Mi voluntad: Relatos de Servicuo militar en Nicaragua 1988


Por: Jorge Luis Prendiz Bonilla



Prólogo

Esta es una historia de sobrevivencia que refleja una extrema fuerza de voluntad física y mental por parte del autor para lograr un propósito que al final se convertiría en su propia superación personal. Tarde o temprano nos encontramos ante situaciones difíciles de superar; entre más adversas y complicadas sean, más fuerte formarán nuestro carácter que nos harán mejores seres humanos persistiendo en los buenos principios y valores heredados de nuestra familia.

Me sorprende la memoria de Jorge, sus detalles son tan precisos, su forma narrativa es excepcional, su memoria es capaz de darnos detalles de los hechos tal y cual estuviéramos viendo una película, no se involucra en querer formular en el lector ideales políticos o de otra índole, su intención es puramente el entretenimiento narrativo, dando a conocer lo que él pasó desde su reclutamiento militar y por supuesto, nos presenta un panorama que los jóvenes vivimos en la década de los años 80 en Nicaragua, así como una perspectiva familiar con algunas anécdotas de su niñez y comentarios de profundo amor y respeto a toda su familia.

La lectura de estos relatos, que los considero muy equilibrados y con muchos pormenores, es una opción de enterarse de cómo fue esa parte de nuestras vidas desde que fuimos reclutados al Servicio Militar en 1988, entrenados en una base escuela en el municipio de Condega en Estelí y luego incorporados al BLI Pedro Altamirano (BLI-PA) en Nueva Guinea, Zelaya Central, hasta el triunfo de la UNO (Unión Nacional Opositora) en 1990 con Violeta Barrios de Chamorro como presidenta de la República.

Personalmente me resulta interesante haber encontrado a mi amigo Jorge, después de más de 15 años sin verlo, y digo “me resulta interesante” porque yo también había decidido escribir mis memorias de lo que viví en el Servicio Militar Patriótico (SMP), fue hasta ahora en el 2016, y gracias a las redes sociales, que nos reencontramos, al reunirnos nos dimos cuenta de las coincidencia, no solo en recordar esos acontecimientos memorables; sino de la intención de dejarlos en la perpetuidad y que sean útiles como una manera para que la juventud comprenda lo que nuestra generación tuvo que sufrir, sobreponiéndose a las adversidades y salir adelante marcando la historia, muchas veces actuando por nuestra propia voluntad. Han transcurrido 28 años y su memoria, nos recrea una gran parte de nuestras vidas en la montaña, así mismo fue capaz de detallar sucesos para hacer una lectura que, a como él dice, transporta al lector a la época, a lugares y al momento de los hechos.

Le agradezco la oportunidad de tomar en cuenta mi humilde opinión al pedirme escribir el prólogo de su libro y de que además ayudara con la edición, ya que participé en casi todos los sucesos que Jorge aquí relata, esta etapa fue también para mí, una de las más trascendentales de mi vida y sus memorias son complementos de las mías y seguramente él pensará lo mismo con respecto a mis memorias.

Al introducirme en la lectura y poder echar mano a sus escritos, ha sido para mí una forma diferente e intensa de leer un libro ya que además de ser un personaje dentro de la narrativa, he sido también, en algunos casos, el editor. Al mismo tiempo me ayudó a recordar sucesos que ya no recordaba, por lo menos no con tantos detalles o desde el punto de vista de él.

Mauricio Valdez Rivas

Introducción

Es mi deseo que el momento que hayan escogido para leer estas memorias, se encuentren gozando de salud y sosiego al lado de sus seres queridos, esa tranquilidad debe de ser el escenario para preparar su mente y puedan transportarse a un panorama de reflexión sobre lo leído. Para otros, estas anécdotas no serán de mucho interés, pero el arte de revivir algo de nuestro pasado, se encuentra en la forma de escribir lo que recordamos. Dicen -que uno vive de los recuerdos, y nada fija más intensamente un recuerdo que el deseo de olvidarlo- mi principal intención es que conozcan la verdadera historia que albergué en mi interior durante tanto tiempo. Existe mucha posibilidad de que algunos minutos, horas y tal vez días, pude haber olvidado en estos relatos; pero de lo que sí estoy seguro que con los recuerdos, pude estructurar períodos de tiempos que reviven las diferentes historias de esta obra, lográndolas proteger de las garras del olvido. Existen muchos detalles intensos que se transforman en extraordinarios y prácticos recuerdos, todos ellos fueron sucesos reales, narraciones ajustadas a la transcripción de mi memoria. En este ejercicio mental, aparecieron como fantasmas algunos acontecimientos que decidí no escribirlos, cada vez que profundizaba en algún suceso los detalles me despertaban sentimientos encontrados que es mejor no recordar, así que, por prudencia a quienes participamos de las acciones encomendadas por los altos mandos de nuestra unidad militar, omití esos hechos.

