Hasta que la muerte nos reúna





Este libro se dedica a Vernon Stohr, hombre de campo cuyas raíces están sembradas en el alter de la fraternidad humana. Embajador de su pueblo de Woden, Iowa donde fue pilar sedimentaria a la justicia solidaria familiar. Su corazón libre siempre alimentaba fuego de honores, de servidumbre comunal y esperanza cotidiana. Fue padre de Amy, Velda y Vicki, flores generacionales de dulce tempestad. Fue lucero a sus nietos y nietas que llevan la hombrera de su memoria al mas allá.
Es un honor dedicar este libro a este siervo humilde y pasajero, uniendo su estancia sobre esta tierra a las esferas esotéricas que alimentan las parábolas vivas que la muerte reúne en una plácida tarde eternamente vivida.

Dado en Managua, Nicaragua. Diciembre 10, 2017
Dedicado por su nieto Noah Rosenberg Stohr.

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El autor dedica este libro a su nieto
Montana Fernández Avila, nacido el 9 de noviembre de 2015
y que vive en California, Estados Unidos.

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«¡Qué curioso es el hombre!: nacer no pide, vivir no sabe, morir no quiere…»
Proverbio chino.

«En nuestra inmortalidad, hay que saber recibir el fruto del árbol y la cicatriz de la muerte.»
Elliot Rosenberg, poeta.

«…pero alguien tiene que morirse de vez en cuando en la familia para que los demás se reúnan y se den abrazos sentidos al pie de un ataúd recién cubierto de tierra.»

Jaime Bayly, de su Blog, artículo “Los desheredados,” Lima, enero, 2015

***

AL MORIR, UN HOMBRE HIZO 3 PEDIDOS:

1) Que su ataúd fuese cargado por los mejores médicos de la época.
2) Que los tesoros que tenía, fueran esparcidos por el camino hasta su tumba.
3) Que sus manos quedaran en el aire fuera del ataúd a la vista de todos…

Alguien, asombrado, le preguntó: ¿Cuáles eran sus razones?
Él explicó:

1) Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd, para demostrar que ellos NO tienen ante la muerte, el poder de curar.
2) Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros, para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí se quedan.
3) Quiero que mis manos queden descubiertas fuera del ataúd, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, al morir nada material se lleva consigo... “EL TIEMPO” es el tesoro más valioso que tenemos, podemos producir más dinero, pero ¡no más tiempo...!

EL MEJOR REGALO que se le puede dar a alguien es TIEMPO…




Otros libros del autor:



PREFACIO

La muerte es inevitable, todos lo saben pero pocos lo entienden. Casi nadie habla del asunto, salvo cuando nos enteramos de la muerte de un pariente, amigo, vecino, o persona notable de la comunidad… la muerte convive con nosotros, sin que nos demos mucha cuenta de su presencia, hasta que ésta actúa, muchas veces de pronto y sin previo aviso, recordándonos que este hecho, el último acontecimiento de nuestras vidas, se puede producir en cualquier momento, hora y lugar.
En este segundo libro de mi autoría que les presento a mis queridos lectores, intento realizar una profunda reflexión sobre la muerte, evento final de nuestras vidas, utilizando para ello y como “columna vertebral”- para la lógica narración en el tiempo-, mi propia experiencia de vida, los principales acontecimientos nacionales y mundiales ocurridos desde 1967 el año en que nací y las muchas veces que he tenido que afrontar, como mudo testigo, la llegada de la muerte a mi alrededor, cuando ésta se ha hecho presente ya sea de súbito o bien que ya había venido siendo anunciada (en el caso de personas gravemente enfermas, próximas a fallecer).
La muerte pues, he constatado, se lleva consigo algún ser querido, un familiar, un amigo, un conocido, o una importante figura política o social, pero acaso lo retira de nuestra presencia ¿para siempre?... la respuesta a esta pregunta fundamental, si la muerte nos lleva a otra vida “al más allá” o no, es la que espero contestar mientras desarrollo este libro…
Pese a lo que se pueda intuir, trato que la redacción y el tema aquí tocados no sean tétricos, ni fatalistas o pesimistas, esto debido a mi firme creencia que hay “algo” que nos espera más allá del umbral de la muerte… distintas culturas y religiones también consideran esta posibilidad, y en esta obra exploro, al inicio del texto, estas creencias sobre la muerte, la reencarnación y la resurrección, para que nos sirvan de marco conceptual al planteamiento final de mi propuesta literaria, hacerlas desde un principio evidentes ante mis lectores, y justificar la posibilidad que la muerte, en vez de separarnos, al final, nos reúne, a todos, en otra dimensión o “realidad paralela”…
En el relato del libro voy recordando, dentro del recuento de los sucesos, y en forma cronológica, a los miembros de mi familia que se nos “han adelantado en el tiempo” a la supuesta “siguiente dimensión”, seres queridos que tuve que “despedir” hasta una “nueva ocasión”. Más que un adiós, insisto, considero que esta separación es momentánea, que en algún momento futuro, cuando yo, el autor, también deje mi cuerpo físico, esa energía vital que guía mi conciencia y mis pensamientos, mi espíritu, que considero inmortal, podrá trascender a un plano superior, pudiéndose reencontrar, en una gran fiesta celestial, con los familiares y amigos que conocí en vida.
Los invito a pues a acompañarme en este viaje, sobrevolando y triunfando sobre la muerte, con la lectura de las siguientes páginas, estoy seguro que una vez leídas, Usted amigo lector habrá cambiado profundamente su percepción del acontecimiento cierto e inevitable de la muerte, aceptándola en su verdadera dimensión, el umbral que nos lleva a una nueva existencia no corpórea, inmaterial y netamente espiritual, eterna y feliz…

