite, guaba, manzana de rosas y jocote jobo.Abundaban los mantos de helechos y de musgo, los coludos y la cola de burro (plantas ornamentales),adornando los altos de la loma.


Tan pronto como las plantas empezabana florecer,aparecían hermosas flores de vistosos colores rojos, amarillos, rosados, lilas, verdes tiernos y azules claros, formando pequeños jardines que embellecían el lugar. Estos parajes eran realmente bellísimos y maravillosos.


Aquí, sin embargoera un sitio donde dormían o descansaban por lo común, en los zacatales altos, durante el día las enormes boas que medían hasta 4 metros de largo.Este ofidio se alimentaba de mamíferos pequeños y grandes: ratones, ardillas, zorros, guardatinajas, guatusas, venados pequeños; también, gallina de monte, huevos de aves, iguanas, etc.


Cazaba de cinco de la tarde a las cinco de la mañana.En cuanto cazaba, enrollaba a su presa, la estrujaba con los anillos de su cuerpo, la ahogaba quebrando sus huesos para luego engullirla.


Mientras abríamos camino, uno del grupo corrió entusiasmado hacia un árbol de nancite.


¡Un nido! ¡Un nido! ¡Un nido! —gritó animado y sonriente—. Tiene crías.Son crías de sargento.Están pelones, recién nacidos.


—¡Cómo sabes que son crías de un sargento? Ni que fueras …— le contrarió otro del grupo.


—No ves a la hembra, su madre y al macho rojinegro que revolotean inquietos en los palos (árboles) de marañón — le aclaró el compañero —. Siempre quise tener un par de sargentos como mascotas.¡Los llevamos?


—No, hombre, no ves que están recién nacidos y que no sobrevivirían — le dijo el compañero—. Déjalos en paz y que vivan mejor en libertad, en su medio.


—Amigó, yo preferiría tener una chachalaca como mascota.Viera que buenas son esas bulliciosas: ahuyentan a los gavilanes que vuelan cerca de la plaza de una finca, pues protegen alos pollos de las gallinas. Fíjese que pelean con los gavilanes en las alturas, en pleno vuelo hasta correrlos. Además hacen una bullaranga que “no es jugando”, cuando una serpiente se acerca a la plaza de la finca o al rancho, o cuando un culumuco (calmuco) pasa silenciosamente cerca del patio de la finca queriendo cazar las gallinas.No hay como las chachalacas— dijo don Bernabé Martínez.


—Cuentan que no hay mejor mascota que el “perro de agua — dijo Leonardo—. Este animalito camina con su amo, arrastrando sus patas traseras. Y al llegar a un caño o un río se lanza a las profundidades del agua a cazar peces.


El dueño del “perro de agua” espera, y a los minutos sale el perro con un guapote, una mojarra, una guabina o un barbudo. Su amo le quita la presa y lo azuza para que siga cazando.En una hora ha cazado varios peces. Y así le da y asegura diariamente la comida a su amo.


Aquí, en el Pool no hay perros de agua.Hoy sólo los hallamos en caños apartados de nuestra región.Ya están en extinción.


—Mira, hombré, hay muchos relatos de mascotas, que he escuchado, y que parecen leyendas: de grandes boas domesticadas que cuidan las propiedades en una finca, de pizotes solos que limpian una finca; una casa, un patio, de ratones, serpientes e insectos dañinos como alacranes, escorpiones, cucarachas; de ardillas que limpian una casa de insectos ( cucarachas, escorpiones), pero que son también dañinas; de venados que cuidanuna casa: cuando un perro o una persona extraña se acerca a tu casa, estos levantan levemente sus patas y hacen sonar repetidamente sus cascos en el suelo con redobles.


Yo creo que lo mejor es no tener mascotas, que no les quiten su libertad, su alegría que tienen en su medio, la selva.

Un Temporal en el Bosque

Eran las nueve de la mañana.

A lo lejos, en el horizonte se perfilaban destellos intermitentes, de luz y fuertes truenos que predecían un agitado temporal.

El cielo poco a poco comenzaba a cubrirse de densas nubes oscuras y plomizas, y empezaba a lloviznar como un preludio amenazante de lo que tenía que suceder sobre la extensa y sombría selva del Pool donde nos encontrábamos sin ninguna protección.La fuerza de un viento muy movido, fuertísimo, veloz, rápido, de pronto estremeció los árboles en la cúspide de las lomas arrancando centenares de hojasque bailoteaban en el aire.La lluvia entretanto empezó a arreciarremojando aún nuestra ropa interior, calcetines, empapando nuestras botas.

La lluvia, el viento violento y los relámpagos vivísimos e instantáneos ya cercanos irradiaban el augurio inminente de la borrasca prevista, que pronto mostraría su fuerza natural causando las más insospechadas emociones.Este mal tiempo correspondía a la época de las grandes lluvias y las tormentas muy comunes en nuestra región.

Nuestro recorrido era sólo interrumpido por la lluvia y viento cada vez másviolento.Ahora los Congos aullaban seguidamente y las loras chillaban por todo el bosque.Estábamos inquietos y asustados, no sabíamos lo que nos aguardaba. “Antes de que arrecie más la lluvia o caiga un rayo, tenemos que hallar un refugio para todos —Tarde o temprano esta situación empeorará”,pensé.

Llame al guía y le dije que orientara al grupo, porque el mal tiempo nos golpearía. Le aconsejé que buscáramos un refugio en las partes bajas de las lomas. Ideamos, entonces, muy rápidamente, las actividades más urgentes, que realizaríamos.

Elguía pidió entonces que se acercaran todos.Fijó ligeramente su vista en los rostros serios y asustadizos, de los excursionistas e hizo un gesto con su brazo derecho apuntando al firmamento y dijo:

Tenemos como ven la amenaza de un mal tiempo caracterizado por una lluvia persistente, truenos y rayos, que pronto estarán sobre nosotros, y losaguantaremos aquí, aquí en el Pool.Si ustedes no han pasado un temporal en el Pool, no se atemoricen.Nosotros, el profe Juan de la Cruz López, José López, Vicente López, Sebastián Jackson, Francisco López,Ernesto Sequeira, William Wong, Leonardo Pérez, Don Bernabé Martínez y este servidor, sí, hemos pasado muchos temporales no sólo en el Pool, sino en las Victorias, Scomfran de grandes selvas. Hemos adquirido mucho conocimiento y experiencias sobre los temporales en la selva.Escuchen atentamente. Un temporal en un bosque es muy peligroso, más peligroso que un temporal en la ciudad; pero si estamos prevenidos contra los peligros, nada nos sucederá.

Durante diez minutoshabíamos caminado sin detenernos, y se manifestaban ya, cerca, en las nubes oscuras, los primeros destellos de los relámpagos sobre la selva.La demasiada tensión del grupo preocupaba al guía. Se paró y dijo:

—Hay que cruzar el bosque para llegar a un refugio.

—Tenemos que caminar cuesta abajo durante unos diez minutos más, hasta hallarbarrancos en lo bajo de cualquier hondonada.Oigan, algunos están inquietos, no han podido dominarse, quieren que regresemos a Bluefields. Ya es demasiado tarde para volver a la Aguadora o al pueblo. Si lo hacemos, el temporal nos azotará en medio camino, rodeados de árboles altos, sin ninguna protección.¡Muy peligroso! Hagamos todo lo posible para llegar a un refugio.Pienso que nada malo ocurrirá y estaremos fuera de peligro. “Ahora ya es muy tarde para regresar”, pensé.Sin embargo, lo que decidimos podía causar un mayor desaliento en los excursionistas.Por tanto, había que alentarlos.

