Cuento de Gloria Elena Palacios

En busca de la fama

Quise ser bueno, señora periodista. Me detenía en los lugares correctos, esperaba la luz verde, garantizaba que ningún pasajero fuera de pie. Ponía música relajante y revistas para los que gozaban de la lectura, colocaba un basurero en cada asiento, saludaba con buenos días, me vestía bien, oloroso y sonriente.
Anhelaba ser reconocido como el mejor conductor de la capital. Pero pronto empezaron a quejarse: Que era muy lento, muy tonto, que era un desconsiderado por dejar tanto espacio en el bus, que las bolsas de basura eran un desperdicio… que aquí, que allá, que en fin… Por tantas quejas decidí cambiar de trabajo. Me dediqué a conducir furgones, taxis, motos y hasta bicicletas, y por ser amable me robaron y me arrastraron varias veces, por poco muero.
Me cansé y me marché. Abandoné el timón. Pensé que tal vez convirtiéndome en pasajero todo cambiaría. Saludaba, le daba el asiento a las ancianitas, a las mujeres embarazadas, a las madres con niñas y niños en brazos, a discapacitados y cuanta gente yo quisiera. Cedía el paso en las rutas llenas, le llevaba las cosas a la gente que iba con cargas, si alguien trataba de ofender a otra persona por los empujones y apretones del bus, me encargaba de que no se dieran pleitos.
Tanto esfuerzo, pero la actitud de la gente era la misma. Pensé que la mejor manera de cambiar esto era haciendo protestas. Hice plantones, marchas, huelgas solitarias, sostenía pancartas en las rotondas, mandé a poner mantas con mensajes de sensibilización en los puntos de mayor concentración de la capital y nada, nadie me hacía caso.
Entonces, se me encendió el pecho, una furia corrió por mis venas, salió la bestia, los colmillos, la cola, los ojos infernales y el deseo de venganza.
Imaginaba que me entrevistaban en la televisión nacional e internacional como un exitoso conductor, o en todo caso como buen pasajero; también soñé un montón de fotografías mías pegadas en las rutas de buses como si se tratara de un anuncio publicitario masivo o una campaña electoral; los periódicos en bisagras centrales daban cuenta de mi perfil como personaje del pueblo. Y sentí que los reconocimientos y halagos que mis colegas me hacían eran tan reales como la situación en que hoy me encuentro. Y juzgue usted, señora periodista, las circunstancias.
En lo que llevo de vivo, jamás pensé que me desnudaría en un bus lleno de gente en pleno día caluroso, ni que con ese acto me llegaría la fama.


Gloria Elena Palacios

Masaya, 1986. Poeta y narradora. Comunicadora social. Ha publicado en los suplementos culturales y literarios de Nicaragua. Obra publicada: La mujer andante (Poesía. Sello Editorial Foro Nicaragüense de cultura. 2010). Incluida en la antología Nicaragua en las redes de la poesía (Anamá). Miembro de la Junta Directiva del Foro Nicaragüense de Cultura.



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