Renco de la pata, más no de la cabeza

Por Hugo J. Vélez Astacio.

Adolfo Cabrera Angulo
En la Chinandega del ayer, don Adolfo Cabrera Angulo, mi pariente, fue un hombre bien apreciado por su trato ameno y ser agricultor responsable. Al final de sus años, ejerció un cargo público en la municipalidad, destacándose con buen suceso. A pesar de nunca ejercer la política, era ampliamente conocido como un anti somocista, sin embargo fue secuestrado por una cédula de “ellos” dolosamente y mal dirigida en busca de dinero, siendo asesinado al no prestarse fueran extorsionadas sus hermanas Cabreras.

Como hombre ameno y coloquial solía decirnos: “¡La vida es bella y avanzar solo cabe caminando por el camino recto y hacia adelante! Uno puede ser renco de la pata, mas no de la cabeza. Eso sería fatal”. Al final de sus años tuve la gracia de tener una relación de especial fraternidad.

A propósito de esa frase, se me vino a la memoria que por igual el Gral. Máximo Jerez, padeció de ese problema en su pierna, después que se le hiriera gravemente. Esto le impidió fundamentalmente lograr el éxito de su campaña militar emprendida contra el Gral. Fruto Chamorro y los Legitimistas, quien había buscado refugio en Granada después de ser derrotado el 13 de mayo de 1854 en el combate en la Hacienda “El Pozo”. El Gral. Jerez con su ejército había sitiado Granada.

¿Pero en qué circunstancias y quien fue el que dejó renco al Gral. Jerez?

Apoyado en un breve artículo de don Servio A. Gómez, como retazo histórico de un hecho tan singular como fue esa acción, hemos conocido quien fue el responsable de tan famoso disparo. “Jerez tenía su cuartel general en la Iglesia de Jalteva, y un día, cuando en el atrio arengaba a sus soldados, una bala de rifle le golpeo en una pierna, lo obligó a guardar quietud por varios días. La respuesta democrática fue aterradora, desde su campo rugió el cañón de manera continua, hasta que la mitad de la torre de la Iglesia de La Merced, cayó con gran estruendo hacia el suelo”.

Por tradición se conoce con visos de verdad, que para entonces residía en Granada un yanqui llamado Mr. John Lacoless, que poseedor de una tienda ejercía el comercio después de haber llegado en un vapor del Comodoro Vandervilt. Se sabía que era poseedor de un rifle moderno para la época, un rifle Mississippi y le asistía una muy buena puntería.

A inicios del sitio militar a Granada, en una acción propio de defensa Mr. Lacoless subió a la torre de la Iglesia La Merced y apuntando serenamente disparó hacia el grupo de soldados en la Iglesia de Jalteva, en la que sobresalía la figura del Gral. Máximo Jerez, hiriéndole en la pierna, tan gravemente que su estado de salud incidió negativamente, trastocando el éxito de la campaña militar que el Gral. Jerez se había emprendido.

Pero la consecuencia de tan certero disparo por el yanqui Mr. John Lacoless, cabe reconocer que en lo absoluto mermo que el Gral. Jerez, ejerciera su liderazgo y limitara su intelectualidad como ideólogo del pensamiento liberal. Mientras que Mr. Lacoless, al tomarse un año después el Coronel William Walker la ciudad de Granada (13 de octubre 1855), este se le incorporó, hasta llegar a ser un lugarteniente especial, siendo muerto en combate en octubre del año 1856.

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