Estábamos en lo alto de la loma. Decidimos entonces bajar con mucha prisa por los atajos del bosque; bajábamos, bajábamos cuesta abajo. Subía entonces una brumaque encubría la parte baja del bosque.Las circunstancias habían obligado ahora al guía a caminar a buen paso, rápidamente.

—Apresurémonos que ya el temporal se aproxima sobre nosotros.Es un temporal, de los malos, malos.

Caminen de prisa, estamos acercándonos.Un minuto más y llegamos.Vos, Leonardo, ayúdale a Neñuz (Orlando Jiménez) que está atrasándose.Agarren el monte o una rama baja para no caerse — gritaba el guía para animarnos.

En unos minutos, posteriormente arreció más la lluvia, una lluvia torrencial, un diluvio. Supe entonces que nos hallábamos cerca del temporal.Por vez primera me sentí indispuesto.Tal vez fuera por la confusión del momento, o posiblemente por la falta de seguridad que había entonces para todos.

Poco tiempo después de bajar por las laderas, llegamos por fin muy agotados a la entrada de varios barrancos donde hallamos varias oquedades que nos servirían muy bien como un refugio provisional.Al ver las oquedades, unas cavidades interiores en los barrancos, sentimos una enorme sensación de tranquilidad.

Sin embargo, oíamos cómo el viento persistente, rechiflaba, bufaba con furor, golpeaba violentamente y sacudía los bajos y las cumbres del bosque, y la lluvia arrastraba por el suelo la hojarasca y ramitas secas.

El guía se adelantó y dijo en tono grave:

—Cuando estemos ya en los refugios, pondremos aparte todos los objetos metálicos, tendidos en el suelo, como los rifles, los machetes, las cutachas y puñales,, pues atraen los rayos; también que los refugios no estén cerca de los árboles altos. ¿Estamos entendidos? Ahora Juan de la Cruz les hablará rápidamente sobre los peligros.

Juan de la Cruz se acomodó rápidamente su gorra azul y recalcó con un tono levemente grave:

—Pichín (Rodolfo García), dio orientaciones ciertas, yo ahora les expondré sobre los posibles peligros que suceden, mientras dura un temporal.Uno de los peligros mayores, son los rayos que se producen cuando dos nubes cargadas con signos diferentes se atraen provocando una descarga eléctrica o chispazo de extraordinaria potencia, que salta de una nube a otra o de una nube a la tierra.Los efectos de los rayos pueden ser muy violentos y destructivos: botan árboles arrancándolos de “cuajo” o rajándolos a lo largo y tronchándolos a lo ancho. Matan o paralizan a cualquier persona o animal, dependiendo de la potencia que traiga el rayo. Pichín (Rodolfo García) les dijo que no se paren debajo de árboles altos. Los árboles altos no atraen los rayos, pero cuando cae un rayo en un lugar con muchos árboles, lo primero que tocan son los árboles altos.Los metales, sí, atraen los rayos. Recuerden que los metales son buenos conductores de la electricidad.La energía eléctrica en consecuencia pasaría por el cuerpo de la persona.Eso sí, es fatal.

Por eso Pichín les dijo que pusieran aparte, tendidos en el suelo todos los objetos de metal.Hay que quitarse además las prendas de oro y plata que traen, pues estos metales son los mejores conductores de electricidad.Lo que estoy diciendo, no significa que aquí caerá un rayo; será tal vez por casualidad.Pero “por si las moscas” debemos saber lo que haremos anticipadamente para evitar algún peligro, cuando el temporal nos golpee directamente. José López nos explicará rápidamente lo que haremos seguidamente.

—Sí— dijo José López Urbina con aire de suficiencia.—Formaremos tres grupos.El primer grupo estará formado por el Profesor Juan de la Cruz, Ernesto y Neñuz; el segundo grupo, por Sebastián, Leonardo y don Bernabé; el tercer grupo, por el Profesor Francisco, el Profesor Vicente y mi persona. Nos encaminaremos hacia donde estoy señalando. Y allí, en las laderas de los zanjones buscaremos oquedades como refugio.Examinarán las oquedades antes de entrar y luego estarán sentados en el lugar mientras dure el temporal.Alejarán del lugar todos los objetos de metal. Cada quien irá con su grupo.

¡En marcha ya, ya!

El guía siguió orientando a los grupos:

—Recuerden que en las oquedades hay posiblemente animales como alacranes y serpientes.Remuevan el suelo con una vara, revisen bien, antes de sentarse.Se sentarán, agachando la cabeza.Oigan bien, agacharán la cabeza.

En aquel momento, todos se introdujeron rápidamente en sus refugios, olvidando algunas orientaciones.

Las hondonadas de las lomas estaban bordeadas por sendos barrancos bien húmedos y hondos, que teníana uno yotro lado árboles de capirote, grandes palmeras, y enfrente se levantaba el bosque.Parecían semi-cuevas cuyo fondo estaba formado por un raicero abundante y tierra barrosa, techado apenas por ramajes de tacotales de color verde oscuro.

Sentados ya en los refugios de repente, en medio del caos, se produjo el retumbo de los truenos, que hizo temblar todo el entorno. En este momento se produjo nuevamente otro potente estruendo que resonó en todo el bosque como el fragor de varios truenos que producían unculebreo de relámpagos y rayos entre las nubes, que no llegaban hasta la tierra, pero que estremecían todo el bosque.

Muchos estaban conociendo hasta ahora un temporal. Una realidad diferente estaba enfrente de nosotros.Unos ya habían oído sobre tempestades o habían visto por la televisiónimágenes de estos fenómenos, pero nunca, jamás habían vivido de cerca situaciones como éstas. Nunca habían sabido que los temporales en la selva están llenos de peligros. Algunos ya habíamos soportadoy resistido varios temporales en la selva y estábamos acostumbrados a ellos.

Sentíamos que la selva se estremecía constantemente y esperábamos algo imprevisible, posiblemente brusco y violento. “Algo excepcional esta por ocurrir pronto”, pensé.

La fuerza de un viento muy movido, fuertísimo, veloz, estremeció de pronto los árboles de las cúspides de las lomas, arrancando centenares de hojas que bailoteaban desordenadas en el aire. En los refugios las ráfagas de los vientos golpeaban nuestros rostros, y la lluvia cada vez más copiosa empezaba a arreciar anegando el ambiente que nos rodeaba y remojándonos totalmente. Algunos temblaban por el frío, y con temor de los truenosy los rayos se agachaban y se restregaban de vez en cuando con el compañero como dándose valor y calor de cuerpo a cuerpo.

Aguardábamos silenciosamente el momento de un temporal más fuerte y esperábamos que éste no se estacionara cerca del bosque cercano a nosotros, que nos cubría amparándonos al menos nuestras vidas.

De pronto el fuerte fragor de varios truenos perturbó nuestro ánimo inestable, pues unos gritaron pidiendo calma. Algunos ya no se sentían seguros en este lugar, sin embargo éste era el momento para resistir el temporal.