Managua, 7 de marzo de 2015
90 aniversario del nacimiento de mi padre Tomás
El autor

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CAPÍTULO UNO

ESPÍRITU, ALMA Y CUERPO


La idea común acerca de la constitución del ser humano es dualista, es decir, reconoce la existencia de cuerpo y alma. La filosofía, a través de sus largos siglos de desarrollo, ha refrendado esta opinión. Sin embargo, la Palabra de Dios no divide al hombre en dos partes, sino en tres, espíritu, alma y cuerpo (1ª Tesalonicenses 5:23). Reconocer esta diferencia tiene gran importancia para la vida espiritual de un creyente, sin confundir lo espiritual con lo anímico (del alma).
En efecto, el ser humano tiene tres partes (lo mismo que el templo de Dios): el cuerpo, con que somos conscientes del mundo (el atrio); el alma, con que somos conscientes de nosotros mismos (el Lugar Santo); y el espíritu, con que somos conscientes de Dios (el Lugar Santísimo).

EL ESPÍRITU


El espíritu del hombre nos permite establecer toda comunicación con Dios. El espíritu tiene tres funciones principales: conciencia, que discierne lo bueno y lo malo, la intuición, con la que se sabe y se sienten los movimientos del Espíritu Santo, y la comunión, con la que se adora a Dios. Estas tres funciones están profundamente ligadas entre sí, y operan coordinadas.

EL ALMA


El alma, ubicada entre el espíritu y el cuerpo, es la sede de la personalidad del hombre.
Funciones del alma
a) Emociones. Este ámbito abarca los afectos, los deseos y sentimientos.
b) La mente. La mente es el instrumento de nuestros pensamientos. Por medio de la mente el hombre conoce, piensa, imagina, recuerda y entiende.
c) La voluntad. La voluntad es la capacidad que tiene el hombre para tomar decisiones. Es el verdadero «yo», que tiene la mayor influencia sobre la persona.

EL CUERPO


El cuerpo humano se compone de cabeza, tronco y extremidades; los brazos son las extremidades superiores y las piernas las inferiores; cabe mencionar que el tronco se divide en tórax y el abdomen y es el que da movimiento a las extremidades superiores, inferiores y a la cabeza. Uno de los sistemas de clasificación del cuerpo humano, respecto a sus componentes constituyentes, es la establecida por Wang en 1992:
Nivel atómico: carbono, hidrógeno, oxígeno, nitrógeno, azufre y fósforo.
Nivel molecular: agua, proteínas, lípidos, hidroxiapatita
Nivel celular: intracelular, extracelular.
Nivel anatómico: tejido muscular, adiposo, óseo, piel, órganos y vísceras.
Nivel cuerpo íntegro: masa corporal, volumen corporal, densidad corporal.
El cuerpo humano posee más de cincuenta billones de células. Éstas se agrupan en tejidos, los cuales se organizan en órganos, y éstos a su vez, en ocho aparatos o sistemas: locomotor (muscular y óseo), respiratorio, digestivo, excretor, circulatorio, endocrino, nervioso y reproductor.
Algunas partes del cuerpo humano que pueden auto-regenerarse son: los pelos, las uñas, la piel, las mucosas (bucales y digestivas), la sangre, los músculos, los huesos y los tejidos del hígado. El cuerpo humano recambia prácticamente todos los átomos que lo forman en un plazo de unos 5 años. ¡Miles de millones de átomos! En unos pocos años, nuestros cuerpos serán conformados de nueva materia, una especie de reencarnación en vida, algo que nos ocurre a todos durante nuestras vidas…
Aquí me detengo un minuto a hacer una primera reflexión. Nuestro cuerpo físico se renueva casi totalmente a nivel atómico, sin embargo nuestra mente, recuerdos y pensamientos no. Estos últimos siguen inalterables pese a que la materia que los alberga muta incesantemente… aquí ya hay un primer indicio de “inmortalidad”, que nos invita a seguir investigando el asunto.