En el caso de algunos personajes que aparecen ocasionalmente en el libreto, de forma discrecional hago uso de sus apellidos para no caer en una mala interpretación. El método que utilizo en esta obra es la narrativa que ocasionalmente me provocó problemas al describir sucesos donde uno mismo es el personaje central, procurando evitar caer en el sensacionalismo o egolatría hacia mí mismo, procuré ser lo más sensato posible y darle objetividad, claridad y protagonismo a quienes se lo merecen. El texto puede ser interesante para el lector al recrearse con estas vivencias, que les aseguro no son parte del guión de alguna película de guerra hollywoodense, simplemente sucedieron. Las ganas de escribir nacen de una necesidad en mi espíritu y un buen ejercicio mental al recordar hechos acontecidos hace algunos años que en su gran mayoría no he olvidado y difícilmente olvidaré el resto de mi vida.

Dejar esos hechos en este testimonio, que muchos logramos recordar pero seguramente no queremos contar, para mí es un alivio subjetivo, el compartir esas experiencias militares, pero mayormente físicas y mentales de cómo sobreviví en las montañas del centro atlántico de nuestro país, en condiciones adversas y en un medio ambiente hostil, con largas horas de aburrimiento, controlando el estrés de la soledad, y extenuantes días de caminatas que terminaban en nada, absolutamente en nada, sin saber en qué día ni fecha nos encontrábamos, superando la desconfianza e imponiéndome a la adversidad para borrar de la mente lo mal que estaba viviendo y asumir con carácter positivo lo que me estaba sucediendo, traduciendo los datos que mi mente interpretaba como una estrategia de convivencia mínima entre las personas que me rodeaban, superando el agotamiento corporal provocado por el escarmiento de la intemperie y la condena de una naturaleza sin límites, ni perdón, marcándonos con el paso de sus minutos a horas, formando días eternos y noches agobiantes, creando en nuestras conciencias reductos de valentía, para calmar nuestras desesperaciones al pasar del tiempo, acumulando en nuestros “odómetros” genéticos, kilómetros de mala vida, que en algún momento debía terminar. Desde ese tiempo, hay un principio natural con el que he vivido; “Todo pasará y se terminará”. Todas esas experiencias de vida, jamás quiero volver a repetirlas y mucho menos deseo que las vivan mis hijos: Andreu y Dieck. 

De todo lo que mi decisión provocó, el daño más relevante del que hasta hoy me siento culpable, es del sufrimiento de mis padres, y en especial de las travesías y humillaciones que mi padre (Agustín Préndiz Cuéndiz) sufrió en cada base o centro militar donde estuvo buscándome y donde pedía que fuese trasladado a zonas de paz, en alguno de esos lugares pudo estar conmigo, con la humildad que lo caracterizó en su vida, siempre pidiendo por mí. Estos relatos, son para recordarlo y si me permiten llamarle libro, es para dejar un recuerdo de lo que vivimos: Mi padre, mi madre, mis hermanos y yo, en esa difícil época. Acontecimientos que llevo recordando desde hace un tiempo, procurando que cada relato tenga los mayores detalles posibles para describir de forma entretenida, con la suprema intención de que el lector pueda trasladarse mentalmente a esa época no muy grata para muchos.
Debo aclarar que aunque doy detalles fieles de muchos acontecimientos, en algunos momentos introduzco un poco de ficción como método de enlazar de forma semántica y coordinada aspectos importantes de los mismos. Pido disculpas por no transcribir muchos de estos acontecimientos que no se le escapan al “Hanzaimer” que a todos nos condena, hechos que es mejor dejar en el olvido.