Las enormes y densas masas de nubes, oscuras y plomizas, empezaban a llegar sobre la selva y poco a poco iban cubriendo los montes más altos, que hay en el Pool. Estábamos a 40 metros de altura sobre el nivel del mar y parecía que estas nubes espesas iban descendiendo sobre la selva, pues el bosque comenzaba a ensombrecerse.

En este momento las espesas nubes, la lluvia progresiva, el viento violento ylos relámpagos vivísimos e instantáneos, ya cercanos, irradiaban el augurio inminente de la borrasca prevista, que pronto mostraría su potencia.

La lluvia pronto empezó a arreciar más.Llovía entonces tempestuosamente.¡Cómo llovía en este momento! Un viento húmedo y frio entre la lluvia progresiva y torrencial, se extendía por el bosque desatando ráfagas que sacudían violentamente el ramaje de los árboles. Su portentosa fuerza de pronto aumentó su intensidad agitando implacablemente las ramas hacia arriba y hacia abajocomo arañando el viento; al ser zarandeadas a diestra y siniestra, muchas ramas pequeñas eran arrancadas y arrojadas con fuerza como lanzas que penetraron en la tierra. Y en el interior del bosque el movimiento rápido y giratorio del viento, la lluvia, las hojas y las pequeñas ramas desprendidas, formaban remolinos en el que parecían bailotear alocados entre la arboleda. El viento impetuoso destruía en parte los arbustos y pequeña vegetación en las laderas, los resaltos y las hondonadas de las lomas.

El agua comenzó a salir y a bajar, agua en abundancia, de los manantiales, de los ojos de agua, de los declives de las lomas, y las corrientes de agua descendían ruidosas y velozmente anegando las hondonadas que se extendían delante de los refugios. La corriente verdioscura del agua era como una franja rugosa, salpicada de brillantes por el resplandor momentáneo de los relámpagos que relumbraban el sonoro caudal acuoso.

Las aguas subían y subían más y más en las hondonadas arrastrando hierbas, ramitas secas, hojas que giraban en sí formando burbujas, ratones silvestres, arañas, gusanos, víboras de sangre, que venían flotando como náufragos en medio del caos diluviano. Unos lograron sobrevivir más que otros : algunos se sujetaban a una rama seca, otros nadaban hasta las orillas y huían entre las grietas de las rocas donde se refugiaban en los escondrijos. Otros se impulsaban contra la corriente que finalmente los hundía en el fondo.

Los murciélagos volaban entonces, yendo y viniendo sobre las aguas de la corriente, hasta que se ocultaron bajo las palmeras convertidas en refugios.

Las aguas siguieron subiendo hasta el borde de los refugios desde donde múltiples arañas inofensivas y hormigas locas entraban en el suelo de nuestros refugios.¡Qué horror! ¡Qué fastidio” “Jamás faltan más problemas”, pensé.

Las densas y oscuras nubes pasaban lentamente eclipsando poco a poco la tierra y el boscaje. Las nubes se detenían, más allá, sobre las partes más altas de la selva donde extendían su manto de una nubosidad inmensa, que iba cubriendo todo, ensombreciendo ahora las partes bajas del boscaje del lomaje del Pool. Todo estaba sombrío. En las nubes se sustentaban ya, deslumbrantes haces de luces: había mucha humedad y las copiosas nubes tendían a descargarse produciendo relámpagos, truenos y rayos que no llegaban a la tierra. Mirábamos cómo las nubes descargaban su electricidad originando los peligrosos rayos que saltaban de una nube a otra, produciendo relámpagos repentinos en el cielo. Mientras serpenteaban constantemente los rayos entre las nubes oscuras, oíamos el incesante estruendo de los truenos.

La fuerza de los vientos y la torrencial lluvia seguían arreciendo cada vez más y golpeaban por todos lados;y grandes columnas de densas nubes oscuras se movían rápidamente en el cieloy en todas las direcciones produciendo intensos relámpagos, fuertes truenos y violentos rayos que no descendían hasta la tierra. Estábamos cegados por el fulgor de los relámpagos cuantiosos y aturdidos por el fragorde los retumbos de los truenos. Y los relámpagos y el retumbo de los truenos continuaron de seguida: relámpagos y truenos y descargas eléctricas, truenos, relámpagos y descargas eléctricas.

—Está entrando el temporal fuerte— gritó el guía.

En medio de la espesa nubosidad los relámpagos, el fragor de los truenos y los rayos, iban aumentando, y un fulgor vivísimo y fugaz producido por las descargas eléctricas era entonces como un resplandor de fuego donde chispas eléctricas zigzagueaban entre las nubes. Siguieron saliendo relámpagos, truenos, descargas eléctricas y resplandores de ráfagas de luces. En ese momento se produjo una tronada ensordecedora, de mucha fuerza e intensidad, que hizo estremecer el bosque.

Entonces el aire ventoso se enrollaba y esparcía entre la arbolada.

El cielo ya estaba totalmente encapotado, y en unos minutos, posteriormente, arrecieron más el viento y la lluvia, una lluvia torrencial, un diluvio. Supe entonces que nos hallábamos en medio del temporal.Por vez primera me sentí indispuesto, tal vez fuera por la confusión del momento o posiblemente por la falta de seguridad que había entonces para todos.

Nuevamente se produjeron grandes e intensos relámpagos y el ronco estruendo de los truenos, y seguidamente una gran tronada ensordecedora, que hizo temblar el bosque y los refugios, descargó con violencia un estrepitoso rayo que, como un latigazo de luz, chocó contra las copas de los árboles altos que, al instante, destrozó, consumió y echó a tierra. El bosque entonces trepidaba en llamas y todas las ramas verdes, cercanas eran abrasadas, se veía fuego en ellas.Entonces comenzó a subir una humareda que se elevaba y extendía por el bosque, y que luego se extendía por el bosque, y queluego se extinguía en una afluencia de chispas y cenizas. En unos segundos el ramaje fue destruido.Desde ese momento no tuvimos sosiego en los refugios.

Mirábamos cerca de los refugios los intensos destellos de luz que entraban zigzagueando en el bosque. Los excursionistas entonces sentían un gran temor y angustia por el estruendo de los truenos incesantes que resonaban amenazantes por el espeso bosque.Presentíamos el temor de los excursionistas en el interior de los refugios salpicados también por la lluvia torrencial, agitada por las violentas ráfagas de vientos.Aparentaban no tener miedo, pero a nadie engañaban sino a sí mismos. Agachados lo más bajo posible, algunos asían sus piernas temblorosas con sus manos, apretándolas fuertemente contra sus vientres como si allí radicaba lo esencial de su fortaleza para resistir este temporal devastador.Miraban de reojo al compañero a su lado, sonríéndole tímidamente.

—¡Cómo se siente?—le pregunté a uno.

—Aquí bien, bien, metiendo aguante a esta borrasca.

En los refugios predominaba entre los excursionistas la incertidumbre, el caos, y el pánico, lo mismo una conmoción impulsiva y diversa; sin embargo, este era el momento para aguantar, resistir el temporal.

El viento y la lluvia seguían rechiflando entre el ramaje de la arboleda enroscándose y envolviéndose ambos como un torbellino que llegaba hasta los robustos troncos de los árboles y cuyas fuertes corrientes golpeaban el ramajebajo botando repentinamente ramas pequeñas que caían estrepitosamente en el suelo y cerca de los refugios.