CAPÍTULO DOS

LAS RELIGIONES, LA MUERTE Y EL ALMA


La “Prisca theologia” es la doctrina dentro del campo de estudios religiosos comparativos que indica que una sola verdadera teología existe, que está trazada a través de todas las distintas religiones, así pues el hombre, desde varias culturas y épocas, desarrolló un sinnúmero de versiones de esta misma religión-madre, veamos ahora cómo estas múltiples manifestaciones religiosas abordan los temas de la muerte, reencarnación y la resurrección.

ZOROASTRISMO


El zoroastrismo posee una importancia única en la historia de las religiones a causa de sus enlaces con las tradiciones occidental abrahámica y oriental dhármica.
Se sabe que las enseñanzas de Zoroastro llegaron a dejar su huella en el judaísmo. Éstas se advierten en la angelología, la creencia en un estado futuro de premios y castigos, la inmortalidad del alma y el juicio final. Todo ello forma parte fundamental del esquema zoroastriano. Adicionalmente, la figura de Satanás, originalmente sirviente de Dios, asignado a Él como su fiscal, vino a asemejarse a la de Ahriman, el enemigo de Ahura Mazda (Dios), cada vez más.
También, la figura del Mesías, que inicialmente era un Rey futuro de Israel que salvaría a su pueblo de la opresión, evolucionó, en Isaías, por ejemplo, en un Salvador universal muy similar al Saoshyant persa (iraní). Otros puntos de comparación entre Persia (Irán) e Israel incluyen la doctrina de los milenios, el Último Juicio, el libro celestial en el que se inscriben las acciones humanas, la Resurrección, la transformación final de la tierra, el Paraíso en la tierra o en el Cielo, el Infierno, etc.
Algunos estudiosos (Boyce, 1987; Black and Rowley, 1987; Duchesne-Guillemin, 1988) creen que un buen número de elementos de la escatología, soteriología, angelología y demonología del judaísmo -una influencia clave en el cristianismo-, tienen su origen en el zoroastrismo, y fue transmitido al judaísmo durante la cautividad babilónica y la era persa.

EL TAOÍSMO


El Taoísmo es un sistema religioso y filosófico chino muy antiguo que comenzó en el siglo IV a.C. Las creencias filosóficas y místicas esenciales taoístas se encuentran en el Tao Tê-King o Tao Tê Ching (Daodejing, Libro de la Vía y de la Virtud), un texto que fue escrito en el siglo III a.C. atribuido a la figura histórica de Lao-tsé, y en el Zhuangzi, un libro de parábolas y alegorías que también fue escrito en el siglo III a.C., pero supuestamente escrito por el filósofo Zuang-zi.
El Tao (“camino” que no puede describirse con palabras ni concebirse con el pensamiento). Para estar de acuerdo con el Tao, uno tiene que “hacer nada” (wu-wei), es decir, nada forzado, artificial o no natural. A través de la obediencia espontánea a los impulsos de la esencia natural propia de cada uno y al despojarse a sí mismo de doctrinas y conocimientos, se alcanza la unidad con el Tao y de ello deriva un poder místico (Tô). Este poder permite trascender todas las distinciones mundanas, incluso la distinción entre la vida y la muerte.
Para entender mejor esto, veamos las propias palabras de Lao Tse para definir taoísmo:

Conserva el Vacío Absoluto
Y la perfecta Paz permanecerá
Todas las cosas tienen un mismo origen
Y desde allí las contemplamos retornar
Todas las cosas emanan florecientes
Y cada una de ellas regresa a su origen
Regresar a su Principio es reposar.
Reposar es encontrar el nuevo Destino
Al regreso al Destino se le llama Eternidad.
Al que conoce lo Eterno se le llama Iluminado
El que desconoce lo Eterno su miseria es desventura
Quien conoce la Eternidad todo lo posee
Quien es justo con los demás es soberano
Quien es soberano es semejante a lo Supremo
Lo Supremo es el Camino del Tao
Alcanzando el Tao tendrá vida eterna
Y aunque su cuerpo muera él nunca perecerá.

