Anastasio Somoza García: Un dictador made in USA


Síntesis

Este estudio echa una mirada escrutadora a los eventos ocurridos en torno al ascenso de Anastasio Somoza García al poder. Busca comprender la dinámica operativa de la sociedad nicaragüense que hizo posible este acontecimiento. Se enfoca en cómo Anastasio Somoza García utiliza a los Estados Unidos para conseguir sus objetivos y apoderarse del poder en vez del cómo los Estados Unidos sean quienes lo usen a él.

El estudio también examina el comportamiento de la élite política de ese período que incluía —y no se limitaba a— los usos de los vínculos familiares, el mecenazgo político y el nepotismo, y el uso del Estado como patrimonio familiar.

Los años en que Somoza sube al poder son examinados en el contexto de las políticas de esa época. Estas políticas incluyen el comportamiento de los dictadores en América Central, así como las reacciones de las naciones centroamericanas en lo referente a la toma del poder por los dictadores vecinos.
El comportamiento de los Somoza reflejaba una doble moral que jugó un papel importante en el ilegal ascenso de Somoza García al poder.

Este trabajo tiene como argumento central que Somoza manipuló a los hacedores de la política exterior de los Estados Unidos o a sus representantes en Nicaragua, hasta tal punto que antes no habría podido ser creído o reconocido.

Somoza fue extraordinario para jugar bien las cartas de los Estados Unidos. Su constante tête-à-tête con el Ministro de la legión americana dio la impresión que toda actuación suya tenía el visto bueno de los Estados Unidos. Somoza dio tal impresión de diferentes maneras, en su trato con otros políticos o en sus pronunciamientos públicos.

Cualquier negativa de la Legación Americana fue siempre blanda o escrita de tal forma que el pueblo nicaragüense nunca lo tomó en serio. Tal vez las diferencias culturales explican como el pueblo nicaragüense interpretaba cualquier expresión de la Legación Americana respecto a Somoza.

Indiscutiblemente, Somoza se aprovechó de cualquier situación ambigua presente en las políticas de los Estados Unidos. Nadie antes que Somoza García había jugado con las cartas americanas tan bien y exitosamente como él.

La manipulación tan astuta de Somoza de la Guardia Nacional es examinada en grandes detalles. El acostumbraba a ayudar de manera efectiva para organizar nacional y departamentalmente a los comités locales que apoyaban su candidatura presidencial. Los retos más serios al liderazgo de Anastasio Somoza García, también son acá examinados de manera exhaustiva.

Prólogo

Cuando terminé de leer el libro que hoy ustedes tienen en sus manos, se vinieron a mi mente muchas ideas que quiero compartir.

En primer lugar, había terminado de leer un libro que no habla solamente del poder omnímodo de un Somoza padre, que tuvo tanto impacto en la historia del siglo XX en Nicaragua: como funcionario público de tercera, jefe político, diplomático, general de división, político o Presidente de la República por 16 años. Sino también como manipulador sagaz de las incomprensiones, desatinos, e imprudencias de una política exterior norteamericana hacia Latinoamérica variopinta de monroísmo, wilsonianismo y roosvelismo.

Este es el libro de un Somoza que no sólo manipuló sino que usufructuó y manejó bien y mal los hilos del poder: con destreza para unos, y maldad para otros.

Se recoge un episodio paradigmático de la vida política de Nicaragua, como gesta, y a veces como acto circense. El poder político se vuelve número mágico, porque los que le ven, se aturden y anonadan al presenciar como el mago, hace trucos oscuros que a todos deja perplejos, mientras les roba la libertad y la dignidad.

Hay dos Anastasio Somoza García: el uno que crece en sus obsesiones por el poder, y el otro que se diluye en sus desmanes contra sus propios compatriotas nicaragüenses.
¿Es este el modelo al azar de todos los dictadores o necesitan los hacedores del mal urdir bien los tiempos para que coincidan uno a uno los zarpazos a la ley, al respeto humano y a la voluntad mayoritaria?

¿Son castas las manos de los sastres de elite que fabrican los trajes de los caudillos que se multiplican en el espejo real de nuestros tiempos?

No es sólo una obra biográfica de un poderoso que engendra una dinastía. Es también la historia de un pueblo sin poder que, a veces, alienta y consiente que los poderosos hagan sus propias dinastías. Es un tratado sobre el poder, de los muchos Somoza de tamaños distintos que ha habido en la historia de Nicaragua. Y cuyos nombres varían o se repiten, pero giran todos como en un carrusel del pasado que nos dicta y aturde con su marcación cíclica.

No es justo decir que la historia se repite. Los correcto es afirmar que la historia la repetimos.
No es una obra que verse sobre una época histórica; es más bien una época llena de obras políticas que desnudan todas las atribuciones humanas de todos los tiempos: es cuasi literatura histórica o cronología política deformada. ¿Es también una obra que recoge hechos desprendidos de un escenario teatral?

Es la tragedia de los que luchan por el poder y en la que el juego perfecto se sostiene por la traición, la vanidad y el egoísmo, como los tres pilares fundamentales de la más descarnada verdad humana y los cálculos políticos. ¿O hay otra posibilidad histórica en otros tiempos y en otros lugares?
Y aunque es una disertación histórica, tiene ribetes y esencias de tratado de temas internacionales.

Mientras Somoza se arrimaba al alero del poder, en los Estados Unidos campeaba la inseguridad social, la corrupción, y la primera gran crisis financiera moderna daba sus primeros pasos. Y los países vecinos se salpicaban de sus maniobras y sus argucias mientras veían cómo se mostraban éstas muy complacidas elites o, más bien, castas políticas de débiles principios éticos.

