Este es otro libro de viajeros extranjeros por estas tierras en siglos pasados, esta vez se trata del libro intitulado: Viaje a Centroamérica de Wilhelm Marr quien naciera en Magdeburgo en 1819 y muriera en Hamburgo en1904, fue un político alemán, conocido por haber sido el «padre» del antisemitismo moderno, al privilegir las supuestas características raciales de los judíos frente a las religiosas. Marr estableció también el primer movimiento político con repercusión popular basado solo en ideas antijudías.
Originariamente, fue un revolucionario demócrata defensor de la emancipación de los grupos sociales oprimidos. Pero tras el fracaso de la revolución alemana de 1848-1849, se convirtió en el adalid de la lucha para evitar la emancipación de los judíos en Alemania. Fundó la organización Liga antisemita e introdujo la palabra «antisemita» en el léxico político de la época.
A continuación la introducción del libro Viaje a Centroamérica del cual estaremos subiendo por capítulo: cada uno de ellos será una entrada, así es que le sugerimos suscribirse para recibir las notificaciones para no perderse de leer este interesante libro. Si desea descargar gratis el ensayo que Javier Rodríguez Sancho hiciera sobre este viaje de Wilhelm, HAGA CLIC AQUÍ para dirigirlo a la tienda Payhip.
INTROCUCCION
El lector tiene en sus manos el relato del viajero y escritor Wilhelm Marr (1819-1904) Viaje a Centroamérica. Este libro ofrece una mirada de Nicaragua y Costa Rica a mediados del siglo XIX, en la que se entremezclan una descripción de la naturaleza tropical, sublime y a veces amenazadora, junto a una mordaz visión acerca de la población de estas tierras, donde la grandeza del paisaje contrasta con el acento en lo grotesco y vulgar con que son presenta dos sus habitantes.
Viaje a Centroamérica narra el periplo de Marr, quien en 1852 partió de Hamburgo hacia Nueva York. De allí se trasladó a Nicaragua, a donde llegó el 28 de octubre de 1852, y en 1853 pasó a Costa Rica, en donde permaneció hasta el mes de julio de ese año. El viaje tuvo una duración de aproximadamente diez u once meses. Durante ese tiempo, Marr tomó notas y envió cartas y apuntes a sus amigos en Alemania. Más tarde, sus relatos del viaje fueron publica dos en el periódico Freischütz, de Hamburgo, y en 1863, aparecieron en una nueva versión con el título de Reisenach Central-Amerika, el mismo texto que presentamos en esta edición.
Wilhelm Marr, hijo del celebre actor Heinrich Marr, nació en Magde burg, en el año 1819. En 1841, se trasladó a Zürich, Suiza, con el fin de avanzar en su carrera comercial, iniciada pocos años antes. En ese país se relacionó con otros alemanes quienes se encontraban exiliados, hecho que cambió el curso de su vida, y escribió sus primeros panfletos agitadores, en los cuales criticaba la mala situación en que se encontraban el Estado, la Iglesia y, en general, la sociedad alemana. De regreso a su país, se relacionó con el político comunista Wilhelm Weitling, por lo cual fue deportado en 1843. En la ciudad suiza-alemana de Lausana, entró en estrecho contacto con 10s líderes del movimiento de la “Joven Alemania”, quienes propugnaban la democratización y ’ 1a unificación alemana. Luego de diversas actividades políticas y de escribir ’ una serie de artículos propagandísticos fue expulsado de dicha ciudad. En 1846, de nuevo en Alemania, se convirtió en periodista político y colaboró en el diario humorístico Mefistáfeles, entre otros. En 1848, batalla en la prensa a favor de las ideas liberales y, como miembro del partido democrático—radical, fue elegido diputado para participar en la Asamblea Constituyente en la ciudad de Hamburgo. No obstante, el fracaso del movimiento político democrático lo llevó a cambiar de actitud. A partir de entonces se convirtió en un propagandista de la unificación alemana, liderada por la autoridad del Estado prusiano.
Debido a que escribió un artículo en el que se burlaba del nuevo emperador de Francia, Napoleón III, prefirió retirarse durante un tiempo de 1a escena política alemana.
Es así como emprende, en 1852, el viaje que lo llevaría hacia Centroamerica, en donde permaneció hasta 1853. Poco después regresa a Costa Rica y dirige una compañía de comercio entre 1854 y 1859. De vuelta a su país, se dedica de nuevo a la publicación de ensayos y artículos periodísticos. En los años de 1861 y 1862 perteneció a la Municipalidad de la ciudad de Hamburgo y fue director del “club democrático”, pero su radicalismo político, así como la publicación de un libelo antisemita en junio de 1862, le causan la pérdida de sus cargos públicos.