(Lao Tse: Tao Tê King)

EL HINDUISMO


Según El Bhagavad-gita, existen en el universo un total de 8.400.000 especies de vida, incluyendo variedades de microbios, peces, plantas, insectos, reptiles, pájaros, bestias y humanos.
En el momento de la muerte, el alma se traslada de un cuerpo viejo a otro, nuevo.
En El Bhagavad-gita se explica: “…cualquier estado de existencia que uno recuerde cuando abandona el cuerpo, ese mismo estado será el que obtenga sin falta en su vida siguiente…”. En otras palabras, las experiencias de nuestra vida, así como nuestros pensamientos, provocan una impresión en la mente, y el compuesto de las mismas constituye el recuerdo final a la hora de la muerte.
El cambio de cuerpo también puede ser observado incluso dentro del período total de la vida propia. En tanto que nuestros cuerpos se transforman desde la infancia a la niñez, de la niñez a la juventud y luego a la vejez, todas las moléculas —confirmado por la ciencia médica— son reemplazadas regularmente. Sin embargo, a través de estos cambios corporales, el “yo” consciente dentro del cuerpo permanece siendo siempre el mismo, esto ya lo vimos anteriormente.
El Bhagavad-gita afirma: “… así como en este cuerpo el alma encarnada pasa continuamente de la niñez a la juventud y luego a la vejez, de la misma manera, el alma pasa a otro cuerpo en el momento de la muerte…”.
Nuestro cuerpo actual es el resultado de una larga serie de acciones y reacciones experimentadas en esta y otras vidas previas. Esta ley de la naturaleza es conocida en sánscrito como “ley del karma”, en palabras simples: cada acción tiene una reacción. El que actúa de manera justa recibe buenos resultados en la vida siguiente, y el que actúa de un modo negativo tiene que experimentar reacciones adversas en esta misma vida o en un próximo nacimiento. Los seres humanos constituyen la única especie sujeta a esta ley de karma, porque sólo el ser humano está dotado de una inteligencia superior. Los Vedas explican que las formas de vida más bajas están bajo el control de la naturaleza y sus instintos, por lo tanto no se los considera responsables por sus actividades. En la forma humana de vida, sin embargo, el alma puede liberarse a sí misma del ciclo de la reencarnación si llega a auto-realizarse. Por lo tanto, el alma que habita un cuerpo humano está en una encrucijada crítica. Mediante la comprensión de los principios de la reencarnación tal como están explicados en El Bhagavad-gita, nosotros, como almas vivientes, podemos llegar a liberarnos del repetido ciclo de nacimientos y muertes. Los Vedas nos instruyen sobre cómo podemos reasumir nuestra posición constitucional natural en el mundo espiritual eterno de conocimiento y bienaventuranza.

EL BUDISMO


En la India, la idea de reencarnación o transmigración tras la muerte era ya parte del contexto hinduista en el que nació el budismo. El Budismo prefiere el término “renacimiento” en vez de “reencarnación” debido a que no afirma la existencia de un alma perdurable que pueda transmigrar.
Así pues, el renacimiento en el budismo no es igual que la reencarnación en el hinduismo, ya que Buda Gautama negó explícitamente que hubiera algo permanente en la persona que fuera ocupando o usando distintos cuerpos. El renacimiento en el budismo es más cercano a la lógica del ADN o a una palingenesia próxima a como la entendía el filósofo alemán Schopenhauer. En el renacimiento budista, una relación de causas y efectos hará manifestar la existencia de otros individuos, pero no un alma o espíritu.
El budismo afirma que todos los seres con conciencia aparecen y desaparecen en virtud del karma, el mecanismo de causa y efecto. Entonces, las acciones de cuerpo, habla y pensamiento conllevan unos efectos pendientes que harán que se objetiven y experimenten con el tiempo, ya sea mientras el individuo está todavía vivo, o después. La continuidad entre individuos la constituye ese hilo causal, que son manifestados como tendencias y circunstancias, apareciendo en todos y cada uno de los seres.
El renacimiento o reencarnación budista no es visto nunca como algo deseable, ni significa un determinismo radical en nuestras acciones; puesto que precisamente el camino Budista sirve para que la persona pueda liberarse de esa cadena perpetua de causas y efectos. Si bien el individuo debe experimentar las circunstancias en las que le toca vivir, a la vez es el único responsable de lo que decida hacer en frente de ellas.
La meditación, práctica fundamental en el budismo, supone también aquí la herramienta más poderosa para el seguidor budista. Con la práctica, aprende a observar cómo no existe un dueño de los pensamientos que afloran en su propia mente, pero que a la vez él es el único responsable de lo que decida hacer con ellos. El apego o no apego a ellos son, por tanto, la clave para lograr conseguir mayor ecuanimidad respecto a él mismo y al mundo, como actitud fundamental para su vida.