De nuevo retumbaron grandes truenos en el firmamento, y a los pocos segundos se produjeron nuevamente intensos relámpagos y, de súbito, una violenta y nueva tronada ensordecedora,que hizo vibrar todo el entorno selvático, desprendiendo varias chispas de luces prodigiosas de las nubes oscuro-rojizas lacerando el espacio,mientras que un estrepitoso rayo que, como un violento latigazo de luz, caía cerca de la Piedra del Pool, otro descendía con impetuosidad sobre la verde selva que la estremeció momentáneamente, y en un santiamén la radiación se descompuso en una gran profusión de grandes chispas y bolas de fuego rojizo, que caía sobre los árboles, como una fuente de viva luz, resplandeciendo e iluminando todo el bosque.

Entonces el vendaval fuerte y frío y la lluvia torrencial arreciaron cada vez más su extraordinaria fuerza irresistible, y entre corrientes de una ventolera recia, fuerte y violenta, el viento se revolvía como un torbellino que tronchaba y arrancaba ramas pequeñas que eran arrojadas luego como lanzas en el bosque. Elaire ventoso se enrollaba y se esparcía por la verde selva, agitando con ímpetu los ramajes de la arboleda que se movían violentamente como arañando al viento, y que rugían como una selva embravecida, lo que parecía aumentar la intensidad de aquel temporal violento.

De nuevo retumbaron grandes truenos en la selva, que incrementaron el pánico y el alarmante momento vivido en los refugios. Después de esto, de súbito, descendió otro violento rayo sobre la verde selva enfurecida por el viento, que brilló con luz prodigiosa iluminando todo el bosque.

Aprisionados en los cercanos refugios, esperábamos que esto no se agravara más.Sentíamos mucho miedo al contemplar la creciente tempestad cuya fuerza y furor era persistente, sin señales de no decaer, algo inaguantable. Agobiados en los refugios por los relámpagos, los truenos, los mortíferos rayos, el viento y la lluvia, lo mejor era resignarnos con lo irremediable en esta desesperante inmovilidad que nos producía calambres en las piernas y los pies.

Algunos orábamos dirigiendo a la Divina Providencia nuestras alabanzas y súplicas.Con la cabeza inclinada sobre nuestro pecho,pedíamos su divina protección:

Estamos viviendo Oh, Yavé, un momento incierto que para ti es un momento transitorio.

¡Oh, Yavé! Yavé! Fuerte y misericordioso y piadoso, tardo para la ira, y grande en misericordia, ten piedad de nosotros.

Nosotros que habitamos al amparo del Altísimo/y residimos a la sombre del Omnipotente,/ te decimos Señor: “Mi amparo, mi refugio, mi Dios, en quien yo pongo mi confianza”.// El me librará del lazo del cazador/y del azote de la desgracia;/nos cubrirá con sus plumas/ y hallaremos bajo sus alas un refugio. // No temeremos los miedos de la noche/ ni la flecha disparada de día,/ ni la peste que avanza en las tinieblas,/ ni la plaga que azota a pleno sol. //Aunque caigan mil hombres a nuestro lado/ y diez mil, a nuestra derecha,/ nosotros estaremos fuera de peligro;/su lealtad será nuestro escudo y armadura. // Basta que miremos con nuestros ojos y veremos cómo se le paga al impío./Pero nosotros decimos: “Mi amparo es el Señor”, /Nosotros hemos hecho del Altísimo nuestro asilo. //La desgracia no nos alcanzará/ ni la plaga se acercará a nuestra tienda;/ pues a los ángeles les ha ordenado/ que nos escolten en todos nuestros caminos. // En sus manos nos habrán de sostener para que no tropiece nuestro pie en alguna piedra;/ andaremos sobre víboras y leones/ y pisaremos cachorros y dragones.// “Pues a mí se acogió, lo libraré,/ lo protegeré, pues mi Nombre conoció”. “Si me invoca, yo le responderé, y en la angustia estaré junto a él,/ lo salvaré, le rendiré honores. / Alargaré sus días como lo desea/ y haré que pueda ver mi salvación”.

Y el retumbo de los truenos cercanos, parecido al estrépito de varios truenos fuertes, siguió resonando en el cielo ocasionando intensos y relucientes relámpagos que ofuscaban la vista. El viento impetuoso y la lluvia agitada entonces arreciaron su violenta fuerza e intensidad, y hubo nuevamente grandes relámpagos y fragor de varios truenos y estremecimiento en la tierra y el bosque; y de pronto oímos una gran tronada ensordecedora que causó gran aturdimiento, y descargó entonces un violento estallido de un rayo "potentísimo, de intensa luz como la luz del día, que relumbró fulgurante el espacio y penetró seguidamente en la selva. Era tan extraordinario su poder que toda la tierra vibró y la esclareció con su gran resplandor, y luego el desmesurado rayo se deshizo en un raudal de grandes chispas y bolas de fuego rojizo, que llenaban el interior del bosque de una reluciente luminosidad.

“Cuándo habíamos visto un rayo tan potente”, me pregunté.Jamás de los jamases. Tener una visión como ésta, no era una ficción, una imaginaria percepción de algo irreal, pues el temporal vivido era auténtico, del que irradiaba una imagen suntuosa y, a la vez, de inquietud. La naturaleza mostraba su fuerza y razón de ser esencial. Apenas sopló,después de unos minutos, con mucha fuerza un ventarrón y la lluvia comenzó a deshacerse en una llovizna menuda, y el viento de pronto amainó perdiendo fuerza; los árboles se fueron quedando quietos, y el ramaje más alto, maltrecho se movía lentamente ondeando en el viento. De pronto había tranquilidad y silencio cuya gravedad era interrumpida solamente, por este momento por el canto de los picones (tucanes) y las palomas, el aullido de los congos y el estridente chillido de centenares de loras que iban y venían zigzagueando rápidas sobre la tranquila selva.

En los refugios había alegría, abrazos y gritos por resistir el temporal.

—¡Pasó, terminó ya el temporal!— gritó uno.

En los refugios todos gritaban, se alegraban y abrazaban efusivamente.

—Antes de que salgan de los refugios recojan sus cosas— les dijo el guía.

Por fin ha llegado la tranquilidad, y la naturaleza parece que retorna a su aparente quietud.Y mientras salía el sol como un disco velado, una ineludible emoción nos llenaba más de placer. Más allá el paisaje tenía una preciosísima impresión: un arcoíris gigantesco,de siete colores del espectro: violado, azul, turquí, verde, amarillo, anaranjado y rojo, corona el firmamento.

—¡Muchachos! ¡Muchachos! Regresamos a Bluefields, a nuestras casas.Sabían ustedes que, aunque los rayos pueden ser nocivos y funestos, su descarga eléctrica emite una gran cantidad de ozono, un cuerpo gaseoso de hermoso color azul, que es una forma de oxígeno tan necesario para la protección de la vida en la tierra— les dijo, finalmente el guía.

Habiendo dicho lo anterior, empezamos a caminar optimistas y alegres,a paso ligero, sobre una senda anegada de agua y lodo barroso.

Sucesos Trágicos Ocurridos

El Ataque de la Barba Amarilla


Empezaba a oscurecer, cuando llegamos al rancho de don Bernabé Martínez, y las quiebraplatas invadían ya el oscuro bosque.

