LA PERSISTENCIA DE LA MEMORIA - Bety Lacayo

Tomó entre sus arrugadas manos la vieja caja donde tenía guardada la persistencia de su memoria. Por cincuenta años, juntó sus cartas en esa caja:
Una vida entera de recuerdos pasó por su mente al momento de abrirla.
El olor a papel guardado y polvo sólo sirvió para avivar más su presencia. Tan querida para ella. Se conocieron en un viaje, por un mes compartieron una gran amistad; luego. Vino el adiós. Ella tuvo que irse a su país. Y él al suyo.
Transcurrieron cincuenta años lejos de él separados por el océano. Pero siempre juntos. Durante esos años la correspondencia fue el único contacto que tuvieron más su presencia llegó a ser tan tangible tan cercana tan real que podía tocarlo con las manos del alma. Prácticamente podía sentir su olor y su calor en las noches, oír su voz, sus pensamientos.
Con el paso de los años, su amistad se convirtió en amor, un amor que junta el cielo con la tierra borrando distancias y uniendo continentes. Ella nunca tuvo noción de la separación, pues nunca lo sintió lejos. El espacio y el tiempo fueron conceptos no registrados. Ni en su vocabulario, ni en su mente, simplemente habían dejado de existir en su mundo.
Cada vez que lo quería a su lado, sólo tenía que cerrar sus ojos y él estaba allí. Para hacerle compañía. Pasaban horas enteras hablando, riéndose. Haciéndose cariño de viejitos, ella y su fantasmal amor eterno.
Su amor y su recuerdo envejecieron junto con ella. Extrañamente. En vez de irse disipando con el tiempo, se iban fortaleciendo día a día hasta el punto en que rebasando todo limite desafiando las leyes de la física y la ciencia.
Contra toda lógica, su empeño y la persistencia de su memoria quebraron las manecillas de los relojes, deteniendo el tiempo. Pudo más el intenso amor que se tenían que el paso de los años. La muerte les llegó al mismo tiempo, sus corazones dejaron de latir en el mismo instante, cuando los dos estaban haciendo lo mismo, abriendo sus viejos recuerdos: ella en el trópico, y él en el mediterráneo.
Separados. Pero más juntos que nunca en la muerte, los dos por fin se encontraron, y caminaron apoyándose el uno en el otro riéndose de las bromas del destino. y riéndose de haber burlado a la vida, que quiso separarlos, sin contar con la fuerza de ese amor, que existió más allá de toda frontera, como no ha vuelto a verse otro igual.

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BETTY LACAYO ABISMAN
(Nació en Managua el 27 de Diciembre de 1960) realizó sus estudios primarios y secundarios en el colegio Teresiano (1964­1978),, universitarios en la UCA Licenciatura en Artes y Letras (1979-1984) y Maestría en the University of Washinton, Seattle, Washinton (1988-1990). Es artista plástica en el ramo de pintura primitivista o (Naive) miembro de la UNAP. (Unión de Artistas Plásticos) desde 1984, participando en diferentes certámenes y exposiciones colectivas en galería praxis, galería Fernando Gordillo, galería Omar León, galería, Josefina, teatro nacional Rubén Darío y museo galería génesis. Amplios conocimientos de las artes plásticas nicaragüenses. En 1984 directora del departamento de artes plásticas en fomento del arte del ministerio d cultura. 1990 organizadora de la Asociación ele Ex Becarios Fulbright en la embajada americana (proyecto de tres meses.) 1991 profesora de inglés para niños en colegio Notre Dame. 1994 Copyright y creativa ele la agencia ele publicidad 1513190. 1995 sub. directora del museo galería Génesis. Este cuento ha sido tomado del libro MÁS ALLÁ DEL ALARIDO.

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Tomado del libro: "Una Narrativa Flotante. Mujeres Cuentistas Nicaragüenses". 
Ed. Amerrisque 2007.

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