En esa época ya habían desfilado personajes repetibles, con nombres que nos pueden parecer controversiales, desagradables o simpáticos—como Sacasa, Chamorro, Díaz o Moncada—si los quisiéramos ver a la luz de los antagonismos y los sentimientos humanos. Es la repetición en nuestras coordenadas de personajes que alguna vez tuvieron tanto poder —o algunos sólo lo acecharon o anhelaron tanto— y de otros que lo ejercieron con sagacidad, maestría o vileza. Aquí hay un poco de los Richelieu, los Chardin, los Mazzarino, los Medici, pero con tizne de cacao y achiote, en toda la gama de cortesanos que va y viene por los pasillos de la historia con sus zapatillas afiladas y sus pequeñas almas envinagradas de envidia y falso patriotismo.

Es un libro que habla a ratos de las voces interiores de un país pequeño, y visto con paciencia y arrogancia por ojos más pálidos y fríos, pero no menos turbios que aquellos a quienes apunta, denigra o atisba de sus escritorios en el Departamento de Estado.

Es un aleccionador texto que recoge episodios de unos pocos años en los que se gestaba una república de vericuetos conservadores y liberales, unos cuantos pactos, muchas frustradas revoluciones, altisonantes golpes de estado; improvisadas y diz-que legítimas juntas de gobierno; infantes de marina de todos los estados y de todas las repúblicas vecinas que maldicen al país pero compiten en él por el oro, el poder y la gloria, como en una novela más al Sur, de Graham Greene.

Entre todos los libros de historia de la Nicaragua fogosa y salobre, esta obra se destaca porque recoge con mucha exactitud y precisión las opiniones y observaciones de tantos actores u observadores que vieron como aquí se intercalaban dramas y comedias. Todo se apuntaba en Washington, México, San José o Guatemala, en cuadernos zurcidos en sus lomos, y que con plumas de negra tinta apuntaban y guardaban nuestros azares y torpezas.

Y la figura de Anastasio Somoza García despunta desde su juventud—que sin querer se había iniciado en el baile al igual que su muerte lo encontró en este— marcado, a lo largo de toda su vida, por la suerte y la astucia. Maquiavelo hablaba de virtùy opportunità, como los dos grandes rectores de un plano cartesiano que él supo aprovechar para la política. Parece un mito que quedó plantado para repetirse: vivir entre muchos caudillos y pocos bienhechores, Robin Hoods que huyen por los países vecinos y luego intentan volver con expediciones revolucionarias, y coups-d’états que fracasan, patriotas que van a la cárcel cuando son menos afortunados; o mueren cuando más suerte tienen. Otros fruncen sus destinos al entintar sus nombres en lodos y cloacas.

Por momentos aparece la figura de Sandino, empequeñecida a veces por sus pocas destrezas sociales y su marcada ingenuidad política; engrandecido, en otras, por su valentía y dignidad para enfrentar a los soldados de ojos grises, y por su repudio a las tiranías y los regímenes que coartan la libertad.
Este libro del Doctor Ternot Mc Renato recoge con rigor científico social esas dos virtudes que Rubén Darío veía como cualidades indispensables en todo historiador de buena fibra: fidelidad y exactitud.

El profesor Mc Renato no intenta dar opiniones propias con sentimentalismo sesgado; sino hilvanar los hechos para después inferir los ritmos del pasado y poder comprender mejor las vivencias del presente, y atreverse luego —cada quien— a prever las eventualidades del futuro. Es un trabajo que él inicia, y que cada uno de nosotros debe completar para sí y para todos.

Todo el que se atreva a leer y saborear este libro, se dará cuenta que saltará de él con una nueva visión, una nueva perspectiva, no únicamente de los Somoza, ni de un período de la historia de Nicaragua, sino convencido que nosotros hemos sido parte de este tejido que se urde y desurde desde hace tanto tiempo y que nadie lo puede hilvanar en un gran lienzo que no se pueda deshacer jamás.

Este libro del Doctor MacRenato es una obra completa en cuanto a rigurosidad científica: precisa y aguda a la vez. Incluso, en la parte en que describe a Somoza García y a Sandino, tiene trazos novelescos, lo que le genera un aura de encanto y misterio. El relato del encuentro de Doña Salvadora con su pretendiente en el Hospital de Filadelfia, me parece magistral.

Tampoco el autor pretende prejuiciarse, ni ser sentencioso, ni moralista, sino ver los hechos tal como son: a la luz de la verdad y la pureza, en la que el cristal del tiempo no juega un papel de árbitro sino de guía. El mérito del autor es proyectar los eventos como brújulas en la historia de Nicaragua, con ética y análisis inteligente, y con un sabor humanístico, que nunca pierde rigor u objetividad.

Esa es la misión noble del historiador. Nuestro papel es ser testigo de aquellos que atestiguan, como el Heródoto que hay en cada uno de nosotros, como el cómplice, y el bienhechor, como el indiferente y el idealista que hay en cada uno de los que sabemos que el tiempo se dobla hacia todos lados.

Desde cualquier ángulo podemos ver el universo. Porque la historia es el ADN colectivo, el instante que se repite o la esperanza que se anuncia.


Orlando López-Selva (MSc)
Profesor de Política Exterior y Relaciones Internacionales
Universidad Americana (UAM)- Masaya, Nicaragua, mayo de 2012

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                                                                         Ternot McRenato
 

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