Durante estos años se produce un cambio en sus ideas políticas. Estas dejan de ser demócratas-liberales y, a partir de entonces, Marr se convierte en un opositor al liberalismo. Esto deriva de su antisemitismo, ya que los liberales pensaban otorgar igualdad de derechos a los judíos alemanes, por quienes Marr profesa una abierta antipatía. Marr se convierte pronto en un notorio antisemita, con la publicación de libros y artículos que muestran su adhesión a la ideología del racismo y sus supuestos de “razas” superiores e inferiores. Quizás este sentimiento antisemita se originara parcialmente en su fracaso en la carrera comercial, para la cual había realizado estudios. En tal sentido, desconocemos cuáles fueron los resultados de sus negocios como director de una compañía de comercio en Costa Rica. No obstante, es posible rastrear en Marr una actitud peyorativa respecto a las características físicas de las personas, con anterioridad a estos hechos, lo cual es visible en el presente libro. El propio Marr declara al inicio de su relato, recurriendo a una metáfora de técnica fotográfica, que pretendía “dibujar al través del transparente, la realidad y buscar el colorido de sus propias reflexiones antes que en las cosas mismas”. Es decir, hace explícita su intención no solo de describir, sino explicar lo que observaba, basado en sus propias convicciones.
De allí que su relato se caracterice por la profusión de apreciaciones racistas.
Para Marr, muchas de las situaciones grotescas o sórdidas que narra se explican básicamente por el componente racial de los individuos involucrados y no tanto por la condición humana y el contexto sociocultural en que ocurren. Sin embargo, no por ello está ausente del texto incisivas reflexiones acerca del comportamiento de los hombres de todas las razas, en especial de algunos de sus compatriotas alemanes.
Al respecto, es necesario recordar que Marr es también un hombre de su tiempo. Sus ideas se insertan dentro de los imagotipos básicos que se encuentran en la literatura de viaje escrita en lengua alemana. Ya en la primera mitad del siglo XIX la literatura de viaje tuvo un auge significativo en Alemania, especialmente por medio de cartas publicadas en periódicos y revistas. En cierta forma, respondían a la demanda de un público en el que se había despertado el deseo de emigrar hacia América, lo cual, en parte, era consecuencia de la situación política de Alemania. Esta intención de irse a América se difundió sobre todo entre quienes habían participado activamente en el fracasado movimiento liberal-democrático de 1848. Unos soñaban con la libertad que creían no tener en su patria, y otros pensaban en las enormes extensiones de tierra virgen que esperaban ser explotadas. Por eso, algunos de los representantes más destacados del movimiento de la “Joven Alemania” vinieron a América y produjeron gran número de publicaciones en forma de cartas, artículos para periódicos y revistas; también diarios, informes y relatos en forma de libros. Wilhelm Marr se inscribe, entonces, en dicho proceso histórico, político y literario. En ese contexto, es interesante destacar el hecho de que los imagotipos elaborados por el eurocentrismo de los viajeros y escritores del Viejo Continente penetraron, a su vez, en América e influyeron en el imaginario nacional-literario de las elites políticas y literarias latinoamericanas, las cuales acentuaron notablemente su visión racista durante el siglo XIX.
Podríamos considerar muchas de las opiniones de Marr como postulados básicos de algunos intelectuales de mediados del siglo XIX. Según tales pensadores, en las latitudes tropicales el ambiente producía “hombrecillos inferiores de piel oscura”, quienes debían’ ser forzados por “los blancos” a renunciar a su “indolencia” y a trabajar en beneficio de la “civilización”. Tal pensamiento se popularizó a partir del movimiento intelectual de la Ilustración, durante el siglo XVIII, cuando entre la intelectualidad europea se desarrolló ampliamente un sentimiento de superioridad de la Europa civilizada frente a los supuestos bárbaros y salvajes de otras latitudes. Aunque no todos los intelectuales pensaron de esta manera.
Marr afirma que abandonó sus ideas igualitarias en la ciudad de Nueva York, cuando, luego de subir a un vagón de tren para afroamericanos, llegó a la conclusión de que en adelante solo debía guiarse por lo que le indicara su nariz. De manera irónica nos dice que fue de esta forma como renunció a sus ideas de igualitarismo de razas. Más adelante afirma que lo que observó en Nicaragua le dejó grabado en la mente la idea de la inferioridad de la “raza mezclada”. Solo en Costa Rica, dice, la laboriosidad de los habitantes del país le hizo olvidarse un poco “del color moreno de estas gentes”. Tenía también Marr una visión bastante negativa y patriarcal de la mujer. Afirma que su condición de inferioridad la había experimentado personalmente y por ello decía que “la mujer por elevada que fuese de espíritu, jamás alcanzaría la altura del varón El texto de Marr adolece, sin duda, de una visión racista, actitud compartida en diverso grado por los viajeros europeos y norteamericanos que escribieron relatos de viaje. Pero el relato de Marr contiene, quizás, más observaciones explícitamente racistas que las de otros autores contemporáneos, como el del diplomático irlandés-norteamericano George Squier, quien escribió un libro de su viaje a Nicaragua, o el del cónsul-arqueólogo aficionado John L.