El rancho estaba abandonado, las paredes y las puertas forradas con franjas de maquengue estaban caídas en el suelo, y el zacatal invadía ahora donde antes era el dormitorio y parte de la cocina.

Hace tres meses don Bernabé había abandonado su finca y había viajado a Chontales para tener un encuentro definitivo con sus familiares. El solía decir: “No es bueno estar solo y viejo en una finca”.

Ya era noche y entonces acordamos dormir en este lugar.

Nos despertamos temprano y después de prender el fuego, comenzamos a preparar un desayuno ligero: café y pan tostado con mantequilla.Siempre recordábamos los consejos de don Bernabé: “Nunca caminen en la montaña en ayuno, porque la mordedura de una serpiente es mortal, el veneno llega más rápido”.

Comenzó a llover y al escampar, marchamos a la selva.Don Bernabé nos había dicho: “El mejor tiempo para montear (cazar) es en el tiempo de la luna tierna (nueva).Es segura la carne de cualquieranimal comestible, porque el animal anda desorientado y de día en la montaña y es fácil encontrarlo y cazarlo.Pero también el tigre, las serpientes andan agitados.Por eso hay que saber moverse en el monte”.

Salimos muy temprano y avanzamos como un kilómetro en la selva adentro, que era majestuosa.Podíamos ver el movimiento de cualquier animal a la distancia, ya que el suelo era limpio, sin arbustos, sólo lleno de hojarasca. En nuestro recorrido apartábamos bejucos y plantas pequeñas.Un sol mañanero refulgía sobre las cumbres de la selva y apenas los rayos luminosos penetraban en el interior de la selva.

Decidimos entonces dividirnos en dos grupos, en forma de V: Ernesto, Williams y Theogenea la derecha, Rodolfo, Leonardo y yo a la izquierda.No debíamos disparar en la dirección en que nos movíamos los grupos y si lográbamos cazar un animal grande, teníamos que avisar con una contraseña: un disparo al aire y otro, contra el suelo.

A los 15 minutos logramos ver una gran gallina de monte que rascaba la tierra como cualquier gallina doméstica y al vernos, corrió un corto trecho y voló perdiéndose en la selva.

Luego bajamos por una pequeña pendiente, pero aquí el terreno era por lo común parejo, de pocas bajadas y subidas. Cuando seguimos avanzando, escuchamos un disparo en dirección del otro grupo. Nos detuvimos y esperamos. Posteriormente oímos dos disparos: era la contraseña, habían cazado un animal grande. Luego les respondimos con dos disparos como contraseña.

—Vamos al encuentro con el otro grupo —nos dijo Rodolfo. Parece que cazaron algo bueno.

Estábamos lejos del otro grupo y caminábamos rápido, pues deseábamos llegar pronto para ver la pieza cazada por ellos.Como a los 20 minutos gritamos, y al instante ellos nos respondieron.

—¡Ah! pues, es cierto, cazaron, cazaron, ¿qué será? — dijo Leonardo.

Después de avanzar, volvimos a gritar, y ya cerca nos contestaron. Como a los cinco minutos observamos en un limpio, un pequeño claro del bosque, al grupo que conversaba animadamente. Llegamos y pudimos ver un gran bulto tendido en el suelo, pues el alto monte ocultaba en parte la pieza.

—Es un venado blanco. ¡Quién fue el gracioso que lo tiró? —preguntó Rodolfo.

—Theogene— respondió Ernesto—. No sabía que Theogene era bueno al tiro.Fue un tiro de un cazador profesional.

Contanos, hermano, ¿cómo hiciste ese tiro?

—Bueno, iba delante del grupo cuando llegamos a unos 20 metros de este limpio.Miré al venado que comía hierbas.Comía y levantaba la cabeza mirando nerviosamente a todos los lados, avanzaba, comía de nuevo y seguía avanzando.

Hice la señal al grupo para que se tirara al suelo y luego me arrastré por el suelo hasta un cercano tronco de un árbol donde acomodé como manpuesta el rifle.Me sentía nervioso, pues temía que el venado me sintiera y huyera, pues ya caminaba hacia la selva; pero seguía comiendo.Compuse rápidamente la mira para asegurar la puntería, retuve la respiración. Sólo esperaba que el venado diera un lado de la cabeza.Y llegó el momento y disparé.

El venado cabeceó entonces e inmediatamente dio un gran saldo hacia enfrente, cayendo de bruces en el suelo.Corrí hacia el venado, estaba pegado en el mero sentido, en la oreja izquierda.

Después de escuchar a Theogene, conseguimos una vara gruesa. Con mecates amarramos las patas del venado y lo enganchamos en la vara.Theogene y Ernesto se prestaron para cargar el venado hasta el rancho.Caminábamos alegremente y chileábamos como era una costumbre del grupo,sin pensar que pronto todos estaríamos ante un peligro mayúsculo, muy grande.

De vez en cuando bajaban la carga del venado para descansar.

—Qué pesa, pesa este venado — dijo Ernesto.

—Mira, no sería malo que, cuando lleguemos al rancho, asemos unos pedazos de carne del venado, así es más liviana la carga, ¿no?

“Pichín siempre muy ocurrente”, pensé.

Y justo, antes de llegar a la cresta de una pequeña loma, Theogene se paró y reculó un poco, pero no puso la carga del venado en el suelo.

—¿Qué pasa, Theogene?— le preguntó Ernesto.

Theogene no contestó, pues una gran serpiente comenzaba a “terciar” (enrollar) su largo cuerpo frente a él, pues estaba invadiendo su territorio donde la serpiente comía zompopos en la tronera de un rojizo montículo de una zompopera.Era una enorme serpiente barba amarilla, que no pudimos ver entonces, porque íbamos detrás de Ernesto y Theogene quienes cargaban el venado. Theogene se hallaba frente al grupo. Por tanto, el ataque de la serpiente barba amarilla sería directo al cuerpo de Theogene.

Segundos antes del ataque de la serpiente, vimos a un Theogene inmóvil, atolondrado por el miedo, incapaz de moverse frente a la serpiente, de hablar, como si en silencio pidiera auxilio, rogara tener alas para volar,no estar allí o esfumarse en el aire, con la boca muy abierta y los ojos desorbitados, y la respiración entrecortada, imposibilitado de no poder hacer nada. Presentía quizás que la serpiente le clavaría sus grandes y arqueados colmillos venenosos en su humanidad, produciéndole instantáneamente la muerte.

Pero en aquel instante cortísimo, de segundos, Theogeneladeó la cabeza al lado izquierdo sobre la vara en que cargaba el venado, inclinó el cañón del rifle hacia enfrente y apretó el gatillo del Remington disparando la bala explosiva, mientras la serpiente lanzaba ya su salto mortal como un látigo letal al cuerpo de Theogene. La agresión mortal detenida por la bala explosiva frenó el ataque de la serpiente arrojándola hacia atrás. Estaba malherida.

Escuchamos entonces la jadeante respiración de Theogene, que resoplaba, y que resoplaba bajando y levantando la cabeza reiteradas veces, como si desconfiara de sí mismo, al ver que la serpiente se retorcía violentamente, sobre el suelo. Theogene suponía posiblemente que la serpiente estaba agonizando e incapacitada para poder atacar nuevamente y separó la mano derecha del cañón del rifle bajando la guardia.Craso error en este caso y en este momento, pues la serpiente se movía esporádicamente y cuando lo hacía, iba “terciando” (enrollar) más su cuerpo, una señal de que lanzaría un nuevo ataque.La serpiente malherida se enrolló, y William se desgañitaba, pidiendo a Theogene que corriera y se alejara del animal herido.

