A Margarita Debayle

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Margarita Debayle Sacasa era hija del Dr. Louis Henri Debayle "El Sabio Debayle", nació el 4 de julio de 1900, tenía tan solo 7 años de edad cuando Rubén Darío la inmortalizó en el el poema que tituló A Margarita Debayle, esto sucedió cuando, en 1908, el poeta fue invitado a la casa de verano de la familia Debayle en la paradisiaca isla del Cardón ubicada en la ciudad puerto de Corinto, jurisdicción del departamento de Chinandega, Nicaragua. Fue ahí en una tarde cerca de la playa, sentado en una roca que escribió el famoso poema a la entonces niña Margarita, quien le había pedido que le escribiera un cuento en versos. 
Doña Margarita murió en Perú el 19 de diciembre 1983, a la edad de 83 años.

 A Margarita Debayle


Margarita está linda la mar, y el viento, lleva esencia sutil de azahar; yo siento en el alma una alondra cantar; tu acento: Margarita, te voy a contar un cuento:

Esto era un rey que tenía un palacio de diamantes, una tienda hecha de día y un rebaño de elefantes, un kiosko de malaquita, un gran manto de tisú, y una gentil princesita, tan bonita, Margarita, tan bonita, como tú.

Una tarde, la princesa vio una estrella aparecer; la princesa era traviesa y la quiso ir a coger.

La quería para hacerla decorar un prendedor, con un verso y una perla y una pluma y una flor.

Las princesas primorosas se parecen mucho a ti: cortan lirios, cortan rosas, cortan astros. Son así.

Pues se fue la niña bella, bajo el cielo y sobre el mar, a cortar la blanca estrella que la hacía suspirar.

Y siguió camino arriba, por la luna y más allá; más lo malo es que ella iba sin permiso de papá.

Cuando estuvo ya de vuelta de los parques del Señor, se miraba toda envuelta en un dulce resplandor.

Y el rey dijo: —«¿Qué te has hecho? te he buscado y no te hallé; y ¿qué tienes en el pecho que encendido se te ve?».

La princesa no mentía. Y así, dijo la verdad: —«Fui a cortar la estrella mía a la azul inmensidad».

Y el rey clama: —«¿No te he dicho que el azul no hay que cortar?. ¡Qué locura!, ¡Qué capricho!... El Señor se va a enojar».

Y ella dice: —«No hubo intento; yo me fui no sé por qué. Por las olas por el viento fui a la estrella y la corté».

Y el papá dice enojado: —«Un castigo has de tener: vuelve al cielo y lo robado vas ahora a devolver».

La princesa se entristece por su dulce flor de luz, cuando entonces aparece sonriendo el Buen Jesús.

Y así dice: —«En mis campiñas esa rosa le ofrecí; son mis flores de las niñas que al soñar piensan en mí».

Viste el rey pompas brillantes, y luego hace desfilar cuatrocientos elefantes a la orilla de la mar.

La princesita está bella, pues ya tiene el prendedor en que lucen, con la estrella, verso, perla, pluma y flor.


Margarita, está linda la mar, y el viento lleva esencia sutil de azahar: tu aliento.

Ya que lejos de mí vas a estar, guarda, niña, un gentil pensamiento al que un día te quiso contar un cuento.


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