Stephens, quien viajó por Centroamérica y Yucatán y, posteriormente, publicó dos libros acerca de esos viajes. Incluso, los propósitos racistas son más recurrentes en Marr que en otros viajeros alemanes como Wilhelm Heine y Julius Froebel, quienes publicaron en sendos libros las peripecias vividas y las reflexiones de lo visto en sus viajes por Centroamérica. Por cierto, Marr no oculta su propósito de someter a prueba las observaciones hechas por Heine, las cuales presentan una visión un tanto idílica e idealizada de Centroamérica.
Nada de lo apuntado desmerece la importancia de la obra de Marr. Parte de su valor reside en la comparación que se puede hacer de su obra con otros relatos, para determinar hasta qué punto comparte el discurso intelectual predominante en el imaginario europeo acerca del Nuevo Mundo. En este sentido, el libro de Marr es, sin duda, útil para el estudio del imaginario literario alemán del siglo XIX. Además, son de gran importancia las informaciones que brinda al historiador, especialmente en relación al período en que se inició la formación del Estado en Nicaragua. En viaje a Centroamérica abundan las referencias a la situación político-institucional de Nicaragua, especialmente las relativas a los órganos del Estado en los inicios de la década de 1850. También hay referencias a la situación de inseguridad pública en Nicaragua, lo cual se relaciona con los conflictos militares que ocurrieron en el país en esos años. Marr también se refiere al proyecto canalero y realiza cálculos y algunas rudimentarias mediciones acerca de la posibilidad de llevar a cabo dicho proyecto.
Destacan también las observaciones acerca de la vida cotidiana en las ciudades de León y Granada, en Nicaragua, y de San José y Cartago, en Costa Rica, así como de las vicisitudes de varios alemanes que habitaban en esas ciudades en el año de la visita de Marr. En cuanto a Costa Rica, describe diversos personajes políticos de la época y, de paso, aporta su propia opinión de ellos. De especial interés son sus informaciones relativas a la aventura comercial de los miembros de la nobleza alemana, Hermann conde de Lippe y el barón de von Bülow. Marr trabajó para este último individuo en el fracasado proyecto de colonización en el sitio de “La Angostura”, en Tunialba, y en la búsqueda de una ruta hacia la costa del Caribe.
Otro aspecto de interés tanto para el lector como para el historiador es la descripción que hace Marr del viaje en velero con emigrantes que iban de Hamburgo hacia Nueva York. En esta sección analiza detalladamente a algunos de los personajes con quienes compartió los camarotes en el barco. El segundo capítulo constituye una vivaz descripción de la ciudad de Nueva York a mediados del siglo XIX. De gran fuerza es la narración del viaje, en un veloz y grácil velero, que lo lleva de esta ciudad a Greytown o a San Juan del Norte, en Nicaragua.
En cuanto a los últimos capítulos del libro, en ellos relata el viaje de regreso desde este último puerto hasta Nueva York, viaje en el cual el barco en que navega hace escala primero en Nueva Orleans y, posteriormente, en La Habana. La descripción de la primera es terrible pues llega a dicha ciudad en pleno ataque mortífero de fiebre amarilla. Los hombres caen enfermos y mueren con gran rapidez, los cadáveres se apilan cada mañana. Es un dantesco espectáculo que no impide que la vida continúe, tanto en el mercado como en los lugares licenciosos. La corta y peligrosa estadía en Nueva Orleans acaba con la continuación del viaje con escala en La Habana, lugar con el que Marr dice haber siempre soñado. La pintoresca visión de esta hermosa ciudad le hace lamentar el poco tiempo de que dispone para visitarla. El libro concluye con el viaje que lo lleva de Nueva York a Inglaterra y de aquí a su querida ciudad de Hamburgo, donde, al navegar en la noche su embarcación río arriba, escucha el conocido sonido de la campana de la torre del St. Michaeli, en esa ciudad.
El valor literario del libro Viaje a Centroamérica es incuestionable. En general, todas las páginas están cargadas de humor y son de amena lectura. La visión pesimista y amarga de Marr sobre la condición humana contrasta con la vibrante descripción de la naturaleza. De una conmovedora belleza son sus impactantes descripciones de los parajes naturales. En este sentido, su libro constituye una rica fuente para el estudio del estado de la naturaleza en Nicaragua y en Costa Rica a mediados del siglo XIX. Diversas regiones son soberbiamente descritas, tales como las orillas del río San Juan, el lago de Nicaragua, la planicie de León, Puntarenas, el camino entre Puntarenas y San José, las selvas del Reventazón y el camino a Sarapiquí, principalmente.
Wilhelm Marr vivió sus últimos años en situación de gran pobreza, apenas sobreviviendo gracias a los socorros que le proporcionaba una institución de caridad. Murió en Hamburgo, el 17 de julio de 1904, a la edad de ochenta y cinco años.
Juan Carlos Solórzano F.
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