—Theogene, pone la carga y corre, corre.Retrocede que esa serpiente puede matar todavía. Hace caso, volá la carga y huí antes que sea tarde.

Theogene se hallaba paralizado nuevamente, y percibimos en este momento la respiración jadeante y agitada, de éste, pues entre Theogene y la serpiente sólo había aproximadamente una distancia de un metro y medio.

Rodolfo observaba a Theogene y a la serpiente barba amarilla, que estaba frene a él, tan cerca, y que pensó seguramente que no había tiempo, entonces hizo bulla para distraer a la serpiente, y se puso enfrente, en una posición diferente, que obligara al reptil a cambiar la trayectoria del ataque, pero no sucedió nada. Era un momento de impaciencia y desesperación, pues la serpiente estaba viva y ya terciada, lista para atacar de nuevo a Theogene. Vimos que la serpiente levantó ahora la cabeza buscando el cuerpo de Theogene quien se movía lentamente hacia atrás, sin descargar la pesada carga del venado.En un terreno desnivelado, cubierto de plantas espinosas y pequeños matorrales, dificultaba una acción para responder al nuevo ataque de la serpiente, pero Rodolfo inquieto sintió posiblemente que las palpitaciones de su corazón se aceleraban, entonces apretó la culata y el cañón del rifle veintidós con sus manos. No había tiempo para pensar que hacer, había que actuar pronto, fuese como fuese, pues el tiempo era entonces oro. Sintió posiblemente calor en sus brazos, en su cuello, en su cabeza y apuntó rápidamente a la cabeza de la alargada serpiente,contuvo unos segundos la respiración. Cuando la serpiente comenzaba a lanzar ya, nuevamente su ataque mortal alargando su cuerpo con impulso, en el aire, escuchamos entonces el estallido de la bala que resonó como una esperanza, con una vibración tremenda y formidable en todo el entorno silvestre. Fue un disparo difícil, pero certero, pues la serpiente fue arrojada hacia atrás por la fuerza de la bala explosiva.

Rodolfo vaciló perplejo e indeciso, al ver sobre el suelo a la serpiente que ahora sí, de verdad había sido herida mortalmente. Vio rápidamente a Theogene y a la serpiente que en este momento se movía poco, sólo unas pocas ondulaciones. Puso el arma arrimada al tallo de un árbol de jobo y permaneció quieto mirando detenidamente a la serpiente que casi no hacía ningún movimiento y recordando posiblemente a Theogene que minutos antes estaba inerte, aturdido por el miedo, ahora calmado, un poco entre serio y sonriente, pero aliviado de tanta tensión. Tocó la cabeza de la serpiente con un palo y pudimos ver un gran hueco donde estuvo justo el ojo derecho de la serpiente. Luego la levantó en el aire viendo el temblor de su inminente agonía.

—Cuidado, Pichín— le gritó Ernesto.

—No hay problema, hermano— le dijo Rodolfo.

—Acordate que la bala era explosiva.

Finalmente tiró la serpiente al suelo y dio varios gritos de alegría levantando las manos con son de triunfo.

Pelea del Pizote Solo y el Tigre


Cuenta don Bernabé Martinez que el viopelear a un pizote solo y un tigre. Narra que “temprano venía de Bluefields y me quedé en la cantina de Juanita Méndez tomando una chicha que doña Juanita, esposa de Juancito, haría con esmero, con maíz fermentado.

—Juanita, me aliña otra chicha en una bolsa plástica— le dije a doña Juanita.

—Don Bernabé, no se fresquee (retrasar)— me dijo la Juanita—. Recuerde que en el mes de diciembre oscurece temprano, usted va lejos y le puede agarrar la noche.

“Entonces comencé a caminar pensando en mi rancho que había quedado solo, cuidado solo por mi perrita la “Graciosa” que era buena a “cusuquear (cazar cusucos). Llegando cerca de la entrada del camino de Scomfran, a mano derecha, escuché un ruido de chillidos y gruñidos en una bajada, como de una pelea de animales salvajes. ¡Eh!, voy con cuidado a asomarme, me dije.Bajé silenciosamente y me oculté detrás de un árbol de zopilote.

“Me quedé con la boca abierta y temeroso, cuando vi en una llanurita, entre unos matorrales a un pizote solo tendido de espaldas en el suelo y a un tigre que rodeaba al animalito por su costado derecho e izquierdo tratando de desorientar y acorralar al pizote solo que se movía ágilmente, siempre dando la cara al tigre que inclinaba de cuando en cuando la cabeza y daba zarpazos como los de un gato casero, pero el pizote solo los rechazaba descargando en las patas del tigre numerosos arañazos con sus largas, encorvadas y filosas garras. En este momento oía los fuertes e incesantes gruñidos del tigre y los agudos chillidos del pizote solo.

“El tigre retrocedió entonces y se retiró a corta distancia. Y mientras el tigre lengüeteaba las profundas heridas sangrantes en su trompa y sus patas delanteras, el pizote sólo acomodaba su cuerpo en una postura.

El tigre al rato se acercó nuevamente al pizote solo y lo acosó nuevamente encerrándolo en la parte baja de una pendiente donde el estrecho espacio de terreno reducía la movilidad del pizote y no le daba una salida de escape.El tigre apresuró entonces su acoso, buscaba abrir una entrada posible y así poder pegar sus colmillos mortales en el cuello del pizote, pero no se atrevía todavía, no era aún el momento.El tigre acosaba y acosaba con insistencia a los lados, más su acoso prolongado en la posterior parte del animalito hizo que el pizote levantara más su cabeza y su cuello abriendo así su defensa delantera, pues el tigre buscaba el cuello del pizote.Pensé que el ataque directo del tigre se produciría en cualquier momento… en unos minutos o unos segundos.

Y el tigre dio súbitamente el salto directo al cuerpo del pizote solo, y una riña violenta y sangrienta instantáneamente dio comienzo, una pelea desigual entre el pizote solo, pequeño y ágil, de garras largas y filosas como una navaja y el tigre fuerte y ágil, de zarpas poderosas y grandes colmillos.Un revoltijo de zarpazos recíprocos, cortos, rápidos, continuos, lacerantes y punzantes, de gruñidos fuertes y chillidos agudos se confundían entre ellos peleando implacablemente. El pizote solo ladeaba su cuerpo con mucha prisa, contraía su vientre, esquivaba zarpazos, cubría su cabeza y sucuello con sus patas delanteras, se meneaba hacia atrás, al bajo vientre del carnicero, donde agredía con violencia dando a diestra y siniestracuantiosos arañazos.El tigre daba entonces fuertes gruñidos y quejidos de dolor, pero retrocedía también buscando el cuello del escurridizo pizote y daba zarpazos y mordiscos en vano. En este momento bullía la sangre manchando de rojo los cuerpos de los dos animales y embardunando de sangre los matojos majados por la cruenta pelea.