EL JUDAÍSMO


“Olam Habá” es el término utilizado por los rabinos para describir el “Mundo Venidero”. En algunos textos, el “Olam Habá” se refiere al ámbito posterior a la muerte. En otros a la “Era Mesiánica” del “fin de los días”.
Dentro de la plegaria correspondiente a Shabat leemos: “No hay quien se compare a Ti, Oh, Dios nuestro… en la vida del mundo venidero. No hay nadie más que Tú, Redentor nuestro, en los días del Mashiaj; ni hay nadie como Tú, oh nuestro Salvador, en la resurrección de los muertos”. En esta plegaria hay una secuencia con cuatro etapas: desde la vida hasta el “Más Allá”; luego a la era mesiánica; y hasta el momento de la resurrección.
La Torá contiene muchos relatos en los que se habla de resurrección: En una de las profecías de Ezequiel, por ejemplo (siglo XI a.C.), el profeta tiene una visión en la cual el creador vuelve a la vida a una multitud de cuerpos del pueblo de Israel y los lleva a su Tierra. En Daniel (siglo II a.C.), se hace mención a un fin de los días, que culmina con la resurrección de los muertos. Este tema también aparece en el Talmud. Los rabinos incluyeron la doctrina de la resurrección dentro de la plegaria diaria del judío: “Bendito seas Tú, que revive a los muertos”. En algunas partes del Talmud se aclara que sólo los justos logran la resurrección. En otras se agrega que serán elegidos además los que han sido enterrados en Tierra Santa.
¿El alma es inmortal en el judaísmo?
Las Escrituras en conjunto sugieren que, en cada persona –más allá de las limitantes de la forma física, existe en una dimensión inmortal, un alma, una consciencia que sobrevive la muerte del cuerpo. La muerte no significa el fin de la consciencia, sino la transición a otro estado de la misma. Por lo tanto, el alma no muere, sino que entra a un mundo espiritual donde sufre transformaciones.
¿Están los muertos conscientes de los vivos?
Muchas de las fuentes de las Escrituras responden que sí.
En la tradición judeo – oriental se cree que los difuntos, en las esferas celestiales, piden por los vivos. Esta es la explicación de la expresión de consuelo “Yitshafaalcon” (Que ruegue por ustedes), que se pronuncia en los días de duelo. El “Guilgul”, la doctrina de la reencarnación, juega un importante papel en la “Kabalá”. Permite que el alma vuelva al mundo terrenal para cumplir las “Mitzvot” obligatorias que se quedaron pendientes y lograr que, ya purificada y redimida, pueda unirse con la “Fuente de la Divinidad”. Ésta sería la meta suprema del alma.