No pretendo establecer ningún criterio político sobre este tema, mi único propósito es recordar lo que viví. Pienso que soy uno de esos pocos afortunados, que cierra los ojos para recordar momentos de la vida con el deseo de valorar lo realmente inolvidable y describirlo como una experiencia de vida o sobrevivencia personal, debo decir con claridad que en mi prudente juicio, todos estos hechos sirvieron para mal o para bien, formar el mal carácter que tengo, en el hombre egoísta y frío que soy, pero que de alguna forma he tratado de rehabilitarme, buscando la paz interna que a todos nos embarga en algún momento de nuestras vidas. Este relato de anécdotas, deben de servir para recordar a esos jóvenes - en su mayoría - y mujeres que de forma voluntaria o forzada, engrandecimos las filas de los llamados Batallones de Lucha Irregular (B.L.I.) por lo que, es mi obligación expresar respeto al recordar a ese gran contingente de jóvenes que dentro de la historia de nuestro país, algunos sirvieron con voluntad revolucionaria, pero; la gran mayoría fue forzada a cumplir un Servicio Militar que nadie en este país quiere recordar. Aunque estoy consciente que por haberse tratado de una Ley de la República era un deber su cumplimiento. Este modelo de pensamiento o el intento de pensar diferente al sistema, para algunos grupos de jóvenes de hoy, que no tienen idea de lo que aconteció en esos tiempos, es llamado deslealtad a la patria. Para los que vivimos esa cruda realidad en esa etapa de juventud, nada es igual, todo es diferente, los tiempos pasan y las personas cambian. Que esto sirva para recordar a esos héroes y no héroes desconocidos, anónimos, chavalos que pasaron rápidamente de ser civiles a ser militares, con poco o nada de entrenamiento para encontrarse con la soledad, la incertidumbre, la nostalgia... y en muchos casos la muerte.

Estas anécdotas, pueden ser útiles como una lectura de aventura, al darse una mínima idea, de la vida que tuvimos que afrontar algunos en cumplimiento del deber o simplemente sobrevivir el día a día y sientan la necesidad de corregir los errores que muchos cometimos y que algunos fuimos capaces de corregir, con el perdón a tanto sufrimiento que nos causaron y las angustias que provocamos. Es de humanos evolucionar, mejorando nuestro comportamiento de vida, sirviendo a la sociedad desde lugares más productivos, estando al servicio de nuestro pueblo de forma correcta moralmente, aprovechando el tiempo para educarnos, profesionalizarse y desarrollar una sociedad con mayores valores que los que hoy poseemos, fundamentalmente con los que nos rodean, nuestros padres, esposas e hijos. En base a esos principios cristianos, familiares, de buenas costumbres y tolerancia que fueron los fundamentos de mi educación y que en algún momento de la narrativa se contradicen, dedico este conjunto de párrafos, que he decidido llamar “Mi voluntad”, a la memoria de mi padre, Miguel Agustín Préndiz Cuéndiz, por el valor que me mostró en esos tiempos tan difíciles, por las agallas que tuvo para enfrentar tantas humillaciones y enfrentarse a la intemperie, por el coraje que siempre mantuvo pidiendo mi libertad civil y por el profundo amor de padre que se desbordaba cuando nos sentábamos a comer en el monte bajo la sombra de algún frondoso árbol los alimentos que preparaba mi madre Daysi Bonilla López, y que él con mucho cuidado intentaba trasladar hasta donde estuviera. Dedico estas historias, a las lágrimas que miré caer de los ojos de ese hombre cuando me miraba demacrado, desnutrido y enfermo, seguro que al regresar a casa, en su interior se transformaron en llanto junto a mí madre, ese hombre siempre estuvo a mi lado, mi Papá.
Desde su muerte el 12 de enero del año 2007, me he dedicado a recordarlo en muchas de sus facetas, el mejor recuerdo que tengo es su talento como trabajador, su instinto de protección, sus lágrimas y sus arribos a todos esos sitios que recordaré e intentaré transcribir de la mejor manera posible transportándolos a esos territorios agrestes de nuestra Nicaragua.

Al desarrollar la lectura, podrán distinguir las diversas etapas que viví como soldado. Así mismo espero que el lector pueda comprender el origen del título “Mi voluntad” para mi libro. Sin entrar al campo político y menos a la ontología del por qué nuestro país se encontraba en tan difícil situación, decidí correr el riesgo y sortear las grietas de la coyuntura que vivíamos, para no caer en apasionamientos ideológicos, me senté a recordar los momentos difíciles que superé, aventurándome a escribirlos como recuerdos extraordinarios que merecen ser compartidos, con la sana intención de perpetuar lo que pude vivir y puedo contar. 

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PUEDES PEDIR EL LIBRO DIRECTAMENTE AL AUTOR Jorge Luis Préndiz Bonilla

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