De pronto oí un chillido corto, de desfallecimiento: un acertado zarpazo del tigre, en el lado izquierdo del pizote había inmovilizado al animalito. El tigre le dio entonces rápidamente un mordisco en la larga trompa del pizote hundiendo sus largos colmillos y destrozando sus débiles huesos.Luego arrastró al pizote y le dio posteriormente con rapidez un segundo mordisco en el cuello gruñendo suave, como un gato cuando tiene una presa entre sus colmillos.Así había terminado esta sangrienta pelea.

Pensé entonces que el tigre devoraría al pizote, pero éste caminó lentamente unos dos metros y se paró, vio al pizote y gruñía a cada rato.Vi en ese momento que parte de sus vísceras destrozadas y sangrientas colgaban de su vientre abierto.Se quedó quieto viendo de nuevo al desgarrado cuello del pizote y dio media vuelta.Comenzó a caminar pausadamente, con dificultad gruñendo y cojeando de su trasera pata derecha.No dudaba que el tigre también moriría, pero su muerte sería lenta y muy dolorosa.Desapareciendo luego por la espesura de la montaña escuchaba apenas los gruñidos lastimosos.

Estuve intranquilo, mientras el tigre no estuviera lejos del lugar.Al cabo de unos minutos bajé al sitio donde se hallaba el cuerpo del pizote degollado.Lo amarré con unos bejucos de la mujer, lo eché en un costal y me retiré guardando silencio.

Don Bernabé finaliza el relato, diciendo: El pizote es un animal muy listo, atraparlo fácilmente en el suelo es difícil, pues tiene un olfato muy bueno. Cuando baja al suelo y siente un peligro, huye rápido por los árboles.Este animalito puede saltar hasta tres metros de altura, cuando trepa a un árbol.Imagínese.

Ese día, antes que bajara al suelo, no se dio cuenta del peligro del tigre que ya lo observaba oculto y cautelosamente entre los árboles tupidos del lugar. La corriente de aire de seguro no estaba a favor del pizote. El pizote solo bajó tranquilo al suelo, olfateó en el aire y no sintió el olor del tigre.Rascó entonces el suelo y buscó animalitos pequeños como mazamorras que son uno de sus alimentos preferidos.

Eltigre esperó quieto, que el pizote solo se alejara de los árboles para atacarlo.Eso fue lo que pasó, pienso.

Mire don Frank, muchas personas y expertos cazadores de tigres y leones arriesgaron en estos lugares la vida, al enfrentarse con fieras y animales salvajes, que se hallaban en el Pool y sus alrededores.


Una Tragedia Familiar


(Contenido de una entrevista realizada a la respetable Sra. Juana Soto Walker, testigo de una tragedia familiar, acaecida a mediados de 1960, cerca de la ribera del caño de la Curtiembre).

“En el año de 1960 la ciudad de Bluefields apenas comenzaba a crecer, pues la ciudad llegaba, cerca de donde fue la iglesia Bahai. Existía una calle maltrecha, poco transitable, tipo andén hasta el hoy puente de la Curtiembre. Sólo el Sr. Jacobo Obando podía llegar difícilmente hasta este lugar, con sus carretones, ya que en el invierno había grandes lodazales. Había pocos habitantes en este lugar, y la actividad comercial también era poca, casi nula. Muchos preferían ir en cayuco (bote, pipante) al mercado de la ciudad para hacer sus compras en los días domingos.

“La montaña comenzaba realmente desde el lado norte de Old Bank y se extendía hacia el norte hasta las instalaciones del Aserradero MiconBlunco-Comar Blusa en el que en sus alrededores hoy quedan solo vestigios de lo que había sido zona montañosa.Entonces estaba poblada de muchos manglares e inmensos árboles de gavilán y de zopilote.

“En este año yo vivía en una finca, en la zona de Caño Blanco y continuamente viajaba sola a Bluefields en bote de canalete.Cuando llegaba, arrimaba el cayuco (bote) a tierra en el Caño de la Curtiembre. Este viaje“a bote de canalete” duraba aproximadamente tres horas.

“A mediados de 1960 se da esta tragedia familiar, triste y lamentable, que conmovió a toda la población de Bluefields. Esta tragedia sucedió de la salida del caño llamado la Curtiembre, hacia el norte, exactamente en una punta de terreno en donde es actualmente el dique del Sr. Frank Zeledón, en la zona de lo que fuera otrora MiconBlunco-Comar Blusa, centro maderero en las décadas 70-80.

“El lugar donde aconteció este fatídico suceso era montañoso. El cielo estaba ese día nublado y el sol opaco. Recuerdo que viajaba en el bote con un mozo de la finca, llamado Marcial Zepeda, este señor era el lechero de dos fincas.Y cuando íbamos remando casi a la vuelta de la punta de terreno, como a las ocho de la mañana, oímos un horrible, despavorido y fuerte grito de un hombre, que corría desesperado como un loco, con un machete en mano, detrás de un animal salvaje, y que se desgañitaba gritando:

—zooo,zooo, zooo, animal; zooo,zooo, zooo, animal; zooo,zooo, zooo, animal…

“Algrito, detuvimos el bote, y Marcial, hombre corpulento, indio de montaña, salió del bote para ayudar al hombre que gritaba de aflicción, desesperado. Yo sentí entonces mucho miedo y me quedé en el bote, retirado un poco de la vega del Caño de la Curtiembre. Pude oír en ese momento, cómo el animal salvaje gruñía furioso y supuse entonces que algo grave había sucedido.

“Según Marcial que vio a la fiera salvaje, nos dijo posteriormente que era un tigre pantera de color negro veteado, como de 8 a 10 cuartas de largo.


“Más tarde me enteré que el señor que había gritado antes estaba cortando leña, y que le acompañaban dos hijos ese día, un niño de 8 años y una niña de 12 años, pero estos se habían quedado solos en un bote. Y posteriormente mientras el niño cuidaba solo en el bote, y la niña estaba defecando en el monte, retirada del bote, de repente apareció la fiera salvaje, un tigre pantera que sacó al niño del cayuco, y apresó posteriormente a la niña.

“El padre de los niños era de una familia de apellido Zenón, no recuerdo nombres de esta familia, sólo sé que esta familia vivía en una casita de paja y de madera rolliza, en la zona del actual Pancasán, un lugar montañoso, despoblado y muy peligroso.El señor era un campesino de origen meztizo, humilde, proletario y leñador que cortaba leña en la montaña para venderla a los dueños de panaderías.De eso vivía.La madre de los niños era tortillera. Ella estaba en la casa, cuando sucedió la tragedia.

“Según contó después el padre, ese día le acompañaban dos hijos, el niño y la niña, que se quedaron solos en el bote, mientras el cortaba leña.

“Entonces grité a Marcial:

—Venite, vamos a dar parte al pueblo. Llamate al papá.

El padre adolorido no hizo caso.

Ese día recuerdo que el padrino de Manuel Avilés Vargas que acompañaba al capitán Mariano Gómez, me dijo:

Juana, llevame a la finca, fijate que perdí el bote y mañana cuando venga a dejar la leche, lo buscare.

Luego aparecieron cuatro personas que iniciaron la búsqueda de los niños, pero sólo encontraron algunos restos de los cuerpos de los niños.Después llegó un cabo de la guardia llamado Pedro con seis alistados más, pero no encontraron nada.