EL ISLAM


En el ISLAM se afirma que existe una “próxima vida”, una vida dentro de la tumba después de la muerte y en su tribulación. Los islamitas creen que el tiempo de “Qiyāmah” es predestinado por Dios, pero no fue revelado a los hombres. El juicio y las pruebas precedentes y durante el “Qiyāmah” son descritas en el Corán y el Hadiz, y también en los comentarios de eruditos islámicos, en la retribución y rendición de cuentas ante Dios, que cada individuo recibirá un libro escrito por los ángeles que incluirá una mención completa de todas las obras que realizó el ser humano en la vida terrena, quien lo reciba en la diestra será de los exitosos y quien lo reciba en la mano izquierda será de los perdedores, en el Paraíso y el Infierno, respectivamente.
En las Señales islámicas se indican la llegada de la “Última Hora”, afirmando que la primera era constituye la llegada del profeta Mahoma y entre las últimas se produce el retorno del profeta Jesús, que romperá las cruces y legislará con el islam.
Resurrección y juicio: la creencia en “El día de Resurrección”, “yawm al-Qiyāmah” (también conocido como “yawm ad-dīn”, “El día del juicio final” y “as-sā`a”, “La última hora”) es asimismo crucial para los musulmanes. El Corán acentúa la resurrección corporal, una rotura del entendimiento preislámico de muerte. Esto declara que la resurrección será seguida de la reunión de toda la humanidad, culminando en su juicio por Dios.
En el Islam el “Qiyāmah” (en árabe: القيامة “Resurrección”) es la creencia en la resurrección de todos los seres humanos en el Día del Juicio, cuando todas las personas, sean o no musulmanes, y sus buenas y malas acciones tendrán que ser finalmente juzgadas y recompensadas en conformidad. “Al-Qiyāmah” es el nombre del sura 75 del Corán, cuyo tema es la resurrección. El Día de la Resurrección (“Yawm al-Qiyāmah”) también recibe los nombres de Día del Juicio (“Yawm al-Din”), La Hora, El último día. El Corán declara que la creencia en la “shahāda”, en el último día del Juicio Final y el hacer buenas obras en la tierra es el requisito para la salvación, siempre y cuando que el alma no está comprometida en “Shirk”. También es necesario para conseguir el cielo creer en la observación y en los cinco pilares del Islam: “tawhid”, “salat”, “sawm”, el “azaque” y el “hajj”. También afirma que no habrá ninguna injusticia, y que no se salvarán los infieles. El Corán hace referencia a varios pecados que pueden condenar a una persona al “Jahanam” (como la incredulidad, la usura y la falta de honradez). Los musulmanes ven el paraíso, “Janah”, como un lugar de alegría y dicha, con referencias del Corán que describen sus rasgos y los placeres físicos de dicho lugar. Hay también referencias a una aceptación de mayor júbilo por Dios.

EL CRISTIANISMO


La Biblia habla mucho de la resurrección corporal. En diferentes ocasiones, algunos, en la Biblia, fueron resucitados de los muertos. Estas fueron demostraciones milagrosas del poder de Dios sobre la muerte. Pero a causa de que eventualmente esta gente volvió a morir, ellos no fueron físicamente resucitados en el sentido final, sino que fueron vueltos a la vida. Lázaro es un buen ejemplo, ver Juan 11:39-44.
El primer ejemplo de muerte y resurrección corporal es Jesucristo. Cristo es las primicias de los muertos. “Ahora Cristo ha resucitado de los muertos, primicias de los que durmieron es hecho” (I Corintios 15:20). La Biblia siempre habla de la muerte de un creyente como “dormir”, no morir. Los primeros frutos en la resurrección de Cristo entre los muertos, fueron la garantía de Dios de la completa cosecha que se levantará después.
El Cuerpo de Cristo, la verdadera Iglesia, tendrá una resurrección corporal de los suyos. “Los muertos en Cristo resucitarán primero” (I Tesalonicenses 4:16). Esta es la resurrección de los cuerpos de todos los que hayan muerto en Cristo, serán unidos a sus almas y espíritus y ascenderán al cielo para ser la esposa de Jesucristo. Esto es llamado el “Arrebatamiento” de la Iglesia. Alrededor de 500 personas fueron testigos de las apariciones de Cristo luego de su resurrección corporal. Sus testimonios como testigos oculares desafían a aquellos que no son creyentes. En la mayoría de las cortes y tribunales la mayor cantidad de testigos oculares que se han requerido son siete. El Nuevo Testamento ha registrado testimonios de aquellos que personalmente lo vieron. Otros que lo vieron testificaron que Él estaba vivo, que hablaron con Él, algunos comieron con Él, y tuvieron un tiempo de comunión mientras estuvieron con Él varias veces después de llegar a ellos corporalmente luego de una brutal crucifixión y de tres días en una custodiada tumba de roca. Hay muchísima evidencia clara que Jesucristo, de hecho, resucitó corporalmente de entre los muertos.
Los 27 libros del Nuevo Testamento y la Iglesia son los efectos causados por el Cristo resucitado. La iglesia comienza inmediatamente, mientras los apóstoles van predicando en Jerusalén, lugar donde Él había sido crucificado y sepultado. Tres mil fueron salvos en un día. Ellos fueron por todos lados diciendo que Jesús había resucitado de los muertos.




CAPÍTULO TRES

LA REENCARNACIÓN


La reencarnación es la creencia en que la esencia individual de las personas (ya sea mente, alma, o energía) adopta un cuerpo material no sólo una vez sino varias veces, según va muriendo.
Esta creencia aglutina de manera popular diversos términos:
Metempsicosis, del término griego “meta” (después, sucesivo) y “psyche” (espíritu, alma).
Transmigración (migrar a través).
Reencarnación (volver a encarnar).
Renacimiento (volver a nacer).
Todos estos términos aluden a la existencia de un alma o espíritu que viaja o aparece por distintos cuerpos, generalmente a fin de aprender en diversas vidas las lecciones que proporciona la existencia terrena, hasta alcanzar una forma de liberación o de unión con un estado cognitivo más elevado.
El mismo fenómeno pero sin la creencia en un alma o espíritu:
Metensomatosis: viene de “meta” (después, sucesivo) y “soma” (cuerpo).
Palingenesia o palingénesis: procede de “palin” (de nuevo) y “génesis” (nacer/principio).
La creencia en la reencarnación ha estado presente en toda la humanidad desde la antigüedad, en la mayoría de las religiones orientales, como hinduismo, budismo y taoísmo, y también en las religiones no “adulteradas” africanas y tribales de América y Oceanía. En la historia de la humanidad, la creencia de que una persona fallecida volverá a vivir o aparecer con otro cuerpo (con una personalidad generalmente más evolucionada) ha sobrevivido incluso dentro de las religiones judeocristianas (cristianismo, judaísmo e islam).

¿EVIDENCIA CIENTÍFICA DE LA REENCARNACIÓN?


Probablemente la más conocida, si no las más respetada, recolección de datos científicos que parecen proporcionar pruebas científicas que la reencarnación es real, es un trabajo de toda una vida el del Dr. Ian Stevenson. En lugar de depender de la hipnosis para comprobar que un individuo ha tenido una vida anterior, optó por reunir miles de casos de niños que, de forma espontánea, (sin hipnosis) recordaban una vida pasada.
El Dr. Ian Stevenson utilizó este enfoque, porque los recuerdos de vidas pasadas en un niño pueden ser investigados mediante estrictos protocolos científicos. La hipnosis, aunque útil en la investigación de las vidas pasadas, es menos fiable desde una perspectiva puramente científica. Con el fin de recabar datos, el Dr. Stevenson metódicamente documentaba las declaraciones de la vida anterior del niño en estudio, luego identificaba a la persona fallecida que el niño recordaba haber sido, y después se verificaba que los hechos de la vida de la persona fallecida se ajustaban con lo recordado en la memoria del niño. Se han encontrado incluso coincidencias entre los menores investigados con marcas de nacimiento y defectos congénitos que coinciden con heridas y cicatrices en el fallecido, certificados por registros médicos. Los métodos estrictos de investigación, aplicados de manera sistemática, descartan todas las posibles explicaciones “normales” de los recuerdos del niño.
El Dr. Stevenson dedicó cuarenta años a la documentación científica de los recuerdos de vidas pasadas de niños en todo el mundo. Su investigación cuenta con más de tres mil casos en sus archivos. Muchas personas, incluso los escépticos y los académicos, están de acuerdo en que estos casos ofrecen la mejor evidencia producida hasta ahora, de la reencarnación. El Dr. Stevenson fue jefe del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Virginia, y Director de la División de Estudios de la Personalidad en esa misma institución. Desde finales de los años sesenta documentó casos en la India, África, el Cercano y el Lejano Oriente, Gran Bretaña, Estados Unidos y otras partes, en los que niños pequeños han asombrado a sus padres con detalles precisos sobre las personas que afirman haber sido, en una vida anterior… algunos de estos niños han reconocido sus antiguos hogares y comunidades, así como amigos y familiares que aún vivían cuando los niños brindaban sus testimonios. Estos menores recordaban, con asombroso detalle los acontecimientos de sus supuestas vidas anteriores, entre ellos la muerte, a veces dada en circunstancias violentas. En ocasiones, sus marcas de nacimiento se asemejan a las cicatrices que corresponden a las heridas que les provocaron la muerte, en la “otra” vida.
Luego de sucesivos viajes, Stevenson compiló los casos más significativos que había estudiado hasta ese momento y en 1966 publica su libro clave: “20 Casos Posibles de Reencarnación” (“Twenty Cases Suggestive of Reincarnation”, Stevenson 1966/1974). El libro trata del estudio minucioso y exhaustivo de veinte casos de recuerdos espontáneos de vidas anteriores, acaecidos a niños entre los dos y los cinco años de edad. El autor entrevistó tanto a los sujetos en cuestión como a todos los familiares, vecinos y personas implicadas en las historias correspondientes. En algunos casos, la riqueza de datos es considerable y el porcentaje de confirmaciones de éstos suele ser elevadísimo. Los veinte casos que componen el libro están seleccionados de los mil doscientos casos que Ian Stevenson había recopilado hasta ese momento… Stevenson cuenta, en uno de sus libros, que le llevó más de diez años el empezar a darle el valor que tenían las marcas de nacimiento y los comportamientos de los niños. Al principio las tomaba como coincidencias y ponía toda su atención en las declaraciones verbales de los menores. Ian Stevenson murió a los 88 años a causa de una neumonía, el 8 de febrero de 2007 en Charlottesville, Virginia, Estados Unidos.