Los guardias nos explicaron que este tipo de tigres panteras provenían del otro lado del Río Escondido, pues allí son zonas muy pantanosas, lugar o hábitat de estas fieras salvajes. Hasta el día de hoy, cincuenta años después de la tragedia, aún existen estas fieras en estos sitios, por versión de algunos cazadores y pescadores.

La familia Zenón tenían cuatro hijos, y un guardia entonces le dijo al padre:

—Te quedan dos hijos, cuídalos.

Parte de los restos de los cuerpos de los niños, hallados, fueron recogidos por el papá de las criaturas y sus amigos. Marcial Zepeda me dijo después que los restos de los cuerpos los enterraron en el panteón, el Cementerio San Juan de Dios.La madre de los niños acusó al padre ante la policía, pues ella se encontraba muy consternada por este lamentable suceso.

El vecindario cerca del pueblo se enteró inmediatamente del suceso. El caso fue muy notorio en el pueblo; intervino incluso el cura párroco ayudando a la adolorida familia con víveres, la familia era muy católica y fiel creyente. Las autoridades militares siempre cooperaron solícitos y diligentes, ayudaron prestando auxilio conforme sus posibilidades.Este suceso trágico no resultó impasible para ellos.

Esta tragedia fue recordada durante muchos años. Después de este trágico suceso las personas que trabajaban en el Aserradero Bunco-Comar Blusa comenzaron a armarse temerosamente por lo que allí había ocurrido.Los que iban a pie a la zona de Caño Negro y a otras comunidades tenían que pasar también por este mismo sitio, pero ahora iban armados.

Era frecuente escuchar sobre tigres que salían cerca de Bluefields. Al parecer estos tigres panteras se veían más donde es actualmente la Naval del Atlántico, y luego deambulaban por el Pool, Walpatara, cerca del Seminario Pio X, al oeste del actual Instituto Cristóbal Colón y a los lados del actual aeropuerto.Cerca de estos lugares andaban también otras fieras salvajes como el tigre mano gorda y el león gateado.

“En esos días existían buenos cazadores de tigres como Salomón Zafrián, Nino Mairena, Nicho Balladares, Pedro Saenz y el portero de la actual universidad URACCAN. Sólo recuerdo que Salomón Zafrián mató un tigre y un león en las cercanías de la Poza del Cirilo.Don Pedro Saenz, cazador nato, de origen chontaleño, de 72 años, quien vive actualmente en el barrio San Mateo, sector 2 era también un cazador de tigres: uno lo mató en la zona de Walpatara y otro, en la zona de Scomfran.

También recuerdo que don Nicho Balladares se enfrentó con un tigre rayado, cerca de la zona de Las Pavas. Lo mató a punta de machete.

Decía don Bernabe Martínez: ¡Para eso se necesita mucho valor.Hay que pararse bien frente a un tigre que no es cualquier cosa.

Don Nicho era un monteador de caza mayor, y cazaba animales salvajes con perros.Un día monteaba cerca de la zona de Las Pavas, notó que le faltaba uno de sus perros.Decidió entonces regresar a buscarlo.Cerca de un limpio sus perros comenzaron a latir y a aullar, y él mira más adelante que el tigre estaba echado comiendo el perro que buscaba. Tuvo que amarrar rápido a un árbol a sus perros, ya que estos se lanzaban y lanzaban para enfrente queriendo atacar al tigre. Don Chilo le gritó entonces a la fiera salvaje y el tigre se le vino en seguida encima, pero don Chilo, conocedor de estos animales, ya tenía una sombra, una rama que lo camuflaba para parar la embestida del tigre.El fiero animal atacaba y atacaba lanzando sus zarpazos al bulto de la rama, momento que don Chilo aprovechaba para asestar su primer machetazo a la nuca del tigre que quedó paralizado. Don Chilo entonces terminaba en segundos el descuartizamiento del animal inerte. Esto lo cuenta su hermano Balladares.

En esos tiempos bastante pacíficos en la región, uno llevaba una vida tranquila. Lo más del tiempo la vida transcurría monótona, aburrida. Sólo existía una pequeña guarnición que guarnecía la plaza de Bluefields, compuesta por un oficial superior, un teniente primero, un sargento, un cabo y varios alistados.

Era la época de la industria extranjera en la región de la chiclería, del hule, del mangostín, de la cosecha de la caña de azúcar y la fabricación del azúcar, de la melaza del azúcar, de los bosques madereros, de la pesca que exportaban estos productos a los EEUU: Normalmente había dos barcos mercantes, el Hope y el Cubahama de 50 metros de eslora y unos 17 metros de alto. La ruta de estos barcos era Miami, Nueva York y California.

Explotación de los Recursos Naturales en Nuestra Región


En la Costa Atlántica vivíamos en un perpetuo aislamiento por la falta de comunicación terrestre con el Pacífico de Nicaragua. Esta carencia nos privó, durante mucho tiempo, de tener un mayor desarrollo socio-económico, que se concentraba principalmente en el Pacífico.

Sin embargo en el aprovechamiento de nuestros recursos naturales había una profusión de empresas transnacionales, nacionales y empresas privadas, que desarrollaban entonces la explotación más insólita e increíble, de nuestras riquezas naturales, como el oro, las maderas duras, preciosas, el camarón y la langosta.Las compañías extranjeras, nacionales y contratistas locales explotaban nuestros recursos naturales, interesados sólo en la reproducción de sus capitales millonarios.

En las minas de oro las empresas extranjeras, norteamericanas encuentran espacios de explotación de este metal precioso.La codicia y al ambición alentaban a los propietarios de estas empresas a sacar grandes excedentes económicos, grandes utilidades millonarias, que reprodujeron rápidamente sus capitales. Los pobladores de Bluefields decían entonces que la producción de toneladas de oro en las minas bastaba para pavimentar todas las calles de Bluefields con losetas de oro.Después que estas empresas abandonaron la Costa Atlántica, olvidaron a centenares de trabajadores abatidos por la miseria y las enfermedades, entre ellas la tuberculosis.

Es importante señalar que en la explotación forestal, el segundo bosque del trópico húmedo,más grande del Continente se encontraba en la Costa Caribe, que se extendía desde el norte de Belice, Honduras, la Costa Atlántica de Nicaragua y Costa Rica, hasta llegar al Darién de Panamá.Toda una tentación para las compañías extranjeras (norteamericanas) y nacionales, que llegan a la Costa Atlántica de Nicaragua para seguir explotando nuestros recursos forestales.Participan además muchos contratistas locales. Es una época en que estaba en auge la prosperidad de la industria maderera para le explotación, cuando miles y miles de tucas de árboles de maderas preciosas eran exportadas sin ninguna regulación a los EE.UU.

La pesca del camarón y la langosta es otro recurso natural explotado irracionalmente por las empresas extranjeras y nacionales en el mar Caribe de Nicaragua con barcos de relativa importancia de tonelaje y de grandes redes. La pesquería de las anteriores especies marinas formó entonces la base de una industria muy lucrativa, de gran rendimiento económico. El camarón y la langosta abundaban en esos días, y las empresas eran abastecedoras de estas especies marinas en el mercado internacional, principalmente EE.UU. Esta actividad proporciona una riqueza considerable, millonaria a las empresas, lo que produce un incremento de la pesca que llega a ser tan desproporcionado sin ninguna regulación efectiva de las autoridades locales.Extraer mayores volúmenes de las especies rentables para multiplicar millonariamente sus capitales, era la pauta de estas empresas.

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