TRES CASOS INVESTIGADOS DE REENCARNACIONES

El caso de Carl Edon

Durante años, antes que fuera brutalmente asesinado, Carl Edon trató de convencer a su familia que él fue reencarnado. Hoy en día, sus padres atónitos creen que se les ha dado la extraordinaria evidencia fotográfica. El padre de Carl, dijo que desde que tenía sólo tres años había hablado de recuerdos vívidos de una vida anterior, como un aviador Nazi muerto cuando su avión fue derribado, en 1942. Ahora sorprendentes nuevas fotos, desenterradas después del tenaz trabajo de detective por un historiador local, revelan un escalofriante parecido entre Carl y un aviador alemán, Heinrich Richter, enterrado en un cementerio de Thornaby, Inglaterra. Richter, un artillero de torreta, murió cuando su bombardero Dornier se estrelló con un ferrocarril en South Bank en el transcurso de una incursión, en enero de 1942.
Los restos del bombardero Dornier, dañado por el ataque de fuego antiaéreo antes de precipitarse y chocar, fue descubierto en 1997 enterrado fuera de la carretera de Tilbury, a sólo unos pocos cientos de metros del lugar donde Carl murió apuñalado, dos años antes. Cuando fue desenterrado con restos de Richter en el interior, los padres de Carl, Jim y Val, se estremecieron al recordar los misteriosos cuentos de su hijo, sobre la reencarnación.

(...)

Capítulos que siguen:

CAPÍTULO 4: FILOSOFÍA, MUERTE Y ALMA
CAPÍTULO 5: BIENVENIDA AL CAOS
CAPÍTULO 6: LA MUERTE ATACA MI FAMILIA
CAPÍTULO 7: FELICIDAD FAMILIAR
CAPÍTULO 8: LA FAMILIA CRECE
CAPÍTULO 9: LA MUERTE, OTRA VEZ…
CAPÍTULO 10: LOS “VUELOS DE LA MUERTE”
CAPÍTULO 11: “YO, PRESIDENTE”
CAPÍTULO 12: EL PERÚ EN GUERRA
CAPÍTULO 13: LA ERA DEL SIDA
CAPÍTULO 14: JUVENTUD, DIVINO TESORO…
CAPÍTULO 15: DESASTRE Y MUERTE EN BHOPAL
CAPÍTULO 16: VIDA UNIVERSITARIA
CAPÍTULO 17: TRAGEDIA EN CHERNOBIL
CAPÍTULO D18: MATANZA EN EL “FRONTON”
CAPÍTULO 19: MAMÁ SE VA AL CIELO…
CAPÍTULO 20: MARCHAS Y CONTRAMARCHAS…
CAPÍTULO 21: EN LA PERSISTENCIA ESTA EL ÉXITO
CAPÍTULO 22: FALLECIMIENTO DE MI PADRE
CAPÍTULO 23: MI PRIMER EMPLEO PROFESIONAL
CAPÍTULO 24: “EL PERÚ LO NECESITA”
CAPÍTULO 25: “QUE DIOS NOS AYUDE”
CAPÍTULO 26: “LA CALLE DE LAS PIZZAS”
CAPÍTULO 27: MUERTE EN TARATA
CAPÍTULO 28: “BRUJERÍA”
CAPÍTULO 29: NACE “NESA”
CAPÍTULO 30: NACE MI HIJO RICARDO
CAPÍTULO 31: LA TRAGEDIA DEL “911”
CAPÍTULO 32: DE NUEVO EN LIMA
CAPÍTULO 33: ECUADOR
CAPÍTULO 34: NO TODO LO QUE BRILLA ES ORO
CAPÍTULO 35: ¡UN MILAGRO!
CAPÍTULO 36: LA GRAN CAMINATA
CAPÍTULO 37: NICARAGUA
CAPÍTULO 38: MI PRIMER LIBRO
CAPÍTULO 39: RAFAEL EN LA CÁRCEL
CAPÍTULO 40: LETUM NON OMNIA FINIT








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